El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
sábado, 30 de abril de 2016

Experiencia


Un viejo tenía un lago en su finca.
Después de mucho tiempo, decide ir a ver si estaba todo en orden.
Cogió un cesto para aprovechar el paseo y traer unas frutas por el camino..
Al aproximarse al lago, escuchó voces animadas.
Vio un grupo de mujeres bañándose, completamente desnudas.
Al verlo, todas se fueron a la parte más honda del lago,
manteniendo solamente la cabeza fuera del agua.
Una de las mujeres gritó:
-¡No saldremos mientras usted no se aleje!
El viejo respondió:
-¡Yo no vengo hasta aquí para verlas nadar o salir desnudas del lago!
Levantando el cesto, les dijo:
- Estoy aquí para alimentar al cocodrilo....
      
Edad, experiencia y oficio siempre triunfarán sobre la juventud y el entusiasmo.



Llega un tipo a un hotel y pide habitación. El encargado le dice que sólo tiene una cama en un cuarto compartido, la cual nadie quiere porque el otro huésped ronca muy fuerte.
El fulano le responde que no hay problema y decide compartir la habitación.
A la mañana siguiente el encargado le pregunta si durmió bien.
- Perfectamente -responde.- ¡Muchas gracias!
¿Y el señor de los ronquidos?
- Mire, apenas entré en la habitación, le di un beso en la mejilla y una palmadita en la nalga; ¡y se pasó toda la noche con los ojos abiertos y con el culo pegado a la pared!

MORALEJA
No hay grandes problemas ... si no grandes soluciones
viernes, 29 de abril de 2016

Entrevista a Boris Cyrulnik, psiquiatra

Juan Barbosa
El País, marzo 2016
“Nadie sabe definir la felicidad”

El psiquiatra francés, considerado uno de los padres de la resiliencia, vaticina que el siglo XXI será el de la sumisión del hombre a la máquina

Boris Cyrulnik decidió que quería ser psiquiatra a los 11 años. Vio en esa ciencia del alma, como él mismo la define, la posibilidad de llegar a entender la locura del nazismo. Cuando tenía seis años, cuatro oficiales alemanes armados rodearon su cama y se lo llevaron detenido. Tardó en comprender que aquello ocurría porque era judío.
Recuperar a personas que han sufrido un trauma infantil. Esa acabó convirtiéndose, años más tarde, en la misión de su vida. Y, de hecho, se le considera uno de los padres de la resiliencia, ese término, ahora tan en boga, que indica la capacidad de volver a la vida tras pasar por un trauma.
Psiquiatra, neuropsiquiatra, psicoanalista, investigador y etólogo francés (de origen ruso), puso de manifiesto en 2001 con Los patitos feos que una infancia infeliz no tiene porqué determinar una vida: los traumas se pueden trabajar, se pueden superar.
Nacido en 1937 en Burdeos, rescatado de la orfandad –sus padres murieron en la guerra– por una tía, presenta ahora Las almas heridas (Gedisa, 2015), obra en la que destila el saber de los años dedicados a restañar heridas. En una sala del Instituto Francés de Barcelona, concede esta entrevista horas antes de pronunciar una conferencia.
Pregunta. Usted definió la resiliencia como “el arte de navegar en los torrentes” en su libro de 2001, Los patitos feos. En 2012, en París, en el primer congreso sobre resiliencia, se definió como “la vuelta a la vida tras un trauma psicológico”. ¿Con qué definición se queda?
Respuesta. Sí, la definición ha evolucionado. La metáfora es: nos vemos empujados a un torrente por una desgracia de la vida; algunos se dejan arrastrar y golpear, otros llegan a debatirse y, con un poco de suerte, se ponen de nuevo a flote. Cuando empezamos con nuestros trabajos sobre la resiliencia en Toulon llegamos a una que es: “Retomar un nuevo desarrollo tras una agonía psíquica o traumática”.
P. En Las almas heridas dice usted que hay 4.641 documentos y 1.023 tesis doctorales sobre resiliencia solo en Francia. ¿Se puede hablar de una moda, o de una inflamación del término, como se le ha escuchado decir?
R. Sí, ha habido un efecto de moda en la resiliencia que ha generado una inflamación de la palabra. Ocurrió con el psicoanálisis, con la genética; pasa cada vez que un concepto entra muy rápido en la cultura: todo el mundo adopta esa palabra y diluye su significado. La inflamación del psicoanálisis produjo que se dijera que Freud era un obseso sexual y que el psicoanálisis era inmoral; en el caso de la resiliencia: la inflamación semántica ha hecho que se diga que resiliencia significa que uno puede curarse de todo. Y yo nunca utilizo el término curarse. Además, uno no puede curarse de todo. Pero si no se hace nada, uno no se cura de nada. Si se hace algo, a veces se mejora un poco, aunque no siempre.
P. Sostiene usted que la resiliencia ayuda a vencer prejuicios. ¿Contra qué prejuicios lucha?
R. Contra el determinismo biológico o sociológicos únicos: “Ha sido maltratado, será un maltratador”. Si se le abandona, puede que repita ese comportamiento en un 30% de los casos. Si se abandona a esos niños, hay una maldición. Si se les apoya, no.
P. Lo mismo debe de ocurrir con los refugiados que llegan a Europa. Muchos vienen de vivir situaciones muy traumáticas. La respuesta de las sociedades que les acogen determinará la superación de su trauma.
R. Se les puede masacrar, como en Calais, y convertirlos en delincuentes. O se puede salvar a muchos de ellos. Cuando la emigración es voluntaria hay pocos traumas psíquicos. Pero la mayor parte del tiempo, la emigración no es deseada. La gente es expulsada de sus países; huye porque si no, muere.
P. Cita usted en su libro al psiquiatra Henry Ey, que decía que el hombre no es más que la naturaleza a la que se enfrenta. ¿Cómo ve usted al hombre en este comienzo del siglo?
R. La vergüenza del siglo XX fueron las guerras mundiales y los genocidios; genocidio armenio, genocidio judío, genocidio ruandés, y otros. Son consecuencia de las tecnologías, las guerras mundiales han sido terribles por culpa de la tecnología. El problema del siglo XXI va a ser la sumisión a las máquinas.
P. ¿Por qué?
R. Internet es un instrumento de comunicación asombroso. Pero también se ven cubos de basura en Internet. Hay un progreso fantástico del conocimiento, pero también un desarrollo de la delación y la difamación.
P. Hablaba usted en Los patitos feos de que las victorias en el campo de los Derechos Humanos y de la tecnología nos hacen creer en la posibilidad de una erradicación del sufrimiento. Pero el sufrimiento es parte de la vida, ¿no?
R. Los médicos, los psiquiatras, los psicólogos, somos curadores; elegimos esas profesiones para curar; somos artesanos, no somos siempre científicos. La victoria de la tecnología nos ha hecho creer que íbamos a luchar contra las injusticias sociales, pero cada vez hay más.
P. ¿Cuáles son las heridas más difíciles de sanar?
R. Hay que huir de la idea de Descartes de que una causa produce un efecto. ¡Muerte a Descartes! Hay que decir: antes de la herida; durante la herida; tras la herida. Antes de la herida: ¿qué nos permite adquirir factores que puedan protegerle a uno de una eventual herida? No hay biografía sin heridas. Todo el mundo, en mayor o menor medida, atraviesa la vida recibiendo golpes. Si uno, de pequeño, cuenta con un apego seguro, que cultiva la confianza en uno mismo, cuando llega una desgracia, la encaja porque su memoria le dice que es posible salir adelante. Se sufre menos si el golpe es lejano que si lo da alguien cercano. Cuando fui un niño mi familia fue destruida por el nazismo; y yo casi quedo destruido; el golpe venía de lejos y yo me sentí protegido por los justos, los franceses no judíos que me acogieron.
P. Si las desgracias, en la existencia, son inevitables, ¿proyectamos entonces una idea falsa de la felicidad en la sociedad occidental hoy en día?
R. Nadie sabe definir la felicidad. Durante mucho tiempo el paso por la tierra era el valle de lágrimas entre dos paraísos: el paraíso perdido, por culpa del conocimiento; y el paraíso posible, que podemos ganar tras nuestra muerte, obedeciendo a las leyes divinas. Entre los dos paraísos se sufría. El siglo XIX y la revolución francesa cambiaron esta noción de la felicidad. Si creemos que la felicidad es metafísica, creeremos que solo puede llegar después de nuestra vida, o de nuestra muerte. Es lo que ocurre con los yihadistas. El yihadismo enseña lo que los cristianos enseñaron durante mucho tiempo: morid primero, seréis felices después.
P. ¿Cómo ve el futuro de esta sociedad que nos vende esa idea de felicidad que no es tan fácil de conseguir?
R. Una de las soluciones que nos han propuesto han sido las pastillas. Es una solución falsa, la droga: tome medicamentos para ser feliz. Ahora sabemos que la felicidad es un tricotar continuo; es el placer de vivir cotidiano; es un trabajo de todos los días, no es metafísico. La artesanía de la felicidad cotidiana se tricota día a día.
jueves, 28 de abril de 2016

Curso
"La espiritualidad del Eneagrama" Eduardo Lallana

Yoli


DESPERTAR
Llevaba tanto tiempo dormida…mejor dicho, lo mío era un “ coma profundo”… Cuando llegué al T.E., allá por octubre de 2010, algunas partes de mi querían empezar a moverse… Mi proceso (todo está en proceso,  decía Eduardo) hasta ahí, había sido noche nublada, por no decir oscura (parece ser que ésta todavía no ha llegado). Con medicinas como la acogida, la escucha, el respeto, el apoyo, el cariño, la cercanía…conseguí empezar a moverme y a mover piezas del puzle de mi vida y a encajar algunas, otras ya no consiguieron encajar en su sitio, pero no necesito un puzle perfecto.
Para mí esta parte de mi proceso fue un resucitar, literalmente.
A medida que voy haciendo cursos, talleres y grupos, en cada uno de ellos, algo en mí se despierta y cada vez hay más claridad… pero tengo que estar muy atenta… muy presente… muy consciente…  porque tengo tendencia a dormirme, para no ver…, no oír…, no escuchar lo que me dice mi cuerpo o mi instinto…, en definitiva, para no sentir… (mecanismo de defensa de mi eneatipo), que al final es lo mismo que no vivir.
Llega la 3ª parte del ENEAGRAMA (la espiritualidad del Eneagrama) a estas alturas y después de una pequeña introducción en este mundo en el grupo de meditación, con nuestro Maestro y con algunas lecturas por mi cuenta, puedo decir que no sé lo que es… no sé cómo llamarlo… no sé cómo conseguir llegar a ello… pero sí sé que AHÍ hay algo… ES PAZ… ES ARMONIA... ES CALMA….y a veces lo busco, lo persigo… aunque el maestro dice que no hay que buscarlo… , que ELLO llega solo, pero es importante “una determinada determinación”.
Lo que sí sé es que el camino pasa por estar presente y consciente en cada momento, en cada instante de la vida, y también por la aceptación y la acogida de lo que “ES”.
Resumiendo el fin de semana, diré que el viernes muy interesante… para mi que he dado mis primeros pasitos como coordinadora. Muy revelador lo de la transferencia y la contratransferencia, me quedo con algo que dijo Eduardo: puede pasar… pasa… y no es malo ni bueno… pero alerta, date cuenta… analiza por qué pasa… se consciente… que hay detrás de esto?... analízalo, date cuenta y manéjalo, contrólalo… No pasa nada, es tuyo, parte de ti, acéptalo… acógelo…
El sábado, hacemos dinámicas muy esclarecedoras, CONFIANZA BASICA, lo que viene conviene… y lo que conviene viene… difícil tarea… mucho camino por recorrer para llegar a esa confianza de que sucederá lo que es óptimo…, aunque si miro hacia atrás todo mi proceso ha venido rodado… después de haber tomado la determinada determinación de no volver atrás,  todo ha ido viniendo… cada cosa en su momento… todo tiene su proceso y lleva su tiempo… calma… no tengas prisa… permanece en el aquí y ahora… escucha a tu cuerpo…
Todo esto me resuena y sé que funciona…lo he experimentado…, pero a veces me quedo dormida… y tengo que estar muy atenta para no dejarme llevar por lo que es la pasión de mi eneatipo: la pereza interior…,  narcotizarme.
Y así el sábado, en otra dinámica con Eduardo, mi corazón me despertó  golpeando fuerte: “despierta, aquí hay mucho AMOR al que no estás dando salida…” (parecía decirme) ACCIÓN AMOROSA…
Hoy lunes, cansada como estaba y revuelta del fin de semana tan intenso, el despertador que tengo en mi cabeza ha sonado a las 6, lo primero que vino a mi mente fue: ACCIÓN AMOROSA y me dije: “pues ala,  arriba! que hay mucho por hacer”, me levanté y empecé a escribir esto que estáis leyendo.
Ahora me siento con mucha armonía, calma, tranquilidad y confianza básica,  pero también soy consciente de que el camino es largo... y  habrá subidas y bajadas pero sé que se puede… lo que hace falta es no perder de vista la “ determinada determinación” en la presencia plena.
Hoy el día esta precioso, la primavera empieza a DESPERTAR y yo también… pero esta vez ha sido de una pequeña siestecita…
miércoles, 27 de abril de 2016

Sobre los niños



Y una mujer que sostenía un niño contra su seno pidió: Háblanos de los niños.
Y él dijo:
Vuestros hijos no son hijos vuestros.
Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí misma. Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros.
Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas.
Porque sus almas habitan en la casa del mañana que voso­tros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros.
Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer. Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.
El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana. Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como El ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable.
(Khalil Gibrán fue (aparte de pintor) poeta, novelista y ensayista. Nació en Líbano, aunque escribió su obra en inglés, ya que gran parte de su vida residió en Estados Unidos 
El profeta es un libro que mezcla espiritualidad, sabiduría y poesía en prosa. Está dividido en varias partes, en las que Almustafá (el profeta), con tono sentencioso y a la vez poético, va tratando diferentes temas esenciales del Hombre, como "el amor", "el matrimonio", "la alegría y el dolor", "la libertad", "el conocimiento"... )
martes, 26 de abril de 2016

Sobre la ira

La Vanguardia 04/2016


Cómo enfadarse sin perder los papeles
La ira es una reacción relacionada con la resolución de problemas, pero ¿sabes controlarla?
El enfado y la ira son emociones normales del ser humano (Jakob Helbig - Getty)
Tensión muscular, incremento del ritmo cardiaco y dientes e incluso puños apretados. La imagen descubre un enfado que ha alcanzado su manifestación física.
Enfadarse es algo inherente al ser humano:“Es muy importante subrayar que el enfado o la ira, como lo denominamos en psicología, es una emoción normal, que todos tenemos”, afirma Inés Magán, doctora en psicología, profesora en la Universidad Camilo José Cela de Madrid y coautora del libro La Ira (Ed. Grupo 5, 2016). Pero, ¿eres capaz de mantener esta reacción en la línea saludable?
La ira puede ser positiva
El enfado es una alarma que se activa cuando algo no funciona adecuadamente (Jacquie Boyd - Getty)
Sin embargo, y aunque resulte extraño, la ira es una emoción relacionada con la resolución de problemas.
Aunque este estado desencadene sensaciones negativas en nuestro organismo, es una alarma que se enciende cuando algo no funciona. “Que se asocie a malestar no quiere decir que sea mala en sí misma, pensemos en el dolor físico, genera malestar pero nos avisa de que algo puede estar mal en nuestro organismo. En este sentido, la ira es problemática solo si es muy intensa, frecuente, en definitiva, si es desproporcionada o las consecuencias son muy negativas”, continúa la experta.
Buenas prácticas del enfado
De su proporción, ajuste con la realidad y tiempo depende que el enfado sea una herramienta o se transforme en un tormento. De hecho, existen varios tipos de ira: una adaptativa y otra disfuncional.
La ira disfuncional es la que tiene consecuencias negativas para uno mismo”
“La primera es la ira saludable, la que nos ayuda a resolver conflictos con otras personas, manifestar aquello que se desea cambiar, defender nuestros intereses o derechos…”, señala la psicóloga. Esto se cumple siempre que se exprese desde el respeto, la calma y la firmeza.
La segunda, la disfuncional, “es aquella que tiene consecuencias negativas para uno mismo y para las personas que nos rodean y el entorno”, añade. Esta comienza cuando, coloquialmente, nos sacan de nuestras casillas. Algo que, lamentablemente, solemos ver cuando alguien pierde los nervios al volante. ¿Resultados? Gritos, insultos e incluso golpes o peleas.
1. Huir de la represión
Cuando se suprime la expresión del enfado la reacción posterior suele ser desproporcionada (Mike Kemp - Getty)
Maquillar los sentimientos negativos que ha podido generar una situación, poniendo una sonrisa rígida, es contraproducente.
La supresión del enojo puede desembocar en lo que se denomina estilo pasivo-agresivo. “Cuando se suprime la expresión del enfado hasta que un día no se puede más y se estalla habitualmente de forma muy desproporcionada en relación con el suceso que ha generado ese enfado”, resalta la doctora.
Dependiendo del grado en que nos afecte la situación, existen varias tácticas para afrontarla. “No se trata de reprimirlo, porque no es sano, es preferible relativizarlo y no darle importancia. Si es algo importante para nosotros, hay que planificar qué decir, cómo, cuándo y dónde”, señala a especialista.
2. El caso del tardón
Son múltiples las situaciones que desatan la ira cotidiana, pero las reacciones suelen ser las mismas.
“Tan inadecuado es no decir nada, pero estar cortante, como decir no puedo más”
Inés Magán. Doctora en psicología, profesora en la Universidad Camilo José Cela de Madrid
El conflicto puede estallar, por ejemplo, cuando el concepto de puntualidad inglesa tiene significación solo para una de las personas que han fijado una cita. “Tan inadecuado es no decir nada, pero estar cortante, como decir: ¡no puedo más, siempre estás igual!”, dice Magán.
Expresar el malestar sí, pero sin culpar y agredir. Lo mejor es contextualizar y ser concretos: “sé que últimamente no tienes tiempo, pero no me gusta estar esperando a que llegues. Me gustaría que intentemos ser más puntuales y, así, yo pueda organizarme mejor, ¿te parece?”, recomienda.
3. Objetivo: frenar la discusión
Lo importante es no entrar en el juego (Image Source - Getty)
Aunque sobre el papel parezca sencillo redirigir las emociones, si la situación ha desembocado en un estado de rabia y desasosiego el enfrentamiento está servido.
“Obviamente, si no vamos a ser capaces de hacer esta crítica de manera calmada y asertiva, es mejor posponerlo para tomar perspectiva. Manifestar el enfado cuando se está alterado puede ser contraproducente, puesto que podemos decir cosas de las que luego nos arrepintamos”.
Pero, si somos nosotros quienes nos exponemos a una persona iracunda, ¿cómo desarrollar el encuentro reduciendo al máximo los daños colaterales?
Lo primero es evitar entrar en el juego. “Hay que indicarlo sin perder las formas ni la compostura. Si la persona persiste, puede ser necesario que salgamos de la situación, avisando siempre claro, y que indiquemos que se habla todo cuando se esté más tranquilo”, concluye la experta.
domingo, 24 de abril de 2016

In memoriam

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena
Fotografía de Mariaje

Nacimos el mismo día del mismo año. Estudiamos juntas durante diez años en el mismo centro y en la misma aula. Compartimos pupitre doble algunas temporadas debido a nuestros apellidos. Pasamos gran parte de nuestra infancia y pubertad juntas, con todos los descubrimientos, decepciones y alegrías que estos años aportan a la personalidad.
Nunca fuimos amigas ni tuvimos amigos comunes, pero nos llevábamos bien, sin estridencias ni exageración.
A partir de los catorce años cada una siguió su camino y sólo coincidimos muy de vez en cuando, aunque, debido al pequeño tamaño de nuestra ciudad, siempre supimos una de la otra, me consta.
La última vez que la vi la encontré muy cambiada físicamente. No lo di demasiada importancia, dado que estamos en esa edad en que las mujeres pasamos de ser miradas a la invisibilidad ambiental y, a partir de ahí, ya se sabe… Lo achaqué todo al paso inexorable del tiempo.
Me contó entonces que laboralmente tenía problemas, que podía incluso perder el trabajo. Nada extraño tal como están las cosas. Tampoco lo di importancia. Por lo demás, todo bien.
Si de aquella se encontraba mal lo supo disimular perfectamente, pues no percibí nada extraño en ella. No capté vibraciones diferentes a las que siempre me llegaron de su persona. De hecho, percibí las mismas pero con más años encima.
Me he enterado de su muerte. Las noticias corren y las malas más. No sé qué ocurrió, si estaba enferma o fue muerte repentina, si el sufrimiento se le hizo insostenible o la vida perdió sentido para ella. No lo sé.
Lo que sí sé es que ahí, en puntos suspensivos, quedan sus sueños, sus proyectos, sus ilusiones. Y ya nadie podrá concluirlos.
sábado, 23 de abril de 2016

Sonríe


Estés donde estés,
pases por lo que pases,
sonríe, sonríe
pon la cara bonita,
te sentirá muy bien.
A esto nos invita la canción de Rosana.
Que tengas un día de sonrisas.

viernes, 22 de abril de 2016

La revolución cuántica




Me parece, a la vez, profundamente revelador y esperanzador el hecho de sea, dentro mismo de la ciencia, donde se haya producido un cuestionamiento radical de los postulados materialistas y de las pretensiones cientificistas.
A pesar de que las implicaciones de sus resultados no se hayan plasmado todavía en el imaginario cultural colectivo, la física cuántica ha revolucionado los presupuestos sobre los que se asentaba la física clásica o newtoniana. En sus escasos cien años de vida, ha supuesto un cambio radical de paradigma, de consecuencias enriquecedoras. Efectivamente, a tenor de sus descubrimientos incontestables, las cosas no son lo que parecen: la mente –y el llamado “sentido común”- nos engaña con mucha facilidad.
Curiosamente, la principal intuición procedente del nuevo paradigma científico no es tecnológica. La física cuántica viene a confirmar algo para lo que no se hallaba explicación racional: la estrecha relación entre nosotros y con todo el cosmos. Hasta finales de la última década, los científicos y las mentes científicas consideraron una ilusión la interconexión entre los seres humanos y de estos con la naturaleza.
Sin embargo, los experimentos contrastados en el mundo de las partículas elementales han superado aquellas viejas concepciones atomistas, para afirmar que la realidad a la que denominamos universo es un todo integrado, sin fisuras.
Y, curiosamente, esa es la experiencia espiritual genuina. A partir de ahí, parece que la actitud sabia consiste en abrirnos a esa nueva visión que está emergiendo, ya que –como decía Krishnamurti– de esta crisis sólo podremos salir mediante una transformación radical de la mente.
El denominador común de esta nueva cultura emergente es el holismo: Como ha escrito Ervin Laszlo, entre nosotros se extiende una nueva epidemia: cada vez son más las personas infectadas por el reconocimiento de su unidad. Es así: crece por doquier la conciencia de la interrelación de todo, de la no-separación, de la no-dualidad radical. Y esa nueva conciencia, que va conformando una nueva cultura, afecta también a todas las dimensiones de nuestra experiencia: a la economía, a la ecología, a la política, a las relaciones, a la religión… CUANTICA
 
Enrique Martínez Lozano
jueves, 21 de abril de 2016

Sobre los psicólogos

Javier Hernández
El País, marzo de 2016
La mitad de los psicólogos dicen estar deprimidos
Un estudio de Reino Unido muestra el deterioro del bienestar emocional de estos profesionales
Más de 350 millones de personas en todo el mundo se sienten tristes, no pueden dormir, no son capaces de sentir placer, de concentrarse y, en muchas ocasiones, ni siquiera de encontrar un motivo por el que levantarse de la cama. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el 5% de la población mundial sufre depresión. Y el panorama no parece muy halagüeño: solo en Reino Unido, casi la mitad de los psicólogos, profesionales encargados de atender a la población con esta dolencia, la padecen, según una encuesta de la British Psychological Society.
“Estoy tan decepcionado que me he resignado”. “Cargo con mi desesperanza cada día y tengo la sensación de estar a punto de rendirme”. Son solo dos de los 1.300 testimonios recogidos por la encuesta. Los resultados presentan un panorama general de agotamiento, baja moral y nivelespreocupantes de estrés y depresión en un sector que es responsable de mejorar la salud mental del público. El 46% de los psicólogos encuestados dice estar deprimido y el 49,5% se siente un fracaso.
Los resultados se presentaron en la IX Conferencia Anual sobre Terapias de Psicología de Reino Unido a principios de mes. Solo unos días después, un psicólogo —que no quiso identificarse— escribió un artículo para el periódico The Guardian en el que confesaba que se había dado cuenta de que sufría depresión mientras trataba a un paciente con esa misma enfermedad.
"Estaba hablando con uno de mis pacientes sobre sus síntomas. Empecé a sentirme identificado y, de pronto, un pensamiento fugaz atravesó mi mente: en ese momento había dos personas con depresión en la sala de consulta". Durante varios meses no quiso ver lo que le estaba pasando. Empezó a tener problemas para dormir y a sentirse decaído hasta que un día, simplemente, no pudo levantarse de la cama.
Después de trabajar muchos años como un psicólogo cualificado, este profesional creía que era inmune a cualquier desafío que le impusiera su mente. Pero no fue así. A pesar de su experiencia y conocimientos, resultó ser tan vulnerable como el resto de la población.
Además de ayudar a los pacientes a lidiar con sus problemas, los psicólogos en Reino Unido se enfrentan a un sistema de salud que les parece cada vez más restrictivo, según el comunicado de la British Psychological Society. Los plazos improrrogables, hacer más trabajo en menos tiempo, las horas extra sin pagar y una reducción de los recursos sanitarios que "impide a los profesionales proporcionar un tratamiento adecuado", son solo algunas de las quejas de los psicólogos encuestados.
"La psicología ha pasado de ser una de las carreras más atractivas y satisfactorias a convertirse en la profesión con los niveles de satisfacción más bajos de nuestro sistema sanitario", explica la British Psychological Society. Parece que la tendencia continúa. Los preocupantes resultados obtenidos en la encuesta de este año son un 12% más altos que los de 2014. Y, además, el número de incidentes de intimidación y acoso se ha doblado de un año para otro.
Toda una combinación de factores llevó a nuestro psicólogo anónimo a la depresión: las presiones en el hogar, las dificultades financieras... y el trabajo en la primera línea de los servicios de salud mental de Reino Unido. En España no hay una encuesta similar a esta y no hay datos registrados sobre el bienestar de los psicólogos ni de los psiquiatras. Aun así, Miguel Gutiérrez, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, no cree que la situación sea tan grave como en Reino Unido.
Sin embargo, reconoce que todos los profesionales que tratan a personas enfermas tienen una presión psicológica muy importante. "Lidiamos con 20 o 30 tragedias diarias y, por profesionalidad, tenemos que esconder los sentimientos que nos genera lo que estamos viendo", explica Gutiérrez. "También tenemos que tomar decisiones difíciles y rápidas. Es fácil que los errores y el sentimiento de culpabilidad te pasen factura". 
La depresión es una de las enfermedades mentales más incapacitantes. Tanto, que la OMS estima que en 2020 será la segunda causa principal de discapacidad en todo el mundo. En muchas ocasiones las personas que la padecen tienen que abandonar su trabajo, al menos temporalmente. Así lo hizo el psicólogo que escribió a The Guardian contando su experiencia.
Tras varios meses de baja y en tratamiento, volvió a la consulta y se dio cuenta de que la experiencia le había cambiado. Para bien. "Creo que la depresión me ha hecho un psicólogo mejor. Ahora puedo empatizar con la gente a un nivel más profundo que antes. Y a veces, cuando procede, le digo a mis pacientes que sé lo que sienten porque yo también he estado en ese profundo valle". 
miércoles, 20 de abril de 2016

Decálogo
del buen cuidador

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Para evitar el “desgaste por empatía”, el cuidador de un enfermo crónico debe tener presente el siguiente Decálogo:
I. - El cuidador debe ser consciente de sus propias limitaciones de tiempo, psicológicas y/o económicas: en muchas ocasiones, y de forma equivocada, pensamos que cuanto más tiempo estemos con el familiar enfermo más demostraremos nuestro cariño. Craso error. Es frecuente contemplar a la madre o cualquier familiar (padre, hermano, etc.) que no se separa para nada del lecho del familiar en coma, pero son incapaces de dar una respuesta amable o preocuparse por el resto de los miembros familiares. Es como si al estar presente le fuera a devolver la salud por un “contagio mágico” de vida. Pero lo que sí puede conseguir es entrar en un cuadro depresivo o ansioso, que a lo único que conduce es a la claudicación de los mismos cuidados.       
II. - El cuidador debe saber compartir los sufrimientos del otro: es la consecuencia del anterior apartado. No somos mejores porque nos carguemos con todo el peso de los cuidados. El saber compartir y hacer partícipe a toda la familia de la atención al enfermo crónico es una buena señal de nuestro alto nivel de salud mental y que no nos consideramos omnipotentes. Además, de esta forma, damos posibilidad al resto de la familia para que demuestre su “cuanto” de solidaridad.
III. - El cuidador debe pedir información y actuar en consecuencia: se debe conocer la posible evolución del proceso crónico para ir tomando las medidas oportunas y poder también dosificar las fuerzas. Una buena información es el mejor antídoto contra el cansancio y el desánimo. No olvidemos que el ponerse una “venda en los ojos” no favorece nunca la buena resolución del problema.
IV. - El buen cuidador deberá crear un clima donde se pueda “sentir” y expresar emociones: hay que facilitar al propio enfermo la posibilidad de que pueda expresar sus miedos y temores ante el dolor y la muerte y al propio grupo de cuidadores que puedan intercambiar las preocupaciones, la sensación de hastío o el propio cansancio.
V. - El buen cuidador deberá “permitirse” alejarse del enfermo: unos días de descanso, un paseo para ver escaparates o una salida a tomar un café es un buen procedimiento para lograr un “distanciamiento amoroso” con la enfermedad.
VI. - El buen cuidador debe ponerse objetivos a corto plazo: el vivir día a día la enfermedad impide que se haga falsas esperanzas sobre un desenlace feliz. No debe atormentarse con un final irremediable, pero tampoco auto engañarse.
VII. - El buen cuidador debe buscar su recompensa en la propia acción de cuidar: las compensaciones complementarias (herencia, buscar el reconocimiento de los demás, etc.) solamente hacen empañar la acción de cuidar.
VIII. - El cuidador principal deberá pedir ayuda y colaboración cuando se sienta desfallecer: esto hay que hacerlo de forma explícita y directa, y no esperar que el resto de la familia se dé cuenta de su malestar. Un ejemplo: “me gustaría que este fin de semana te quedases con padre, pues yo necesito descansar”. Si ante este “mensaje yo” no se produce una respuesta, podemos decir que la colaboración no existe.
IX. - El éxito de los cuidados no se puede poner en la curación sino en conseguir que el enfermo sea capaz de integrar su dolencia: no podemos olvidar que el objetivo último de la atención al enfermo crónico es conseguir el más alto nivel en la calidad de vida; es decir, posibilitar que dentro de sus propias limitaciones sea capaz de integrar todo su dolor y sufrimiento, para conseguir una cierta armonía consigo mismo y con el entorno.
X. - La reparación y el perdón son el único camino válido para neutralizar la culpa y la vergüenza en el cuidado del enfermo crónico: en muchas ocasiones el cuidado del enfermo crónico nos producirá cansancio, irritabilidad e incluso cierto grado de agresividad verbal, amasado por un intento de esconder o negar la misma enfermedad; todo ello lo que tapa es la culpa y el comprobar que no tenemos paciencia infinita, ni por supuesto somos omnipotentes. A través, del reconocimiento de nuestras limitaciones y de “las sombras” de nuestras conductas es como podremos comenzar el difícil camino de la reparación y del perdón, hacia los demás y hacia nosotros mismos.
Estos “diez mandamientos” se encierran en dos:
1) amarás al familiar dependiente y 2) tendrás en cuenta tus posibilidades y limitaciones reales.
martes, 19 de abril de 2016

Primavera

Caligrafía de emociones
Jose


Me encontrarás en el bosque
debajo del abedul de plata
con costillas en los tejidos de la primavera
y el estómago en nudos de brezo.
lunes, 18 de abril de 2016

Joan Miró
"La Santa Inquietud"

Pax Vostrum
Beatriz


“Trabajar muchísimo y vivir la vida, dar un paseo por la montaña o mirar una mujer hermosa, leer un libro, oír un concierto […]; que todo esto alimente mi espíritu para que su voz sea más potente. ¡Y, sobre todo, quiera Dios que no me falte la Santa Inquietud!
Joan Miró

La Santa Inquietud, y tanto que Santa, que razón tiene el gran maestro español de la pintura. La Santa Inquietud es el motor de la vida, de la ilusión, de la acción, del riesgo, del celebrar la vida, del conocer, de las ganas de emprender, de aprender, de crecer, de avanzar, de ser más grande, de explorar, de divertirse.
¿Cuántas veces te llama a ti esta Santa Inquietud?   ¿Y tú qué haces para atender sus demandas?
Una de las necesidad humanas básicas es la necesidad de variedad, esa necesidad que tenemos (cada uno en mayor o menor medida) de hacer cosas diferentes para no aburrirnos y que nuestra vida no sea monótona. Esa necesidad de cambiar de estado emocional y de  tener nuevos retos.
Todo el mundo necesita variedad en su vida. Lo mismo siempre, aburre y deprime. Es una necesidad que nos hace sentirnos realmente vivos.
Una de las maneras que tiene tu cuerpo de pedirte que satisfagas esa necesidad es la “inquietud”.   Es esa inquietud interna la que determina cuál es tu nivel de necesidad de variedad.
¿Y cómo cubres tú esa necesidad de variedad?  Hay muchas maneras, muchos vehículos,  te voy a poner algunos de los ejemplos más habituales, a ver si te identificas con alguno:
- Lectura (no necesitas salir de casa para ver otros mundos y vivir otras vidas).
- Baile (te “desencorsetas” y sueltas a nivel físico)
-  Enamoramiento (esos chutes hormonales que te hacen sentir vivo).
- Problemas (te hacen cambiar de un estado emocional a otro de manera rápida, hacen que tu vida no sea monótona)
-  Cine (igual que la lectura)
- Hacer cursos, aprender cosas nuevas (nuevos retos, nuevas habilidades, reinventarte, disfrutar). 
-  La ropa (a veces, la cambias en función de tu estado emocional, te hace sentirte diferente).  
- Ver noticias (ves otras cosas sin salir de tu casa o del bar donde lees el periódico).
- Comprar (salir de lo habitual).
- Actividades de riesgo (nuevas experiencias, salir de tu zona de confort).
- Emprender (nuevos retos que te emocionen)
- Conflictos (así sales de la monotonía y de una vida plana)
- Drogas (cambios de estado emocional)
- Tabaco (igual que las drogas)
- Sexo (también te da cambios de estado)
- Comida (cambios de una estado a otro, por ejemplo de ansiedad a tranquilidad)
- Etc…  Piensa, añade a esta lista otras cosas que tu hagas para tener variedad en tu vida.
Ahora vamos a analizar estos vehículos. Muchos de ellos satisfacen nuestra necesidad de variedad, pero no son buenos para nosotros ni buenos para los demás ni son sostenibles en el tiempo. 
Tenemos que aprender a cambiar estos vehículos por otros que también satisfagan nuestra necesidad pero que sean buenos para nuestra vida y la de los demás y que además sean sostenibles en el tiempo. ¿Te ves con fuerza para cambiar los tuyos hacia otros más sostenibles y mejores para ti?
Venga… esto te lo cuento en el siguiente post (queda pendiente hablarte más de los tipos de vehículos y del resto de las necesidades humanas).
Un fuerte abrazo J. 
domingo, 17 de abril de 2016

Fuentes

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Definimos fuente como el origen o centro de algo. Normalmente asociamos la palabra con el agua, fundamental en nuestra vida, o con el nacimiento, igualmente fundamental.
En todos los pueblos suele haber una fuente de la que mana o manó agua. Y se ubica, por lo general, en el centro del mismo o en un lugar destacable que sirve, al mismo tiempo, de lugar de encuentro.
Vemos fuentes en todas las ciudades –algunas, auténticas maravillas escultóricas- en los pueblos, en los parques, en los caminos y hasta en los lugares más insospechados (por ejemplo, en pleno monte o en la cocina de algún monasterio). Hay lugares que se visitan por sus fuentes y fuentes que dan nombre al lugar.
En cualquier caso, es a lo que voy, las fuentes, ornamentales o no, rudimentarias o muy trabajadas, forman parte de nuestra vida y están presentes profusamente a nuestro alrededor. Pero, aunque nos llamen la atención unas más que otras, no olvidemos que el primer y casi único objetivo de la fuente es acercarnos el agua.
Me suelo fijar en aquellas que encuentro en mi camino. Me gusta escuchar el sonido del agua y me relaja mirar los recovecos por donde circula. Me paro ante ellas, escucho y observo, meto mi mano para sentir entre mis dedos el contacto, el discurrir y la temperatura del agua. A veces, si es posible, me refresco en ellas y, si puedo, también bebo el agua que manan. Casi siempre me asalta el mismo pensamiento: cuánto esfuerzo y cuánto adorno para celebrar el agua. Cuánta dedicación para agradecer la vida.
viernes, 15 de abril de 2016

Sin palabras




Hace unos días asistí al último espectáculo del grupo Tricicle. Supe de gente que no  sacó entrada simplemente porque los componentes son catalanes. Oye, no entiendo esa tirria que les ha entrado a muchos por los catalanes o cualquier cosa relacionada con Cataluña. Imagino que se habrán contagiado por ese supuesto conflicto político totalmente interesado. Bueno, no era de este asunto del que quería reflexionar hoy. Sabéis que el humor que desarrollan estos tres artistas se basa en los gestos, la mímica, es decir, sin palabras y, la verdad sea dicha, tienen unos sketch o escenas que yo considero entre muy buenos y geniales, con detalles que son para partirte de la risa. De hecho yo salí del Auditorio con dolor de abdominales de tanto reír.
A la salida y los días siguientes hablé con varios conocidos sobre la grandeza de hacer humor sin palabras y caímos en la cuenta de que hay grandes cómicos que han pasado a la historia sin decir ni pío: Charles Chaplin, Buster Keaton,  Stan Laurel y Oliver Hardy (El ‘Gordo’ y el ‘Flaco’), Harold Lloyd, Benny Hill, Mr. Bean… Y si estas personas son capaces de transmitir unos sentimientos tan fuertes como para provocar la carcajada sin soltar una sola palabra, igual habría que pensar que muchas veces las palabras sobran.
Quien habla puede equivocarse. Esos refranes como: “A buen entendedor, pocas palabras bastan”; o “A boca cerrada no entran moscas” tienen cada vez más sentido. El lenguaje corporal, los gestos, las miradas… son tan importantes o más que el lenguaje hablado. Vivimos, dicen, en el mundo de las imágenes. El sentido último del mismo Teléfono de la Esperanza es escuchar, es decir, la ausencia de palabras como sistema para ayudar, entender, apoyar, echar un cable. Y se puede decir tanto con una mueca, un gesto o una mirada… De hecho, prefiero un encuentro en la calle con alguien donde sólo hay un intercambio de miradas o un gesto de complicidad que una parrafada larga que acabe con la frase de “vaya pesado” o “vaya plasta”. Y el riesgo de ‘encontrarte’ con una de estas personas y que “te agarre” es realmente grave, pues quizá hayas dado al traste el plan previsto, llegarás tarde a una cita y alguien pagará tu improvisada conversación. Bueno, sin exagerar, pero que si un día me cruzas por la calle y ves que sólo te saludo con la mano, con una sonrisa o con la vista, no me juzgues de antipático, no seas severo, recuerda que no estamos obligados a repasar nuestras vidas a la carrera. Si tengo prisa te lo diré sincera y abiertamente para ‘despacharte’ con dos palabras. Pero recuerda que sin palabras podemos saber perfectamente que todo marcha bien o que, al menos, seguimos vivos… que no es cosa menor, lo que quiere decir que es cosa mayor… que diría el otro.
Asín sea.
jueves, 14 de abril de 2016

La felicidad
de todos los días

El País, marzo de 2016


Todo el mundo tiene una idea de lo que necesita para ser feliz, pero esa idea no es necesariamente correcta
La ciencia ha tratado de identificar los ingredientes de la felicidad. Austin Schmid
Imaginemos por un momento que somos periodistas y, como nos ha tocado cubrir un móvil de TV en el Día de la Felicidad, realizamos una encuesta callejera preguntando a cada uno cómo creería alcanzarla. Así, nos topamos con respuestas del tipo: con unas vacaciones en una playa del Caribe, con una suma grande de dinero, a través de un prestigioso premio o de una impresionante conquista amorosa. Pero, a la quinta respuesta, traicionados por nuestra vocación, agregamos una consigna para otorgarle mayor intriga y fervor al asunto: ¿Y después de eso qué? ¿Cuánto crees que te duraría esa felicidad? En esta breve postal imaginaria se despliegan tres de claves que podemos abordar para reflexionar hoy en estos breves renglones sobre el valor de la felicidad: ¿De qué se trata? ¿Por qué nos ocurre? ¿De qué manera se nos da?
Sabemos que el cerebro dicta toda nuestra actividad mental. Es por eso que, aunque resulte recurrente, debemos decir que también la felicidad depende de él. Aunque la felicidad y el bienestar son conceptos íntimos y personales podemos comenzar dando cuenta de lo que le pasa a nuestro cerebro cuando estamos felices. Hace tiempo se sabe que el deseo y el placer evidencian cambios en la actividad neuronal y el flujo de ciertos neurotransmisores (como la dopamina) en los sistemas de recompensa del cerebro. Diversos estudios demuestran que, cuando disminuye la dopamina en el cerebro, puede experimentarse una pérdida de la capacidad de deseo y placer. Asimismo, cuando el cerebro no recibe estímulos placenteros, se produce un déficit de dopamina, provocando un estado de anhedonia, polo opuesto a la felicidad. Los niveles de dopamina inferiores a lo normal, que pueden estar relacionados con escasos momentos de satisfacción, provocan trastornos en los mecanismos de atención y concentración. También puede observarse falta de motivación y escasa respuesta a las recompensas.
Ahora bien, más allá de lo que nos pasa en la cabeza, la pregunta es cómo logramos que esa felicidad nos ocurra. Todos tenemos proyectos y motivaciones que nos producen preocupaciones cotidianas, esfuerzos y, en algunos casos, angustia: esto es lo que denominamos “circunstancias de la vida”, es decir, factores del mundo externo. Muchas personas logran sus objetivos y creen (quizá por eso lo persigan) que por el hecho de conseguir el objetivo ansiado van a ser más felices y se van a relajar sus preocupaciones y angustias. Lamentablemente, esto no suele suceder: logramos un objetivo e inmediatamente después de la satisfacción de un tiempo (puede ser una hora, un día, un año), empezamos a desear algo más: el que ganó uno quiere dos, el que pasó una quincena en la playa ahora desea un mes, el que recibió el premio nacional quiere el continental y el del continental, quiere el mundial. Una buena opción es, más que pensar que uno va a ser feliz cuando consiga lo que le falta, sea pensar que se es feliz por todo lo que se tiene. Pero esto, aunque parezca sencillo, también requiere de cierta predisposición y entrenamiento.
La felicidad no equivale al hedonismo, a la presencia de placer y a la ausencia de dolor
Diversos investigadores del nuevo campo de la Psicología Positiva han avanzado mucho en la respuesta mediante investigaciones científicas medibles, controladas y reproducibles. La felicidad no equivale al hedonismo, a la presencia de placer y a la ausencia de dolor. Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania, pionero de la Psicología Positiva, propuso una teoría del bienestar –una descripción de lo que significa la felicidad– a partir de decenas de investigaciones, en la que lo describe como un constructo con cinco elementos. Cada uno de estos contribuye al estado de felicidad y tiene tres propiedades: favorece el bienestar, las personas lo buscan como fin en sí mismo (otorga placer o sentido a la vida) y se pueden medir independientemente de los otros elementos. Hagamos un breve repaso de estos cinco elementos:
  • La emoción positiva. Esto es el placer, el éxtasis, la comodidad y el aspecto más hedónico de la vida (por ejemplo, lo que nos produce la comida, el sexo, descansar, mirar la televisión, sentir el agua caliente de la ducha caer en el cuerpo). La mayoría de las personas suelen asociar esto a la felicidad y, sin embargo, es solo un aspecto.
  • El fluir (flow). Es un estado psicológico específico que experimentamos cuando hacemos una tarea que nos apasiona (conversar con un amigo, practicar un deporte o jugar en la computadora). Durante esas actividades suceden sobre todo dos cosas: una es que perdemos la noción del tiempo; la otra cosa es que perdemos noción de nosotros mismos. Esto sucede porque baja la ansiedad y el estado de alerta. Para que exista el flow tiene que haber un desafío u objetivo, que no sea muy grande, porque nos abrumaría, ni un desafío muy bajo, porque nos aburriría.
  • El sentido. Este resulta de hacer una tarea significativa por los demás, desde pasar tiempo con la familia hasta involucrarse en una ONG o ayudar al prójimo en el día a día. Significa encontrar un sentido o propósito a la vida más allá de uno.
  • Los logros, el éxito y la experticia. Esto, sin dudas, es algo que ocupa la mente de muchas personas durante gran parte del día. Como ya vimos, ciertos logros no traen necesariamente el aumento de felicidad que se espera, aunque la ciencia encontró que hay personas para las cuales sí funciona y es porque pueden venir acompañados, aunque no siempre, de emoción positiva, flow y sentido.
  • Relaciones positivas. El estudio más largo de la psicología es de la Universidad de Harvard y se trata justamente sobre la felicidad. Se hicieron encuestas a distintas personas cada dos años para ver qué circunstancias y actitudes hacía que mejorara o empeorara su calidad de vida. Los resultados del 2015 (qué reúne los resultados de los 75 años) arrojaron que uno de los factores más importantes es cuánto disfrutaban de las relaciones más íntimas.
Somos animales sociales, por lo cual las cosas que más nos dan sentido, flow, placer, orgullo y confianza suelen involucrar a otras personas. Sonja Lyubomirsky, profesora de la Universidad de California en Riverside, ha dedicado su carrera a medir científicamente el impacto de distintas estrategias y tareas en el aumento de la felicidad. En su libro La ciencia de la felicidad resume un programa específico para aumentar la felicidad duradera. Según las investigaciones, a partir de estudios que comparan gemelos y mellizos, aproximadamente un 50% de la felicidad de una persona suele deberse a predisposiciones genéticas. Estos estudios muestran que las influencias genéticas generan personalidades con distintos niveles de optimismo, alegría, neurosis, extroversión, etc.
Un 50% de la felicidad de una persona suele deberse a predisposiciones genéticas
Por lo tanto, todos solemos desarrollar personalidades que tienden a más o menos al bienestar, ya que deben existir ciertas condiciones ambientales para que los genes se pongan de manifiesto. Por otro lado, un 10% de nuestra felicidad puede ser mejorada por la circunstancias de la vida que vimos anteriormente como ganar más dinero o conseguir un logro profesional (mucho menos de lo que nos hubiéramos imaginado, ¿no?). El 40% restante está influido por las intenciones y la voluntad, la manera de encarar la amplia variedad de cosas que nos suceden en el día y en la vida: la voluntad de ver positivamente las cosas, de hacer las tareas que incrementan el flow y ayudan a los demás.
En relación a esto, Lyubomirsky esboza una serie de actividades que han probado aumentar el nivel de felicidad cuando son practicadas frecuentemente. Por ejemplo, como dijimos al principio, en vez de preocuparnos sobre qué nos falta o qué nos puede pasar, debemos pensar por qué cosas estamos agradecidos. La biología seleccionó animales con una fuerte dosis de ansiedad y preocupación, ya que aquellos que más intentaban anticipar los riesgos del mundo más sobrevivían. Los avances de la medicina, de la tecnología y de la psicología deberían permitir comenzar a relajarnos y disfrutar de lo que conseguimos hasta acá. El ejercicio físico también es fundamental, ya que reduce el estrés. El estudio longitudinal de Harvard mostró que el 78% de las personas más felices dicen que ejercitan por lo menos tres veces por semana. Los deportes además pueden ser una fuente para construir un sentido de pertenencia a un grupo y un factor para desarrollar confianza. Sin duda, entrenar el cuerpo sirve para entrenar la mente. Por último, otra habilidad a entrenar es el optimismo: tiene que ver con pensar que uno es suficientemente bueno e inteligente y que, además, está aprendiendo, por lo que hay espacio para cometer errores. Este optimismo, a su vez, lleva a que efectivamente logremos mejores resultados. Desde los estudios neurocientíficos también se plantea la relevancia de vivir con alegría y así trabajar en pos de modular nuestra propia neuroplasticidad dirigida hacia la felicidad.
Un cerebro infeliz es un cerebro menos inteligente, menos creativo y menos productivo. La felicidad, además, es un factor de protección contra enfermedades de diversa índole: los niveles más altos de emociones positivas se asocian a menores posibilidades de ansiedad o depresión asociados al estrés. Las personas, cuando se sienten bien, se enferman menos, viven más y tiene una mejor calidad de vida. Hagamos de la felicidad un ejercicio cotidiano.
Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico (PhD in Sciences, Cambridge University). Es presidente de la World Federation of Neurology Research Group on Aphasia, Dementia and Cognitive Disorders y Profesor de Neurología y Neurociencias Cognitivas en la Universidad Favaloro (Argentina), University of California, San Francisco, University of South Carolina (USA), Macquarie University (Australia)
miércoles, 13 de abril de 2016

Sobre el matrimonio


Entonces, Almitra habló otra vez: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, Maestro?
Y él respondió, diciendo:
Nacisteis juntos y juntos para siempre.
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte espar­zan vuestros días.
Sí; estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero no hagáis del arnor una ata­dura.
Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañe­ro lo tenga.
Porque sólo la mano de la Vida puede contener los cora­zones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.

(Khalil Gibrán fue (aparte de pintor) poeta, novelista y ensayista. Nació en Líbano, aunque escribió su obra en inglés, ya que gran parte de su vida residió en Estados Unidos.
El profeta es un libro que mezcla espiritualidad, sabiduría y poesía en prosa. Está dividido en varias partes, en las que Almustafá (el profeta), con tono sentencioso y a la vez poético, va tratando diferentes temas esenciales del Hombre, como "el amor", "el matrimonio", "la alegría y el dolor", "la libertad", "el conocimiento"... )
martes, 12 de abril de 2016

Camino de Santiago (Etapa Lorca-Sansol)

Un peregrino de la vida

¡Quíquiriqui!
Eran las cinco de la mañana cuando escuché por primera vez el canto del gallo “¡Quíquiriqui! ”, y aunque habitualmente no me gusta por lo del madrugón, ese día sonó diferente, tocaba etapa del Camino, reunión de andarines, encuentro de amigos.
Llevábamos muchos meses sin compartir bastones, sudores, bocatas, frutos secos, “chocolates”, pero sobre todo nuestra vida, nuestro caminar diario en la búsqueda de la felicidad y he de confesar... que tenía muchas ganas de veros.
Además la etapa era muy atractiva, íbamos a dormir a un lugar emblemático para los navarros, un sitio especial, de esos que transmiten energía, sosiego en el alma, paz interior. Un lugar donde te gustaría quitarte el reloj de la muñeca y desear que el día no tuviera horas... descansaríamos, o mejor... reviviríamos en Javier, cuna de San Francisco Javier.
La etapa del sábado transcurrió pintada exteriormente por esos prados verdes y amarillos del cereal y la colza, interiormente por el compartir de nuestras conversaciones, por algún ratito de interiorización sobre las cosas en las que nos estamos trabajando y aderezado todo ello por esos pueblos tan bonitos... que preciosa me está pareciendo Navarra.
Y atardeciendo llegamos a Javier, su castillo con esa explanada, esas vibraciones... En el hotel nos recogieron con los brazos abiertos y también con la cocina muuuy abierta, no sé si pensaban que llevábamos toda la vida andando y teníamos que reponerla en una sola cena...
Menos mal que la organización para compensar el exceso culinario tenía previsto junto a las murallas del castillo, un baile a base de danzas medievales, aunque aclararon que querían decir  “mediev-mal” o “mediev-bien”, en función de los danzarines... y resultaron absolutamente perfectas, doy fe de ello (aunque alguno como yo tengamos dos pies izquierdos) ya que en el fondo estabas con tu gente, iluminado por el cielo, en un marco incomparable, notando la esencia de la historia en las piedras que pisabas y en las que te rodeaban... como me gustó.
A las 8 de la mañana otra vez el “¡Quíquiriqui! ” del gallo... y... ¿os creéis que tampoco me disgustó?... tocaba voluntariamente ir a un ratito de meditación, agradable empezar el día reencontrándote con tu ser más profundo, con tu esencia...
Tras otro desayuno a lo “navarro”, hicimos la visita al castillo y repasamos la vida de San Francisco Javier y como dijo una compañera, es un lugar que no desprende sensaciones de enfrentamientos pasados, sino que por el contrario está lleno de sensaciones agradables, positivas...
Las fotos de rigor, los recuerdos de turno y vuelta a andar que nos quedaban casi 20 km por delante hasta llegar a Sansol. ¿Cansados?, imposible... si es que el Camino de Santiago es tan increíble, que te encuentras no solamente fuentes de agua revitalizadora, sino que incluso algunas son de vino, sí, como os cuento... ¡¡vino!!, lástima que yo iba al final del grupo y estos compañeros míos debieron de saciar su sed en él, porque sólo pude probarlo un poquito.
Los ratos de autobús aunque largos son una continuación del camino, tuvimos un rato para ver una película, hubo múltiples entrevistas en directo, disfrutamos los montajes que Javi hizo de las etapas anteriores, los dos “Javieres” del grupo nos agasajaron con caramelos (creo que pasaron la noche en vela envolviéndolos con todo su cariño)... pero a mí me ocurrió algo curioso, en la vuelta me dormí un rato, y de pronto me desperté y es que sólo hacía que escuchar  ¡Quíquiriqui!, ¡Quíquiriqui!, ¡Quíquiriqui!, ¡Quíquiriqui!...  y no sabía realmente dónde estaba, si en mi casa, en Javier... o si era yo parte del gallinero... y es que al final también entoné un ¡Quíquiriqui! como señal del despertar... al nuevo día que tengo por delante.
Compañeros peregrinos, los que vinisteis, los que no pudisteis, los que transitáis por otras sendas diferentes a la mía, os deseo de todo corazón... ¡Buen camino...!
lunes, 11 de abril de 2016

Grupo de autoestima

Grupo Autoestima de Lola
Esta historia se ha ido hilando con el paso del tiempo,y un vínculo se ha ido creando en este grupo, donde todas las personas integrantes hemos trabajado juntas con un objetivo común a pesar de la situación personal de cada uno, y donde hemos compartido nuestras alegrías,  miedos, frustraciones, preocupaciones, emociones, vivencias… y así entre todos encontrar una nueva forma de ver, comprender y tal ver solucionar nuestras situaciones o problemas, para elevarnos por encima de ellos y crecer.
Todos hemos aprendido de todos y de cada uno de los integrantes y hemos compartido la importancia de amarnos, aceptarnos y valorarnos a nosotros mismos, comenzando en el camino de ser capaces de decir ¡NO¡ cuando sea necesario, sin sentirnos culpables por ello, y logrando de esta forma ser íntegros y coherentes con nosotros mismos en cuanto a lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago.
Hemos compartido esa capacidad innata en todo ser humano de agradecer por lo que tenemos, de escuchar y valorar al compañero sin emitir juicios ni críticas. También nos hemos dado cuenta de que el trabajo individual es importante, y no obstante cuando participamos en un grupo en el que todos hacemos lo mismo damos un salto “cuántico” porque aprendemos de los demás y con los demás y porque todos somos al mismo tiempo alumnos y maestros y, como dice un antiguo dicho: Si camino solo iré más rápido y si voy acompañado llegaré más lejos.
Gracias a todos por ser y estar en este compartir y por todo el cariño recibido, que ha quedado impregnado en el corazón. Gracias.
domingo, 10 de abril de 2016

En camino

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Una de las cosas de las que me he dado cuenta con la edad es que me gusta estar en camino. Los años y las experiencias me han hecho descubrir que es más importante el cómo que el qué, el proceso que la meta, aunque sea ésta imprescindible como punto de referencia y guía.
De niña, de adolescente y de joven me hablaron de la importancia de los objetivos (ideales, llamábamos en aquella época). Había que tener objetivos claros e ir caminando hacia ellos hasta conseguirlos. Así lo hice. Algunos los conseguí y otros no. Aún estoy en ello.
Pero cuando miro hacia atrás no me valen tanto los logros como los procesos. Los aprendizajes me los ha dado el proceso. La enseñanza me la ha dado el cómo y de qué manera actué en cada situación. Gracias a ello sé cómo soy y lo que quiero en mi vida, conozco lo que me hace feliz o desdichada y experimento la inmensa libertad de elegir salvando el vértigo que ello produce.
De hecho, llevo años haciendo el Camino de Santiago. Llegaré a la meta algún día, lo sé. Pero, mientras tanto, cada etapa es el Camino mismo. Cada experiencia, cada detalle, cada descubrimiento me habla del gozo de la meta, es parte de la misma.
Estar en camino es estar en actitud de acogida y aceptación. Es saber adaptarse a lo que la vida nos muestra. Es vivir el presente sin otro objetivo. Es experimentar, arriesgar, probar y estar dispuesta a aceptar tanto el acierto como el error.
Estar en camino es, en definitiva, vivir.
sábado, 9 de abril de 2016

Te deseo

Victor Hugo

Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es,
sepas ser sin desesperar.
.
Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.
.
Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones
tus propias certezas. Y que entre ellos,
haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro.
.
Te deseo además que seas útil,
más no insustituible.
Y que en los momentos malos,
cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente
para mantenerte en pie.
.
Igualmente, te deseo que seas tolerante,
no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil, sino con los que
se equivocan mucho e irremediablemente
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
.
Te deseo que siendo joven
no madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
y es necesario dejar
que fluyan entre nosotros.
.
Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena,
que la risa habitual es sosa y
la risa constante es malsana.
.
Te deseo que descubras,
con urgencia máxima,
por encima y a pesar de todo,
que existen, y que te rodean,
seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.
.
Te deseo que acaricies un perro
alimentes a un pájaro
y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
porque de esa manera,
sentirás bien por nada.
.
Deseo también que plantes una semilla,
por mas minúscula que sea,
y la acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas
está hecho un árbol.
.
Te deseo además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico,
y que por lo menos una vez por año
pongas algo de ese dinero frente a ti y digas
"Esto es mío"
sólo para que quede claro
quien es el dueño de quien.
.
Te deseo también
que ninguno de tus afectos muera,
pero que si muere alguno,
puedas llorar sin lamentarte y sufrir
sin sentirte culpable
.
Te deseo por fin que
sien do hombre, tengas una buena mujer
y que siendo mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente,
y que cuando estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
.
Si todas estas cosas llegara a pasar
no tengo más nada que desearte.