El rincón del optimista
Juan
De joven, casi podría decir de niño, fui agricultor y ganadero. De padres, abuelos, bisabuelos… trabajadores del campo, no me quedaba otra opción que echar una manita a mis progenitores. Sí o sí. Recuerdo entre mis primeras tareas las de vendimiar, arrastrar las espigas de las morenas (montones de mies), coger hierbas para alimentar a los conejos, trillar con el ganado, coger palos (sarmientos) de las viñas tras la poda, cuidar de las vacas cuando salían en vacada (vecera dicen en otros lugares)… Esto lo compaginaba con la escuela y aún tenía tiempo para jugar. Se puede decir que tuve una infancia feliz. El pueblo era el gran escenario que valía para casi todo, daba tiempo a todo. Hoy mis padres serían casi seguro denunciados por la fiscalía de menores acusados de explotación infantil y… bla, bla, bla.
Crecí y vinieron otros trabajos más ‘adultos’ como era arrancar lentejas y garbanzos, moler pienso para el ganado, sacar el abono (estiércol) de la cuadra y derramarlo (esparcirlo) en las tierras, apañar el cereal y acarrearlo hasta la era, limpiar el grano y meterlo en la panera (la paja, al pajar), segar la hierba, darla la vuelta para que secara y llevarla a la lastra, seleccionar el grano, arar, tirar abono mineral, sembrar, segar el cereal y las algarrobas con ayuda del tractor y las máquinas especializadas, podar las viñas, sulfatar, volverlas a vendimiar… entre otros muchos, que no te quiero cansar.
Por un lado me alegro de que mis padres me alentaran a estudiar una carrera, algo que tuvieron que costear para intentar ganarme la vida en algo distinto al duro trabajo del campo. Eran los tiempos del “no te quedes en el pueblo”, no seas agricultor ni ganadero. Disciplinado que es uno, les hice caso. Estudié, saqué una carrera y trabajé pronto en lo que me propuse. Pero la cabra tira al monte. La verdad es que nunca me alejé de la tierra ni de los animales ni del pueblo. Y con el paso de los años he ido vinculándome cada vez más con esas labores que conformaron mi infancia y mi juventud, sí te diré que de forma menos intensa, algo compatible con mis tareas administrativas-intelectuales-informáticas que me dan de comer. Pero ahí sigo yendo al pueblo siempre que puedo, para arar la huerta, podar los frutales, plantar hortaliza variada, criar gallinas y pollos, pasear mis perros, podar las viñas que vendimio la poca uva que paren, de la que elaboro un vinito artesano, clarete, casero, rico… que alegra las penas y ayuda a festejar los reencuentros.
Agricultor o ganadero siempre me parecieron profesiones muy dignas. Qué más importante que producir alimentos para las personas y para el resto de animales. Es lo más de lo más. Y lo que más valoro es que padecen el riesgo de que su cosecha depende de si los calores del sol vienen fuertes o ni no llega a tiempo la necesaria lluvia del cielo. Antaño, en mi pueblo, todo era secano, lo único que se regaba era el huerto con ayuda de un pozo que se solía agotarse con el estiaje.
A día de hoy sigo conservando el orgullo de ser agricultor, aunque sea a tiempo parcial, de poder seguir los pasos de mis ancestros, las muchas generaciones de antepasados que me han precedido, de poder enseñar a mis hijos lo que es trabajar y ganarte la vida con ayuda de las manos o, como mucho, de una tijera o una azada. También disfruto comiendo lo que cultivo, sabiendo que son productos sanos, ecológicos. Sólo espero que mi espalda resista lo suficiente para poder seguir atendiendo mi huerto, seguir recogiendo los frutos que la tierra me regala, seguir preservando esta afición que no es una afición cualquiera, más bien considero la considero mi gran vocación.
Asín sea.
Optimista, y no andas desplomado con tanta tarea?
ResponderEliminarSí que ando, pero compensa. Gracias.
EliminarEl trabajo al aire libre, sin luces artificiales, sin aires acondicionados.
ResponderEliminarEnhorabuena
ResponderEliminarBuenos días, Paisano. Preciosa crónica rural que he disfrutado leyéndola "una Morena". La pregunta es: ¿En que fecha harás una visita guiada en tu pueblo?, para completar y saborear (con el Clarete Casero) la Crónica Rural. Ah, yo pongo el Queso y Chorizo. Espero (con ansiedad) la fecha, es más, se la Pediré a los Reyes (de León).
ResponderEliminarHola Luis, me parece una gran idea la de quedar en Villeza para disfrutar de una jornada agrorural. Los meses de junio o julio son los ideales, creo yo, pues el huerto estará en pleno rendimiento y el clarete dormirá en la bodega en condiciones idóneas para brindar por la amistad. Otra cosa será coordinar la quedada. Se admiten ideas, yo pongo el cuerpo y el alma.
EliminarSaludos. El optimista.
Que beneficioso y gratificante es, cuando uno descubre lo que le gusta hacer en sus ratos libres, y lo puede hacer. Pepi
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