El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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miércoles, 27 de febrero de 2019

La expedición
de la viruela

El talón de Aquiles
Tomás


A lo largo de la Historia y hasta principios del siglo XIX el virus de la viruela había causado más de trescientos millones de muertos.  En América, la enfermedad, desde la llegada de los españoles había diezmado a la población indígena que no tenía defensas contra las enfermedades de los europeos. En 1796 estaba teniendo lugar una de las epidemias de viruela más graves que se recordaban, dos años más tarde en 1798, el médico inglés Edward Jenner descubrió el remedio contra esta enfermedad. Se dio cuenta de que las vacas sufrían una variante más leve de la viruela y si se inyectaba líquido de las heridas de las vacas en humanos estos quedaban inmunizados (de ahí el nombre “vacuna” por su procedencia de las vacas).
Cinco años después del descubrimiento de la vacuna, el rey Carlos IV, que conocía bien los efectos de la viruela por haberlos sufrido en su propia familia, aconsejado por el médico de la corte Francisco Javier Balmis, ordenó organizar una expedición que llevara la vacuna a todos los territorios de ultramar desde América hasta Filipinas. El doctor Balmis, de carácter adusto pero con grandes dotes organizativas, preparó minuciosamente el viaje. Para mantener la vacuna activa se le ocurrió inocularla en niños que no hubiesen pasado la enfermedad para ir pasándola de un niño a otro, cada ocho o diez días, a lo largo de toda la travesía.
Los otros dos pilares de la expedición fueron el doctor José Salvany, subdirector de la misma y mano derecha de Balmis, e Isabel López Cendal responsable del cuidado de los 22 niños que partieron de la Coruña hasta Méjico, entre los que se encontraba su propio hijo, y de los 26 que viajaron desde Acapulco hasta Filipinas. Isabel atendía a los niños y vigilaba para que no se rascasen las heridas y se produjesen contagios involuntarios. De su trabajo el propio Balmis escribió: "La rectora, con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud; infatigable noche y día, ha derramado todas las ternuras de la más sensible madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades". El doctor José Salvany, mientras Balmis viajaba a Filipinas y China, se ocupó de seguir vacunando en Sudamérica, y finalmente murió durante la misión en Bolivia a los 34 años como consecuencia de las penalidades del viaje. Entre ambos crearon estructuras sanitarias y juntas de vacunación, en los sitios a los que llegaban. A lo largo de los diez años de la expedición realizaron más de trescientas mil vacunaciones.
El remedio contra la enfermedad viajó en los brazos de niños expósitos, y al cuidado de Isabel Cendal cuyos padres habían sido “pobres de solemnidad” como consta en sus actas de defunción. La solución que salvaría millones de vidas llegaría a los confines de la Tierra gracias a los más humildes de la sociedad.
La magnitud de la empresa llevada a cabo, en una época en que los medios de transporte eran las caballerías y los barcos de vela, habla por sí sola. Aunque quizá la entendamos mejor si la trasladamos a parámetros de hoy en día: supongamos que se descubre una vacuna que cure, por ejemplo, el sida ¿podemos imaginar alguna de las grandes potencias actuales corriendo con todos los gastos, para llevar la curación de manera gratuita al resto del mundo como hizo la España de principios del siglo XIX? 
martes, 26 de febrero de 2019

Desapego

Pax Vostrum
Beatriz


Este mes quiero compartirte este texto de Osho, que además de precioso, me parece de los “de mesilla” o “de nevera”, para tener cerca, presente y para releer continuamente y así recordar algo que a menudo se nos olvida.  Es del libro “Osho día a día. 365 meditaciones para el aquí y el ahora. Aquí te va:
278. DESAPEGO
“No estoy a favor de la renuncia. Disfrutad de todo lo que brinda la vida, pero permaneced siempre libres. Si los tiempos cambian, si las cosas desaparecen, os da igual. Podéis vivir en un palacio o en una choza... podéis vivir felices bajo el cielo.
Esta constante percepción de que uno no debería empezar a aferrarse a nada hace que la vida sea feliz. Uno disfruta tremendamente de todo lo que tiene a mano. Y siempre es más de lo que uno puede disfrutar, y siempre está disponible. Pero la mente se encuentra demasiado apegada a las cosas... y así perdemos de vista la celebración que siempre está disponible.
Está la historia de un monje zen que era un maestro, y una noche un ladrón entra en su choza, pero allí no encuentra nada para robar. El maestro se quedó muy preocupado por lo que pudiera pensar el ladrón. Se había alejado unos ocho kilómetros de la ciudad, y en una noche tan oscura...
Solo disponía de la manta que utilizaba... era su ropa, su cobertor, todo. Puso la manta en un rincón, pero el ladrón no podía ver en la oscuridad, de manera que tuvo que decirle que se la llevara, le suplicó que la aceptara como un regalo, que no debería regresar con las manos vacías. El ladrón quedó muy desconcertado; se sintió tan incómodo, que escapó con la manta.
El maestro escribió un poema diciendo que si hubiera estado al alcance de su mano, le habría dado la luna al ladrón. Sentado aquella noche bajo la luna, desnudo, disfrutó más que nunca de ella.
La vida siempre está disponible... más de lo que podéis disfrutar, y siempre tenéis más a vuestra disposición de lo que podéis dar.
lunes, 25 de febrero de 2019

Espejo

Pedro Miguel Lamet

¿Quién es ese que me mira desde el espejo y que cambia cada día como una crisálida? ¿Se parece al niño que se contemplaba en otro espejo de la infancia, pegado quizás al rostro de mamá? ¿Se parece al adolescente que se peinó calibrando los matices de su rostro por primera vez? Podría ser una máscara de quita y pon, como las que los griegos usaban para el teatro y llamaban ‟persona”. 

Este ego que soy, el que nació en tal sitio, estudió en tal otro y hoy tiene esta profesión, aquella novia, amigo, casa o esposa/o, ese pequeño o gran nombre se desvanece como un plano cinematográfico en la pantalla, para dar paso a otro y otro y otro…en el cambio que implacablemente marca el reloj.

Hoy he descubierto que no soy ese; que esa es mi cáscara, mi apariencia, mi ego humano que se transforma sin parar y siempre se queda insatisfecho. 

Ese es mi personaje en competencia conmigo mismo, siempre creyéndose centro del universo.

Hoy he mirado más allá del espejo y percibí otra mirada sin rostro que desde el fondo de mí me daba paz y decía:‟Descansa. Lo tienes todo, eres todo”. Aquí y ahora.

domingo, 24 de febrero de 2019

Amargas victorias

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena
Llevaba un tiempo viendo que las cosas no cuadraban, que la perfección estaba simulada, que el color rosa era demasiado intenso. Llevaba un tiempo en que, realmente, llegué a creer que veía mal la realidad y que me equivocaba.
Pero no me equivoqué.
Las pelusas estaban almacenadas debajo de la alfombra persa, la comida –vistosa y apetecible– estaba caducada. Y las habitaciones de casa, aparentemente caldeadas y ordenadas, eran frías y desoladas. Las cosas volvían a ser lo que eran, no lo que aparentaban ser.
¿Cuántas veces no hemos experimento algo así? ¿Cuántas veces no hemos cerrado los ojos a lo que había realmente, para seguir recordando lo que en un momento fue? ¿Cuántas veces al abrirlos hemos querido volver a cerrarlos?
Acerté, sí. Mi intuición vuelve a ganar, vuelve a decirme que me deje llevar por ella, que ella sabe. Debería celebrarlo, pero me sale un regusto amargo.
Yo creía –y creo– que todo lo que ocurre pasa para que aprendamos algo. Sin embargo, observo que, tras el batacazo, se siguen escondiendo las barreduras bajo la alfombra y la apariencia vuelve a acampar disimulando el vacío.
¿De qué sirve ver si la realidad no cambia, si los hábitos se perpetúan, si los comportamientos –lejos de ser auténticos– siguen edulcorando lo cotidiano?
¿De qué sirven las victorias si vienen envueltas en tristes y amargos sentimientos? Simplemente para engordar nuestro ego, para darnos la razón y confirmar lo que ya intuíamos. Vale, tengo razón ¿y qué?
¡Qué más da quién gane, si en la guerra perdemos todos!
sábado, 23 de febrero de 2019

Renacimiento (y III)

Rubén Álvarez López

Capítulo 3. Renacimiento
El hombre se deshizo de su cuerpo. Lo primero que hizo fue descomponer su alma en un gas, que guardo por todo el cielo. Después, le tocó el turno a su cuerpo. Sabía que era un proceso lento y que le llevaría días, pero al contrario que le ocurre al cuerpo, el alma es incorruptible. Decidió que el lugar idóneo sería un bosque muy profundo, con grandes árboles y muchos animales de distinta clase y especie. El hombre se durmió. Pasaron los días y su cuerpo comenzó a descomponerse. La materia orgánica de su cuerpo se iba transformando en unas pequeñas bolas doradas. Que, a su vez, se transformaban en otras más pequeñas, y así hasta llegar a crearse unos granos muy finos. Estos granitos, formaron un polvo muy brillante que poco a poco comenzó a filtrarse en la tierra.
Cuando llegó la época lluviosa, los cielos empezaron a llover gotas amarillas sobre la superficie de la tierra. La zona en la que se había descompuesto el cuerpo, entró en contacto con su alma. Los brillantes granos empezaron a hincharse, cada vez más y más. Hasta formar un cuerpo perfecto. De la tierra surgió el hombre de oro. Había pasado por todos los procesos naturales y humanos. Había comprendido el mundo.
viernes, 22 de febrero de 2019

Dime pensador... (II)

Rubén Álvarez López


Capítulo 2. El Pensador
Dime pensador, qué piensas. Si las palabras que se forman en tu mente, no son más que pura fantasía. He llegado a la conclusión de que este viaje, no ha servido para nada. Mi creador pensó que sería una buena idea viajar a la tierra para vivir esta experiencia física. Creo que se equivocó.
Dime pensador, qué piensas. Si esos lugares que me prometí son mímicos. ¡Quiero borrarlos de mi cabeza! Esta fantasía era tan real que casi la podía tocar. ¿Qué debo de creer ahora? Ya no sé en qué creer. Ya no sé qué hacer.
Dime pensador, qué piensas. Cuéntame la historia que quiero escuchar. Estoy esperando a que me desveles los misterios de este mundo, para yo poder entenderlos. Esperando que yo los pueda comprender. Si los misterios de este mundo son inabarcables. ¿Cómo es posible que mis creadores me enviaran a este lugar, para buscar las razones de este mundo? Este mundo  se escapa a toda lógica divina. Esperaba encontrar todos los axiomas necesarios para llegar a una conclusión evidente y determinante. ¡Qué fallo! No me rendiré, seguiré buscando.
Entonces, el pensador mitológico, tras haberse desesperado por buscar la solución lógica para llegar a entender el mundo, llegó a una conclusión. Tenía que disolverse en elementos más pequeños, para formar parte de la naturaleza y de esta forma, poder comprender el mundo al que había venido a habitar.
jueves, 21 de febrero de 2019

Vengo de un mundo...(I)

Rubén Álvarez López


Capítulo 1. Mundo Caótico
Vengo de un mundo en el que el dolor no existe. Decidí visitar la tierra porque mis padres me dijeron que sería bueno. Que sería bueno para mi aprendizaje. No podía negarme, porque ellos son mis creadores. Quizás no tuve el coraje necesario para plantarles cara. No me sentía con fuerzas para decirles que no. Para decirles que yo estaba a gusto con ellos. Para decirles que yo no quería separarme de ellos. Sin embargo, ellos sabían que tenía un corazón de oro y que debía de fundirlo en una herramienta preciosa.
Viajé. Fue un viaje bastante complicado, no conocía bien el camino. Nunca lo había hecho antes. Pregunté a mucha gente por dónde ir. No sabía descifrar el mapa. Conseguí realizar la travesía. Durante el viaje, había veces que el barco parecía que iba a naufragar. Llegué.
¿Qué mundo es este? He aterrizado en un lugar que no me esperaba. Pero ya eso no me importa. Tengo que hacer frente a ello. ¡Es una adversidad tan grande, que casi no puedo con ella! Creía que volver a este mundo iba a ser mucho más simple.

Nota de la redacción: el dibujo es de un trabajo de serigrafía, de 4º de Bellas Artes de Sevilla, Rubén tiene 21 años. Los dibujos son en 50x29 cm con la técnica de serigrafía. La reflexión de Rubén de gran profundidad.
miércoles, 20 de febrero de 2019

Deberes y obligaciones de los hijos

Tu abogada al teléfono
Mª. Loreto Castro Sánchez


“Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los mayores. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos”

No, esta frase no la ha pronunciado recientemente ninguno de nuestros mayores, se atribuye a Sócrates (470-399 a.C.), pero bien podría ser usada en el momento actual por muchas personas de “cierta edad”. Por su parte, los más jóvenes piensan que los adultos no les entienden… Y así desde los tiempos más remotos. Pero una cosa está clara, tanto adultos como jóvenes tenemos derechos y obligaciones.
La relación entre padre e hijos ha cambiado mucho en los últimos tiempos. Hemos pasado de un sistema autoritario, basado en el miedo a los padres y en el que se permitía el castigo físico, a un sistema constitucional, respetuoso con los derechos del menor y que intenta preservar en todo momento su interés superior.
Estos avances deben valorarse de forma muy positiva porque sitúan a los menores en el lugar que les corresponde en una sociedad democrática, pero también transmiten la idea de que los menores solo son objeto de derechos. Sin embargo, los hijos también tienen obligaciones hacia sus padres.
Hasta el año 2015  las obligaciones o deberes de los hijos venían recogidas fundamentalmente en el artículo 155 del Código Civil, que prescribe:
“Los hijos deben:

1.º  Obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad, y respetarles siempre.

2.º  Contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella.”

En este artículo se recogen tres deberes esenciales de los menores:
1.       Deber de obediencia: Los hijos tienen obligación de obedecer a sus progenitores mientras permanezcan bajo su patria potestad.
2.       Deber de respeto: Los hijos están obligados a respetar a sus padres siempre, incluso cuando ya se haya extinguido la patria potestad por emancipación o mayoría de edad. El incumplimiento de este deber, puede derivar en una posible causa de desheredación (artículo 853.2 Código Civil), así como en el cese de la obligación de prestar alimentos (artículo 152.4º del mismo texto legal).
3.       Deber de contribuir equitativamente al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella.
Pero en el año 2015, mediante dos leyes (la Ley 26/2015 de modificación del sistema de protección a la infancia y adolescencia y la Ley Orgánica 8/2015 de modificación del sistema de protección a la infancia y adolescencia), se realizó un notable cambio normativo con el fin de asegurar una correcta protección jurídica de los menores. Pero no solo se  hablaba de los derechos, sino también de los deberes de la infancia y la adolescencia, una necesidad socialmente denunciada. Se intentó con esta ley adaptar las normas a la realidad social actual y además dar cumplimiento, tanto a las normas internacionales ratificadas por el Estado Español, como al artículo 39.3 y 4 de nuestra Constitución  (“3. Los padres deben prestar asistencia de todo orden a los hijos habidos dentro o fuera del matrimonio, durante su minoría de edad y en los demás casos en que legalmente proceda. 4. Los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que velan por sus derechos.”).
En ese momento fueron modificadas y reformadas un total de veinte leyes, entre ellas la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor, incluyéndose un nuevo capítulo en el Título I, el Capítulo III “Deberes del menor”, donde se regulan de forma mucho más detallada los deberes de los mismos, tanto en el ámbito familiar, como escolar y social, y determinando que lo harán “de acuerdo a su edad y madurez”. Son estos:

CAPÍTULO  III.  Deberes del menor

Artículo 9 bis. Deberes de los menores  
1.   Los menores, de acuerdo a su edad y madurez, deberán asumir y cumplir los deberes, obligaciones y responsabilidades inherentes o consecuentes a la titularidad y al ejercicio de los derechos que tienen reconocidos en todos los ámbitos de la vida, tanto familiar, escolar como social.
2.   Los poderes públicos promoverán la realización de acciones dirigidas a fomentar el conocimiento y cumplimiento de los deberes y responsabilidades de los menores en condiciones de igualdad, no discriminación y accesibilidad universal.
Artículo 9 ter. Deberes relativos al ámbito familiar 
1.   Los menores deben participar en la vida familiar respetando a sus progenitores y hermanos así como a otros familiares.
2.   Los menores deben participar y corresponsabilizarse en el cuidado del hogar y en la realización de las tareas domésticas de acuerdo con su edad, con su nivel de autonomía personal y capacidad, y con independencia de su sexo.
Artículo 9 quáter. Deberes relativos al ámbito escolar 
1.   Los menores deben respetar las normas de convivencia de los centros educativos, estudiar durante las etapas de enseñanza obligatoria y tener una actitud positiva de aprendizaje durante todo el proceso formativo.
2.   Los menores tienen que respetar a los profesores y otros empleados de los centros escolares, así como al resto de sus compañeros, evitando situaciones de conflicto y acoso escolar en cualquiera de sus formas, incluyendo el ciberacoso.
3.   A través del sistema educativo se implantará el conocimiento que los menores deben tener de sus derechos y deberes como ciudadanos, incluyendo entre los mismos aquellos que se generen como consecuencia de la utilización en el entorno docente de las Tecnologías de la Información y Comunicación.
Artículo 9 quinquies. Deberes relativos al ámbito social 
1.   Los menores deben respetar a las personas con las que se relacionan y al entorno en el que se desenvuelven.
2.   Los deberes sociales incluyen, en particular:
a)   Respetar la dignidad, integridad e intimidad de todas las personas con las que se relacionen con independencia de su edad, nacionalidad, origen racial o étnico, religión, sexo, orientación e identidad sexual, discapacidad, características físicas o sociales o pertenencia a determinados grupos sociales, o cualquier otra circunstancia personal o social.
b)   Respetar las leyes y normas que les sean aplicables y los derechos y libertades fundamentales de las otras personas, así como asumir una actitud responsable y constructiva en la sociedad.
c)   Conservar y hacer un buen uso de los recursos e instalaciones y equipamientos públicos o privados, mobiliario urbano y cualesquiera otros en los que desarrollen su actividad.
d)   Respetar y conocer el medio ambiente y los animales, y colaborar en su conservación dentro de un desarrollo sostenible. 
martes, 19 de febrero de 2019

La vida

Ciro Eduardo Martínez Santelices

“La vida te desilusiona para que dejes de vivir de ilusiones y veas la realidad. La vida te destruye todo lo superfluo, hasta que queda solo lo importante. La vida no te deja en paz, para que dejes de pelearte y aceptes todo lo que es” (Bert Hellinger).
La vida te retira lo que tienes, hasta que dejes de quejarte y agradezcas.
La vida te envía personas conflictivas para que sanes y dejes de reflejar fuera lo que tienes dentro.
La vida deja que te caigas una y otra vez, hasta que te decides a aprender la lección.
La vida te saca del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejas de querer controlar y fluyes como río.
La vida te pone enemigos en el camino, hasta que dejas de “reaccionar”.
La vida te asusta y sobresalta todas las veces que sean necesarias, hasta que pierdes el miedo y recobras la fe.
La vida te quita el amor, hasta que dejes de intentar comprarlo con baratijas.
La vida te aleja de las personas que amas, hasta que comprendes que no somos este cuerpo, sino la propia vida que en él se expresa.
La vida se ríe de ti tantas veces, hasta que dejas de tomarte todo tan en serio y te ríes de ti mismo.
La vida te rompe y te quiebra en tantas partes como sean necesarias para que por allí penetre la luz.
La vida te enfrenta con rebeldes, hasta que dejes de controlar.
La vida te repite el mismo mensaje, incluso con gritos y bofetadas, hasta que por fin escuchas.
La vida te envía rayos y tormentas, hasta que por fin despiertas,
La vida te humilla y derrota una y otra vez, hasta que decides dejar morir tu ego.
La vida te niega los bienes y la grandeza, hasta que dejas de querer bienes y grandeza y comienzas a servir.
La vida te corta las alas y te poda las raíces, hasta que no necesitas no alas ni raíces, sino vivir y volar desde el Ser.
La vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro.
La vida te acorta el tiempo, para que te apures en aprender a vivir.
La vida te ridiculiza, hasta que te vuelves nada, hasta que te haces nadie, y así descubres que eres Todo.
La vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas para evolucionar.
La vida te lastima, te hiere, te atormenta, hasta que dejas tus caprichos y berrinches y agradeces respirar.
La vida te oculta los tesoros, hasta que emprendes el viaje, hasta que sales a buscarlos.
La vida te niega a Dios, hasta que lo ves en todos y en todo.
La vida te acorta, te quita, te poda, te rompe, te desilusiona, te agrieta, te rompe…, hasta que en ti solo queda Amor.
lunes, 18 de febrero de 2019

El complejo
de Peter Pan

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra

Entre los trastornos psiquiátricos relacionados con la comida sobresale uno: la anorexia. Se ha denominado de varias maneras: “adoradores de la delgadez”, “fobia a gordura” o “una forma de seguir siendo niña/o”. Lo cierto es que la anorexia parte del culto al cuerpo y a la moda imperante en nuestra sociedad, e incluso quiere dar signos de fortaleza precisamente a través de la fragilidad del cuerpo.

Las personas que padecen este trastorno generalmente son adolescentes con buenos rendimientos académicos, muy responsables y muy autoexigentes consigo mismos; pero, eso sí, tienen miedo a engordar, pues lo asemejan a algo feo, descalificador o poco femenino, les gusta la delgadez, pero no saben poner límite entre el peso saludable y el patológico.

Un ejemplo entre miles es el de Ana. Tiene 15 años y desde hace unos meses sufre trastornos de la “regla” y los padres se quejan de su extraña conducta con la comida: “no come casa nada, y en alguna ocasión ha llegado a provocarse el vómito cuando a su juicio había comido demasiado; tiene conductas extrañas como por ejemplo ir todos los días andando al colegio (tarda casi una hora); a veces, ha llegado a esconder la comida en los armarios de su habitación para “demostrar” que se había comido todo…Es muy nerviosa y fuma sin parar”. En pocos meses ha perdido varios kilos de peso.

A veces, estas conductas alimentarias están justificadas con “razonamientos” mas o menos convincentes: temor a engordar, falta de apetito, estrés, trastornos digestivos, etc. Pero, en una lectura en profundidad siempre encontramos un rechazo al propio yo y, en definitiva, un rechazo a su adultez. Por esto algún autor a este trastorno alimentario le ha llamado el complejo de Peter Pan. Estos adolescentes, ante la inseguridad que les supone el ser y actuar como adultos, intentan mantenerse en la “seguridad infantil”, y por esto se niegan a toda posibilidad de crecimiento, incluso en el aspecto físico. Es una de las teorías que intentan explicar este tipo de trastorno de la alimentación.

Una conducta acogedora y no sancionadora por parte de los adultos les podrá posibilitar el tomar conciencia de su conducta, y a través de una ayuda psicoterapéutica (en ocasiones también farmacológica) podrán neutralizar sus miedos y crecer de forma sana.

domingo, 17 de febrero de 2019

Autenticidad
que emociona

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

He llorado de emoción (y creo que media España también) ante el discurso del actor Jesús Vidal al recoger su Goya por la película “Campeones”.

No ha sido tanto el contenido -en realidad ha dicho prácticamente lo que otros premiados- sino la forma de transmitir el mensaje. Un mensaje sincero, lleno de autenticidad, lejos del postureo que adoptamos en muchas ocasiones ante situaciones que lo requieren.

Es curioso que emocione la autenticidad. Es llamativo que cale tan hondo un mensaje simple y llano de agradecimiento. Es desconcertante que, entre tanto maquillaje y adorno superficial, lo más austero, lo menos elaborado, triunfe.

Todos aquellos que nos hemos emocionado ante este hecho, deberíamos preguntarnos qué nos ha conmovido tanto, qué sutil cuerda sentimental ha sido tocada en nuestro  interior, cómo han sido pronunciadas esas palabras para no dejarnos indiferentes.

¿Será que, perdidos como estamos entre bambalinas teatrales y luces de neón, la luz blanca, directa y diáfana nos hiere la mirada y nos afloja la lágrima? ¿Será la falta de costumbre ante lo que debería ser algo normal? ¿Será la sensibilidad contenida tantas veces, que ha encontrado el resquicio oportuno para aparecer y nos ha descolocado?

Nos empeñamos en ser correctos y en enseñar modales correctos. No está mal, por supuesto. Pero, tal vez, deberíamos empeñarnos en ser auténticos y en enseñar modales de autenticidad. Así, los ejemplos no serían tan escasos de encontrar  y no nos trastocarían la sensibilidad de este modo.

sábado, 16 de febrero de 2019

Dar un paso atras




Situarte en el Observador supone tomar cierta distancia de lo observado. Romper el hechizo de la identificación con lo que “te” pasa, para darte cuenta de que tú “no eres eso”.
Es como si, interiormente, dieras un paso atrás, que te saca de la vorágine del escenario, y te permite ver la obra de tu vida desde el patio de butacas. Te recuerda que no eres lo que tantas veces creíste ser: tu historia, tus emociones, tus recuerdos, tus dificultades… Eres quien observa eso…
Practica el “dar un paso atrás”.
Puedes hacerlo interiormente, antes de abordar determinadas cuestiones.
También puedes programar una alarma en el móvil y, cuando la oigas, detenerte y dar ese paso atrás interior que te devuelve la perspectiva desidentificadora.
Y considera que, si puedes, es muy útil hacerlo físicamente
¡Recuerda que el cuerpo es un gran mensajero!
Cuando vayas a comenzar alguna tarea, cuando cambies de escenario en tu vida, porque sales o llegas a otro lugar, detente, respira y da un imperceptible paso atrás que te recuerde que tú no eres eso…
…Eres quien observa eso…
Escuela transpersonal de desarrollo personal
viernes, 15 de febrero de 2019

La radio

El rincón del optimista
Juan Rodríguez
Mi madre era una ‘mujer radio’. Llevaba el transistor siempre encendido a todos los sitios donde iba, y si digo a todos, es a todos. Siempre en los bolsillos de sus batas floreadas sonaba el run run lejano de sus viejos transistores: en la cocina, en el corral, en la era, trabajando en las tierras, en el gallinero, cuando salía a comprar a los vendedores ambulantes, en el baño… Tenía cuidado de no llevarle encendido cuando iba a misa, que seguro que también lo llevaba a la iglesia. Eran aparatos en los que resultaba casi imposible ‘pillar’ una frase completa de los locutores porque con cada movimiento se perdía la sintonía de la cadena a la que estaba ‘enganchada’: COPE, la radio de la Conferencia Episcopal. Como buena católica, era fiel seguidora de Federico Jiménez Losantos, de Encarna Sánchez, Luis del Olmo… entre otros periodistas-locutores. Siempre con la radio a cuestas, sus benditas radios, qué hiperactividad, qué bondad de madre, qué cielo de mujer, qué huella, qué recuerdos.
Siempre le recriminábamos los de casa que llevaba ‘ruido’ allá por donde iba, que era imposible que entendiera dos palabras seguidas de lo que escupían aquellos artefactos que tenía remendados con gomas del pelo y con celo, fruto de los golpetazos que se llevaban entre las múltiples tareas que realizaba al cabo del día y, dicho sea de paso, de la noche, pues lo normal era que durante las horas de oscuridad estuviera sonando en su mesita uno de aquellos transistores todoterreno. Ella se sentía ofendida en su orgullo y se defendía comentando las últimas noticias que había ‘captado’ para demostrarte que su atención era rigurosa y continuada. Efectivamente, aunque un poco a vuelapluma, solía cazar la parte central de la noticia, el titular, aunque en más de una ocasión confundía o mezclaba noticias, algo que quedaba en evidencia a la hora de replicar las novedades informativas.
Así se enteraba en tiempo real cuando salía el premio Gordo de la Lotería, el último atentando de la ETA o del GRAPO, y hasta creo que fue la primera persona que supo que Franco había muerto aquella madrugada del 20-N de 1975. Y nos despertó. Y lloró.
Todos teníamos claro que esa especie de obsesión de mi madre hacia las radios, que ella  disfrazaba en la pura necesidad de estar informada, se fundamentada realmente en lograr compañía continua, en mitigar las horas de soledad con el fondo de las ondas, soportar el tedio de algunas de las múltiples labores que desarrollaba con el ‘auxilio’ de los periodistas y comentaristas de la actualidad.
Cada día estoy más convencido de que mi vocación periodística, mi amor por las palabras, por el lenguaje, me viene de la influencia de mi madre, de su afición por los informativos, por la tele, la radio, los periódicos, las revistas…, por todo lo que rodea al mundo de la comunicación. Felisa no sólo leía y escuchaba, también escribía, a su manera, y lo hacía en los formatos más variopintos: servilletas de papel, cuartillas para las magdalenas, cartones de las cajas de las zapatillas… Todo por aprovechar materiales, por economizar.
Y os desvelo aquí un secreto familiar. Tal era la afición de la matriarca por las radios que cuando falleció hace ya casi doce años, sus hijos y mi padre decidimos por consenso meter junto a su cuerpo menudo uno de aquellos transistores con pilas alcalinas nuevas y, como no podía ser de otra manera, sintonizado en la COPE, por si en su cielo particular no tuvieran información de todas las locuras que seguimos haciendo los que quedamos por estos lares. Y querrás creer que cuando visito el panteón familiar y me quedo en silencio me parece como que quiero escuchar de lejos al pesado de Federico… Bueno, a lo peor son imaginaciones mías.
Asín sea.

jueves, 14 de febrero de 2019

Quitar pensamiento y poner atención

Enrique Martinez Lozano
     
Pensar y atender dan lugar a dos modosde conocer. El primero es el modelo mental o dual; el segundo, el modelo no-dual. Ambos son valiosos y de ambos tenemos necesidad.
El modelo mental es el adecuado para operar en el mundo de los objetos. El no-dual es imprescindible si queremos acceder a lo que transciende lo puramente fenoménico. En el primero impera el verbo pensar; en el segundo, atender.
¿Cuáles son las posibles trampas? Brevemente, podrían formularse de este modo: despreciar el pensamiento o ignorar la atención. En el primer caso, no solo nos vemos privados de una herramienta extraordinaria, sino que fácilmente podemos caer en la irracionalidad. En el segundo, reducimos lo real a aquello que la mente puede percibir, con lo cual nos cegamos arbitrariamente a toda aquella dimensión profunda que únicamente se nos hace visible a través de la atención; se ha reducido el conocer al pensar.
Entre ambos errores, la actitud sabia consiste en utilizar la mente (el pensar) desde la atención. Al hacer así, no solo se experimenta una descansada unificación, sino que la propia mente mejora su lucidez y su rendimiento. El motivo es sencillo: se ha convertido en herramienta –canal, cauce– de la sabiduría que contiene la atención (o consciencia).
La atención es una capacidad de todo ser humano, pero necesita ejercitarse, entrenarse. Cuando esto no ocurre, fácilmente queda ignorada y tal vez atrofiada. Por el contrario, en la medida en que nos adiestramos en ella empezamos a percibir, en mayor o menor medida, los frutos que la acompañan.
Procedemos de una cultura que, en la práctica, ha absolutizado el modelo mental –el pensar–, ignorando casi por completo el lugar de la atención desnuda. Debido a ello, hemos confundido el conocer con el pensar, y la sabiduría con la erudición, sin darnos cuenta de que todas las complejas elucubraciones que nuestra mente elaboraba eran simplemente eso: construcciones mentales, interpretaciones escuchadas a otros, en definitiva, puras creencias que dábamos por válidas. El mismo recurso a citas eruditas de pensadores sesudos para rubricar las propias afirmaciones no hace sino corroborar la absolutización del pensar y el olvido de la atención, a los que me refería.
Erudito es el que piensa, conoce lo pensado por otros y elucubra en torno a cualquier cuestión con menor o mayor ingenio. Sabio es quien, además de utilizar la mente (pensamiento), conoce el “secreto” de lo real, porque lo hasaboreado y, en última instancia, porque lo está siendo. El erudito piensa sobre algo; el sabio conoce aquello que es.
Necesitamos la erudición, pero esta solo encuentra su lugar adecuado cuando se vive desde la sabiduría, que requiere el ejercicio de la atención. Toda persona que se adiestra en ello es sabia. Porque la sabiduría no es el resultado de algún esfuerzo –forma parte de nuestra verdadera identidad–, sino una riqueza que constituye a todo ser humano. Es cierto que puede permanecer ignorada y oculta –como un tesoro escondido–; la atención es el camino para que pueda emerger. En conclusión, el camino de la sabiduría es el camino de la atención.
Se trata de un camino que consiste en quitar pensamiento y poner atención. ¿Cómo hacerlo en lo concreto? Podemos ejercitarnos en prácticas formales –entrenando mantener la atención en un objeto: respiración, sensaciones corporales, cualquier objeto concreto, observando la mente…– o en la vida cotidiana –poniendo atención en todo lo que nos rodea, lo que hacemos, lo que pensamos…–.
El entrenamiento de la atención, paciente y perseverante –el paso del yo pensante al Testigo–, nos regalará el tesoro de la sabiduría y, en último término, la comprensión de lo que realmente somos.
miércoles, 13 de febrero de 2019

Después de la oscuridad

Caligrafía de emociones
Jose


Siento la voz de las entrañas.
Siento que nadie conoce mejor mi sangre, que mi sangre.
Siento que mi cuerpo me riega y me sacia. Preparándose.
Siento la caricia de mi corazón en mi pecho. Y se la agradezco a cada son.
Siento que el mundo se acaba y empieza con cada canción y cada pum pum de mi interior.
Siento mis caminos internos fluyendo como ríos, ríos que me bañan y me nutren.
Siento la sangre cotizándome alto. 
Me late el corazón.
Y me canta, y me baila. Y me susurra en cada golpe.
martes, 12 de febrero de 2019

Alimentación y placer

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


El acto de alimentarse, desde el mamar hasta la degustación de los más ricos manjares, tiene una doble significación: nutrición y placer. El bebé come para repo­ner energías (es una necesidad fisiológica para seguir viviendo), pero al mismo tiempo el contacto físico con la madre, o el mismo hecho de tragar, le produce placer. Es posiblemente la primera vivencia de satisfacción de todo ser humano. Es por ello, que la comida va a ser un pivote donde gire todo el resto de la existencia. Esa primera vivencia placentera se puede convertir en el motor de la vida o ser un lastre. Lo que es indudable es que no pasará inadvertida.
De forma didáctica podemos afirmar que en la conducta alimentaria se pueden distinguir tres niveles: fisiológico, psicológico y relacional.
El primero de ellos señala la necesidad energética, que tiene todo organismo vivo. Necesita comer para vivir. El ayuno prolongado es sinónimo de muerte. In­cluso en los ancianos se observa un hecho muy curioso, que me describía en cierta ocasión una persona de 90 años: "no me importan los dolores, ni los achaques, pues mientras tenga apetito viviré". Es como si la comida fuera un salvo­conducto para prolongar la vida de forma indefinida. En al­guna ocasión alguna persona que padecía una depresión, me ha dicho: " si yo comiera, me curaría, doctor". La comida, pues, no solamente es un re­medio para reponer las fuerzas del cuerpo, sino también de la mente.
Pero también, la comida tiene una dimensión psicológica y desde el punto de vista psicodinámico la boca es la primera zona productiva de placer ("zona erógena"), con una doble función: tragar y masticar. Así, podemos ob­servar como el niño, en su primer año de vida consigue el placer a través de chupar los objetos y de morder. Es su forma de disfrutar. Es una vivencia normal y por lo tanto no se puede reprimir ni castigar. El predominio, de alguna de estas dos fases, produce un carácter pasivo ("oral-pasivo") o  un carácter agresivo ("oral-agresivo"). En el primer caso, va a dar lugar a un adulto dependiente, egoísta. Son perso­nalidades que "tragan" todo y nunca saben poner límites a sus propios deseos y necesidades, pero sin tener en cuenta al otro. El prototipo es el "trepa". Y en el campo de la en­fermedad mental encontramos a los alcohólicos y drogodependientes.
Por contra, "el adulto oral-agresivo" sola­mente tiene en cuenta al otro para destruirlo o para explo­tarlo. El prototipo es el jefe tirano. Y dentro de las alte­raciones más psicopatológicas están las personalidades agresivas o delictivas.
En tercer lugar, el nivel relacional, la co­mida constituye el primer nexo de contacto entre el indivi­duo y el medio. La boca del bebé y el pecho materno es la primera experiencia relacional. Y ¡es a través de la boca!. Desde ese momento la comida se constituye en sinónimo de compartir. Todos nosotros podemos tener la experiencia de lo molesto que resulta comer solos y por eso buscamos sucedáneos de la compañía: la radio, la TV o el mismo periódico, se convierten en los compañeros de mesa, para poder mitigar la frialdad de una comida en solitario.   
De la ortorexia a la comida basura
Nunca los extremos son saludables. A mí me gusta repetir que según los clásicos “la virtud está en el centro”, y  el tema de la comida no iba a ser una excepción. Tanto “se peca” por una preocupación excesiva por la dieta, como por la ausencia  de unas mínimas condiciones hacia la comida.
En el primer caso estamos hablando de la ortorexia, que según los entendidos, se concretiza en una obsesión patológica por la comida biológicamente pura. Es decir, son personas que viven por y para la comida, convirtiendo su vida en una constante preocupación por qué comer o qué productos son más saludables. Analizan cada alimento para evitar comer sustancias libres de componentes trangénicos, sustancias artificiales, pesticidas o herbicidas. Pueden llegar a suprimir de la dieta, las grasas y todos los productos que por una u otra razón aporten malas vibraciones ( la leche, los hidratos de carbono, etc.). Este comportamiento lo profesan los  vegetarianos, frutistas, macrobióticos, etc., con graves consecuencia para la salud, por el riesgo de producir anemia, hipervitaminosis o hipo, hipertensión, osteoporosis, ansiedad y depresión, y pérdida del vínculo social ( para no comer alimentos impuros no asisten a festejos familiares o de amigos), entre otros.
Según Bratman las respuestas positivas a las siguientes cuestiones indicarían ortorexia:
1).- Dedicar más de tres horas al día a pensar en una dieta sana.
2).- Preocuparse más por la calidad de los alimentos que del placer de consumirlos.
3).- Disminución de la calidad de vida conforme aumenta la pseudocalidad de su alimentación.
4).- Sentimientos de culpabilidad cuando no cumple con sus convicciones dietéticas.
5.- Planificación excesiva de lo que comerá al día siguiente.
6).-Aislamiento social por el tipo de alimentación.
En el otro extremo están los despreocupados por una dieta  mínima, alimentándose de “comida basura” (hamburguesas, pizzas, etc., con las consecuencias nefastas para la salud: hipertensión, coleterol alto, obesidad, etc.
El cuerpo y la mente están en perfecta sincronía. Cuanto más felices estemos mejor funcionara nuestro cuerpo, y lo contrario también es cierto: cuanto mejor estemos físicamente mayor posibilidad tenemos de ser felices. Asi se cumplirá el dicho: Corpore sano in mente sana.
lunes, 11 de febrero de 2019

Entrevista con Valentín Turrado





Nota de la redacción. Hoy traemos a este blog una entrevista a Valentín Turrado, realizada por el periódico digital ileon, con motivo de una charla que impartirá mañana martes sobre meditación, una experiencia con la que está colaborando intensamente en el Teléfono de la Esperanza.

Dentro de las IV Charlas-coloquio gratuitas organizadas por el Centro Cepteco “Por el Bienestar emocional”, el próximo día 12 de febrero se realizará un nuevo evento bajo el título “Meditación para ateos, agnósticos y creyentes. Un acercamiento práctico”, a cargo de Valentín Turrado, instructor en meditación y voluntario del Teléfono de la Esperanza de León.
Parece una provocación o al menos una contradicción convocar a ateos y a agnósticos a meditar, ¿o no?
Reconozco que si es novedoso. Hasta ahora la meditación parecía un patrimonio de personas creyentes y que ahí no tenían sitio ni ateos ni agnósticos. La clave está en descifrar que entendemos por meditar.
¿Nos lo puedes aclarar?
Decía Buda que meditar es respirar de forma consciente y amorosa. Si esto es así nadie está excluido de hacer y vivir esta experiencia. Hay un proverbio Zen que dice que meditar es hacer lo mismo que haces pero de forma consciente y bondadosa.
¿Qué opina el cristianismo?
El cristianismo y todas las religiones en general no son un fin en sí mismo. Jesús de Nazaret no pretendió poner en marcha ninguna religión. La clave del Maestro de Galilea, no lo podemos obviar, no es el culto, sino la acción amorosa. Y esto tampoco es una propiedad de nadie. Para los místicos cristianos meditar o contemplar es sobre todo estar de forma atenta, en silencio, a la escucha, de lo profundo y dejar que esa realidad profunda te empape. A nadie se le puede negar el derecho a la interioridad. A nadie se le puede negar el silencio meditativo. Las palabras nos enfrentan, el silencio nos une.
¿No es lo mismo interioridad que religiosidad?
No. Como no es lo mismo el mapa y el territorio. Como no es igual la copa que el vino. La espiritualidad o la interioridad forman parte de nuestro ser, de nuestra esencia, con independencia de nuestras ideas y creencias o ideologías, es el territorio, es el vino. La religiosidad, las creencias o increencias de cada uno, las ideologías, son los mapas que cada uno tiene, son las copas. Es preciso relativizar las copas y centrarnos en beber un buen vino, que por otra parte es la sabiduría perenne.
¿La espiritualidad está en todos?
¿Acaso no está en todos la capacidad de asombro, de maravillarse, de contemplar, de quedarse embobados, absortos, de belleza, de amor? Dentro de cada ser humano hay múltiples capacidades e inteligencias, una de ellas es la interioridad o espiritualidad. Es esa inteligencia espiritual la que hace que el ser humano anhele lo indecible, lo permanente, lo indescifrable, lo inmenso a todos los niveles. Este anhelo de infinito es inherente a todo ser humano. Nadie está al margen de esta ansia de energía, de inteligencia y de bondad. A esto los creyentes le llamarán Dios. Los ateos naturaleza, inteligencia. Los agnósticos tal vez no digan nada. ¡Qué más da la palabra que utilicemos para expresar nuestra verdad!
¿Que va buscando la meditación?
Los lugares comunes, los sitios de encuentro, los espacios de unidad. Todo está insertado, relacionado, intercomunicado. Es preciso que el ser humano derribe muros, deje caer divisiones, fronteras, mares,  credos, ideologías, en aras de lo que nos une, nos encuentra y nos unifica. No hay avance sin unidad, sin complicidad y sin solidaridad. Los seres humanos necesitamos abrazarnos y dejar de sentirnos enemigos o adversarios. De eso ya se encarga la mala política.
¿Por qué esa insistencia en la unidad?
Porque la esencia del ser humano es la misma. Es preciso asumir esta realidad profunda y avanzar en el proceso evolutivo como especie humana, del ser racional al ser integral.
¿Eso para cuándo?
A nosotros nos toca crear espacios para el silencio y para la compasión. ¿Lo demás? Un día caerá como fruta madura por sí solo. Cuando tenga que ser. Somos el eslabón de una infinita cadena. Nada más y nada menos.
domingo, 10 de febrero de 2019

Bodas de oro

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

Me invitaron a unas bodas de oro. Dado que es una celebración en peligro de extinción, no pude dejar de asistir.

En los años que tengo sólo he asistido a otras dos y, me temo, no habrá muchas otras ocasiones. Para bien o para mal la gente de ahora no se casa. Y los pocos que lo hacen, suelen separarse años después. Otro signo de los tiempos.

De la celebración –bonita y entrañable– destaco dos detalles:

El primero, el gran número de veces que la palabra “nuestro” sonó. “Nuestra casa”, “nuestros hijos”, “nuestra vida”… Llama la atención esta extraña palabra en medio del exagerado culto a “lo mío” en el que vivimos inmersos. Cada vez separamos más. Cada vez acotamos más. Ignoro si es por miedo, por precaución o por evitar males mayores. Lo cierto es que, cada vez, con tanta división, nos hacemos más raquíticos.

El segundo, la luz que irradian las personas felices. Una luz que viene de la serenidad y de la certeza de saberse en el lugar adecuado. Por supuesto que cincuenta años dan para mucho, bueno y malo. Pero la felicidad no consiste en no tener obstáculos sino en haberlos superado. La pareja que cumplía tantos años juntos transmitía y contagiaba la alegría de esa superación. Y, por ello, era una alegría profunda. Nada que ver con las muestras efervescentes y explosivas de la alegría basada en la superficialidad.

No sé si tendré oportunidad de volver a asistir a unas bodas de oro. Pero con esta celebración y las dos anteriores me doy por satisfecha, al haber podido compartir la posibilidad de lo imposible.

sábado, 9 de febrero de 2019

Aporta presencia





Puede que vayamos por la vida con el piloto automático puesto.
Vamos de un lado para otro, a veces corriendo, tratando de llegar allí y más allá.
Se puede decir que hacemos y hacemos...sin parar.
Pero, hay algo que no nos llena, algo que echamos en falta...
Prueba a probar "aportar presencia".
Prueba a tomar conciencia de lo que haces y haces.
Prueba a ser consciente de por qué vas de allí para allá...
Es posible, entonces, que lo que hagas tenga otra mirada, signifique otra cosa y llene tu vida.
jueves, 7 de febrero de 2019

Hasta que solo queda amor

Bert Hellinger


"La vida te desilusiona para que dejes  de vivir de ilusiones y veas la realidad. La vida te destruye todo lo superfluo, hasta que queda solo lo importante. La vida no te deja en paz, para que dejes de pelearte, y aceptes todo lo que “Es" . La vida te retira lo que tienes, hasta que dejas de quejarte y agradeces. La vida te envía personas conflictivas para que sanes y dejes de reflejar afuera lo que tienes adentro.
La vida deja que te caigas una y otra vez, hasta que te decides a aprender la lección. La vida te saca del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejas de querer controlar y fluyes como rio. La vida te pone enemigos en el camino, hasta que dejas de “reaccionar”. La vida te asusta y sobresalta todas las veces que sean necesarias, hasta que pierdes el miedo y recobras tu fe. 
La vida te quita el amor verdadero, no te lo concede ni permite, hasta que dejas de intentar comprarlo con baratijas. 
La vida te aleja de las personas que amas, hasta que comprendes que no somos este cuerpo, sino el alma que él contiene. La vida se ríe de ti tantas veces, hasta que dejas de tomarte todo tan en serio y te ríes de ti mismo. La vida te rompe y te quiebra en tantas partes como sean necesarias para que por allí penetre la luz. 
La vida te enfrenta con rebeldes, hasta que dejas de tratar de controlar. La vida te repite el mismo mensaje, incluso con gritos y bofetadas, hasta que por fin escuchas. La vida te envía rayos y tormentas, para que despiertes.  La vida te humilla y derrota una y otra vez hasta que decides dejar morir tu EGO. La vida te niega los bienes y la grandeza hasta que dejas de querer bienes y grandeza y comienzas a servir. La vida te corta las alas y te poda las raíces, hasta que no necesitas ni alas ni raíces, sino solo desaparecer en las formas y volar desde el Ser. La vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro. La vida te acorta el tiempo, para que te apures en aprender a vivir. La vida te ridiculiza hasta que te vuelves nada, hasta que te haces nadie, y así te conviertes en todo. 
La vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas para evolucionar. La vida te lastima, te hiere, te atormenta, hasta que dejas tus caprichos y berrinches y agradeces respirar. La vida te oculta los tesoros, hasta que emprendes el viaje, hasta que sales a buscarlos.La vida te niega a Dios, hasta que lo ves en todos y en todo.La vida te acorta, te poda, te quita, te desilusiona, te agrieta, te rompe ... hasta que solo en ti queda AMOR.
martes, 5 de febrero de 2019

Desarrolla una afición que te guste para superar la timidez

Crecimiento y desarrollo personal
Marcos Núñez Pangua


Si eres tímido, quieres mejorar las relaciones con los demás, conocer gente y desarrollar tus habilidades sociales es una buena idea hacerlo mediante una actividad o afición que te guste.
Por ejemplo: juegos de mesa, practicar un idioma (inglés, francés, alemán, italiano...), bailar, senderismo, realizar un deporte en equipo, quedar en grupo para correr…
Hacer aquella actividad que te gusta y motiva, te va a permitir disfrutar de la misma, sentirte bien y vas a conocer a personas con las mismas inquietudes que las tuyas. Es posible que en estos grupos se organicen cenas, quedadas para ir al cine, teatro, tomar algo… que te permitirán ir sociabilizando y establecer nuevas relaciones y amistades.
Si te da vergüenza, toma la decisión de ir, no te lo pienses más. Vete abierto y receptivo a pasarlo bien. Date el permiso de experimentar y valora el atreverte a hacer algo que a lo mejor llevas un tiempo postergándolo.
Poner en valor el haber pasado a la acción te ayudará a aumentar tu autoestima, a sentirte valioso y a confiar en que puedes hacer muchas cosas que te propongas.
También te recomiendo que tengas paciencia y vayas probando distintas actividades porque nunca sabrás si algo te gusta y te sientes cómodo hasta que no lo experimentes.
Te animo a que hagas un listado de aquellas aficiones que te gustan, que elijas una de ellas y que pongas una fecha límite en las próximas semanas para realizarla. Y cuando asistas vete predispuesto para disfrutarla.
lunes, 4 de febrero de 2019

La magia del orden

Un libro para el mes
M.ª Jesús González


Cuando la casa empieza a quedarse pequeña por la cantidad de cachivaches  que terminamos  acumulando, es el momento de hacer una seria limpieza, y para realizarla bien y de forma definitiva, nada mejor que seguir los consejos del libro  “La magia del orden”.
Según Marie Kondo,  conocida mundialmente como la “gurú” del orden, cuando llevamos a cabo  una drástica organización de  nuestras casas, organizamos también, drásticamente  nuestras vidas.
Así que, os invito a leerlo  y ponerlo en práctica.
Empezaremos por tirar todo lo  que no nos es útil, lo que se ha pasado de moda o ya no nos sirve, lo que  no nos es funcional y operativo en este momento,  lo guardado por si…  y  también,  todo lo que no  nos hace felices, sin sentirnos culpables ni derrochadores por no preservarlo.
Lo importante, dice la autora, es valorar las razones por las que decido conservar o desechar cada objeto, reflexionando a qué se debe eso de acumular  y  de no ser  capaz de  tirar: si es porque nos  aferramos  al pasado, si  guardamos  por miedo o incertidumbre ante el futuro, o … cada uno que saque sus propias conclusiones.
Alguien dijo una vez:
“No es lo que tú sacas de los libros lo que te enriquece tanto, lo que al final cambiará tu vida, es lo que los libros sacan de ti.”
Si soy capaz de ver el verdadero propósito de esas ataduras o apegos que mantengo con los objetos y consigo liberarme de ellas  dejándolos marchar, es probable que me percate, que mantenga el mismo criterio con otras ataduras en mi vida y en eso caso, seré capaz de poner en orden mi casa y también mi vida.
Disfrutemos de la alegría, la paz, y el equilibrio que transmiten los entornos ordenados, limpios y despejados.
domingo, 3 de febrero de 2019

Sólo hay que esperar

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


En ocasiones, ante acontecimientos que llegan a nuestra vida, nos sentimos desbordados para bien o para mal.
Si el acontecimiento es ilusionante, nos dejamos llevar por él de forma casi incontrolada. Imaginamos una y mil escenas a su alrededor, una y mil formas de continuidad, uno y mil hermosos finales. Nuestra mente cabalga desenfrenada por encima de la realidad y, mientras sobrevolamos, no pisamos tierra ni vemos con cierta objetividad.
Si el acontecimiento es trágico, también nos suele arrastrar a ese espacio oscuro, vacío y frío al que llamamos decepción o miedo o dolor, del que nos parece imposible salir y en el que nos regodeamos inmisericordemente desde nuestra postura victimista.
Pero la vida me ha enseñado que, en uno y en otro caso, sólo hay que esperar. Con el paso del tiempo las aguas vuelven a su cauce sin necesidad de hacer nada.
Cuando la sobreexcitación nos lleve a imaginar lo que no es, hagamos un esfuerzo para mirarnos desde fuera de nosotros mismos y para tomar perspectiva alejándonos de la escena. Cuando la depresión no nos deje levantar la mirada hacia la esperanza, mantengámonos ahí, agarrándonos a la certeza absoluta de que “todo pasa”.
Y cuando llegue lo que tenga que llegar, nos daremos cuenta de cómo imaginamos lo que no era, de cómo sufrimos sin necesidad y de cómo queremos controlar lo incontrolable.
La vida sigue su curso –independientemente de lo que hagamos y queramos– y a nosotros sólo nos queda aceptar y observar, si acaso, para aprender algo.
sábado, 2 de febrero de 2019

Presencia





Puede ocurrirnos esto...
Tan angustiados por lo que nos ha pasado...
Tan preocupados por lo que nos va a pasar...
Que nos olvidamos del presencia...
Y vivimos sin vivir...
Mira a ver qué está ocurriendo en tu vida.
viernes, 1 de febrero de 2019

Conveniencia

El rincón del optimista
Juan


El otro día me contó mi amiga Maribel una pequeña historia que deseo compartir contigo, con vosotros/vosotras. Una mujer de mediana edad, soltera, contrae una grave enfermedad. Los médicos le dicen que morirá pronto, que su enfermedad no tiene curación, que no hay nada que hacer. Ella asume con resignación la situación que le plantea la vida, piensa simplemente que la muerte que a todos nos llega se le ha presentado antes de vivir lo suficiente. No luchará por sobrevivir, se da por vencida. Es cuando decide llamar a un buen amigo, también soltero, y le plantea matrimonio para que él pueda cobrar la pensión de viudedad. Su amigo inicialmente le dice que no, que eso es un fraude, que el matrimonio de conveniencia es ilegal, que el asunto le plantea un problema de conciencia. Ella insiste en que el sistema de la Seguridad Social no se va a ir a pique porque él cobre esa pensión, que es una forma de aprovechar unas cotizaciones que ella ha venido prestando en su vida laboral y que beneficiará a una persona cercana que lo necesita realmente. Él acaba aceptando, organizan una boda exprés por el juzgado, un par de testigos, una rúbrica y ya está. Al cabo de unos pocos meses ella muere y él comienza a cobrar la pensión de viudedad.
¡Esa es verdadera amistad y lo demás tonterías! Ahora el ‘viudo’ seguro que recuerda a su fugaz esposa cada vez que haga un pago con el dinero de la pensión que le ‘arregló’ en vida. También me hace meditar este hecho sobre el matrimonio como institución: unos papeles que bien por la iglesia ante un cura, por el juzgado ante un juez o en el Ayuntamiento ante un alcalde, te certifican que hay dos personas unidas en convivencia, un contrato con unos derechos y unas obligaciones, pero de sentimientos no se dice nada. Nada se firma sobre el amor, el cariño o el respeto. Se dice a todo que sí, que se consiente, se colocan unas alianzas en los dedos anulares, se firma y carretera y manta.
El sistema permite realizar estas ‘trampas’ veniales para beneficiarse de un dinero que de otra forma iría a la hucha general de las pensiones, esa hucha cada vez más menguada por culpa de una gestión deficiente, pero sobre todo porque cada vez trabaja menos gente para sostener a un mayor número de pensionistas, jubilados y enfermos. Conozco a mucha gente que se aprovecha de un sistema pervertido para cobrar una prestación sin que realmente la merezca o la necesite. Todos conocemos esas personas que viven del cuento gracias a los ‘agujeros’ legales de las ayudas públicas. No me cabe la menor duda de que este es un claro motivo por el que crecen los sentimientos de odio hacia un sector determinado de la población y por lo que prosperan los partidos políticos ultraconservadores. Llámame ingenuo o tonto, pero dame pan, porque si yo hubiera estado en una situación similar al de esta mujer hubiera hecho lo mismo que ella.
Asín sea.