La Escribana del Reino
M. E. Valbuena
Definimos fuente como el origen o centro de algo. Normalmente asociamos la palabra con el agua, fundamental en nuestra vida, o con el nacimiento, igualmente fundamental.
En todos los pueblos suele haber una fuente de la que mana o manó agua. Y se ubica, por lo general, en el centro del mismo o en un lugar destacable que sirve, al mismo tiempo, de lugar de encuentro.
Vemos fuentes en todas las ciudades –algunas, auténticas maravillas escultóricas- en los pueblos, en los parques, en los caminos y hasta en los lugares más insospechados (por ejemplo, en pleno monte o en la cocina de algún monasterio). Hay lugares que se visitan por sus fuentes y fuentes que dan nombre al lugar.
En cualquier caso, es a lo que voy, las fuentes, ornamentales o no, rudimentarias o muy trabajadas, forman parte de nuestra vida y están presentes profusamente a nuestro alrededor. Pero, aunque nos llamen la atención unas más que otras, no olvidemos que el primer y casi único objetivo de la fuente es acercarnos el agua.
Me suelo fijar en aquellas que encuentro en mi camino. Me gusta escuchar el sonido del agua y me relaja mirar los recovecos por donde circula. Me paro ante ellas, escucho y observo, meto mi mano para sentir entre mis dedos el contacto, el discurrir y la temperatura del agua. A veces, si es posible, me refresco en ellas y, si puedo, también bebo el agua que manan. Casi siempre me asalta el mismo pensamiento: cuánto esfuerzo y cuánto adorno para celebrar el agua. Cuánta dedicación para agradecer la vida.
A mi la fuente me habla de la vida limpia, clara y fresca
ResponderEliminarFuentes que encontramos en el camino en dónde nos refrescamos, descansamos y tomamos aliento en nuestro caminar que definitivamente es la vida en si.
ResponderEliminarLa fuente que no para de brotar desde nuestro interior da vida a todo lo demás. BlueBoy
ResponderEliminarHe salido a dar un paseo por mi ciudad. Me he parado a observar las fuentes que he encontrado en mi camino. Hoy me ha parecido la ciudad más bella del mundo. Gracias Escribana.
ResponderEliminarPara mí ese manar de las fuentes y sus aguas son símbolo de vida, de espontaneidad, de transparencia, de frescura, de belleza.
ResponderEliminarJF
Me has recordado cuando fui a la Granja de San Ildefonso la cantidad de fuentes que había, todas ornamentales; y cada una con su nombre, pero la decepción fue que no las tenian en funcionamiento, y no manaban agua.Pepi
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