El viernes, día 16 de Noviembre, a las 11,30 de la mañana, compartimos calor y café con los transeúntes que pasan a encontrar un cobijo momentáneo, sencillamente tomar un café, pasar al baño, saludar a alguien, encontrarse con quien quedaron, porque además del café, es lugar de "encuentro" como ocurre en todo grupo humano, ya que al final, unos saben de los otros, acuden, se buscan, se preguntan por sus quehaceres, se interesan unos por otros, como ocurre en toda familia.
Contabilicé unos 14 que estuvieron sentados y atentos, en torno a una mesa, más 6 voluntarios que también participaron. Calculamos que media hora sería suficiente pero se prolongó hasta cerca de la hora y media, la coordinadora estaba asombrada.
Impresiona escuchar sus andanzas, sus historias y sobre todo sus exclusiones. Víctimas de injusticias, a la vez que las exponían, buscaban que les diéramos una solución, una respuesta...Uno pidió una vivienda a la que le dijeron tenía derecho, pero al otro se la dieron pero a él no. Un periodista extranjero con dominio de varios idiomas sufre las consecuencias de la falta de trabajo al competir con los españoles. Otra que durmió en la calle con sus hijas y la policía les cuidaba por la noche. Tampoco faltó otra que había vivido en Valencia donde había tenido contacto con el Teléfono de la Esperanza y la experiencia había sido muy positiva. Contaban vivencias duras con naturalidad a la vez que con un cierto temor. Otros evitaban pronunciarse.
Fue muy coincidente la presencia de una persona, muy conocida ya que ha hecho muchos talleres en el Teléfono y que en estos momentos es usuaria de Cáritas ya que la pensión le da para pagar la hipoteca y la luz, no para comer. Allí elogió nuestra labor por lo mucho que le habíamos beneficiado.
En general podemos decir que fue una escucha agradable, aunque también dura, fructífera, gratificante y sobre todo enriquecedora.
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