El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
Estás viendo los 13 artículos de nuestra sección testimonios
Mostrando entradas con la etiqueta testimonios. Mostrar todas las entradas
viernes, 14 de junio de 2019

Última etapa del
camino de San Salvador:
Pajares – Oviedo

Pili Cuadrado y Javi Fidalgo
           
Hoy, resumir la etapa del Camino, será a través de la nostalgia… nostalgia por tantos momentos vividos y compartidos entre amigos.
Nada más subir al autobús, volvimos a entonar  nuestro “grito de guerra” que quedará en nuestro recuerdo.
Llegamos a Pajares con la lección de Historia bien aprendida de la mano de Tomás y con los deberes  propuestos por Valentín: el juego del amigo invisible. ¡Qué difícil!  Porque no necesitamos ningún juego para sentirnos muy a gusto con todos, pero fue bonito buscar ese “ratito” para compartirlo con esa persona, regalarle unas flores recogidas durante el camino, prepararle su fruta antes de que él llegase al comedor, enviarle mensajes  o dedicarle una canción…
El camino nos recibió con unas vistas increíblemente hermosas, sol, riachuelos, senderos y constantes subidas y bajadas…. Así es la vida, con sus momentos agradables, relajados y momentos duros y difíciles que tenemos que aprender a  aceptar e intentar superarlos.
Después de cenar, disfrutamos de una obra de teatro donde Celia, Jose, Javi, Rosa, Marieli, Tomás y Mariví nos sorprendieron haciéndonos revivir momentos históricos y nos revelaron que entre las muchas reliquias que se guardan en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, se encontraba un manuscrito, no hecho público, en el que se vaticinaba  que en el año 2019, un grupo de peregrinos del Teléfono de la Esperanza de León, iba a hacer el Camino del Salvador. ¡Algo inaudito! Esta obra ha sido  el mejor bálsamo para finalizar este duro día. Cuando ponemos todo lo que somos y todo lo que sabemos al servicio de los demás, el éxito es seguro.  También vimos las imágenes de la etapa anterior y el emotivo recuerdo que tuvimos hacia  nuestra amiga Esther.
El domingo, después de una etapa relativamente suave, nos toca descubrir quién ha sido nuestro amigo invisible, al que le vamos a regalar algo muy personal: la huella de nuestra pisada  grabada en piedra, hecha por nuestro amigo y artista Javi Robles, como símbolo de tantas etapas y tantos kilómetros caminando juntos.
Como colofón a este gran fin de semana, tenemos una visita teatralizada al casco antiguo de la ciudad de Oviedo de la mano de La Regenta trasladándonos al sigo XIX con una puesta en escena espectacular.
Cuando hace seis años iniciamos esta andadura, no sabíamos hasta dónde íbamos a llegar, si  iba a ser buena idea, si nos cansaríamos….
Llegamos a Santiago, nuestro primer objetivo. Después vimos la necesidad de continuar un poco más  y hacer nuestro camino desde Roncesvalles hasta León y lo conseguimos. Como dice el refrán:  quien va a Santiago y no a San Salvador, sirve al criado y olvida al señor, comenzamos esta ruta que hoy acabamos.
Juntos hemos caminado un montón de kilómetros, visitado y conocido rincones preciosos, estampas para enmarcar, lugares impensables, hemos reído y llorado juntos. Ha habido tiempo  para hablar, para escuchar y escucharnos, para cantar y danzar…
No puedo acabar sin agradecer a los que tuvieron esta  gran idea, que en un principio fueron Valentín y Ángel. ¡Cuántos quebraderos de cabeza os hemos dado! Gracias a Tomás, que etapa a etapa nos fue recordando nuestra historia de España. Gracias a  Javi Robles, por hacernos revivir con sus fotos y montajes  todos esos bonitos momentos. Quiero también agradecer a todos y a cada uno de nosotros por nuestro granito de arena que hemos aportado a este proyecto.
Y como me decías hace unos días, Begoña: “El verdadero camino comienza cuando lo terminas”.
¡BUEN   CAMINO  PARA TODOS!
martes, 4 de diciembre de 2018

Escucha
en el hogar de
San Vicente de Paul





El viernes, día 16 de Noviembre, a las 11,30 de la mañana, compartimos calor y café con los transeúntes que pasan a encontrar un cobijo momentáneo, sencillamente tomar un café, pasar al baño, saludar a alguien, encontrarse con quien quedaron, porque además del café, es lugar de "encuentro" como ocurre en todo grupo humano, ya que al final, unos saben de los otros, acuden, se buscan, se preguntan por sus quehaceres, se interesan unos por otros, como ocurre en toda familia.
Contabilicé unos 14 que estuvieron sentados y atentos, en torno a una mesa, más 6 voluntarios que también participaron. Calculamos que media hora sería suficiente pero se prolongó hasta cerca de la hora y media, la coordinadora estaba asombrada.
Impresiona escuchar sus andanzas, sus historias y sobre todo sus exclusiones. Víctimas de injusticias, a la vez que las exponían, buscaban que les diéramos una solución, una respuesta...Uno pidió una vivienda a la que le dijeron tenía derecho, pero al otro se la dieron pero a él no. Un periodista extranjero con dominio de varios idiomas sufre las consecuencias de la falta de trabajo al competir con los españoles. Otra que durmió en la calle con sus hijas y la policía les cuidaba por la noche. Tampoco faltó otra que había vivido en Valencia donde había tenido contacto con el Teléfono de la Esperanza y la experiencia había sido muy positiva. Contaban vivencias duras con naturalidad a la vez que con un cierto temor. Otros evitaban pronunciarse.
Fue muy coincidente la presencia de una persona, muy conocida ya que ha hecho muchos talleres en el Teléfono y que en estos momentos es usuaria de Cáritas ya que la pensión le da para pagar la hipoteca y la luz, no para comer. Allí elogió nuestra labor por lo mucho que le habíamos beneficiado.
En general podemos decir que fue una escucha agradable, aunque también dura, fructífera, gratificante y sobre todo enriquecedora.
viernes, 27 de julio de 2018

Gesto de generosidad

El País

Rubén, un niño de nueve años de La Pobla de Vallbona, en Valencia, pidió que para su comunión, en vez de regalos, le dieran donativos para un centro de acogida en India, un proyecto que había elegido entre los que tiene Manos Unidas. Rubén recibió 7.075 euros de familiares y amigos y los entregó a la ONG, que destinará los fondos a instalar placas solares en la casa, donde viven 60 antiguas niñas de la calle de cuatro a 18 años, en la ciudad de Guawhati.

La decisión fue del niño, pero la idea la tuvo su madre, Amparo García, dueña de una clínica veterinaria en su pueblo, situado a 25 kilómetros al noroeste de Valencia. "Soy anticonsumista. No me gusta el regalar por regalar, almacenar cosas que al final acaban en el vertedero. Un día se nos va a comer la basura", afirma García por teléfono desde su trabajo.

Tampoco le gusta que los chavales reciban tantos juguetes y regalos que, prosigue, dejan de valorarlos. "Si se rompe, da igual, porque después tendrán otro". Y también quería desvincular a su hijo de la idea de que tomar la comunión consiste, sobre todo, en recibir regalos, lo que desde su perspectiva de católica practicante eclipsa el sentido de la ceremonia como "encuentro con Jesús".

El verano pasado, con su letra de niño que iba a empezar 4º de Primaria, Rubén escribió una carta que su madre distribuyó por WhatsApp a los invitados: "Gracias a Dios, tengo todo lo necesario, así que he pensado que si queríais hacerme algún regalo por este día, podéis darle mucho más fruto haciendo una donación anónima para un proyecto de Manos Unidos en el que estoy colaborando".

El mensaje a los invitados iba acompañado de un tríptico escaneado sobre la iniciativa de Manos Unida en la ciudad india de Guawhati, una ciudad de un millón de habitantes situada en el Estado de Assam, cerca de las fronteras con Bután y Bangladés. El centro acoge a niñas que dormían en la calle y, en muchos casos, han sufrido abusos y han sido explotadas, según explica la organización humanitaria. Lo regentan hermanas Salesianas.

Invitados

García, que está divorciada, asegura que todos los invitados, salvo tres "de mentalidad antigua", aceptaron cambiar los regalos por donativos. Después, ella y su hijo llevaron el dinero a la delegación que la ONG de la Iglesia Católica tiene en el centro de Valencia.

Uno de los regalos que sí recibió Rubén fue el tradicional reloj, que la madrina insistió en hacerle, otro fue una mochila. A nadie se le hubiera ocurrido regalarle una videoconsola a Rubén ya que, aclara su madre, en casa no entran "maquinitas".

Ahora las cosas le van bien, pero García cuenta que procede de una familia "que no era de pedir en la calle, pero sí humilde". De niña comía poca carne y muchas patatas y huevos de las gallinas que criaban en casa. Bastante antes de cumplir los 16 ayudaba recolectar naranjas y la cosecha de cebollas. De aquella época le viene su aversión a malgastar.

Un tanto reticente a hablar con la prensa, Rubén dice que está contento de haber donado el equivalente a un centenar de regalos, pero que de momento no tiene pensado salir del país para ir a visitar el centro de acogida del que se ha convertido en benefactor.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Todos somos Gabriel, todos somos Patricia y…, lo siento,
todos somos Ana Julia

Dora Gil

Lo queramos o no, cualquier manifestación humana está incluida en nosotros. La vida es inclusiva. No hay nada separado ahí fuera sobre lo que proyectar nuestra oscuridad o nuestra virtud.
Tanto la inocencia que representa el niño Gabriel, la desgarradora violencia que se expresa a través de Ana Julia, como la heroica benevolencia que muestra Patricia, forman parte de nuestra psique como posibilidades del campo infinito que es la vida. Aquellas que nutrimos se manifiestan, simplemente.
Atacar un aspecto oscuro de la vida proyectándolo en alguien es un gesto de violencia solapada que nos sirve para no reconocer las sombras que percibimos en nuestra interioridad. Son estas, precisamente, las que al no ser aceptadas ni comprendidas, sino rechazadas, dan lugar a actos vandálicos que condenamos y que siempre protagonizan “otros”, quedando nosotros libres de pecado y prestos a lanzar la siguiente piedra.
Nos es muy fácil identificarnos con Patricia y convertirnos en “fans” de ella, claro. Su actitud la deseamos para nosotros y preferimos que su amor y su entereza nos definan. Al mismo tiempo, proyectamos sobre Ana Julia (como sobre tantos otros) todas las sombras no reconocidas de nuestra inconsciencia.
Todos somos Gabriel, sí, inocencia pura. Pero también somos todos los niños del mundo que cada día mueren en campos de refugiados o bajo las bombas asesinas que lanzan otras “Ana Julias” disfrazadas. Pero no se les dedica ni un solo telediario. Y todos ellos, todas ellas, tienen mucho que mostrarnos de nosotros mismos.
¿Por qué toma tanto relieve un hecho aislado? Para mí, esa atención desmedida expresa una utilidad velada: el acontecimiento nos ofrece el modo perfecto de proyectar en personajes muy concretos nuestro incomprendido mundo interior, usando una situación tan lamentable para posicionarnos una vez más como “buenos” condenando eso que llamamos “mal” sin asumirlo dentro  y mucho menos fuera de nosotros.
Espero que no se me malentienda, pues no estoy justificando nada ni pretendiendo que un acto así sea pasado por alto. Tampoco defiendo ni ataco la labor de la justicia bajo la forma que toma actualmente. La respeto. No me estoy enfocando en algo que no me compete ni sabría cómo manejar. No es mi ámbito.
Simplemente, expreso la posibilidad de otra perspectiva, de otra mirada más profunda sobre lo que va sucediendo.
El enemigo no está ahí. Ana Julia representa, para mí, el conjunto de todas las emociones sombrías que no comprendemos y rechazamos, sometiéndolas a presión y proyectándolas fuera. Ella las muestra en la violencia de su acción. Los que nos ensañamos contra ella, mostramos esas emociones (de forma más controlada) en nuestra condena dirigida y enfocada en ese ser humano con nombre y apellido.
Nuestro mundo interno, no comprendido ni iluminado por la consciencia, nos lleva a actuar a veces de formas dramáticas y tan dolorosas que merecen una pausa de reflexión, en vez de seguir transitando los senderos de la rabia y la condena ciega que nos dejan siempre en el mismo sitio.
Me duelen estas cosas como a cualquier ser humano. Pero me duele la totalidad, no solo Gabriel, no solo Patricia, sino también Ana Julia: en mi humanidad se albergan los tres.
Prefiero, ya que sucede, usar esta situación como un espejo en el que mirarme. Prefiero descubrir en mí todos los reflejos de esos personajes y unirlos en el abrazo de la consciencia que no juzga ni condena, sino que incluye y aprende. El dolor que siento me invita a mirar más profundo y aprovechar la lección que la vida constantemente nos está brindando. Y esta no va, con seguridad, por el camino de la separación y la condena. Ese ya lo hemos explorado bastante y el mundo sigue igual.
¿Existe otra forma de ver esto más inclusiva, más comprometida, más amplia? Para mí sí. Es la mirada de la vida. Toda una invitación a salir de los estrechos límites de nuestra mente pequeña y explorar nuevos horizontes.
Yo la acepto, pues me abre por dentro y me recuerda mi grandeza, que es la nuestra, una consciencia plena que todo lo asume y abraza.
martes, 6 de febrero de 2018

Testimonio de una mujer maltratada

Reportaje de Ana Gaitero
Diario de Leon


«Me tenía tan agarrada que no denuncié»

MERCEDES es licenciada en Filología Inglesa y artista. Nunca identificó su situación con el maltrato. Vio la luz en el servicio de la Mujer de la Junta y al psicólogo.

Mercedes tiene dos pozos de tristeza en el rostro. Llegó a la sede de la Gerencia de Servicios Sociales en Burgos sin saber a dónde tenía que dirigirse. «Estaba a punto de perder a mi hija definitivamente y pensé que me enviarían a protección de menores». Pero, no. La remitieron al servicio de atención a la Mujer. Es leonesa y quiere contar su historia.
«Iba muy nerviosa. No sabía lo que me pasaba. No le había puesto nombre. Hasta que me dijeron que era víctima de maltrato», explica esta mujer de 45 años que durante años convivió con un hombre que «me ha boicoteado la carrera profesional, la autoestima personal y mi relación con mi hija».
Nunca le denunció y oficialmente no es un maltratador. «Me tenía tan agarrada que no denuncié. El psicólogo me dice que he normalizado cosas que no son normales. Y tampoco podía demostrar nada porque nunca me golpeó. «Yo no era consciente de que las amenazas, la minusvaloración, los insultos, la sodomización contra mi voluntad y las violaciones... eran maltrato», confiesa.
Entró en la espiral del miedo y del pánico y ha peregrinado durante los últimos quince años por clínicas y fisioterapeutas. «Ahora he descubierto que tengo fatiga crónica, fibromialgia y una depresión para los restos», dice.
Se hicieron novios con 14 años y tuvieron una hija una década más tarde. «Me consideraba suya: una pieza de barro que moldeaba a su gusto». Mercedes logró acabar su carrera de Filología Inglesa y también se desarrolló como artista. Todo parecía ir bien hasta que la vida se torció. Y ella decidió poner fin a la relación cuando su hija tenía apenas año y medio de edad. «No perdonará nunca que me separara. No me creía capaz de tomar esa decisión y no se lo esperaba».
Lo que ella tampoco esperaba es que su vida se convirtiera en un infierno después de la separación. «Ha sido una carrera obstáculos, un acoso sin tregua, entraba en los juzgados por la mañana y salía por la tarde. Soy su obsesión y cuando dejamos de hablarnos empezó a acosarme por carta, que es como nos comunicamos desde hace más de diez años», explica.
Su expareja paga la pensión religiosamente, pero «ha hecho lo indecible por perjudicarme: no quería que fuera independiente y cuando trabajaba fines de semana se negaba a cambiarme los días de visita para que me coincidieran los descansos con mi hija. Gracias a que la sentencia fue favorable a mí».
En aquel tiempo su expareja vivía en otra provincia y solo veía a la niña los fines de semana correspondientes. «Estaba cerca, pero no le interesó tener una relación con su hija y cuando venía la metía la tarde en un parque de bolas».
Con 15 años, la niña se negó a ir con el padre en el régimen de visitas establecidos. «Yo estaba dividida entre mis sentimientos y mis obligaciones como madre y el deber que me imponía el juez», admite. La situación con la niña llegó a ser insostenible: «La llevé al psicólogo para que retomara la relación con su padre y seguía sin querer. Fue a declarar al juzgado y lo pasó tan mal que cedió», añade. «Pero le hirió mucho que yo insistiera, era como que le hubiera fallado».
Retomaron las visitas y sorprendentemente, tras las vacaciones, la niña le plantea la custodia compartida. «Yo accedí. Si era su deseo, no me iba a oponer. Pusimos dos meses de prueba y en el primero tuvo un incidente muy gordo y se suspende la prueba». Desde marzo no se ven, pero él se presenta cada semana a la puerta de casa y llama. «Sigue escribiéndome correos que ya no le responde... No sé hasta cuándo aguantaré», dice desalentada.
No denunciar supone no tener acceso a ayudas específicas. Sin embargo, Mercedes pudo entrar en el programa de apoyo psicológico de la Junta y también en la oferta de formación específica para mujeres víctimas de malos tratos. Esta oportunidad le ha cambiado la vida en los últimos nueve meses. Había perdido su trabajo y estaba en el paro. Ahora acaba de estrenar un empleo, su hija está más tranquila y va bien en los estudios.
miércoles, 12 de abril de 2017

Un lugar que no termina

Valentín Turrado
Nota de la redacción. El viernes 31 de marzo en la presentación del libro UN LUGAR QUE NO TERMINA de la FAMILIA TURRADO, en la Biblioteca pública, hubo muchos momentos entrañables. Uno de ellos fue una carta que Valentín leyó a Vicente, su padre, que hoy publicamos a sugerencia de varios de nuestros lectores. 
¡Hola, papá!
Esta carta nació para hoy, para este momento y ha sido escrita desde la inteligencia del corazón, desde “ese algo, que sé yo qué, misterioso”, como decía el poeta Blas de Otero, que nos rodea y nos envuelve. Porque es misterioso hablar en esta tarde contigo y no decir tonterías o palabras huecas que suenen bien en los oídos, pero sin estar asentadas en la propia vivencia.
No sé dónde estás ni tengo ni idea de cómo será eso que tú anhelabas con tanta intensidad, ese cielo divino. No sé si es una forma de hablar o es algo más. Me siento un ignorante de todo lo que ha de venir o acontecernos. Mi anhelo me dice que es bueno, como lo dicen tantos que han vivido experiencias cercanas a la muerte y han regresado. Como lo dice, Elisabhet Kubler Ross, que dedicó su vida, acompañar enfermos terminales: la muerte es bella y pacífica. Como tanta otra gente lo ha expresado, como Francisco de Asís, Rumi, Buda y tantos y tantos otros. Un misterio sí, pero un misterio bello. “Lo que para la oruga es la muerte para la mariposa es volver a nacer”, dice un hermoso proverbio. A eso me apunto, sabes, aunque ese saber sea oscuro, discreto y humilde. “La muerte no existe”, decía un amigo y cuando se lo escuché por primera me pareció una necedad, pero hoy me siento más cerca de la mariposa que del gusano, y que “ser o no ser no es la cuestión”, como Hamlet, porque todo es Ser, es.
“Esto no se puede contar, hay que pasar por ello”, nos decías en los últimos momentos cuando te preguntábamos por lo que estabas viviendo, mientras tu rostro hablaba de paz, hablaba de calma, emanaba luz, mientras tus piernas se iban enfriando y tus ojos se perdían en un horizonte incomprensible para mí.  Porque para comprender hay que irse, ¿verdad?
“Mi vida aquí está terminada, estoy en la parrilla de salida y ocupo el primer lugar, quiero dejar el sitio para que otros vengan, ya no pinto nada aquí”, eran algunas de tus mantras gloriosos, que hablaban de entrega total, de rendición absoluta a que lo estaba llegando. Ya no había en ti pelea alguna ni protesta. Papá, me recordabas aquello que cuenta Anita Moorjani – por segunda vez la cito- en su libro me Muero por ser yo: “Cuando renuncié a aferrarme a la  vida física, no sentía que necesitaba hacer nada en particular para entrar en el otro reino, como rezar, cantar, usar mantras, el perdón o cualquier otra técnica.  Continuar  era  parecido  a  hacer  absolutamente  nada.  Era  algo  parecido  a  decirle  a  nadie  en  especial:  “Bueno,  no  tengo  más  para  dar.  Me  rindo.  Tómame,  haz  lo  que  quieras  conmigo.  Te  saliste con la tuya.”
Parecía que no te costaba entregarte en las manos de la vida, en las manos de Dios, como a ti te resultaba más familiar expresar, desde tu creencia certera. “Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, mi Dios”, decías sin decirlo, con palabras del salmista. Nada te ataba. Tu labor estaba hecha. Terminada. Con respeto. Con esmero, como cuidaste durante tantos años las cebollas, las patatas y los rosales y escogiste miles y miles de botellas de vidrio. Que mientras estuviste sano nunca faltó en casa un ramo de rosas o de margaritas . Tú no eras hombre de palabras. Eras de gestos y éstos eran grandes y amables. Con sombras, por supuesto. Porque donde hay luz necesariamente hay sombra.
¿Dónde estás?, te lo pregunto desde la niebla y desde la incertidumbre. Tú ya lo sabes todo y nosotros estamos empezando a reconocer el vocabulario de la sabiduría, que empieza por la a grande de aceptación, sigue por la b de bondad, la c de confianza. Y para qué seguir, valen tres palabras para vivir con plenitud: confía, acepta y ama. Y sobran las demás. Que a los humanos nos gusta complicar las cosas y retorcerlas, para creernos más inteligentes. ¡Cómo reconocer que la grandeza está al alcance de cualquier ser humano, aunque no haya pasado por la Facultad o no tenga título alguno!
¿Cómo estás? Algo dentro de mí me dice que de pegada. Mi mente es incapaz de despegar o me golpea con cosas sabidas, aprendidas, enseñadas, esas hoy ya no me sirven. Por eso le pregunto a al corazón y él me responde que tu persona pasajera, cambiante, se ha convertido en permanente, estable e inmensa. Si soy incapaz de comprender la existencia de millones de galaxias, menos aún la realidad que no se ve, pero que es. “Lo esencial es invisible a los ojos”, recuerdo al Principito, mientras cuidaba a la rosa o jugueteaba a domesticar al zorro.
Ahora que tu rostro se me va desdibujando y el color de tus ojos se me difumina en el tiempo, ahora que regresaste al mar, como aquella muñeca de sal feliz y contenta que poco se introduce en el océano para ser agua, agua, agua y dejar de serlo nunca más.
Ahora que sé que somos nada, vacío, inmensidad, consciencia, luz, o si lo prefieres, - porque tú si prefieres esta otra forma de hablar- , y llamarle Dios, ahora que esta vida nuestra se me escurre como agua entre las manos, como se me escurren los sentires y tantos y tantos pensares….
Ahora que la barca partió y tú te fuiste, aunque te quedaste, desde nuestra orilla, te recordamos y agradecemos que estuvieras tanto tiempo en nuestras vidas y nos señalaras el camino que no termina.
Ahora, papá, queda el silencio, el silencio sonoro, como decía Juan de Yepes, ese silencio que no une a todos y nos hace volar más allá de nuestra humilde casa egoica. Mi voz se calla ante ti con respeto y con amor.


sábado, 28 de enero de 2017

Carta de un profesor a sus alumnos

Pablo Poó Gallardo. Profesor
LA VANGUARDIA, 2016
Pablo Poó Gallardo. Así se llama el profesor sevillano que ha dado una lección de vida a sus alumnos suspendidos vía Youtube. En menos de cinco minutos de grabación, Poó explica a sus estudiantes más rezagados el porqué es tan importante estudiar.
“No sabéis nada de la vida. La vida es una putada. La vida no te espera, no te comprende, no te hace recuperaciones. Vosotros ahora vivís muy bien. Vuestra única obligación es estudiar, y no la cumplís mucho”, explica el profesor.
Poó pone el acento en lo hecho de que la vida que viven ahora mismo sus alumnos, en nada se parece a lo que se van a encontrar en un futuro. “Llegáis a casa y os pagan vuestra comida, vuestros padres os pagan la ropa y vuestros móviles, a los que rompéis la pantalla cada dos por tres. Os pagan hasta vuestros botellones, puta madre todo. Pero es que la vida no es esta burbuja en la que vosotros vivís durante los cuatro años de la ESO”.
Y pone el acento en que no es una cuestión de capacidades. “No es que no podáis, es que no queréis. Tenéis capacidad de sobras, lo sabéis, os lo digo todos los días. Vuestro problema no es de capacidad, sino de esfuerzo. Sois unos vagos, lo decimos en clase y hasta os reís, porque lo reconocéis. Pero cuando salgáis de aquí, la vida os va a poner en vuestro sitio a bofetadas. Y eso es lo que realmente os quiero ahorrar”.
Con su discurso, este profesor sevillano intenta abrirles lo ojos a sus alumnos. “Imagina cuando salgas de aquí. ¿Tú crees que si no tienes la nota media suficiente vas a entrar en el ciclo ese que quieres entrar? No vas a entrar, no le vas a dar pena absolutamente a nadie. Entonces qué, otra vez a casa a lamentarte, a comerte con patatas el título de la ESO”.
Su obsesión es que estén preparados para los que se les avecina. ’’Pero maestro, yo para qué quiero saber el romanticismo, a mí eso me da igual’. No tenéis referentes culturales, no entendéis los textos que leemos (…). Cuando vayas a firmar un contrato, a lo mejor estás poniendo tu firma sobre un sueldo de mierda, o sobre una jornada laboral que es eterna, y ni te has dado cuenta, y se aprovecharán de vosotros”, advierte. Como tú no tienes idea de nada, no sabrás que otros han conseguido ya lo que tú pensabas que era imposible.
Y prosigue: “No tenéis herramientas, no tenéis sentido crítico… ¿Tú no sabes que hace 200 años unos románticos intentaron romper con todo y mandar el sistema a tomar por saco? ¿Qué pasa? ¿Te vas a creer que hay cosas imposibles? ¿Que nunca se podrá ir en contra de lo establecido? Como tú no tienes idea de nada, no sabrás que otros han conseguido ya lo que tú pensabas que era imposible. Parece mentira, pero en las mentes abiertas es más difícil entrar. Una mente cerrada se conquista con mucha facilidad, sólo tiene una puerta”.
El conocimiento os hará libres. La libertad es fundamental en el día de hoy. Para que no escuchéis la tele y os creáis todos lo que os dicen desde un atril, desde un mitin, para que después vayas al bar y repitas lo que ellos quieren que repitas. Y bueno, con el paro y las chapucillas que vayas haciendo irás tirando. Pero es que hay una vida maravillosa mucho más allá de lo que vosotros os pensáis. Y sólo se va a ganar con esfuerzo. Y lo tenéis que empezar a demostrar desde ahora”, esgrime Poó.
Una mente cerrada se conquista con mucha facilidad, sólo tiene una puerta.
Por todo ello, este maestro pide a sus alumnos que a partir de enero se dejen de “tonterías”. “Vamos a poner ganas porque algunos, los que quieren que seáis felices desde los doce hasta los 16 años les importáis sólo hasta que termináis la ESO. Y yo he firmado con vosotros un contrato de por vida”, concluye.
martes, 6 de diciembre de 2016

Carta al Teléfono de la Esperanza

José Manuel Ballesteros Pastor
Escritor






Querido amigo: Te hablaré del Teléfono de la Esperanza. Fue la otra noche, en lo más hondo de la desolación de mi alma, a solas con la lluvia y el silencio; a esa hora en que, si no duermo, parece que se me ha detenido el tiempo y que estoy sola en la vida, que no hay nadie más en el mundo y que nunca más volverá a amanecer. Entonces, en una de tantas vueltas, pensé en el Teléfono de la Esperanza. Busqué el número. 957 470 195. Al otro lado de la noche, una voz. De mujer. Sentí lo que debe de ser el cobijo de una madre. Sentí una emoción profunda y lágrimas en los ojos. Hablé. Hablé de mi soledad, de mi tristeza, del silencio, de las lágrimas... ¡Vivo tan sola estos sentimientos, aquí, en lo más callado de mi corazón! Al otro lado había silencio, pero un silencio lleno de vida, porque yo sabía que mi alma era escuchada por amor, sin ningún otro interés. Había encontrado otra alma en el fondo de mi noche; alguien que esperaba dispuesta a escuchar lo que fuese, hasta el dolor más inhumano; este dolor insoportable que me produce el estar lejos de la persona amada; este dolor que me arrasa, que me ahoga de desolación y de tristeza, y me abre tanto vacío a solas que me arranca del pecho el corazón y vuelve a colocarlo para arrancarlo una vez más; que me convierte en lágrimas cualquier cosa que miro; que me apaga la sonrisa; que le quita la vida a mi vida: si como, si trabajo, si me despierto en la noche y no hay nadie, sólo lluvia y más lluvia, silencio y más silencio, y miedos, y desolación, y ansias de que alguien me acoja y me cobije; pero no hay nadie, solo soledad y más silencio; y el tiempo no pasa; y tiene que venir un nuevo día, esconderme del dolor, aparentar como que puedo seguir viva sin ayuda. Yo seguía hablando, y sentí que un alma me acariciaba el alma. No sé cuánto tiempo duraron mis palabras, pero pasó en un soplo. Colgué y, después de tantas noches, me volví acompañada a la cama. Y esta vez lloré de agradecimiento. Nunca esa voz sabría quién era yo, ni siquiera mi rostro; ni yo sabré nunca quién es esa voz. Lloré de esperanza, porque había palpado el amor; porque en esta vida hay ángeles entre nosotros, escondidos dentro de personas que practican la bondad. Si no fuera por ellas, no amanecería nunca en este mundo».
viernes, 25 de noviembre de 2016

Así fue la presentación del libro "Cartas del alma desnuda"
de Raúl Rodríguez



Raúl Rodríguez y Valentín Turrado. Una fotografía de Javier Casares.

Más de diez preguntas sueltas


La presentación del nuevo libro "Cartas del alma desnuda" en León fue muy dinámica, la verdad es que tuvo mucha chispa, creo que esa chispa nació porque Valentín, el amigo que presentó el acto, lo hizo con total entrega, nada nuevo en él porque es así como hace siempre las cosas. Aquí van a modo de resumen las preguntas que él hizo, así como las respuestas aproximadas que yo pude hacer, y digo aproximadas porque éstas no corresponden a una grabación sino que son una recreación que he hecho en estos últimos días, una recreación elaborada a partir de lo compartido con el público de León el pasado 11 de noviembre.
-Hola Raúl, leo que en la carta 112 dices: “Soy un agricultor de la escritura. Tantas veces me veo aquí en la casa caminando con paso lento, tantas veces me veo haciendo las cosas con el mismo tesón y con el mismo porte de los campesinos a los que tanto admiro.. ¡Tantas veces! ¡Tantas!. Porque un día decidí hacer las cosas sin prisa. Con paciencia me siento a escribir. Con la misma paciencia con la que los viticultores van a podar sus viñas. Haga bueno o haga malo, siempre estoy a la tarea. Sigo el surco. Sembrar a pesar de todo. Meter en el surco las palabras, que ahí mueran. No depende de mí que broten en el corazón de la gente. No depende de mí. De mí no depende nada. Nada en absoluto”. En realidad, ¿qué depende de ti? ¿Qué es lo que pones tú en el surco?
-Parece que las cosas dependen de uno, pero en realidad no es así, todo depende de la Vida, es la Vida la que lo va haciendo todo.
-Sin despertar interior no se puede hacer nada, dices en la carta que escribes a Fran. ¿Qué es estar despiertos?
-Creo que no hay propiamente despiertos y dormidos. No es que por un lado estén los despiertos y por otro los dormidos. Hasta el más despierto muestra signos claros de estar dormido, y por supuesto que el más dormido de todos muestra también signos de estar un poco despierto. En realidad estamos todos “despertando”. Es necesario decir que lo real no es nunca lo que sucede, y es que por debajo de lo real viaja siempre un río escondido, es ese río escondido el flujo de la Vida Verdadera, es ahí donde hay que situarse cuando hablamos del despertar. No está despierto el que anda muy espabilado en el mundo de la forma, el más despierto es el que ha contactado con ese río escondido, es decir con su ser interno, el ser real e inamovible.
-Escribes una carta a tus abuelos y dejas en esa carta una pregunta para que ahora te la pueda hacer yo también esta tarde: ¿Cuál es para ti el mayor aprendizaje en tu paso por la Vida? 
-El mayor aprendizaje es sin duda hacer las cosas a través de la Conciencia Profunda. Y es que hay dos tipos de conciencia, la conciencia superficial y la Conciencia Profunda, la mayoría de las cosas las hacemos a través de la conciencia superficial. El verdadero significado de la vida no es otro que contactar con esa Conciencia Profunda.
-Escribes una carta a una mujer que no podía dormir por las noches. Parece que lo que nos quita el sueño en el fondo es el miedo a morir, el miedo a desaparecer. ¿Qué te hace a ti dormir a pierna suelta?
-Cuanto más control intentamos tener sobre las cosas, más miedo tenemos. Lo que te hace dormir a pierna suelta es precisamente dejar de tener el control sobre las cosas, eso no quiere decir que no estemos sobre lo que hay que hacer en el día a día, lo que quiere decir es que no hay que obsesionarse con nada.
-Es en la carta a Felipe donde hablas que no existe un yo individual, que todo pertenece a una única identidad cósmica, infinita, inabarcable. ¿Cómo has llegado hasta ahí? 
-Hay algo que para mí es muy importante, y es que la paz profunda, la paz del corazón, no se alcanza nunca a través del pensamiento, descubrir eso tiene que ver con darse cuenta también de que no existe un yo individual.
-En la carta a Mónica completas la pregunta anterior. ¿Cómo siendo uno nos experimentamos duales y nos vivimos en una continua dualidad, en continua separación? ¿Hay alguna forma de romper esta dicotomía?
-La dualidad hay que vivirla de forma completamente relajada y natural. Venimos a este plano dimensional también para vivir la dualidad. Estar partidos en varios cachos forma parte de esta aventura de la vida en la forma. La vida en la forma que se nos muestra está siempre dividida, partida, troceada, no así la vida en la esencia que permanece pura e inalterable, esa vida en la esencia no es afectada nunca por nada. La misma idea de la reencarnación nace porque nos sentimos separados. Salimos de la dualidad cuando dejamos de identificarnos con personas, con cosas, con situaciones. Y es que nosotros no somos las cosas externas que nos rodean. Pero repito, no hay que obsesionarse con intentar salir de la dualidad del mundo de la forma, a veces cuanto más intentas salir, más dual y contradictorio te vuelves. O lo digo mejor de esta otra manera: la vida en la forma, la vida externa de las cosas corrientes es siempre dual, esa es su naturaleza.
-“Ahora puedo hablar de la angustia de forma serena, sosegada”, dices en la carta que escribes a Ana María. ¿Hubo otras épocas en las que no pudiste? ¿En dónde andabas? ¿Qué te impedía acoger la angustia como una compañera, una aliada en el camino? 
-El miedo más grande llega a nosotros cuando pensamos que en un determinado momento se nos puede borrar la manera en la que ahora percibimos eso que llamamos 'la realidad'. Mi miedo desapareció aprendiendo a dormir, y es que cuando te duermes en realidad te mueres. Quien aprende a dormir aprende a morir. Y se aprende a morir dejando de tener control sobre las cosas, sobre las personas, sobre las situaciones de la vida. Duerme más y mejor el que se encomienda a la Vida con total inocencia. Confiar en la Vida como lo hace un niño, ese es el secreto.
-¿Has necesitado mear muchos miedos, tal y como expresas en la carta a tu tío Pepe? ¿Qué meas ahora? 
-El miedo se concentra mucho a nivel físico en la zona de los riñones, también en la vejiga; la cistitis en las mujeres y la prostatitis en los hombres es, sobre todo, miedo y también culpa. Cuando orinamos podemos hacer un ejercicio espléndido de expulsar el miedo, yo lo hago a diario desde hace muchos años, y si además lo haces junto a un árbol o un rosal, el beneficio que se experimenta es mucho mayor, la razón es que el árbol y el rosal emiten plasma y ese plasma te sana. Con esto no estoy diciendo que haya que abolir todos los cuartos de baño...ja, ja, ja.
-Hay en ti sentimiento muy profundo de escapar de la mediocridad, tal y como expresas en la carta a tus viejas libretas. 
-Escapo de la mediocridad si me hago del todo consciente del estado de mi mente; lo que importa es que en todo momento vea su estado, si está rota esa mente he de reconocer que está rota, si está llena de dudas toca también reconocer que hay dudas. Y es muy importante darme cuenta de que las imágenes que construyo de mí mismo me separan de la esencia que soy. La esencia que soy no puede ser construida a través de ninguna imagen externa.
-“Durante años me han martilleado pensamientos repetidos y obsesivos, algunos aún están presentes. Todos tenemos fobias y miedos inexplicables que llevamos encima año tras año”, dices en la carta que escribes a Mauricio.
-Para quitarse las fobias y los miedos no hay nada mejor que reírse. Los monjes zen en Japón comienzan su día riéndose, lo primero que hacen al levantarse de la cama es pasarse cinco minutos riéndose, sin duda una magnífica forma de comenzar la jornada. ¿Y de qué o de quién te puedes reír recién levantado de la cama? De ti mismo. Cuando eres capaz de reírte de ti mismo el ego queda aniquilado; te ríes de que el ego es en realidad un aparato mental puramente teatralizado, de eso te has de reír. Reírse de los demás es siempre algo perverso, sin embargo reírse de uno mismo es pura humildad. Si tienes la tentación de reírte de los demás recuerda esto: ríete de las situaciones que la vida propicia, nunca de las personas.
-Dominar el sexo es una de las mayores dificultades de la vida. Gandhi hizo varios compromisos serios de castidad y de la misma forma los rompió. Háblanos del sexo y qué hacer para integrarlo, vivirlo de forma hermosa o trascenderlo. Esta pregunta está relacionada con la carta que escribes a tu tío Pepe.
-Yo admiraba a mi tío porque digamos que era una especie de ser asexuado, seguramente por eso disponía de una inocencia tan increíble. Él miraba las cosas del mundo sin los resortes del sexo que siempre están presentes, su mirada me llenaba a mí de libertad. En realidad el sexo no se puede dominar. Los monjes tampoco han dominado el sexo, digamos que han intentado domesticarlo. Muchos monjes han intentado dejar el sexo fuera del convento sin darse cuenta de que el sexo entraba también con ellos dentro de los muros de ese convento. Lo mejor para llevarse bien con el sexo es vivirlo con completa naturalidad. Todos los que no viven el sexo de forma natural acaban enfermando.
-Dices en la carta a los indecisos: “No formo parte de ningún partido político, de ninguna religión, de ningún grupo organizado”. ¿Cómo te llevas con la política, la religión o los grupos organizados?
-La política actual está más muerta que viva; las religiones establecidas están casi todas agonizantes. Lo nuevo que está naciendo nace precisamente de seres que se están desprendiendo de la vieja política y de las viejas religiones. La iglesia católica atesora tres veces el dinero que haría falta para socorrer a todos los pobres del mundo. Otra cosa que me parece inquietante de la iglesia es que aún piensan que hay que salvar a alguien; si tú piensas que tienes que salvar a otro en realidad lo que haces es pervertir tu vida, además no eres libre porque lo que haces es perseguir una idea. Ya no es preciso salvar a nadie, y es que por el hecho de vivir estamos ya todos salvados; al estar inscrito en la Vida, en el Existencia, estás salvado ya; tú no tienes que hacer nada especial para salvarte, formar parte de la Vida te ha salvado ya.
-“Yo nunca he sido un hombre del montón. Mi naturaleza y mi ser me lo han impedido. He sido muy criticado por hombres y mujeres del montón”, dices precisamente en la carta a los hombres y mujeres del montón. ¿Qué es ser un hombre del motón? ¿Qué no soportas de esta actitud? 
-Esos hombres y esas mujeres del montón son los que pudiendo hacer algo en la vida en realidad no han hecho nada, y no lo han hecho porque no han querido, es un problema de desidia, de falta de voluntad. Los hombres y las mujeres del montón en definitiva son los que se dejan manipular.
-“El camino espiritual no se puede acelerar”, dices en la carta que escribes a Montse. ¿Qué medios tienes tú para no entorpecer ese camino? ¿Hay algo que hacer?
-Sin prisa todo llega. La meditación y la contemplación pausadas nos llevan siempre al punto que necesitamos. La vida no tiene reloj. La espiritualidad es un camino que nunca se puede acelerar ya que tiene muy marcados sus propios tempos. El camino hacia Dios corre sin agobios de ningún tipo. Los procesos profundos son eternos y no están ligados al tiempo y al pensamiento. Sin planificar nada, todo acontece.
-“Sueña con fuerza, no seas un soñador corriente”, dices en la carta que le escribes a tu hijo Miguel. Si tuvieras que pedir algo, ¿qué pedirías?
-Ahora mismo pediría cosas sencillas, y desde luego no hablo de pedir cosas materiales, por ejemplo pediría que se me diera la posibilidad de darme cuenta de que cuando llegan a nosotros el dolor y el sufrimiento, no llegan para aniquilarnos sino que llegan para transformarnos. Después de una enfermedad y después de una muerte de alguien cercano, podemos comprobar que en la mayoría de las ocasiones nuestra vida ha cambiado para bien. Siempre cuesta admitir que es a través del dolor la forma en que la vida nos va afinando.
-“Llegar a ser santo es llegar a ser nosotros mismos”, escribes en la carta que escribes a Fabio.“Saber vivir es descubrir qué es lo esencial y qué es lo anecdótico”, escribes en la carta a Estefanía. ¿Qué es eso esencial y qué es lo anecdótico? 
-Respondiendo a la primera cuestión: querer ser santo es una ambición como otra cualquiera; ser santo no es otra cosa que ser verdaderamente tú mismo, y ese tú mismo es no intentar aparentar lo que no eres. Ser santo es ser alguien de verdad, es santo el que vive sin ningún aspaviento, siempre fiel y leal al Espíritu que habita en su interior; en realidad el santo es el que ya no interpreta ningún personaje. Y respondiendo a la segunda cuestión, es preciso decir que descubrir lo esencial es enfrentarse a lo real, lo real acontece cuando todo lo circunstancial desaparece.
-Rául, ¿tú eres un triunfador? Esta pregunta viene por la carta que escribes a los que no saben si tú has triunfado o no has triunfado. 
-Claramente mi triunfo no tiene que ver con nada exterior, me refiero a un triunfo basado en conseguir casas, coches, dinero y un largo etcétera, tampoco con el prestigio, y mucho menos con la fama. Mi triunfo es un triunfo hacia dentro. Mi triunfo no se ve. Cuando verdaderamente alguien consigue brillar, algunos lo aceptan naturalmente y le apoyan y le protegen, otros en cambio van a decir que lo único que ha hecho ese que brilla es construir un personaje, entonces se pondrán en su contra. ¿Y por qué se ponen en su contra? Seguramente por envidia, y es que actualmente hay más muertos a causa de la envidia que a causa de las armas de guerra. Cuando comencé a vender libros hubo gente que me dejó de hablar, me dejaron de hablar porque pensaron que yo me había vendido al mercado, y yo nunca me he vendido a nada ni a nadie; ellos pueden tener sus trabajos y cobrar su dinero a través de sus nóminas, sin embargo no ven de la misma manera que tú te ganes la vida con los libros que vendes. Pero yo no se lo tengo en cuenta. Quiero decirles a ellos y de paso también a todos que la paz del corazón no se alcanza nunca a través de ningún triunfo personal, de lo que se trata es de habitar en la paz del corazón, una paz que no conoce cifras ni datos, una paz que está al margen de cualquier circunstancia externa.
-¿Qué se siente Rául cuando un amigo se dirige a ti al final de sus días para decirte: “Mi físico se acaba, sin embargo me voy contento porque soy alguien que ha amado mucho?”, es lo que cuentas en la carta a Andrés.
-Lo que cuento en la carta a Andrés es que de la tierra de su tumba en el cementerio creció un árbol, concretamente un frutal; su viuda me ha contado hace unos días que ha vuelto a nacer de su tumba otro árbol, la verdad es que no me extraña que de un hombre tan fecundo crezcan árboles fecundos. Amar es la clave. La medida del amor se comprueba en la entrega. A más amor, más entrega, y a más entrega, más amor.
-Dice Pedro Casaldáliga: "Al final del camino me dirán: ¿has vivido? ¿has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres".
-Muy bello eso que dice Casaldáliga. A veces los literatos y los poetas balbucean algo parecido a la propia trascendencia, pero pocos se atreven a dar el paso. Muchas veces en una novela de cuatrocientas páginas encuentras solamente una frase que merezca la pena, con lo que la cosecha es muy escasa. En muchos poemas se anda rondando la trascendencia pero no se la nombra porque muchos poetas aún tienen miedo. Hay poetas temerosos aún de vivir a Dios, piensan que si viven a Dios se ablandan y que la gente va a pensar que se han convertido a algún rito particular y que eso les va a hacer aparecer como ridículos delante de los demás. Un poeta que no vive a Dios en su corazón no es un poeta completo ya que no dispone de todos los registros que la vida le ofrece.   
-Dices en un momento dado: ¡Qué importante es ser feliz con nada! ¡Qué importante es ser feliz sin consumir nada! ¡Qué importante es ver la vida sin tener que aparentar ser nada ni nadie! ¡Qué importante!
-Así es. 
-¿Quieres añadir algo para terminar?
-Sí, que hay que ser valientes para denunciar el mal, muchas personas que conozco no denuncian el mal porque temen perder su estatus. También quiero decir que sin amor al prójimo es imposible construir nada que merezca la pena. Es imposible.
Tomado de: 
viernes, 30 de septiembre de 2016

DE SANTO DOMINGO DE LA CALZADA A TOSANTOS






Cuando llegamos en junio a nuestra última etapa antes de las vacaciones de verano, la hicimos pletóricos por lo mucho que nos estaban aportando estas etapas del Camino de Santiago y Adela nos lo quiso remarcar y expresar "formando con flores la palabra  ILUSIÓN".

Ahora volvemos a ponernos en camino... el gallo con su kikirikí nos despierta "¡venga que hay que ponerse las zapatillas y a reiniciar el camino!"... Ya estábamos deseosos de volvernos a ver, de caminar juntos, de compartir momentos y experiencias, de escuchar y escucharnos....

Y a las 7 de la mañana nos volvimos a juntar. Nuestra etapa de hoy será de un solo día, pero un día intenso.

Ya desde primera hora de la mañana la gran Regina Brett nos envió un mensaje "una lección de vida" para cada uno de nosotros, ¡vaya detallazo!.

Durante el viaje, a Tomás no se le ha olvidado la historia de nuestro país y sigue desgranándola para nosotros como solo él sabe hacerlo...

Marta, Marga y Carmen nos obsequiaron con poemas del poeta Rudyart Kipling que nos llegan al corazón, que nos hacen seguir adelante, no desistir.

Merce nos ofreció unas sabrosísimas rosquillas que ella misma preparó antes de salir de viaje y que a esta primera hora de la mañana son un manjar. Te han quedado riquísimas.

Llegamos a Santo Domingo de la Calzada, ¡qué bonita villa!
No podemos empezar nuestro caminar sin antes bailar una de nuestras danzas favoritas, ¡ya somos unos maestros! ¡No sería lo mimo una etapa en la que faltase la danza!

Destacaría como original que hoy hemos caminado en fila india, en silencio durante unos kilómetros... en muchos momentos solo se oía el paso de la persona que caminaba delante de ti y detrás de ti.

Qué importante es saber seguir un ritmo para no cortar ni interrumpir a los demás, ni verte tú cortado.

A continuación, Belén ayudada por Adela nos resume el sentir de este momento escribiendo en el suelo con las piedrecitas que habíamos recogido en el trayecto, la palabra PAZ. Como veis por donde pasamos... dejamos huella.

Estas cosas son las que hacen que algo tan sencillo se convierta en algo extraordinario.

El paisaje ha cambiado por completo. Hemos dejado atrás la frescura, el verdor de Navarra y de La Rioja y nos vamos adentrando en Castilla donde solo vemos rastrojos del cereal ya cosechado, todo seco.

La mañana empieza a ponerse difícil, cuesta arriba y digo esto no por las subidas, porque en general es todo llano, pero el sol nos está achuchando de lo lindo, las sombras han desaparecido, las piernas empiezan a quejarse, las ampollas empiezan a molestar a algunas personas y aguardamos impacientes el oasis que esperamos encontrar para la hora de la comida.

Al fondo, vemos la sombra de unos arbolillos, una fuente, unos asientos de piedra, un bar para refrescarnos.... es el sitio ideal que nos estaba esperando para descansar un rato y comer nuestro bocadillo. Así es la vida del peregrino, ¡muy dura!

Montse y Tomás hoy son los encargados de los postres, celebran su cumpleaños con nosotros. Esto es una gran familia y la alegría de unas personas es la alegría de todo el grupo.

La tarde se hace más ligera porque, aunque calienta el sol, hace un poco de viento y se agradece al caminar.

Así llegamos a Belorado, que era nuestro destino. Pero he aquí que Ángel nos tiene una sorpresa, nos sugiere continuar unos kilómetros más para que la próxima etapa no estemos tan justos de tiempo. Y aunque nuestras piernas nos piden descansar, nuestro corazón nos dice que se puede seguir. ¡Qué más da 22 que 27! ¡Eso no es nada!... Adelante....

Así hemos terminado esta primera etapa de este nuevo curso: cansados, pero felices y contentos por el día que hemos pasado, por lo que hemos disfrutado y compartido.
Ya de regreso hubo tiempo para que Valentin, ¡libremente! nos dejara expresar nuestros sentimientos de este día, y que las personas que hoy nos acompañaban por primera vez nos contaran su impresión. ¡Enhorabuena a Sergio, Boni, Marta, Lola, Amparo, Camino y Ramón! Hemos caminado como si nos conociéramos de toda la vida, gracias por haber compartido con nosotros este día y podamos compartir muchos kilómetros más.

Y Javi nos volvió a sorprender con la película de la última etapa ¡Eres un artista!

¡Hasta la próxima, amigos!


Javi y Pilar




lunes, 26 de septiembre de 2016

Aberasturi y su hijo Cris

Pedro Simón El Mundo 2016
Aberasturi escribe sobre su hijo con parálisis cerebral
"Cris  es como debería ser Dios"
Cris tiene 36 años, un biberón de batido rosa y unas manos pequeñas. Es uno de los 120.000 paralíticos cerebrales que hay en España.
En 'Cómo explicarte el mundo, Cris', Andrés Aberasturi escribe a quemarropa sobre su hijo
El padre le habla al hijo como si éste le estuviera entendiendo todo. El padre le pregunta como si el chaval -en cualquier momento, ¿te imaginas la fiesta?- le fuera a responder cuatro frescas. El padre le cuenta noticias de los sobrinos Andrés y Pablo como si Cris supiera quiénes son Andrés y Pablo. El padre trata de estrecharlo contra sí mismo como si este manoteo desmadejado de Cris fuera un abrazo intencionado.
Cuando uno tiene un hijo con una parálisis cerebral -cuenta el padre-, "hay que vivir como si".
Esta historia tiene 36 años -los que tiene Cris-, pero comenzó a escribirse hace tres. Un poco en trance y en vigilia. Un poco a pesar de uno mismo. Un poco a quemarropa. Todas las cursivas que van a leer a continuación -si es que están dispuestos a leer un alegato oscuro- están sacadas del libro Cómo explicarte el mundo, Cris (La Esfera de los Libros). El resto salió de una tarde que pasamos con Cristóbal y su padre, el periodista Andrés Aberasturi. Que tiene una dilatada carrera profesional. Que tiene varios premios. Que tiene algunos poemarios, sí. Y que también un hijo con parálisis cerebral.
-Hay algo que sí que sabemos hacer bien mi hijo y yo.
-Dinos.
-Chocar las manos como los americanos. Mira.
Y las chocan. Plas.
Las manos. Las del hijo: blancas, húmedas y pequeñas. Que no necesitan ni una sola sesión de quiromancia porque se leen solas.
"Las manos de mi hijo no empuñarán banderas ni fusiles, ni moldearán el barro, ni escribirán sonetos. Pero las manos de mi hijo nunca harán daño".
(...)
"Ayer tu madre, sin venir a cuento, ha comentado casi de pasada, con un dolor sencillo, que una de las cosas que más echa de menos es no haber podido llevarte nunca de la mano"
El día en que nació, Cristóbal Aberasturi Páez lo hizo sin diagnóstico y sin paladar, y al poco le tuvieron que fijar la lengua con puntos para que no se la tragara. El padre aún recuerda aquella boca amoratada y rota, "deformada por las pinzas que debieron usar para operarle"; aquella cabeza pinchada.
Los padres preguntaban y preguntaban y preguntaban por aquella lengua imposible. Y entonces hubo un médico cabrón que les reprendió por tanta pregunta.
-¿Pero acaso va a hablar su hijo?
El periodista nos cuenta que aquella UCI de Neonatología era "un cuadro de El Bosco". Y enumera las escenas del retablo. "Bebés del tamaño de un puño entubados", "trocitos de carne palpitante", "cuerpitos mutilados", "niñitos transparentes como hojas de sándalo", "trasplantados de urgencia", "niños ya condenados"...
"Hay un silencio raro en Neonatología. Allí la gente no nos hablábamos, como una forma de respeto a los otros padres, como una forma de no querer saber". Lupe hacía algo hermosamente extraño cada vez que se acercaba a darle el biberón al hijo. Todas las mañanas, antes de acudir a Neonatología, la madre se pintaba. Los labios. Los ojos. Las mejillas. Para que la viera guapa el hijo que no miraba.
(...)
"Cuánto habréis aprendido con él' [te dicen]. Tan solo el enunciado me parece grotesco, radicalmente cruel (...). Renuncio y maldigo a cualquier experiencia positiva nacida de tu sufrimiento".
A los tres meses se fueron con la lengua en su sitio, pero con el diagnóstico en ninguna parte.
Cristóbal es Cris. Que tiene un hermano de 40 años que se tumba con él en el suelo para las siestas de verano. Que siempre se anda chupando la mano. Que de bebé "no conoció otra cosa que putadas, cada vez que alguien se le acercaba era para inyectarle, para abrirle la boca, para hacerle daño...".
En el Centro de Paralíticos Cerebrales El Despertar hay 57 residentes, una quietud de astillero y una atmósfera de pabellón de reposo.
Cris es una de las 120.000 personas con parálisis cerebral que hay en España. Una persona irrepetible. Un tipo insólito.
A Cris le gusta la piscina, levantar las piernas cuando está tumbado, vivir a su aire "como un gato".
A Cris no le gusta la ducha, que le mojen la cabeza, el aliento del secador en el pelo.
-¿Crees en Dios?
-Creo que Dios es él. Mi hijo es como debería ser Dios. Aunque yo no querría que fuera Dios, claro... Yo querría que llegara a las cuatro de madrugada hasta arriba, como los otros, con una copa de más.
(...)
"No había flores, Cris. No había ramos de flores ni cajas de bombones ni ese revuelo tan alegremente perturbador de las visitas. Tu llegada al mundo apenas se celebró".
Andrés Aberasturi no lloró con el primer desamor. No soltó una lágrima con la primera pelea o aquel traspiés profesional. Tampoco lo hizo cuando murieron sus padres. Sí lo hizo cuando el hijo se le moría después de todo.
"Le operaron de la cadera y tuvo una infección generalizada en todo el cuerpo. En casa veíamos que no iba bien. Las heridas no le cerraban. Los ojos se le empezaban a hundir. La doctora nos puso en una tesitura: o volvemos a intentarlo de este modo [más dolor, más sondas] o le dejamos que se vaya tranquilamente. Decidí que haríamos lo que dijera su madre. Es la que tenía todo el derecho a decidir. Ella y su hermano dijeron que por supuesto había que intentarlo. La verdad, la puta verdad, es que yo habría dicho que le dejaran tranquilo".
Escribe en el libro: "Lloraba por primera vez, lloraba sobre tu cuerpo dormido, lloraba sobre aquel brazo casi inmóvil a fuerza de vendajes para que no te quitaras la vía hacia tus venas, lloraba como nunca había llorado (...); y mirándote a los ojos solo te murmuraba: 'Perdóname, perdóname, perdóname...'".
(...)
"Ni tan siquiera puedo ponerte un tono de voz, soñar una palabra tuya articulada, un sonido que no sea el sonido de tu risa o de tu angustia, que no sea el sonido de tu mundo de sonidos, pequeño, conocido, comprensible. ¿Te imaginas una palabra tuya?"
-Tu hermano no va a andar -le dijo un día al mayor (que era pequeño).
-Da igual, papá. Ande o no ande, le vamos a querer igual.
Si pudiera hacerlo aquí y ahora, Andrés se pondría a fumar mientras nos cuenta todo esto. Se encendería otro cigarro a pesar de su enfermedad pulmonar crónica. Pero estamos en la residencia. En una sala que nos han dejado. Y Cris tiene media mano metida en la boca y odia el humo.
Los pulmones. Como espoletas. Hubo una vez en que una neumonía casi se le lleva al hijo. Es de esas ocasiones en que los padres tuvieron un miedo glacial y cansado. "Le ponías la mascarilla y se la arrancaba. En medio de la crisis, le agarré muy fuerte. Él también. Aquello no le iba a dar oxígeno, era una abrazo animal, lo más parecido a lo que haría un orangután. Un abrazo entre su angustia y mi miedo".
(...)
"Entonces te planteas la gran decisión de la residencia (...). Para muchos es tirar la toalla, rendirse (...). Para otros es aún peor: se trata de quitarnos el problema de encima, una forma disimulada de abandono, de olvido (...) ¿Qué estamos haciendo, Cris, hijo mío? ¿Por qué no te seguimos teniendo con nosotros? ¿Nos estamos inventando coartadas para liberarnos la conciencia? Para decirlo claramente: ¿Somos culpables y te abandonamos?"
Desde la vivienda familiar de Cris hasta El Despertar hay 40 minutos en coche. Vienen sus padres. Y el hermano. O los tíos.
Cuando Cris vivía todavía en casa -hará una década-, se iban de vacaciones los cuatro en un Chrysler Voyager que parecía una botica con ruedas. Una familia y un mapa. Los amigos del hermano mayor, a sus 15 años, tenían que pasar el "examen" de ver a Cris con naturalidad, que a lo mejor estaba tranquilamente tumbado en el pasillo. "Este es mi hermano", les decía. En plan "es uno de los nuestros". Y allí -a la edad de la mafia con espinillas- se hacían lazos de sangre.
"Ves crecer a los chicos de su edad. Y llegan los Reyes y el tuyo no sabe quiénes son los Reyes. Y llega la comunión y él no va a hacer la comunión. Ni sabrá de la selectividad. Ni de un primer beso con la pareja... Todos esos momentos. Nunca hicimos una tragedia cara afuera. Pero es inevitable pensarlo".
Andrés acude a la residencia una vez por semana a verlo. Le habla, le toca, le explica cosas de los sobrinos. Le cuenta como si.
(...)
"¿Cuántas veces has tenido sed y no lo he sabido? ¿Cuántas noches has sentido frío y no he estado para arroparte? ¿Cuántas veces te ha dolido la cabeza sin que yo lo supiera? (...) Nunca has llorado, Cris, nunca, y cuántas veces he necesitado ese llanto tuyo, ese caudal de lágrimas y penas para acercarte a mi pecho y apalomarte".
Escribe Javier Sádaba en unas líneas introductorias que el libro de Andrés "difícilmente soporta un prólogo". "Más aún: añadir algo puede estropearlo, interponer un cuerpo extraño entre él y su hijo Cris".
Nosotros nos íbamos ya.
-¿Se va uno jodido de aquí?
-Esa es la gran contradicción. Cuando te vas de la residencia, su estado es un alivio. Sé que no me echa de menos, que no sufre porque me vaya, no me castiga por ello, no me lo recrimina... Te da cierta tranquilidad egoísta... Lo que yo daría por haberle escuchado una sola palabra. Una sola... Y que esa palabra fuera mamá.

Foto: Carlos García Pozo
miércoles, 27 de julio de 2016

“El darse cuenta”

Frida


El darme cuenta, ser consciente de casi todo: del sol pegándote en la cara, del aire que te toca suavemente, del olor a hierba recién cortada, de ese olor a café que emana de la cafetera cuando somnolienta te despiertas por la mañana, de todo lo bueno que puede pasar en un día cualquiera…qué es tanto… y también de esas sensaciones raras que percibes a veces y piensas que eres tú, con tus rarezas y que cuando te trabajas, les vas poniendo nombre y de esa amiga que te acompaña …sí aquella que creías perdida con tanto malestar y que de repente reaparece y te recuerda y te pide que le hagas caso porque ella no suele fallar…. ¡ay amiga intuición, qué alegría tan grande que estés ahí y ojalá nunca me abandones!
El darme cuenta que hay personas que no conoces de nada pero que una vez entran en tu vida es difícil que salgan (qué curioso) y en su opuesto, las que creías que iban a estar ahí para siempre y te das cuenta que cuando creces, vives… las tienes que dejar atrás porque ya no te llenan, no te aportan y te apartan de tu camino, su realidad no es la tuya ya, quizá porque no se vibra en la misma frecuencia… el universo es sabio.
Y esto último cuesta, te duele, no paras de darle vueltas porque se trata de renunciar; aprender a soltar es duro pero todo está bien como está ahora: soltando, fluyendo, dejándote sorprender por esta nuestra vida.
Salir de la zona de confort no es fácil, pero sí necesario y descubrir que sales fortalecido ayuda; al principio el miedo aprieta y los pensamientos se agolpan en tu cabeza dando vueltas a la espera de un milagro que solucione el problema... Y te vuelves a dar cuenta que ya no eres la misma, eres esa persona que has querido ser siempre; aquella que prefiere el SER al estar, los abrazos a las disputas y el corazón al intelecto.
Nota de redacción. Gracias a este participante del Taller de Autonomía Afectiva por esta invitación a "darnos cuenta".
jueves, 30 de junio de 2016

CARTA DE UNA MAESTRA A MESSI


Tomado del periódico deportivo, MARCA, día 28 de junio de 2016

Tras las declaraciones de renuncia de Leo Messi, todos los argentinos desean que el futbolista se lo piense, que no deje la Selección. Pero, Yohana Fucks, una maestra de Entre Ríos, ha ido más allá. La docente ha escrito una carta al ídolo argentino con un mensaje que ha conmovido a todo el país: "Por mis alumnos, por favor no renuncies, no les hagas creer que en este país solo importa ganar y ser primero".
Carta a Messi
Lionel Messi:
Probablemente jamás leas esta carta. Pero la escribo igual, no como hincha del fútbol sino como docente argentina, esa profesión que elegí y que me apasiona como a vos la tuya.
Podría escribirte sobre la maravilla de tus talentos para el deporte más amado de nuestro país, sobre el placer que me moviliza ser una de las generaciones que pueden verte desplegar la magia en tus botines, sobre la admiración que despertas en cada uno de los gurises del mundo entero. Pero todo eso sería repetir frases hechas. Por eso voy a escribirte para que me ayudes en un reto mucho más complejo de los que hasta ahora enfrentaste, quiero que me ayudes en la difícil misión de formar las conductas de esos chicos que te ven como un héroe futbolero y como un ejemplo a seguir.
Por más amor y dedicación que ponga en mi trabajo, jamás tendré de mis alumnos esa maravillosa fascinación que sienten por alguien como vos. Y hoy verán a su más grande ídolo rendirse. Te ruego que no les des el gusto a los mediocres, a esos que frustrados por sus miles de metas no alcanzadas vuelcan sus rencores en un jugador de fútbol, a esos que opinan de todos los demás porque hacerlo es fácil y gratuito. Y te lo dice una maestra que con el abismal espacio que nos separa, lidia con esa liviana costumbre argentina de creer que el trabajo de otro es sencillo, que meter goles en un arco es tan simple como construir una casa o formar el futuro de una persona. Esa enferma necesidad de tocar siempre de oído, de ponernos en jueces insensatos que sentencian con desprecio y arrogancia el desempeño del otro, poniendo con valor solo las victorias y desmereciendo los errores como fracasos, esos mismos errores que nos hacen humanos en continuo aprendizaje.
Por favor no renuncies, no les hagas creer que en este país solo importa ganar y ser primero. No les muestres que por más éxitos que uno coseche en la vida, nunca terminará de conformar a los demás y peor aún,no les hagas sentir que deben vivir para conformar a los otros. No les brindes ese mensaje errado de que a pesar de tantas adversidades superadas, a pesar de pelearla desde muy pibe para llegar a ser el hombre triunfador de hoy, a pesar de asumir responsabilidades desde muy temprana edad y haber luchado hasta con impedimentos físicos para lograr tus sueños, todo eso se opaca ante las críticas de los envidiosos que en el fondo solo desean ser como vos.
Si vos que tuviste la familia acompañandote, que tenes un rico patrimonio personal y el apoyo de tanta gente, no lo logras, ¿como podrían ellos creerse capaces de continuar adelante pese a tantas batallas que día a día deben enfrentar?
Yo no les hablo a ellos del Messi que juega maravillosamente al fútbol, sino del que practicó miles de tiros libres para lograr embocar la pelota en ese ángulo inalcanzable para cualquier arquero; les hablo del Messi que soportó siendo un niño como ellos tantas dolorosas agujas para seguir en pie tras lo que amaba; les hablo del Messi que con todo el dinero que ha ganado ayuda a otros chicos como ellos en sus diferentes dificultades; les hablo del Messi hombre, el que formó su familia y lidia todos los días con el rol más importante que es ser un buen padre; les hablo del Messi que impide que un fanático que lo sorprende en pleno partido salga de allí lastimado; les hablo del Messi que puede equivocarse hasta errando un penal porque de fallas estamos hechas las personas y eso les muestra que hasta el más grande de todos los tiempos es imperfecto.
No te rindas, no guardes la camiseta con los colores de nuestra Patria porque al ponertela te convertis en un argentino mas que nos representa a todos, y no todos esperamos medallas y copas para sentirnos maravillosamente orgullosos de que vos lo seas. No hagas que mis gurises sientan que salir segundos es una derrota, que el valor de las personas está en cuán llenas esten sus vitrinas, que perder un partido es perder la gloria.
Mis alumnos necesitan entender que los más nobles héroes, sin importar si son médicos, soldados, maestros o jugadores de fútbol, son los que brindan lo mejor de sí mismos para el bienestar de otros, aun sabiendo que nadie los valorará más por ello, sabiendo que si lo logra, el triunfo es de todos, pero si falla el fracaso solo será de él, y aun así lo intenta. Pero sobre todo, se tiene heroísmo y hombría, cuando se lucha y superan las pérdidas con coraje y entereza, aun con todo el universo diciéndonos que no vamos a lograrlo. Y un día se encuentran con la mayor de las victorias: ser felices siendo ellos mismos, sin reclamarse cuántos demonios debieron enfrentar para lograrlo.
Todos hablan de pelotas, yo creo en la fortaleza de tu corazón.