El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
domingo, 31 de diciembre de 2017

Este último día

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Hoy es 31 de diciembre. Último día del mes y último día del año.
Mirado racionalmente, no deja de ser un día más -como los otros- con cosas buenas y menos buenas. Un día de 24 horas, con su mañana, su tarde y su noche, su luz y su sombra, su amanecer y su crepúsculo. Nada a destacar.
Sin embargo, social y emocionalmente, la apreciación del mismo cambia. Se termina un año y damos la bienvenida a otro nuevo. Y esto nos coloca, inevitablemente, en una valoración de lo pasado. Y nos sale pedir que el nuevo sea un poquito mejor y que se arregle lo que se tenga que arreglar para que la vida transcurra tranquila y feliz.
Personalmente en este día me gustaría dar carpetazo a esas situaciones que se han ido enquistando por falta de tiempo o ganas para resolverlas; rematar asuntos meramente enhebrados y aquellos a punto de concluir; saldar las cuentas del balance emocional. Y afrontar lo que venga con energía y con aceptación.
Pero, sobre todo, este último día merece un GRACIAS. Gracias por lo vivido, por lo compartido, por lo aprendido, por los buenos ratos y las malas experiencias, las muestras de cariño y las zancadillas, los abrazos y las tortas… Todo ello ha constituido, sin duda, una oportunidad de crecer.
Gracias a los que han llegado a mi vida para quedarse y a los que se han ido provisional o definitivamente. Sea como fuere, todos han formado parte de mi historia y, por ellos, he llegado hasta aquí.
Gracias, especialmente, a los que me quieren. Ellos son los que, de forma más clara, me hacen mejorar y mirar la vida con confianza.
sábado, 30 de diciembre de 2017

Sonrisa



No estás solo
A tu lado camina mucha gente
Formas parte del mundo
Lo que está a tu alrededor también importa
Puedes contribuir a hacer un mundo más agradable
Puedes poner sonrisa en tus pasos
Puedes...¿Quieres?
viernes, 29 de diciembre de 2017

Jornada de biodanza en el Telefono de la Esperanza




Será el sábado: 20 de enero de 2018.
Lo que manifiesta mi cuerpo al moverse es un reflejo de mi personalidad: "soy lo que soy en movimiento". 
A través de la música, la danza, el disfrute, el placer, el movimiento... tomo conciencia de quién soy, de cómo me relaciono con los otros, aprendo a soltar aquello que no soy y que está adherido a mí para convertirme en un ser auténtico en el que exista coherencia entre lo que soy, lo que hago, lo que digo, lo que siento y pienso.
¡Celebra la vida! Este va a ser el objetivo o hilo conductor  que vamos a tener presente durante toda la jornada del día 20.
A menudo, nos "perdemos" un montón de cosas fabulosas que nos pone delante la vida por estar inmersos en nuestra mente, en nuestros pensamientos, en nuestros dramas personales, en las historias que nos estamos contando sobre lo que tenemos delante en ese momento.  En esta jornada vamos a parar, vamos a sentir, a conectar con nosotros mismos, a conectar con nuestra verdadera identidad, nos permitimos ser auténticos, quitarnos las máscaras, relacionarnos con los otros... o no, jugar, divertirnos, reír, llorar... ¡CELEBRA LA VIDA! Eso es lo que vamos a hacer. ¡Qué mejor manera de comenzar el año!  
No necesitas saber bailar, no necesitas tener ritmo, en realidad no necesitas nada, solamente ganas de soltar todo eso que te impide vivir una vida en plenitud. 
Es recomendable venir con ropa cómoda que te permita moverte libremente.  
Trae calcetines porque la actividad se realiza descalzos. 
¡Ven a celebrar la vida!  
Facilitadora del taller: Beatriz Campoo
De 5 a 7 de la tarde.
Coste de la actividad: 5 euros.
Plazo para apuntarse: Hasta el día 16 de enero.
Abierto a todas las personas interesadas en celebrar la VIDA.
jueves, 28 de diciembre de 2017

Amancio Ortega dona al Telefono de Leon el chalet de Ordoño II



Era un secreto a voces. Amancio Ortega el dueño del gran imperio textil nació en la provincia de León, en la localidad de Busdongo. Su amor por esta tierra forma parte de su ADN. Conocedores de este ingente cariño, el Teléfono de la Esperanza de León el 23 de junio de 2017 se puso en contacto con su Secretaria particular, que es amiga de un vecino de una voluntaria del Teléfono. A través de esta intrincada relación se consiguió que Amancio Ortega recibiera a toda la Junta Directiva nacional en su pazo gallego. El encuentro tuvo lugar en el comedor reservado para los invitados más cercanos. Fue a los postres, después de degustar botillo del Bierzo y Ribeiro en buenas proporciones, cuando el Sr. Amancio –por cierto, primo lejano de un famoso futbolista del Real Madrid, de los años 70, que hizo celebre aquella frase "las mangas como Amancio", por eso de su regates sinuosos y atrevidos– se levantó y delante de todos pronunció la frase gloriosa: "Donaré al Teléfono de la esperanza de León el chalet que hay en León en la calle Ordoño II para que allí puedan hacer su terruño y su hogar". 
"Sr. Amancio, pero si ese chalet es de un grupo inversor que desea proyectar allí apartamentos de lujo", le dijo una avistada voluntaria que asistía a aquella comida. "No hay problema, dijo él, pues lo compro ahora mismo".
Y así fue. El mismo en persona llamó a aquel grupo inversor para preguntar por su precio exacto. Y después de un par de segundos de vacilación la clavó: "Está hecho"."A partir del 1 de enero son vuestras sillas y mesas,  manteles y paredes y de todo cuanto allí existe y os pago la calefacción mientras dure la presidencia de la actual Presidenta de León, Dª. Mercedes del Curueño, que así me gusta llamarla por su terquedad e insistencia".
Y os ruego que sin más dilación abandonéis este pazo, necesito echar la siesta, después de una comida tan copiosa. ¡El botillo hace estragos...!"
El centro del T.E. de León nada más saber la noticia remitió al generoso de D. Amancio un burofax con esta leyenda. "León conmovido con tan grande generosidad. Dª. Mercedes ha sido nombrada Presidenta de este Centro in aeternis".
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva D. Amancio que es tan bueno!
miércoles, 27 de diciembre de 2017

Encuentros
con alma

Pax Vostrum
Beatriz


¿Qué es eso que te vas a llevar cuando te toque abandonar este mundo? Amor, experiencias, vivencias, encuentros, risas, lágrimas, emociones…   
Desde hace algún tiempo, es lo que trato de “acumular” en mi mochila, porque nunca se sabe cuando nos va a tocar partir…
“Invierte en aquello que un naufragio no te pueda arrebatar”.
Eleanor Roosevelt
En esa acumulación de vivencias se encuentra lo que te voy a contar a continuación. Hace unos días tuve el privilegio, gracias a un buen amigo mío, de encontrarme con una de esas personas sencillas, pero a la vez muy grandes, con una de esas personas que esparcen amor, con una de esas personas que no dejan, como dice la madre Teresa de Calcuta, que nadie se aleje de ellos sin ser un poco más feliz, con una de esas personas que te señalan de la manera más natural allá donde tienes que mirar, con una de esas personas llenas de bondad y sabiduría y cero importancia personal.
Te estoy hablando de uno de los monjes del monasterio de Santo Domingo de Silos en Burgos, que por el momento no te voy a decir su nombre para preservar su intimidad.
Llegué a Silos el domingo por la mañana, para hacer una visita a un buen amigo mío, que es habitual de su hospedería y también para asistir a la misa de canto gregoriano.
La vida del monje es  “una plasmación de la fraternidad universal”. 
En su página web dicen: “Venidos de diferentes lugares, edades y condiciones sociales, queremos formar una verdadera familia que reza y trabaja en unidad, llevando en nuestro corazón las angustias, los anhelos y las esperanzas de todos los hombres. El monje es aquel que separado de todos está unido a todos, decía ya en el siglo IV Evagrio Póntico.
Avanzamos, en expresión de San Benito, por el camino del Evangelio con el deseo de que todos los hombres caminen a la luz de Cristo. Con nuestras miserias y pecados, pero también con nuestra ilusión, queremos no anteponer nada al amor de Cristo, en frase también de San Benito, a fin de que Dios sea en todo glorificado”.
Me entusiasmó el ritual de la misa, hacen que sea algo “especial”. Cada uno de ellos tiene su función, todo fluye de una manera perfecta y armónica. No importa si eres católico, budista, ateo…o lo que seas…, cuando tratas de ver el tesoro hacia el que el mapa te indica “da igual” el tipo de mapa que utilices.
De la misa me quedé con tres palabras, tres palabras que se refieren a tres valores a cultivar para vivir de una manera más plena: JUSTICIA, PAZ y AMOR.
Te animo a que lo visites para impregnarte de la paz, de la armonía, del aroma, del momento, del ser… , es como si se parara el tiempo y allí no hubiera nada más…
Después de la misa tuve el privilegio como te decía al comienzo de poder hablar de manera íntima con uno de sus monjes. La verdad es que siempre he tenido un montón de inquietudes existenciales y no me cierro a ningún “mapa”… Soy una “buscadora” incansable… , me gusta encontrar respuestas y escuchar a personas que siento o creo que las tienen.
Este monje fue también un buscador y tras muchas experiencias y vivencias de todo tipo encontró el sentido y propósito de su vida en Silos. No te voy a compartir detalles personales y de lo que llevó a hacerse monje y quedarse en el monasterio, porque eso es algo de él y no le he pedido permiso para hablar sobre ello, pero sí de todo lo que a mi me llegó y que estoy poniendo en práctica para vivir mejor, con más paz y serenidad. Lo que te cuento no son palabras textuales, es mi percepción y con lo que yo “me quedé” de la distendida conversación que mantuvimos.
Aquí te va un breve resumen de “mi experiencia”:
–La vida no se trata de conseguir nada, no se trata de hacer tanto, no se trata de tener mucho éxito y mucho dinero. Puedes tener mucho de todo ello, pero nada de ello te va a hacer feliz. Nada externo te va a dar felicidad. En tu interior, seguirás estando vacío, triste, melancólico…   Todos esos sentimientos lo único a lo que te invitan es hacia la interiorización, hacia el silencio, hacia el viaje hacia tu interior. Solo mirando hacia dentro, cultivando esa parte espiritual, iniciando un camino espiritual es que uno puede tener plenitud.   Este camino espiritual, es el camino que va a permitir una profunda transformación interior, un “experimentar a Dios”.  Dios no es “lo que nos cuentan”, ese señor de barba que está en los cielos para juzgar a los malos y bendecir a los buenos.
–“Deja de ser el centro de tu vida”.  Cuando cambias el foco, y tú te quitas de en medio, tu vida cambia, y todo empieza a funcionar de otra manera.
“Reza, pide, habla con Dios”.  Esto relaja, disminuye el estrés de tener que ser uno el que se cree omnipotente y tiene que hacerlo todo, solucionarlo todo, crearlo todo…
“Sé sencillo”. La vida sencilla ayuda a vivir con paz.   Añado aquí palabras de otro “maestro” que a mí me inspira, Osho, del que ya te he compartido textos en otras ocasiones. “Ser sencillo significa un cambio de la cabeza al corazón”. La mente es muy astuta, jamás es sencilla.  El corazón nunca es astuto, siempre es sencillo. Ser sencillo significa un cambio de la cabeza al corazón.  Vivimos a través de la cabeza. Por eso nuestra vida no para de complicarse más y más, como un rompecabezas.  Vivid más desde el corazón. Sentid más, pensad menos, sed más sensibles y menos lógicos. Sed cada vez más del corazón y vuestra vida será un absoluto gozo”. 
Es la mente la que siente la perturbación y la miseria. 
Ramana Maharaj.   
Si vives en el corazón no existe nada de esto.
Pérmitete ser débil, fallar, no tener éxito, equivocarte, fracasar, caer una y otra vez… porque  “Dios, bendice al que sabe hacerse pequeño”…
Y como de vida sencilla se trata, artículo sencillo también. No te voy a contar mucho más. Si lo breve es bueno, dos veces bueno. Y si es malo, también, así se acaba antes…ja,ja,ja…
Después del encuentro, sentí mucha paz, bienestar… Estar en presencia de personas sabias, compasivas, serenas, profundas para mí es el mejor bálsamo de bienestar.  Es un regalo.
Tanto…, tanto… que me entró mucha hambre y decidí ir a comer lechazo, plato típico de esa zona de Burgos. A lo cual también te animo…  Además muy cerca de Silos tienes “La Yecla”, Covarrubias, Lerma, un parque temático del oeste… Vamos, que totalmente recomendable para pasar un fin de semana…
Ying y yang, ¿no?
martes, 26 de diciembre de 2017

Mindfulness




"He aprendido a estar más presente en mi vida,  en atención plena.  Siento que puedo conectar conmigo de una forma más benevolente.  Ahora dispongo de herramientas para los momentos de estrés". 
Jose

“Gracias por ofrecernos la oportunidad de conocer el arte de respirar y el mundo tan maravilloso que hemos descubierto y compartido. Son muchas las razones para seguir  practicando las técnicas que nos has dado a conocer. Me sana. Me hace volver a tener ilusión por la vida,  por hacer cosas. Ser benevolente y seguir conociendo más estas herramientas tan importantes. Estar en atención plena. Muchas gracias por compartir tus conocimientos para mejorar todos. Feliz instante presente”. 

Paz 

domingo, 24 de diciembre de 2017

El mismo mensaje

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Nos pasamos la vida repitiendo y escuchando los mismos mensajes. Cambiamos las formas, pero no el contenido.
Por ejemplo, en estas fechas, ¿quién no desea Feliz Navidad a todo el mundo? ¿Quién no escucha y repite un feliz año nuevo una y mil veces? ¿Quién no llama a la suerte en forma de lotería, regalos, acontecimientos y demás manifestaciones?
Desde que nacemos oímos tales mensajes. Los incorporamos de manera natural a nuestro devenir y los repetiremos hasta la saciedad. Tanto, que ya casi no dicen nada. Pero, por otro lado, no podemos decir otra cosa.
El anuncio de la lotería de este año, de Amenábar, es más de lo mismo.
Jugando con la palabra esperanza habla de suerte –¿dónde está realmente la verdadera suerte: en que toque un premio o en encontrarnos?– de compartir –¿se comparten palabras y deseos o se comparten cosas concretas?– de dar –¿desde dónde damos y qué damos?–.
¿Es necesario que venga gente de otra galaxia para que las palabras suenen a nuevas y, desde la ingenuidad, sepamos entenderlas en su acepción original?
¿Es necesario que nos falte lo importante para darnos cuenta de qué es realmente lo importante?
¿Tenemos que llegar a perder la esperanza para preguntarnos qué esperar?
Ojalá pudiéramos desear desde el corazón y con el corazón. De esta forma, las palabras –aun iguales– sonarían diferentes, porque diferente es el corazón de cada ser. Ojalá también fuéramos capaces de transmitir y recibir el mensaje, ya sabido y aprendido, como si de la primera vez se tratara.
sábado, 23 de diciembre de 2017

Cuando nada
tiene sentido





Para este BLOG es una gran satisfacción dar a conocer la última obra del psiquiatra y colaborador de este medio, D. Alejandro Rocamora. Que este libro aporte luz, claridad y ganas de vivir a todos los que lo lean. ¡Enhorabuena Alejandro!.
Rocamora, A. (2017). Cuando nada tiene sentido. Reflexiones sobre el suicidio desde la Logoterapia. Bilbao: Desclee De Brouwer, p.167
La conducta suicida, en nuestra cultura, es un tabú y un estigma. Alejandro Rocamora, psiquiatra humanista, nos acerca al misterio del suicidio con sencillez, no exenta de profundidad. El autor plantea que el suicidio es una vivencia compleja, comunicativa y personal. No es ni una enfermedad, ni un síntoma de una enfermedad psiquiátrica. Es una forma de comunicar nuestra angustia ante la vida.
Su aproximación, pues, a la conducta suicida no es casualista, ni reduccionista, sino que el acto suicida se entiende como un hecho que puede dar significado a lo anterior y posterior de la biografía del sujeto. Y además se parte de la convicción de que el suicidio es una “vivencia diádica” y por lo tanto tiene repercusión en los más próximos. Es como las ondas de un estanque producidas por la caída de una piedra (hecho suicida), que se puede expandir a toda la superficie. Por esto, un “nosotros” acogedor y seguro es una de las formas mas idóneas para neutralizar la ideación suicida.
Otras grandes preguntas, que tienen adecuada respuesta en estas líneas son: ¿cómo llega el ser humano a plantearse su autodestrucción?  ¿cuál es la lógica suicida? ¿cómo podemos ayudar a seguir viviendo?
Cuando nada tiene sentido, hace referencia a todas esas situaciones en las que el sujeto se encuentra inmerso tras un hecho traumático: muerte de un ser querido, diagnóstico mortal, paro prolongado, sentimiento de  culpa intenso y un largo etcétera. La reflexión se centra, pues, en las personas que sin tener un diagnóstico psiquiátrico oficial se sienten inmersas en el sinsentido de sus vidas. Lo que subyace en su deseo de muerte no es ninguna vivencia psicopatológica (delirios, alucinaciones, tristeza patológica, etc.) sino el vacío y la desesperanza.
Como se dice en el Prólogo, “es una visión amplia y profundamente humana de la realidad  dolorosa de suicidio. Este libro refleja un conocimiento psiquiátrico, psicológico y, además, humano-existencial. Produce una lectura que hace vibrar, enternecerse y emocionarse en la consideración de nuestra constitución como seres humanos, nuestra vulnerabilidad y grandeza”.
De la mano de V. Frankl, Alejandro propone que la búsqueda de significado del “conflicto” es la solución al problema. De aquí se deduce, que no importa tanto las razones que han llevado a pensar en el suicidio sino los motivos para vivir y seguir viviendo. En palabras de V. Frankl sería, no importa tanto el porqué, sino el para qué del acontecimiento.
Es un libro que nos invita a reflexionar sobre la muerte y el suicidio, pero sobre todo es un canto a la vida.
viernes, 22 de diciembre de 2017

El miedo

Enrique Martínez Lozano


El miedo nace del “cruce” del tiempo y de la mente: el miedo es creado por la mente, a partir de algo que recuerda –y sobre lo que cavila– o adelantándose a lo que pueda suceder, a través de la proyección.
En cuanto sentimiento “limpio”, el miedo es una emoción que nos “alerta” frente a algo percibido como peligroso o amenazador. Sin embargo, cuando somos atrapados por él, suele aparecer el “medo al miedo”, paralizador y angustiante.
La liberación radical del miedo no vendrá de la mente, sino justamente de la capacidad de silenciarla, tomando distancia de sus mensajes repetitivos, y viniendo al presente, como modo de abortar el recuerdo obsesivo y la proyección imaginada.
El sujeto del miedo es el yo. Desde su fragilidad, vulnerabilidad y, en último término, inconsistencia, no puede sino vivir bajo el temor, a pesar de todos los recursos a los que suele acudir para protegerse.
La liberación del miedo pasa, por tanto, por la comprensión, que permite ver el error de identificarnos con el yo. Solo en la medida en que comprendo que no soy el yo, podré verme libre del miedo que me acompaña desde mi nacimiento ya que, como dijera Thomas Hobbes, “el día que yo nací, mi madre parió gemelos: yo y mi miedo”.
Cuando nos liberamos del miedo, empezamos a saborear la libertad: cae la búsqueda enfermiza de consuelo y ya no hay necesidad de dioses. Liberados de la identificación con el yo, nos comprendemos y reconocemos como plenitud, aquella plenitud que nuestra mente –desde la identificación con el yo– había siempre situado “fuera”.
Pedagógicamente, para avanzar en la liberación de tal identificación, resulta eficaz ejercitarse cotidianamente en una práctica muy concreta: amar lo que es. Antes de dejarnos llevar por cualquier juicio mental o “etiqueta” que nuestra mente coloca a lo que sucede o aparece en nuestra existencia, la sabiduría invita a amar todo ello, como camino para alinearnos con lo real, vivir la aceptación profunda y, de ese modo, reconocer experiencialmente que somos uno con todo lo que es.
Amar lo que es no tiene nada que ver con la resignación, la claudicación o la indiferencia…, sino con la sabiduría. Al amar lo que es, se entra en un camino de aceptación, actitud sabia entre los extremos de la resistencia y de la resignación. Ahí se descubre que la propia aceptación se halla dotada de un dinamismo que hará que nos comprometamos en cada momento en la acción adecuada.
Gracias a esa práctica, es posible pasar de la identificación con el yo a la comprensión de la consciencia que somos. Es por tanto un ejercicio de poner consciencia, tal como pedía Rabindranath Tagore: “Que en la algarabía de nuestras tareas sin fin no cese de resonar en el fondo de nosotros, como emitido por un instrumento de cuerda única, este constante llamamiento: ¡Oh! ¡Despierta! ¡Sé consciente!”.
jueves, 21 de diciembre de 2017

No hace mucho.
No muy lejos

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Hace unos días he tenido el privilegio de visitar la exposición sobre el campo de concentración de Auschwitz, que se ha abierto en Madrid. Más de 600 objetos originales se exponen en la primera exposición itinerante sobre Auschwitz: allí está el pijama de rayas, las literas donde dormían los prisioneros, las maletas que llevaban los judíos, sus cucharas, y un largo etcétera. Durante más de tres horas pude rememorar el horror de aquel lugar, y a través de imágenes, objetos y de sonidos experimenté la tragedia de aquellas personas.
Uno no comprende cómo el ser humano puede llegar a esa barbarie; cómo es posible que el odio pudiera transformar a la persona en verdugo de sus  propios vecinos y compatriotas; cómo es posible, en fin, que la persona se comporte peor que los animales más salvajes.
“No hace mucho. No muy lejos”, reza el lema de esta exposición. Y aunque es verdad que estamos a años luz de aquellos terribles días, también hoy sufrimos los atentados terroristas, las guerras fratricidas, y a otro nivel,  la intolerancia entre amigos, la homofobia, el poder del más fuerte y la sinrazón en la convivencia. Como muestra la violencia de género.
En estos días de luces de colores, de serpentina y de deseos de felicidad navideña se pone también de manifiesto que el ser humano puede ser cordero, pero también lobo, como decía E. Fromm.
Este pensamiento también está latiendo en el libro angustioso y esperanzador de V. Frankl, “El hombre en busca de sentido” sobre su permanencia precisamente en un campo de concentración nazis. Este autor nos dice que el hombre puede ser un ángel o un demonio, incluso en los mismos campos de concentración esto se producía: así mientras unos iban cantando salmos a la cámara de gas, otros torturaban incluso a los más débiles. Dentro del horror de esos campos de concentración, había personas que mataban y mutilaban por ninguna razón, pero también existían otros, como el P. Kolbe, franciscano que se ofreció a morir por otro preso que tenía mujer e hijos.
Amor y odio son los dos railes por donde camina nuestra existencia. El día que el amor sea mas fuerte que el odio, a nivel universal, ese día la humanidad será una eterna navidad. Ese día será imposible la repetición del horror de Auschwitz.
miércoles, 20 de diciembre de 2017

Entrevista a
Mercé Boada

La Vanguardia, 2017

Mercè Boada, neuróloga, especializada en demencia y alzheimer

Tengo 69 años biológicos, pero energéticamente tengo la edad que quiero tener. Soy barcelonesa. Estoy casada con mi socio, cofundador de la Fundación ACE. Tengo un hijo, y sumamos ocho nietos. Mi fe política es el respeto a las convicciones ajenas. Creo en el pacto y en la bondad de las personas

La habichuela mágica

Cada vez tengo más claro que la calidez humana y la honestidad son la habichuela mágica que nos da acceso a la creatividad y nos lleva más allá de nosotros mismos, lo otro es medrar, trepar al árbol más alto del bosque sin llegar nunca a tocar la excelencia. Y cada vez conozco a más profesionales que han sabido encontrar esa semilla en su interior, que se esconde lejos del ombligo y se expresa en metas que van más allá de ellos mismos. Así he visto a la cofundadora y directora médica de la Fundación ACE de Barcelona, centro especializado en el diagnóstico, la investigación,el tratamiento y la educación de personas con deterioro cognitivo y demencia, especialmente alzheimer; una entusiasta de la calidez y la humanidad.

Yo busco la felicidad dentro de la infelicidad.

¿Por qué dice eso?

Vivo en un mundo de fracaso, no puedo curar la demencia, pero sí retrasarla, paliar sus síntomas y acompañar en la lucha.

Eligió un campo complejo.

Durante un periodo de mi vida, en los ochenta, me dediqué a los tumores cerebrales cuando el bajo nivel de éxito hacía que pocos médicos se dedicaran a ellos.

Era como trabajar en una funeraria.

Sí, pero tuve cierto éxito, y aprendí mucho de los enfermos crónicos, un campo muy desestimado en el mundo académico y científico. Siempre me interesó el cerebro.

A los veinte años pocos saben de verdad lo que quieren.

Cierto, yo sabía es que me gustaba estar con la gente. Hay un libro muy simple que me ha acompañado toda la vida: El pequeño príncipe.

De simple no tiene nada.

Me impactó la sencillez del elefante dentro de la boa y decidí que mis explicaciones a los pacientes debían ser de esa manera. No entender crea incertidumbre y angustia. Años después el adiós del pequeño príncipe me dio otra lección.

¿Cuando abandona al aviador?

Tú búscate la eternidad donde quieras, le dice, y si me quieres ver estoy ahí, en las estrella. Hay que respetar el momento en el que el paciente debe irse y buscar su final más allá, en ese otro lugar desconocido para todos.

¿Cómo resuelve lo de no curar?

Puedo ayudar de muchas formas: siendo afable, educando en cada visita, formando a mi equipo, y entendiendo que las enfermedades son poliédricas y que lo han de ser las instituciones.

Pionera en terapias complementarias.

Empezamos con la estimulación cognitiva en 1991 y muchos dijeron que sería un fracaso trabajar con personas que lo han perdido todo, pero funcionó, les mejora muchísimo la vida, y ya estamos en proyectos de predicción.

Aplicaron terapias muy novedosas.

Combinamos la farmacología con musicoterapia, reeducación del lenguaje, arte..., pero también poner la mesa, ir a ver museos, preparar la fiesta de Navidad…, en definitiva: vivir.

Si las terapias complementarias son beneficiosas, ¿porque se aplican tan poco?

Son costosas, implican tiempo y personal.

El tiempo se ha vuelto carísimo.

Hay que pensar sobre cómo debería ser la ética gerencial, basada en el rendimiento a corto o a largo plazo. Hoy toda actividad debe tener rédito inmediato, y es más inmediato dar una pastilla que mejorar la cognición con educación.

¿Qué pasa en esta sociedad que lo más valioso que tenemos, el tiempo, debemos pagarlo tan caro?

Pasear con mis nietos o charlar con amigos implica perder bienes gananciales: siempre podrías estar haciendo otra cosa que te rendiría económicamente.

Pensarlo provoca cierta ansiedad.

Esta sociedad da mucho más valor los réditos materiales que a los réditos personales. Y lo que yo he aprendido en mi profesión es que los segundos son mucho más importantes que los primeros, no solo a nivel de satisfacción personal sino también de salud.

Lo sabemos, pero somos arrastrados por la inercia.

El momento que usted y yo estamos viviendo no volverá porque aunque nos volvamos a ver no será lo mismo, por eso debemos ser conscientes de que este tiempo es precioso, no tiene precio, y este es el valor trascendental de las personas.

Vitalmente, ¿qué ha aprendido de la me­dicina?

A amar la vida por encima de todo… Considero que los médicos deberíamos ser más humildes y aprender a pedir perdón porque nos equivocamos muchísimo; y también deberíamos dar gracias por la confianza que las personas ponen en nosotros.

Es bonito lo que dice.

Esta profesión me ha enseñado a sacarme la bata y ponerme en la piel del paciente. Soy muy consciente de que algún día me sentaré al otro lado y preguntaré: “¿qué me pasa, doctor?”, y espero poder confiar en que me ayudará con ternura a transitar por esta enfermedad tan cruel.

Es usted hija de pescaderos.

Y nieta. En mi familia, grandes emprendedores, había pocos universitarios. Era un matriarcado. Mujeres fuertes y vitales. Independientes. Se valoraba el trabajo, hice un año de Económicas trabajando en la pescadería.

¿Económicas?

Sí, porque fue la primera facultad que abrió por la tarde. Mis buenos resultados consiguieron convencerles de que no era mala idea de que estudiara medicina y dejara la pescadería.

¿Cómo le va a una pescadera en la facultad de Medicina?

Pocos conocían el mundo del trabajo y había pocas mujeres. Me respetaban, decían: “Con Mercedes podemos hablar de todo porque no se enfada si le decimos que no es sexy”. Siempre tuve cintura, antes de que me pudieran dar una patada levantaba la pierna. Aprendí a sortear situaciones difíciles, a saber aceptarlas, digerirlas y poner buena cara.

¿Qué es lo importante en la vida?

Ser honesto, no me gustan las mentiras. La honestidad en la medicina y en la ciencia es vital, porque sin ella no se puede avanzar.

martes, 19 de diciembre de 2017

Hoy

Caligrafía de emociones
Jose


Todo mi tiempo y mis gustos,
mi libertad, mis días y noches.
Solo este hoy es mío,
este momento absoluto.
El pasado se ha fugado,
y no le veo el rostro al futuro.
El resto poco importa,
este hoy es plenamente mío. 
lunes, 18 de diciembre de 2017

Grupo de Inteligencia Emocional

Ana María


Comenzamos hace poco más de dos meses.
Es relativamente poco tiempo, pero han cambiado muchas cosas. ¡CAMBIOS! Qué importantes son y que difíciles.
Hace muchos años un amigo me dijo: ¡CUANDO EL ALUMNO ESTA PREPARADO, APARECE EL MAESTRO!
No lo comprendí hasta mucho después.
La vida avanza, se complica, pero van apareciendo personas en nuestro camino para recordarnos lo importante que es ESTAR BIEN CON NOSOTROS MISMOS. Mensajes sencillos, que olvidamos fácilmente. ¡Gracias Marga!
Cuando tenemos la DISPOSICION a CAMBIAR, a APRENDER, a salir de donde estamos, van apareciendo esas personas que con sabiduría nos van ayudando a que veamos de nuevo el camino. ¡Siempre hay camino, aunque haya momentos en que no lo veamos!
Encontrar acogida, comprensión, un espacio donde poder ser tú, aunque estés un poco “roto”. Entre todos lo hemos hecho fácil. ¡Gracias!
Me llevo ideas valiosas, concretas, cambios reales, momentos compartidos…
El malestar, el dolor puede ser un poderoso aliciente para cambiar y convertirnos en seres humanos más conscientes.
domingo, 17 de diciembre de 2017

En la escuela

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

A veces me veo de nuevo en la escuela.

Sucede en esos casos en que la realidad me desconcierta y me descoloca, en los que no entiendo lo que pasa y me veo en la obligación de buscar soluciones concretas para salir al paso, porque lo que tengo o lo que hacía hasta el momento ya no sirve. Ni sirve el inmovilismo ni sirven los lamentos.

Han de ser, obviamente, soluciones nuevas para problemas nuevos. Nuevas formas de enfoque. Experimentos con su carga de riesgo para ver qué sale. Entrar de nuevo en el juego de probabilidades de acierto y error.

Entonces me doy cuenta de lo poco que sé (a pesar de las muchas experiencias vividas) de lo mucho que me falta por aprender (a pesar de los años que sumo ya) y del sinfín de recursos que aparecen cuando se buscan.

Y voy a la escuela de la vida otra vez. Y me siento. Y me dejo enseñar. Y aprendo, experimento, observo, siento... Y saco conclusiones. Y tomo decisiones que, tal vez, de otra forma no podrían ser tomadas.

En el fondo –aunque cueste verlo– agradezco estas situaciones rompedoras de paz y tranquilidad, que me despiertan, me vapulean y me hacen crear o explorar otras vías. Es verdad que preferiría aprender sin dolor y darme cuenta de las cosas sin pasar malos tragos, pero no sé si eso es posible.

Detrás de cada acontecimiento hay un aprendizaje. A veces lo vemos y otras no. De ahí que se repitan determinadas situaciones una y otra vez, hasta que caigamos en la cuenta de lo que quieren enseñarnos.

sábado, 16 de diciembre de 2017

¡¡Nieve en León!!





Por fin llegó la nieve.

Que llene de blanco toda la negrura de nuestra alma
y la envuelva en luz y claridad.

Que siga nevando
hasta colmar mi corazón de amor.

Que no pare hasta que tú y yo y todos
veamos amanecer la comprensión.
viernes, 15 de diciembre de 2017

Zapatillas

El rincón del optimista
Juan

Las velas de San Froilán, en La Virgen del Camino, son una estampa típica de la Romería del 5 de octubre.

El 5 de octubre pasado, festividad de San Froilán, me encontraba atendiendo un puesto de venta de libros en La Virgen del Camino, localidad en la que muchos sabéis se celebra cada año este día una animada y concurrida romería. En un momento dado de la mañana se me acerca un peregrino, extranjero, que me intentaba preguntar algo. Veo enseguida que es sordomudo. Quería saber si podía coger un autobús en dirección a Astorga, algo que hizo con ayuda del teléfono móvil y un poco de mímica. Le contesto que al ser fiesta no sé si pasará y parará algún autobús, mucho menos le puedo indicar horarios. Ante la evidencia de los hechos, el bueno de nuestro peregrino me pidió un favor, que si le podía guardar en mi puesto la pesada mochila mientras él iba a dar una vuelta por la romería para, entre otras cosas, comer algo y reponer fuerzas. Accedí de buena gana a su petición, consciente de que le inspiré la confianza suficiente como para confiarme su equipaje donde, de seguro y a tenor de su peso, llevaba no sólo ropa, sino numerosos recuerdos y algún que otro artículo de valor acumulado desde su partida del periplo jacobeo, quien sabe si desde Roncesvalles o más lejos aún. No profundizamos mucho en la conversación, por motivos evidentes.

Este joven caminante tardó casi dos horas en regresar junto al puesto donde vendía libros sobre la historia del siglo XX en el pueblo de La Virgen del Camino que publiqué recientemente junto a mi amiga Cristina Álvarez. Y lo sorprendente es que, cuando llegó, me hizo entrega, supongo que a modo de agradecimiento por el gesto de guardarle la mochila, de unas flamantes zapatillas de caminar o, como se dice ahora, de tracking. Me advirtió que estaban bien, que no las tirara a la basura, y que si yo no las quería, se las diese a alguien que las necesitase. Uno, que es desconfiado por naturaleza, una vez se despidió nuestro amigo siguiendo camino a pie hacia la tumba del Apóstol, que correspondí con despedida visual/manual, revisé el calzado a pesar del refrán popular que dice que ‘A caballo regalado no le mires el incisivo’. Acertaste, estaban en perfecto estado de revista. Así que, tras pasar por la lavadora, las probé pues parecían, de nuevo casualidades de la vida, que eran de mi mismo número de pie. Efectivamente, me quedaban que ni planchadas.

Pues quieres creer que desde entonces, y ya han pasado más de dos meses, casi no me he calzado otro par… Son unas zapatillas comodísimas. Camino ligero. Pero, sobre todo, me hacen sentir estupendamente por dentro, mentalmente quiero decir. Fue todo un detallazo de parte de un ángel del Camino, un ángel sordomundo a quien recuerdo muy a menudo. Doy un paso, y otro, y otro, y ya llevo recorridos así más de un centenar de kilómetros con las zapatillas que me regaló el peregrino misterioso. Yo me siento muy peregrino con este calzado aunque no camine en dirección a Santiago. Y una lección más: se puede hacer el bien, se puede ayudar a los demás sin ni siquiera despegar los labios. En silencio absoluto. ¡Buen camino!

Asín sea.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Vida

Mónica Cavallé


No es posible escapar de la Vida.
Nadie puede concebirla como algo “Otro”, distinto del mundo y de sí mismo. Somos la Vida. O, más propiamente, Ella nos es.
No hay que demostrarla; su realidad no precisa ser objeto de sesudas discusiones filosóficas ni de disputas teológicas.
Nadie puede negarla, porque es la misma esencia y realidad de quien la niega. Si no puede ser conocida como un objeto, no es por su lejanía o extrañeza, sino por su absoluta cercanía. ¿Cómo puede el pensamiento comprender Aquello que piensa en él? ¿Cómo el ojo puede ver Aquello que ve a través de todos los ojos y que posibilita y sostiene la visión?…
No es un Ideal supremo que alcanzar, porque todo está permeado por Ella; y Ella, a su vez, no tiene más fin que Sí misma.
No puede ser objeto de un credo, porque lo más evidente y directo no precisa ser objeto de fe.
No requiere de ritos que mendiguen su atención, porque nuestro rito y nuestra petición son ya de hecho una manifestación de la Vida. El único ritual que le es acorde es aquel que la celebra y que, al hacerlo, permite comprender Su íntimo sentido, porque la Vida es una constante celebración de Sí misma.
La Vida no es lo sagrado frente a lo mundano o lo profano, porque la Vida es todo y es indisociable de sus manifestaciones. El vuelo de un ave es sagrado si se sabe ver en él una expresión de la Vida. Una brizna de hierba también lo es, porque su esencia, el Tao, es inmortal. Y no es más sagrado un templo que la intimidad de nuestro dormitorio, la calle por la que diariamente transitamos o un valle sesteando al Sol, siempre que se comprenda que todos esos espacios son símbolos del único Espacio en el que todo acontece: la Vida.
miércoles, 13 de diciembre de 2017

Entrevista
a Juan David Nasio, psiquiatra y psicoanalista argentino

Revista Psicología, 2017


“Lo que cura es la relación entre un analista y su paciente”

El prestigioso psiquiatra y psicoanalista argentino Juan David Nasio, radicado en Francia desde hace casi cincuenta años, traductor al español de los escritos de su maestro Jacques Lacan –con quien se formó–, describe en qué piensa cuando escribe un libro: “En un chico joven de dieciocho años y también pienso en mis maestros”. Así lo expresa en la entrevista con PáginaI12. “Primero hay que tratar de pensar bien y luego lo difícil es escribir lo que uno piensa”, agrega. Nasio acaba de publicar un nuevo libro: ¡Sí, el psicoanálisis cura! (Editorial Paidós), en el que reflexiona sobre los aportes del método empleado en su vasta trayectoria como terapeuta, las condiciones que tienen que darse para la cura –diferenciando la noción de cura tal como se la emplea en la noción binaria enfermo-sano–, cómo debe posicionarse un analista para lograr la eficacia del tratamiento y cómo emplea su inconsciente instrumental, entre otros aspectos nucleares acompañados por los ejemplos de ocho casos clínicos. Nasio presentará su nuevo libro este sábado con una serie de conferencias que durarán toda la jornada. 
–A su nuevo libro usted lo titula: ¡Sí, el psicoanálisis cura! ¿De qué depende?
–Primero es un viejo título que estaba presente en mi espíritu y que por fin pude realizarlo. Es la experiencia que he tenido siempre de que primero que nada el psicoanálisis es un tratamiento. Freud decía que el psicoanálisis es una doctrina, un método de investigación y un tratamiento. El daba los tres elementos a la par. Yo también, pero la evolución del psicoanálisis en Francia, en Argentina, en Italia y en otros países es tal que se ha dejado un poco de lado que el análisis es primero que nada para curar y que el psicoanalista es un clínico.
–¿Es el psicoanalista el que cura a su paciente o es el paciente que logra su cura gracias a la terapia psicoanalítica?
–Es el psicoanalista que lleva a su paciente a las mejores condiciones para que se cure. ¿Qué es lo que cura en el análisis? Es la relación. Pero si yo digo: “Lo que cura en el análisis es la transferencia”, es una frase llana. Lo que cura en el análisis es la relación repetida, regular, intensa, afectiva, esclarecedora entre un analista y su paciente. Lo que cura es eso. Y, en particular, el analista tiene un rol muy especial para ayudar a la curación que es el poder encontrar al sujeto no afuera sino adentro de él. Esa es la idea principal del libro.
–¿Cómo se da cuenta usted en las entrevistas preliminares si el paciente que tiene enfrente es pasible de ser analizado?
–Lacan dijo: “El psicoanálisis es lo que se espera de un psicoanalista”. Yo traduzco esa frase diciendo: “Todo paciente que viene a mi consultorio es analizado porque yo soy analista y porque lo voy a pensar como analista”. Aunque se trate de un psicótico grave, aunque a veces ocurre que pueda prescribir medicamentos, mi actitud, mi manera de escucharlo, de recibirlo y de mirarlo es analítica porque yo soy analista. El análisis no un método que uno puede elegir a diferencia de otro. Es un modo terapéutico de un profesional que se ha forjado, se ha moldeado con ese método.
–El analista trabaja sobre todo con su inconsciente, pero no desde la pasividad, sino con una estrategia y una táctica. ¿Cómo se construye?
–Yo creo que no hay una estrategia sino una dirección de querer encontrar en el otro todo lo que es positivo en él y que lo ayude. No quiero cambiar nada en el paciente. No quiero sacarle cosas al paciente. Quiero hacer que el paciente descubra lo que él ya tiene en él y que eso al descubrirlo lo ayude. Y lo que él ya tiene en él es algo positivo. Todo ser tiene un núcleo sano muy rico. Y mi dirección es esa: revelar al paciente lo que es de él, mostrárselo y que él, al descubrirlo, esté más aliviado, que esté mejor.
–¿Cómo trabaja usted el fin de análisis teniendo en cuenta que afirma que ningún paciente se cura completamente?
–No hay ningún tratamiento ni ningún método que cure completamente y que cure a todo el mundo. Lo mejor que puede llegar una actitud terapéutica es a que el 60 por ciento de los pacientes que uno recibe se mejore. Ya el 60 por ciento es formidable. Y no podemos decir que uno cura enteramente al paciente. Yo recibo cartas que me dicen: “Dr. Nasio, muchas gracias, mi vida ha cambiado después del trabajo que hemos tenido”. O bien, pacientes que habían tenido problemas de pareja y me envían las fotos de los chicos que nacieron. Es decir, una serie de testimonios numerosos porque no son uno de tantos. Y yo pensaba que esto hay que hacerlo saber porque se piensa que el psicoanálisis es una cosa abstracta, que no nos preocupamos si curamos o no o si la persona va bien o no. El psicoanálisis no es una aventura intelectual. Estoy total y profundamente contra esta idea. No es una aventura intelectual: es un compromiso afectivo, fuerte, con una visión que es que la persona se sienta mejor. Para eso viene a verme. Yo quiero responderle a eso. Quiero ser útil. Si traduzco esto a los términos de Lacan diría que quiero ser el objeto pequeño a. Es lo mismo, salvo que en vez de decir: “Quiero ser el objeto pequeño a”, digo: “Quiero ser útil”. Quiero que el paciente se sirva de mí.
–¿Cómo se juega el deseo del analista y el amor en tanto esta creación de vínculo, afecto o lazo?
–El deseo son dos. El deseo del analista, que Lacan lo ha hecho una entidad, yo prefiero explicitarla. Y decir que hay dos deseos. Uno es el deseo de ser el objeto. Dos: el deseo de poder entrar en el otro. El deseo más ferviente es el poder entrar en el otro. En mi libro señalo que para alcanzar el nivel profundo de escucha el analista debe ante todo y sobre todo querer entrar en el mundo interior y silencioso del paciente. Esto es fundamental. En una palabra, la premisa absoluta para que nuestro paciente alcance la curación es que nosotros tengamos el firme deseo de vivir lo que él vive interiormente y despertar su propio deseo.
–En relación al tema de las depresiones, ¿cree que esta crisis de ideales y valores que vive el mundo puede afectar el comportamiento singular de un individuo y llevarlo a pensar que no vale nada?
–Sí. Primero pienso que la depresión no es una enfermedad en sí. No es una afección en sí. Es el síntoma de otra afección que se llama neurosis. Para mí, la depresión es el síntoma de la descompensación de una neurosis. Ahora bien, la neurosis comporta una ilusión, vive una ilusión excesiva de sí mismo. Tiene un narcisismo exacerbado. La depresión es la pérdida de esa ilusión de sí mismo. Yo estoy acá, trabajamos y hablamos: implícitamente yo tengo ganas de vivir, vivo y ustedes también. Y lo que nos interesa es lo que estamos haciendo. Sin darnos cuenta, estamos proyectándonos en permanencia hacia adelante, al futuro. Y tenemos la ilusión implícita, latente, de que vamos a poder, que vamos a luchar. Es nuestra ilusión de seguir, nuestro deseo de vivir. La depresión es la pérdida de esa ilusión. Efectivamente, en nuestra sociedad hay un contexto humano donde las ilusiones se pierden. No es un contexto para guardar la ilusión, es un contexto que ataca las ilusiones. Vivimos en una sociedad que se ha convertido en que hay que ser lúcido. Hay que estar siempre con el destello de lucidez y de afirmación clara de la realidad. Es como que hemos perdido esa connotación de ilusión. Por supuesto, en el caso de la neurosis la ilusión es enferma. Nosotros tenemos una ilusión que es un poco infantil, un poco adaptada. Pero aunque sea la ilusión enferma o la nuestra infantil neurótica más o menos normal, la sociedad no quiere la ilusión, no mantiene la ilusión.
–¿Qué diferencias señalaría, en términos sintomáticos, entre la depresión tal como la menciona y la melancolía?
–La melancolía es una psicosis. En cambio, la depresión no. La depresión es como una fiebre. Es el acceso de fiebre en alguien que tiene una neurosis que se descompensa. De la misma manera en que hay accesos de fiebre en una bronquitis que se agrava, la depresión es como un acceso de fiebre en una persona neurótica muy fragilizada. La melancolía no es lo mismo. En la depresión, el yo está unificado, infatuado, sufrido, está en pelea con el superyó, hay conflictos. En la psicosis el yo está roto. Hay una fragmentación. Y en la melancolía hay una psicosis que consiste en un delirio de indignidad; es decir, “yo soy un indigno y me hago un delirio diciéndome: ´Me tengo que matar, no puedo vivir. Yo he hecho cosas graves, he hecho daño a mi madre, a mi hijo, al mundo. No puedo vivir, me quiero matar´”. Eso se llama delirio de indignidad. Esto no es la depresión. El depresivo dice: “Yo soy un inútil, un fracasado, no tengo ganas de nada, no he sabido hacer, ni defenderme. No he sabido hacerme querer”.
–En relación a la depresión en los jóvenes, ¿cree que la idea de la necesidad de éxito que promueven las publicidades y los medios puede afectar especialmente a un adolescente con sensibilidad al fracaso?
–La depresión en los adolescentes, en particular, no se manifiesta de la misma manera que la depresión en el síndrome depresivo tipo, que conocemos en el adulto en particular. En el joven, la depresión se manifiesta de una manera enmascarada bajo la forma de comportamientos antisociales, agresivos y de gran susceptibilidad. Cuando escuchen hablar de un joven que está agresivo, o que es delincuente, que hace daño, puede decirse que es alguien que está triste, que está deprimido y que la depresión toma la forma opuesta de ataque y de agresividad.
–Usted señala en el libro que la tristeza depresiva esconde odio.
–Claro, exactamente. La tristeza depresiva esconde odio y, al revés, el odio esconde la tristeza. Son dos familiares, son dos hermanos la tristeza y el odio. Están muy juntos siempre.
–¿No se produce una dualidad en el depresivo que, como dice usted, tiene odio escondido pero que también siente culpa?
–Sí, claro. El depresivo tiene un odio porque ha sentido que le han hecho daño. El se inventa esa idea, él se cree que lo han herido, lo han humillado, lo han abusado o lo han abandonado. Diferentes ataques. El se considera injustamente atacado. A partir de allí va a tener un rencor, rabia contra aquel que supuestamente lo hirió. A veces no es una persona exterior. En general, son los allegados: la familia o los más cercanos. Tiene un rencor y, además, tiene una rabia contra él mismo, como una culpabilidad crítica, una autocrítica hacia él mismo superyoica por no haberse sabido defender, por no haber sabido ser fuerte, por no haber tomado la actitud más adecuada en el momento justo. Por haber sido tan débil, se ataca él mismo. Entonces, hay un rencor contra el otro y una rabia contra sí mismo.
–¿Cualquier persona en un estado depresivo severo puede llegar a matarse o sólo un psicótico puede realizar el pasaje al acto?
–Cuando alguien se mata, en general, hay allí una tendencia psicótica que ha tomado delante. Una cosa interesante de decir: el suicidio siempre es un fantasma. Cuando alguien se mata, se mata con un fantasma en la cabeza. No se mata diciendo: “Quiero morir”. Hay algunos que lo dicen. Pero, por ejemplo, supongamos un esquizofrénico que se defenestra; es decir, que va a la ventana y se tira. Cuando a ustedes les cuentan que ha habido un joven de dieciocho años que se tiró de la ventana y se mató, ustedes pueden estar seguros de que esa persona es esquizofrénica. Dígame cómo él se ha suicidado y yo le diré qué enfermedad ha tenido. Eso un psiquiatra legista lo sabe perfectamente bien. El tipo de suicidio permite saber cuál es el sufrimiento delante. Pero lo que quiero decir es que toda persona que hace una tentativa de suicidio o un suicidio efectivo siempre está animado por una idea, un fantasma o, a veces, un delirio, como el delirio de la indignidad, donde la persona tiene el delirio de que no puede vivir en este mundo.
–¿El pasaje al acto sería la defensa contra una intrusión?
–Claro, es decir, él se mata porque no puede aceptar sentir vivir. Es indigno de vivir.
–Sabe que se mata pero no sabe que se va a morir, ¿no?
–Hay varias formas. Por ejemplo, el chico de dieciocho años esquizofrénico que sube a la ventana y se tira no quiere morir. Quiere sacar el cuerpo. Es el cuerpo que lo molesta. Quiere matar el cuerpo, pero no matarse él. El delirante indigno se quiere matar porque es insoportable vivir con el sentimiento de una culpabilidad tan delirante, tan loca. Entonces, se tiene que matar para no pensar. Pero no es para morir, es para no pensar más. Y hay otros. Pienso en algunos pacientes histéricos que se matan sin querer. Mi maestro en psiquiatría me decía: “El problema de los histéricos que van a hacer una tentativa de suicidio es que no quieren morirse, quieren dormir y, sin querer, se matan”. En una palabra, toda tentativa de suicido, todo suicidio está animado por un fantasma; segundo, ese fantasma no siempre es para morir, para desparecer; en general, es para dormir, para sacarse el cuerpo en la esquizofrenia, para no sentir más la culpabilidad, como en el caso de la melancolía. Es siempre una idea que anima el acto.
–¿Se puede pensar la histeria en el siglo XXI tal como la concebía Freud o se trata de patologías que se modifican con el paso del tiempo?
–Se han modificado con el paso del tiempo. La histeria de hoy no es lo mismo que en el siglo XIX o principios del XX. La histeria de conversión significa que un estado de emoción nociva se convierte en una manifestación somática. Por eso se le llama histeria de conversión. Sin embargo, es cierto que hoy la histeria es más el problema del amor. Y hoy definimos a un histérico como el sujeto que sufre del amor. El obsesivo sufre del reconocimiento, del hacer. Y el fóbico sufre del vínculo y de la dependencia, de la presencia. Son tres problemáticas diferentes. Cuando un paciente le habla de amor, es un histérico. Cuando un paciente le habla de lo que puede hacer, no puede hacer, los problemas con el jefe, que no llega y que quisiera, es un obsesivo. Y cuando otro paciente le dice: “Ay, quiero ser autónomo y estoy cansado porque dependo mucho de mi compañera o mi compañera depende de mí”, ese es un fóbico.  
–¿En qué aspectos se puede asegurar que el psicoanálisis ha evolucionado desde su concepción?
–Yo soy un psicoanalista y siento que yo cambio y evoluciono. Y estoy contento con esta evolución porque me doy cuenta de que trabajo de un modo que no es exactamente el mismo que trabajaba hace treinta o cuarenta años. Me he modificado, estoy más elástico, más abierto, más seguro de mí mismo, más eficaz, más lúcido, comprendo mejor al paciente, lo comprendo mucho más rápido. Entiendo por qué Lacan hacía sesiones de cinco minutos. Puedo decir que no lo hago como Lacan, pero en cinco minutos sé del paciente y le puedo decir cosas esenciales porque tengo 52 años de oficio. Entonces, cuando uno tiene 52 años de oficio y ve un paciente entrar, lo mira y ya tiene una intuición. Y la mayor parte de las veces no se equivoca. Entonces, es más rápido, más eficaz, más humano también, más respetuoso del paciente, más respetuoso de su persona. En fin, yo he evolucionado. Quiere decir que el psicoanálisis también. Soy un signo del psicoanálisis. No soy el único, pero soy un psicoanalista más y me tomo como un signo de la evolución del psicoanálisis. 
–Hace diez años se realizaron unas jornadas en la Facultad de Psicología de Rosario, su ciudad natal, tituladas “Por qué el psicoanálisis aún”. Diez años después, ¿por qué el psicoanálisis aun?
–El psicoanálisis es en acto y mientras nos hable de nosotros nos vamos a interesar. ¿El psicoanálisis aun? Sí, mientras la gente, los jóvenes sobre todo sientan que el psicoanálisis habla de ellos o de él –porque esto es muy individual–, el psicoanálisis aun. Mientras los jóvenes sigan sintiendo o pensando que el psicoanálisis habla de ellos, entonces habrá psicoanálisis aún.
martes, 12 de diciembre de 2017

Las enseñas
de la naturaleza

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


De forma sintética, podemos decir que la gran lección que nos transmite la naturaleza es que la adaptación es el principio básico de la felicidad. Una adaptación entendida en un doble movimiento: transformación y cambio de uno mismo, y de la circunstancia que ha producido el desequilibrio y consiguientemente la angustia. Repasemos las tres lecciones mas importantes:
1.- Conseguir la armonía dentro de la diversidad: es la lección principal: la lluvia y el sol, la montaña y la llanura, el día y la noche, el frío y el calor, configuran un conjunto diverso, pero armónico. En eso consiste la felicidad: en  la capacidad de armonizar las situaciones más diversas: vida y muerte, salud y enfermedad, alegría y tristeza. Si lo diseccionamos y nos quedamos con un sólo aspecto (generalmente el más negativo) facilitaremos la aparición de vivencias adversas: depresión, ansiedad, etc.
2.- La necesidad del ritmo: en la naturaleza no existe el estrés: todo está medido y programado, incluso los grandes fenómenos climatológicos: cuando  aparece la "tormenta" después viene la calma. Deberíamos copiar  ese movimiento rítmico de la naturaleza. El hombre, por contra,  a veces no sabe parar y solamente descansa con más trabajo. Incluso su contacto con la propia naturaleza lo convierte en trabajo y en definitiva en estrés. Un ejemplo: la persona que en los fines de semana se marcha a la casa que tiene en el campo, pero no disfruta ni del sol ni del paisaje, pues tiene que podar los árboles, cortar el césped, plantar unos rosales y todo ello en un tiempo record, pues hay que volver pronto para no encontrar la caravana de regreso. Esa persona se ha puesto en contacto con la naturaleza pero lleva el mismo traje de la gran ciudad: las prisas.
3.- Todo es aprovechable: en la naturaleza no existen "buenos" ni "malos". Todo está al servicio del  universo, en general. Tanto el águila imperial, como el pajarillo del bosque, o el gusano de seda, todos son necesarios para mantener el equilibrio ecológico. Los hombres deberíamos aprender que la dicotomía  entre tontos e inteligentes, blancos y negros, amo o criado, por poner sólo algunos ejemplos,  no tiene sentido. Cada uno de nosotros tenemos una misión que cumplir en este gran universo que es la tierra: nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios para que el universo humano siga adelante. El gran reto es que cada uno de nosotros debe encontrar su sitio y comenzar a elaborar su propia felicidad, ya sea en el campo o en la gran ciudad.
lunes, 11 de diciembre de 2017

Grupo de Autoestima



Las posibilidades las tenemos, a veces están nubladas 
Amigos del grupo, quiero llamaros hermanos, queridos hermanos, porque así os siento, porque os considero un grupo maravilloso, os tengo como hermanos, me siento integrada en este grupo como en una gran familia.
Digo familia porque cada martes, ya entrada la tarde, así os he considerado, una familia en la que me sentido escuchada, me habéis tranquilizado y me habéis dado ese calor familiar que cada uno de estos días me habéis brindado todos. Todos lo habéis hecho y así lo quiero compartir y manifestar. Por estos encuentros, por estas reuniones, por haberos conocido, solo por esto ya merece la pena vivir plácidamente. ¡Que otros no se lo pierdan! ¡Aquí se aprende a vivir!
También quiero agradecer a mi gran maestro del alma y digo del alma porque cada martes de 7 a 9 me escuchabas con paciencia, atento a mis inquietudes y malestares, en esa escucha activa que hemos practicado en varias sesiones. Po esto, muchas gracias. Gracias a todos los que, aquí y ahora, habéis hecho grupo conmigo, a mi psicóloga, al Teléfono de la Esperanza porque me ha dado esperanza, ganas de vivir en paz, sin culpabilizarme, sin machacarme cada día ni en cada decisión que tomo. Tengo que seguir trabajando mi autoestima, tengo que creerme, de verdad, que las enseñanzas de cada uno de esos martes puedo aplicarlas en mi vida, soy consciente que tengo un gran trabajo por delante, pero quiero seguir avanzando. A todos, gracias porque hoy estoy aquí, en este lugar que tanta paz me está dando.
Espero poder ayudar algún día a otras personas que como yo están sufriendo, darles un aliento y que sepan, que sepamos que se puede seguir adelante. Eso ya es mucho.
Mil gracias Herminio, mil gracias compañeros de grupo, mil gracias al Teléfono de la Esperanza. Y a todos los que dudan de acudir o no saben qué es el Teléfono, yo os puedo asegurar que aquí se ama. El Teléfono es una puerta abierta a todos los que quieran traspasarla: siempre está abierta.
Ana


Hay que buscar el punto adecuado y eso lleva esfuerzo y trabajo
No conocía el  teléfono, ni sabía que existía, este verano en un mal momento de mi vida una buena amiga me dijo que si necesitaba ayuda era un buen sitio para ir a buscarla.
Fui. Llegue allí en un  estado de ansiedad considerable, no recuerdo el nombre de la persona que me abrió la puerta, pero si recuerdo que sus palabras me reconfortaron en ese primer encuentro.
A partir de ese momento esa puerta se abría para mi todos los martes a las 7 de la tarde, durante 2 horas la vida era diferente, ese grupo de personas pasó a formar parte de mi vida, una parte importante y vital, con ellos he crecido emocionalmente durante estos meses.
A todos ellos pero en especial  a nuestro coordinador quiero darles las gracias.
Muchas gracias Herminio por tu labor, por tus palabras, por hacer que hurgue en mis entrañas y hacerme ver lo que llevo dentro para poder poco a poco afrontarlo.
Por la puerta del teléfono entró una persona destrozada y en solo un par de meses esa persona es mucho más fuerte y segura, me queda mucho por hacer pero gracias a todos vosotros ya estoy en el camino. 
Soraya
domingo, 10 de diciembre de 2017

En ambiente hostil

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

Algunas personas nacen en un ambiente hostil, donde la falta de cuidados o los abusos o la ausencia de besos y caricias configuran una infancia triste y descarnada que, sin embargo, no determina que el resto de la vida vaya a ir igual de mal. Ahí tenemos, por ejemplo, al pianista James Rhodes.

Otras personas viven infancias felices, pero en su adolescencia reciben la hostilidad de compañeros, de ambientes, de entornos asfixiantes que les va moldeando un carácter oscuro y complicado. Lo que tampoco determina que su vida se reduzca a eso. Con frecuencia se conocen casos de bullying sufrido por gente más o menos conocida.

En determinados casos, es el entorno laboral lo que se convierte en hostil. Y, así, tras un infancia y adolescencia cómoda, nos damos de bruces con un trabajo esclavizante, mal remunerado, estresante o que nos impide vivir plenamente. No hacen falta ejemplos.

Y, por último, a quien se ha librado de la hostilidad en su vida, puede llegarle la época hostil en la vejez, al verse solo o abandonado por los suyos o enfermo o dependiente o falto de cariño y atención. Ejemplos tampoco cito porque hay bastantes a nuestro alrededor.

En cualquier caso, todos pasamos por épocas hostiles en nuestra vida. Es cierto que unos más que otros, pero en general todos, en menor o mayor medida. Son etapas en las que el dolor y el malestar nos nubla los sentidos y ni vemos ni oímos ni hablamos ni palpamos otra cosa que no sea la desesperanza más acartonada y ácida.

Pero, sabemos o intuimos o queremos agarrarnos a que no existe el determinismo, a que todo pasa, a que la vida es fluir y que, al final, siempre, siempre, siempre hay luz.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Miedos

Jeff Foster


El 99.99999% de tus miedos 
viven solo en tu imaginación, 
en la anticipación y en la memoria.

Incluso si lo “peor” llegara a pasar, 
te encontrarás a ti mismo resolviéndolo en el momento, 
respondiendo desde un lugar de presencia.

En este momento no tienes nada que resolver. 
Ya lo harás en su momento.

Y quién sabe: 
Lo “peor” podría convertirse 
en tu más grande maestro, 
en tu más profundo llamado a despertar, 
en una invitación a la clase de coraje 
que jamás te imaginaste llegar a tener.

El miedo no es tu enemigo, 
sino una señal.

Respira en el momento. 
viernes, 8 de diciembre de 2017

Mujeres


Hoy, en el día de la Inmaculada, va nuestro homenaje a las mujeres, a las madres.
Escucha el siguiente video... déjate embeber por él.
jueves, 7 de diciembre de 2017

Otra realidad
de los institutos

Publicado en el Periódico El Español 2017

Director del Instituto, con un profesor y un alumno
Esta profesora no entra en una cárcel, sino en un instituto: un día con los valientes que enseñan en las Tres Mil Viviendas
Amenazas de muerte, agresiones e insultos en el colegio Antonio Domínguez Ortiz, "un gueto dentro del gueto". Cuando el director llegó al centro un alumno le hico el gesto de cortarle el cuello. Sólo 5 alumnos irán a Selectividad. En 3 años nadie ha aprobado la PAU.
Suena el timbre en el instituto Antonio Domínguez Ortiz de las Tres Mil Viviendas de Sevilla. Apenas nadie espera en la puerta del centro. Algunos alumnos, pocos y puntuales, atraviesan la verja de entrada, flanqueada por muros altos y acabados en una alambrada de espinas. El resto irá entrando a cuentagotas. Como zombies. Ya dentro, un profesor les da los buenos días apostado en una segunda puerta de hierro forjado. Está de guardia, evitando que quienes han entrado salgan para hacer pellas. Algo habitual entre ellos. La bandera del pueblo gitano ondea junto a la española, la andaluza, la europea y la sevillana sobre la entrada. El 96% del alumnado es calé. Desde dentro se ve el exterior a través de unas ventanas con barrotes gruesos. Todo tiene un aspecto carcelario, a pesar de los murales multicolor hechos con cartulinas: puertas de acero con pequeñas ventanas con cristales rotos, vigilancia intensiva en los pasillos, cámaras de seguridad en las esquinas, patadas y puñetazos marcados en las puertezuelas de los despachos. Suenan portazos metálicos. Y gritos, muchos gritos.
“No nos queremos dar cuenta, pero esto es Vietnam”. Habla Carlos, profesor de Biología y uno de los miembros del Departamento de convivencia del centro, de los llamados de educación compensatoria o de difícil desempeño, por la situación de marginalidad que lo rodea, por tener alumnado en situación de desventaja social o procedente de minorías étnicas.
Carlos, como el resto de sus compañeros, se pasea por los pasillos con un llavero asido al cinturón. Todo está bajo llave. También el baño. Hoy le toca estar de guardia, una labor por la que rotan los 33 docentes de este centro en el que estudian 277 alumnos.
De repente, lo reclaman para que intervenga. Un alumno ha ido más allá. Ambos se sientan frente a frente en una mesa. Ezequiel —pongamos que se llama así— acumula seis partes en dos días. “Le has dicho a tu profesora, y leo textualmente, ‘Pocos pelos, qué gorda estás, que tiene una mierda de sueldo, que es una desgraciada en su vida…’ ¿Sigo?”, reprende el responsable de convivencia. El sermón continúa pese a los reproches y la defensa del zagal, un niño de apenas 12 años. Tosco y con el verbo beligerante.
“Llegará el tiempo en el que yo me vaya —recrimina el maestro— y tú te quedarás aquí. Entonces seréis tú y tus primos, y todas las familias, los que tengáis que llevar el barrio para adelante. Sin ayuda. Tú eliges. Puedes ser camello, chapero o chatarrero. Pero también puedes ser lo que tú quieras ser. Estudiar y trabajar en un taller, de camionero, hacer un ciclo superior… y tener una vida mejor. Tú eliges”.
 “¿DE QUÉ ME SIRVE EL TÍTULO?”
“¡¿De qué me sirve el título en el mercadillo, maestro?!”. Y la conversación se da por zanjada. Una de tantas. Así es el día a día en el Domínguez Ortiz de las Tres Mil.
Las llaves sujetas permanentemente a la ropa es una características de los profesores del Domínguez Ortiz. Foto: Fernando Ruso.
El instituto, el más cercano a Las Vegas, la zona de mayor marginalidad del Polígono Sur de Sevilla, es “un gueto dentro de un gueto”. Así lo define el director del centro, Manuel Gotor, próximo a jubilarse y con experiencia docente suficiente como para comparar y hablar con autoridad. Físicamente recuerda a Manuel, el flamenco que hizo dúo con Lole. Barba cana, larga y poblada, prominente barriga y un tono de voz grave. Se hace respetar.
Todavía recuerda el día que llegó a su despacho. Ahora dice que fue broma, pero sucedió así. Un niño se paró en la puerta y desde allí le preguntó: “¿Tú eres el nuevo director?”. “Sí, sí”, contestó Manuel. “Me hizo un gesto, como si me fuese a cortar el cuello". Y se fue. Sabía a donde venía, pero el gesto me llamó la atención. A pesar de ese inicio nunca sentí miedo”, subraya Gotor.
Alambrada en el perímetro de este Instituto de las Tres Mil Viviendas. Fernando Ruso
El profesorado que acaba impartiendo clase en centros como el Domínguez Ortiz es voluntario y participa en bolsas específicas para acceder a este tipo de plazas. El principal motivo es la conciliación familiar, huyen de destinos lejanos en la vasta geografía andaluza. Así llegaron muchos. También Celia, la profesora de Inglés.
“Me llamaron para una vacante en el Polígono Sur y me dijeron que tenía cinco minutos para pensármelo. Recordé —evoca— en el año que eché yendo y viniendo desde Sevilla hasta Málaga, mi último destino, y en mis hijos. Y acepté”.
Celia Méndez, de 39 años, ya había estado en otros centros de educación compensatoria. Pero en el Domínguez Ortiz es distinto a los demás. “No tiene nada que ver, estamos en un entorno de exclusión social, económica, emotiva, afectiva, cultural, académica… Es una doble exclusión, la de su etnia y la del barrio”, insiste la enérgica maestra, que explica en clase el cómo usar el will y el won’t para conjugar el futuro en Inglés.
ESTRECHO VÍNCULO ENTRE PROFESORES Y ALUMNOS
Y, de momento, el suyo, su futuro, pasa por seguir en las Tres Mil. “Adquieres un compromiso con el centro, con los compañeros y, sobre todo, con el alumnado”, subraya. De hecho, las tasas de absentismo laboral entre los docentes apenas roza el 4%, mucho menos que en otro tipo de centros.
“Me vine cargada de miedos, clichés, prejuicios, estereotipos… —enumera— de todo lo que se habla de las Tres Mil. Y, sí, eso es parte del barrio, pero el Polígono Sur es mucho más que eso”.
Celia Mendez, tutora de segundo de bachillerato y profesora de inglés. Fernando Ruso
Más de 50.000 habitantes conviven en el Polígono Sur, una zona residencial creada en el año 1977 y compuesta por seis barrios. De ellos, el más conocido es las Tres Mil Viviendas, donde la tasa de desempleo se dispara hasta el 80% y se registra un analfabetismo en adultos del 26%, según datos del Comisionado del Polígono Sur de la Junta de Andalucía. Este organismo estima que unas 280 personas del barrio sólo comen una vez al día.
La zona más conflictiva de las Tres Mil se conoce como Las Vegas, donde la droga controla los edificios de hasta ocho pisos. Ahí viven familias y niños, de los que el 12% están sin escolarizar. Junto a las Tres Mil también están Los Verdes, una zona de viviendas donde se realojó en 2004 a familias chabolistas con problemas de convivencia. Es otro punto caliente en la venta de drogas. Allí murió en 2013 una niña de siete años por una bala perdida en un intercambio de disparos entre dos familias del barrio.
LA VIOLENCIA DEL BARRIO SE TRASPASA LAS AULAS
“En las Tres Mil se mueve mucha droga y los clanes familiares se trasladan a los niños”, confirma Carlos, uno de los componentes del Departamento de convivencia. Recuerda un día en el que la cosa acabó a puñetazos y con los extintores volando. “No miden las consecuencias de sus actos”, explica a EL ESPAÑOL. Esa vez, los implicados terminaron llamando a sus familias, que llegaron al centro con los ánimos caldeados. “Lo pasamos muy mal”, confirma.
El director Manuel Gotor junto al profesor Carlos Becerra en la puerta del Instituto. Fernando Ruso
“Aquí, cualquier profesor puede ver en un único curso todo el abanico de problemas y complicaciones que te podrías encontrar en otros centros en toda tu vida laboral. En cualquier sitio hay niños disruptivos, pero aquí…”, defiende Carlos, que maneja a los zagales resuelto y con la confianza de seis años de experiencia en el Domínguez Ortiz.
“No sé si somos de otra pasta —puntualiza Celia—, pero te tienes que hacer de otra pasta”. “Para esto no te preparas, porque esto no te lo esperas”, sigue Carlos. “Me gusta verle las caras a los profesores que llegan nuevos, se pasan los cuatro primeros meses con cara de asombro. Hasta que te acostumbras”, bromea el maestro.
Su compañera María José Parejo es más benévola: “No se puede juzgar a un profesor por su primer año, porque lo pasas mal”. “El centro genera mucha tensión, que no conviene llevarse a casa —relata la profesora de Matemáticas—, por eso la labor de apoyo entre los propios docentes es imprescindible. A mí me gusta escucharlos, soy un poco su sostén y me encargo de que tengamos respiros, porque sin ellos sería muy difícil sobrellevar el día a día”.
Carlos explica cómo ha aprendido a leer el lenguaje no verbal para saber si le van a pegar o es una más de tantas bravatas. Son habituales las amenazas de muerte. “Me han llegado a decir que me entre un mal cáncer”, refiere. Desde el coche llegó a ver cómo un alumno se le acercaba con una piedra en la mano. “Creía que me rompía la luna, pero ahí ¿qué haces? Pues te pones las manos detrás y esperas a que pase la tormenta. Hay que tener muy claro que tienes el control, que eres el adulto”, explica.
“HICIERON EL AMAGO DE MASTURBARSE DELANTE DE UNA PROFESORA”
Y si eres profesora, mucho peor. “Son muy machistas, tanto ellos como ellas”, confirma Carlos, que sigue enumerando comportamientos "disruptivos", como los llaman los docentes del centro. “Les faltan al respeto, a su autoridad, le insultan… Y este año hemos tenido a unos niños que hicieron el amago de masturbarse delante de una profesora”. Y fueron expulsados.
Muchos alumnos del Domínguez Ortiz acuden obligados a la escuela para que sus familias puedan cobrar el salario social, que entre los requisitos incluye la escolarización de los menores. En España, la educación es obligatoria hasta los 16 años. Y en el centro recuerdan que ha habido casos en los que ha actuado la Fiscalía para retirar la custodia a sus padres.
El absentismo del instituto ronda el 20% de media. “Pero hay días en los que supera el 50%”, confirma el director. Lo que supone un grave problema para el profesorado, obligado a cumplir con una programación didáctica.
Alambrada en el perímetro de este Instituto de las Tres Mil Viviendas. Fernando Ruso
“Esa es la principal diferencia entre nuestro centro y otros normalizados”, asegura el profesor de Inglés, Antonio Rafael Morales, con 33 años de experiencia a sus espaldas. “Aquí es muy difícil alcanzar los objetivos académicos porque se impone la cultura de un barrio marginal, donde la escuela no se ve como algo provechoso”, explica Morales, también responsable de la biblioteca.
“Inculcarle el valor de los estudios a estos alumnos y a sus familias es muy difícil. Eso ya viene dado en un centro normalizado, pero aquí hay que convencerlos. Porque ellos ven que su futuro no pasa por la escuela. Y esa labor es realmente agotadora, pero también muy satisfactoria cuando vivimos los éxitos, que no son comparables a los de otros centros, y nos generan una satisfacción enorme”, radiografía Morales con una verborrea aliviadora.
Sólo el 18% del alumno de Primero de ESO acaba 4º sin haber repetido ningún curso. A la universidad apenas llega nadie. Los profesores apuntan un nombre, Nino, que sí acabó la carrera de Magisterio. En tres años ninguno de los egresados ha aprobado la Selectividad. Este año se presentan cinco. “Y estamos con las carnes abiertas”, narra el director.
LA ESPERANZA DEL DOMÍNGUEZ ORTIZ
Los cinco son Virginia, Juan Carlos, David, Josué y Alba. Sus edades oscilan entre los 18 y los 23 años. Quieren ser maestros, criminólogos, expertos en aeronáutica, psicólogos. Todos han repetido alguna vez. Y han superado las tentaciones del barrio, un agujero negro que consume las ganas de hincar los codos.
Los cinco alumnos del Domínguez Ortiz que se presentarán a selectividad. Dos de ellos accederían a la universidad de Loyola gracias a una beca en caso de lograrlo. Fernando Ruso
“Los chavales vienen asalvajados de la calle, y con la expectativa de querer vender droga, de ser narcotraficantes”, explica Virginia, una de las últimas alumnas en salir del centro, que este lunes se enfrenta a las pruebas de la Selectividad. “Lo que se ve en el barrio es que el que tiene dinero y vive bien es el que trafica con droga —sigue—; y los profesores tratan de cambiarle la mentalidad a un niño que está viendo como sus amigos tienen una moto con doce años y un montón de cosas que él no tiene por no vender droga”.
“Y para eso hay que estar muy preparado”, replica Alba. “Los profesores le echan dos huevos”, apunta Josué, que explica a EL ESPAÑOL que ellos son un ejemplo para el resto de alumnos. También para el barrio.
A ninguno de los cinco les cabe duda. Si logran pasar el filtro de la Selectividad será por el constante apoyo de sus profesores. “Te llaman, te buscan, te incitan…”, explica David. “Te apoyan hasta en tus problemas de familia”, apostilla Virginia. “Son un pilar fundamental”, apunta Alba. “Y eso que hemos visto de todo: humillaciones, insultos, varias agresiones. Hasta como tiraban a una profesora por la escalera”, recuerda Virgina.
“Este trabajo quema, es agotador, te exige mucho y los chavales se merecen que lo demos todo”, insiste el director. “No le recomiendo a nadie que esté en este centro más de ocho años. Es muy duro, pero engancha”, concluye. Él se jubilará en apenas un año. Y dejará a sus compañeros en la brega de cada día.
“No me planteo irme”, advierte Celia. “Aquí aprendo mucho, de los alumnos y del resto de mis compañeros”. Tanto que junto con otros docentes ya prepara su participación en el primer Congreso Internacional de Innovación y Tendencias Educativas INNTED 2017, que pretende convertirse en un espacio de encuentro, reflexión e intercambio en torno a la innovación y la mejora educativa.
Son las tres de la tarde. Para Celia, Manuel, María José, Carlos, Antonio o Luis, el jefe de Estudios, llega el final de la jornada laboral. Sus rostros contrastan con los que tenían a primera hora. Pero en ellos se ve cierta sensación de satisfacción. De haber superado otro día más.
“No sé qué haré —zanja Luis— cuando me vuelva a mi centro, totalmente normalizado. Quizás me aburra, pero seguro que después de mi paso por el Domínguez Ortiz seré un maestro mucho mejor”.


Rejas en el Instituto