El rincón del optimista
Juan
Me quedó grabada la fecha del calendario desde muy niño. El 1 de marzo se celebra la festividad del Ángel de la guarda y era fiesta en el pueblo vecino, Vallecillo. Hoy es uno de marzo. Felicidades a los Ángel y Ángeles que esto lean. Me consta que al menos uno lee a diario este blog como medicina beneficiosa en pequeñas dosis. Felicidades Ángel.
Y como una cosa lleva a la otra, me gustaría aprovechar que el Bernesga pasa por León para decir que el nombre que nos pusieron en la pila bautismal, los que estamos bautizados, o en el registro civil quienes no lo estén, condiciona a la persona. Es verdad que no nos consultaron a la hora de ponernos nombre, por eso unos estamos más a gusto que otros con el que nos han endosado. Hay quien llega a cambiárselo por no identificarse con el que le ‘tocó’ en gracia o desgracia. No digo yo que sea una losa que nos pese, más bien es la otra cara, la del DNI, con la que nos toca convivir a diario. Cuando hablé de los abuelos en su día, ya desvelé que llevo el nombre del materno y que siendo como era el abuelo Juan una persona justa y solidaria, le deshonraría si fuese yo un ‘bala perdida’. Creo que no soy una mala persona, pero tampoco me corresponde a mí decirlo, porque si no alguien podría decir aquella frase de: “este parece que no tuvo abuela” y sí que tuve, y dos, y a ambas conocí.
Cuando pensé en el 1 de marzo, en el Día del Ángel, hice un repaso mental (también en los contactos del teléfono) para ver a qué personas conozco con este nombre y me salió pronto una cosa de ojo: todos son buena gente e incluso algunos excepcionalmente muy buena gente. Confieso que yo no tengo vocación ni de apóstol ni de evangelista, pero todos los Ángel y Ángeles que conozco tienen vocación de servicio de atención a los demás, de hacer favores, de ser solidarios y, en definitiva, de hacer honor a su nombre. Cuando piensas en tu ángel de la guarda te viene a la mente la figura de es ángel celestial con alas que se supone que te cuida, que te tutela. Yo tengo varios ángeles en mi vida, los que respiran y pisan la tierra firme cerca de mí y los ángeles del cielo, que ya van engrosando la lista. Decía mi abuelo Juan antes de morir: “Si es que ya tengo más allá que aquí”. En unos y en otros, en los vivos y en los muertos, confío, a ellos me entrego.
La imagen que acompaña este texto incluye la oración que mi madre me enseñó de pequeñito y que de vez en cuando repito mentalmente (rezo) para asegurarme tener una ‘dulce compañía’.
Asín sea.
Es curioso, no me había fijado, todas las personas que conozco que se llaman Ángel o Ángeles son unas estupendas personas por lo que aprovecho este medio para felicitar a Ángel y a Angeles.
ResponderEliminarOXO
A mi también me han quedado muy gravadas las vivencias de pequeños; tanto las recibidas por nuestros padres como abuelos.
ResponderEliminarMuchas gracias Juan; aunque mi santo es el 2 de agosto, me doy por felicitada. Pepi
Ay, quién pudiera ser un ángel..
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