El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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viernes, 25 de noviembre de 2016

Así fue la presentación del libro "Cartas del alma desnuda"
de Raúl Rodríguez



Raúl Rodríguez y Valentín Turrado. Una fotografía de Javier Casares.

Más de diez preguntas sueltas


La presentación del nuevo libro "Cartas del alma desnuda" en León fue muy dinámica, la verdad es que tuvo mucha chispa, creo que esa chispa nació porque Valentín, el amigo que presentó el acto, lo hizo con total entrega, nada nuevo en él porque es así como hace siempre las cosas. Aquí van a modo de resumen las preguntas que él hizo, así como las respuestas aproximadas que yo pude hacer, y digo aproximadas porque éstas no corresponden a una grabación sino que son una recreación que he hecho en estos últimos días, una recreación elaborada a partir de lo compartido con el público de León el pasado 11 de noviembre.
-Hola Raúl, leo que en la carta 112 dices: “Soy un agricultor de la escritura. Tantas veces me veo aquí en la casa caminando con paso lento, tantas veces me veo haciendo las cosas con el mismo tesón y con el mismo porte de los campesinos a los que tanto admiro.. ¡Tantas veces! ¡Tantas!. Porque un día decidí hacer las cosas sin prisa. Con paciencia me siento a escribir. Con la misma paciencia con la que los viticultores van a podar sus viñas. Haga bueno o haga malo, siempre estoy a la tarea. Sigo el surco. Sembrar a pesar de todo. Meter en el surco las palabras, que ahí mueran. No depende de mí que broten en el corazón de la gente. No depende de mí. De mí no depende nada. Nada en absoluto”. En realidad, ¿qué depende de ti? ¿Qué es lo que pones tú en el surco?
-Parece que las cosas dependen de uno, pero en realidad no es así, todo depende de la Vida, es la Vida la que lo va haciendo todo.
-Sin despertar interior no se puede hacer nada, dices en la carta que escribes a Fran. ¿Qué es estar despiertos?
-Creo que no hay propiamente despiertos y dormidos. No es que por un lado estén los despiertos y por otro los dormidos. Hasta el más despierto muestra signos claros de estar dormido, y por supuesto que el más dormido de todos muestra también signos de estar un poco despierto. En realidad estamos todos “despertando”. Es necesario decir que lo real no es nunca lo que sucede, y es que por debajo de lo real viaja siempre un río escondido, es ese río escondido el flujo de la Vida Verdadera, es ahí donde hay que situarse cuando hablamos del despertar. No está despierto el que anda muy espabilado en el mundo de la forma, el más despierto es el que ha contactado con ese río escondido, es decir con su ser interno, el ser real e inamovible.
-Escribes una carta a tus abuelos y dejas en esa carta una pregunta para que ahora te la pueda hacer yo también esta tarde: ¿Cuál es para ti el mayor aprendizaje en tu paso por la Vida? 
-El mayor aprendizaje es sin duda hacer las cosas a través de la Conciencia Profunda. Y es que hay dos tipos de conciencia, la conciencia superficial y la Conciencia Profunda, la mayoría de las cosas las hacemos a través de la conciencia superficial. El verdadero significado de la vida no es otro que contactar con esa Conciencia Profunda.
-Escribes una carta a una mujer que no podía dormir por las noches. Parece que lo que nos quita el sueño en el fondo es el miedo a morir, el miedo a desaparecer. ¿Qué te hace a ti dormir a pierna suelta?
-Cuanto más control intentamos tener sobre las cosas, más miedo tenemos. Lo que te hace dormir a pierna suelta es precisamente dejar de tener el control sobre las cosas, eso no quiere decir que no estemos sobre lo que hay que hacer en el día a día, lo que quiere decir es que no hay que obsesionarse con nada.
-Es en la carta a Felipe donde hablas que no existe un yo individual, que todo pertenece a una única identidad cósmica, infinita, inabarcable. ¿Cómo has llegado hasta ahí? 
-Hay algo que para mí es muy importante, y es que la paz profunda, la paz del corazón, no se alcanza nunca a través del pensamiento, descubrir eso tiene que ver con darse cuenta también de que no existe un yo individual.
-En la carta a Mónica completas la pregunta anterior. ¿Cómo siendo uno nos experimentamos duales y nos vivimos en una continua dualidad, en continua separación? ¿Hay alguna forma de romper esta dicotomía?
-La dualidad hay que vivirla de forma completamente relajada y natural. Venimos a este plano dimensional también para vivir la dualidad. Estar partidos en varios cachos forma parte de esta aventura de la vida en la forma. La vida en la forma que se nos muestra está siempre dividida, partida, troceada, no así la vida en la esencia que permanece pura e inalterable, esa vida en la esencia no es afectada nunca por nada. La misma idea de la reencarnación nace porque nos sentimos separados. Salimos de la dualidad cuando dejamos de identificarnos con personas, con cosas, con situaciones. Y es que nosotros no somos las cosas externas que nos rodean. Pero repito, no hay que obsesionarse con intentar salir de la dualidad del mundo de la forma, a veces cuanto más intentas salir, más dual y contradictorio te vuelves. O lo digo mejor de esta otra manera: la vida en la forma, la vida externa de las cosas corrientes es siempre dual, esa es su naturaleza.
-“Ahora puedo hablar de la angustia de forma serena, sosegada”, dices en la carta que escribes a Ana María. ¿Hubo otras épocas en las que no pudiste? ¿En dónde andabas? ¿Qué te impedía acoger la angustia como una compañera, una aliada en el camino? 
-El miedo más grande llega a nosotros cuando pensamos que en un determinado momento se nos puede borrar la manera en la que ahora percibimos eso que llamamos 'la realidad'. Mi miedo desapareció aprendiendo a dormir, y es que cuando te duermes en realidad te mueres. Quien aprende a dormir aprende a morir. Y se aprende a morir dejando de tener control sobre las cosas, sobre las personas, sobre las situaciones de la vida. Duerme más y mejor el que se encomienda a la Vida con total inocencia. Confiar en la Vida como lo hace un niño, ese es el secreto.
-¿Has necesitado mear muchos miedos, tal y como expresas en la carta a tu tío Pepe? ¿Qué meas ahora? 
-El miedo se concentra mucho a nivel físico en la zona de los riñones, también en la vejiga; la cistitis en las mujeres y la prostatitis en los hombres es, sobre todo, miedo y también culpa. Cuando orinamos podemos hacer un ejercicio espléndido de expulsar el miedo, yo lo hago a diario desde hace muchos años, y si además lo haces junto a un árbol o un rosal, el beneficio que se experimenta es mucho mayor, la razón es que el árbol y el rosal emiten plasma y ese plasma te sana. Con esto no estoy diciendo que haya que abolir todos los cuartos de baño...ja, ja, ja.
-Hay en ti sentimiento muy profundo de escapar de la mediocridad, tal y como expresas en la carta a tus viejas libretas. 
-Escapo de la mediocridad si me hago del todo consciente del estado de mi mente; lo que importa es que en todo momento vea su estado, si está rota esa mente he de reconocer que está rota, si está llena de dudas toca también reconocer que hay dudas. Y es muy importante darme cuenta de que las imágenes que construyo de mí mismo me separan de la esencia que soy. La esencia que soy no puede ser construida a través de ninguna imagen externa.
-“Durante años me han martilleado pensamientos repetidos y obsesivos, algunos aún están presentes. Todos tenemos fobias y miedos inexplicables que llevamos encima año tras año”, dices en la carta que escribes a Mauricio.
-Para quitarse las fobias y los miedos no hay nada mejor que reírse. Los monjes zen en Japón comienzan su día riéndose, lo primero que hacen al levantarse de la cama es pasarse cinco minutos riéndose, sin duda una magnífica forma de comenzar la jornada. ¿Y de qué o de quién te puedes reír recién levantado de la cama? De ti mismo. Cuando eres capaz de reírte de ti mismo el ego queda aniquilado; te ríes de que el ego es en realidad un aparato mental puramente teatralizado, de eso te has de reír. Reírse de los demás es siempre algo perverso, sin embargo reírse de uno mismo es pura humildad. Si tienes la tentación de reírte de los demás recuerda esto: ríete de las situaciones que la vida propicia, nunca de las personas.
-Dominar el sexo es una de las mayores dificultades de la vida. Gandhi hizo varios compromisos serios de castidad y de la misma forma los rompió. Háblanos del sexo y qué hacer para integrarlo, vivirlo de forma hermosa o trascenderlo. Esta pregunta está relacionada con la carta que escribes a tu tío Pepe.
-Yo admiraba a mi tío porque digamos que era una especie de ser asexuado, seguramente por eso disponía de una inocencia tan increíble. Él miraba las cosas del mundo sin los resortes del sexo que siempre están presentes, su mirada me llenaba a mí de libertad. En realidad el sexo no se puede dominar. Los monjes tampoco han dominado el sexo, digamos que han intentado domesticarlo. Muchos monjes han intentado dejar el sexo fuera del convento sin darse cuenta de que el sexo entraba también con ellos dentro de los muros de ese convento. Lo mejor para llevarse bien con el sexo es vivirlo con completa naturalidad. Todos los que no viven el sexo de forma natural acaban enfermando.
-Dices en la carta a los indecisos: “No formo parte de ningún partido político, de ninguna religión, de ningún grupo organizado”. ¿Cómo te llevas con la política, la religión o los grupos organizados?
-La política actual está más muerta que viva; las religiones establecidas están casi todas agonizantes. Lo nuevo que está naciendo nace precisamente de seres que se están desprendiendo de la vieja política y de las viejas religiones. La iglesia católica atesora tres veces el dinero que haría falta para socorrer a todos los pobres del mundo. Otra cosa que me parece inquietante de la iglesia es que aún piensan que hay que salvar a alguien; si tú piensas que tienes que salvar a otro en realidad lo que haces es pervertir tu vida, además no eres libre porque lo que haces es perseguir una idea. Ya no es preciso salvar a nadie, y es que por el hecho de vivir estamos ya todos salvados; al estar inscrito en la Vida, en el Existencia, estás salvado ya; tú no tienes que hacer nada especial para salvarte, formar parte de la Vida te ha salvado ya.
-“Yo nunca he sido un hombre del montón. Mi naturaleza y mi ser me lo han impedido. He sido muy criticado por hombres y mujeres del montón”, dices precisamente en la carta a los hombres y mujeres del montón. ¿Qué es ser un hombre del motón? ¿Qué no soportas de esta actitud? 
-Esos hombres y esas mujeres del montón son los que pudiendo hacer algo en la vida en realidad no han hecho nada, y no lo han hecho porque no han querido, es un problema de desidia, de falta de voluntad. Los hombres y las mujeres del montón en definitiva son los que se dejan manipular.
-“El camino espiritual no se puede acelerar”, dices en la carta que escribes a Montse. ¿Qué medios tienes tú para no entorpecer ese camino? ¿Hay algo que hacer?
-Sin prisa todo llega. La meditación y la contemplación pausadas nos llevan siempre al punto que necesitamos. La vida no tiene reloj. La espiritualidad es un camino que nunca se puede acelerar ya que tiene muy marcados sus propios tempos. El camino hacia Dios corre sin agobios de ningún tipo. Los procesos profundos son eternos y no están ligados al tiempo y al pensamiento. Sin planificar nada, todo acontece.
-“Sueña con fuerza, no seas un soñador corriente”, dices en la carta que le escribes a tu hijo Miguel. Si tuvieras que pedir algo, ¿qué pedirías?
-Ahora mismo pediría cosas sencillas, y desde luego no hablo de pedir cosas materiales, por ejemplo pediría que se me diera la posibilidad de darme cuenta de que cuando llegan a nosotros el dolor y el sufrimiento, no llegan para aniquilarnos sino que llegan para transformarnos. Después de una enfermedad y después de una muerte de alguien cercano, podemos comprobar que en la mayoría de las ocasiones nuestra vida ha cambiado para bien. Siempre cuesta admitir que es a través del dolor la forma en que la vida nos va afinando.
-“Llegar a ser santo es llegar a ser nosotros mismos”, escribes en la carta que escribes a Fabio.“Saber vivir es descubrir qué es lo esencial y qué es lo anecdótico”, escribes en la carta a Estefanía. ¿Qué es eso esencial y qué es lo anecdótico? 
-Respondiendo a la primera cuestión: querer ser santo es una ambición como otra cualquiera; ser santo no es otra cosa que ser verdaderamente tú mismo, y ese tú mismo es no intentar aparentar lo que no eres. Ser santo es ser alguien de verdad, es santo el que vive sin ningún aspaviento, siempre fiel y leal al Espíritu que habita en su interior; en realidad el santo es el que ya no interpreta ningún personaje. Y respondiendo a la segunda cuestión, es preciso decir que descubrir lo esencial es enfrentarse a lo real, lo real acontece cuando todo lo circunstancial desaparece.
-Rául, ¿tú eres un triunfador? Esta pregunta viene por la carta que escribes a los que no saben si tú has triunfado o no has triunfado. 
-Claramente mi triunfo no tiene que ver con nada exterior, me refiero a un triunfo basado en conseguir casas, coches, dinero y un largo etcétera, tampoco con el prestigio, y mucho menos con la fama. Mi triunfo es un triunfo hacia dentro. Mi triunfo no se ve. Cuando verdaderamente alguien consigue brillar, algunos lo aceptan naturalmente y le apoyan y le protegen, otros en cambio van a decir que lo único que ha hecho ese que brilla es construir un personaje, entonces se pondrán en su contra. ¿Y por qué se ponen en su contra? Seguramente por envidia, y es que actualmente hay más muertos a causa de la envidia que a causa de las armas de guerra. Cuando comencé a vender libros hubo gente que me dejó de hablar, me dejaron de hablar porque pensaron que yo me había vendido al mercado, y yo nunca me he vendido a nada ni a nadie; ellos pueden tener sus trabajos y cobrar su dinero a través de sus nóminas, sin embargo no ven de la misma manera que tú te ganes la vida con los libros que vendes. Pero yo no se lo tengo en cuenta. Quiero decirles a ellos y de paso también a todos que la paz del corazón no se alcanza nunca a través de ningún triunfo personal, de lo que se trata es de habitar en la paz del corazón, una paz que no conoce cifras ni datos, una paz que está al margen de cualquier circunstancia externa.
-¿Qué se siente Rául cuando un amigo se dirige a ti al final de sus días para decirte: “Mi físico se acaba, sin embargo me voy contento porque soy alguien que ha amado mucho?”, es lo que cuentas en la carta a Andrés.
-Lo que cuento en la carta a Andrés es que de la tierra de su tumba en el cementerio creció un árbol, concretamente un frutal; su viuda me ha contado hace unos días que ha vuelto a nacer de su tumba otro árbol, la verdad es que no me extraña que de un hombre tan fecundo crezcan árboles fecundos. Amar es la clave. La medida del amor se comprueba en la entrega. A más amor, más entrega, y a más entrega, más amor.
-Dice Pedro Casaldáliga: "Al final del camino me dirán: ¿has vivido? ¿has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres".
-Muy bello eso que dice Casaldáliga. A veces los literatos y los poetas balbucean algo parecido a la propia trascendencia, pero pocos se atreven a dar el paso. Muchas veces en una novela de cuatrocientas páginas encuentras solamente una frase que merezca la pena, con lo que la cosecha es muy escasa. En muchos poemas se anda rondando la trascendencia pero no se la nombra porque muchos poetas aún tienen miedo. Hay poetas temerosos aún de vivir a Dios, piensan que si viven a Dios se ablandan y que la gente va a pensar que se han convertido a algún rito particular y que eso les va a hacer aparecer como ridículos delante de los demás. Un poeta que no vive a Dios en su corazón no es un poeta completo ya que no dispone de todos los registros que la vida le ofrece.   
-Dices en un momento dado: ¡Qué importante es ser feliz con nada! ¡Qué importante es ser feliz sin consumir nada! ¡Qué importante es ver la vida sin tener que aparentar ser nada ni nadie! ¡Qué importante!
-Así es. 
-¿Quieres añadir algo para terminar?
-Sí, que hay que ser valientes para denunciar el mal, muchas personas que conozco no denuncian el mal porque temen perder su estatus. También quiero decir que sin amor al prójimo es imposible construir nada que merezca la pena. Es imposible.
Tomado de: 

Tenemos 8 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Verdaderamente este chaval dice cosas muy interesantes.

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  2. ¿Pero porqué esa grandeza humana sólo llega a través del dolor?

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    1. El dolor es una vía de las muchas que hay, pero no para llegar a la grandeza humana, sino para llegar a la comprensión, a la profunda comprensión. Naturalmente no todo se comprende a través del dolor, como digo hay otros caminos. Un abrazo.

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  3. ¿Alguna pista más para llegar al equilibrio y a la compasión?

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    1. Para llegar al equilibrio. En la vida de las formas todo está siempre dentro de un equilibrio digamos ‘inestable’: consigo equilibrarme cuando paso alguna temporada desequilibrado; sé que estoy sano porque alguna vez estoy enfermo; sé lo que es la alegría porque más de una vez me vivo en la tristeza. Eso es lo que sucede en el mundo de las formas, en el mundo de la esencia siempre hay equilibrio porque nuestra esencia es inmutable, se trata pues de contactar con esa esencia, sabiendo que todo lo externo estará siempre dentro de ese equilibrio inestable.

      Para llegar a la compasión. No hay otro camino que vivir todo con pasión, y es que la etimología de la palabra compasión es justamente vivir las cosas ‘con pasión’; vivir las cosas con pasión no quiere decir hacerlo todo de forma desaforada desde el punto de vista de los pensamientos, de los sentimientos y de las emociones, para mí vivir con pasión significa hacer todo con el corazón y no tanto con la mente que es quien a menudo nos gana la partida.

      Un abrazo.

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  4. Gran aportación de ambos.

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  5. Menudo resumen...porque esto es un resumen, decís, pero ¿decís bien?
    Se ve, se analiza, se lee que ninguno de los dos (entrevistado y entrevistador) sois del montón.
    Que la paz que dejáis os encuentre y os arrope, también, en su corporeidad. Y ahora, dado la hora... a dormir bien dormiditos y no despertando, que eso no es un buen dormir...o sí?

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