Ellos lo saben todo, puedes consultarles lo que quieras.
Estos días nos acordamos más de nuestros muertos porque en el calendario nos dan fiesta para que compremos flores y se las llevemos a los cementerios. Yo me acuerdo todos los días de mis muertos, aunque más que acordarme digamos que los ‘utilizo’. Me aprovecho con total descaro de su sabiduría, porque ELLOS lo saben todo, aunque quizá a estas alturas no te hayas percatado de esto. Para mí no fue una revelación espontánea, sino que fue un convencimiento que me llevó su tiempo.
¿Qué cómo utilizo yo a mis muertos? Pues bien sencillo, les pido ayuda, les pido consejo y no me suelen fallar. Sé que muchos de vosotros hacéis estos con Dios, pero yo esa asignatura la tengo suspendida de hace muchos años y no me ha dado por intentar recuperarla. Claro que hablo con mis muertos, creo que no os desvelo nada nuevo, que ya lo he dejado caer en apuntes anteriores. Hablo literalmente con ellos cuando estoy solo. Ya sabéis lo cruel que es esta sociedad, que pronto te tildan de loco cuando ven a alguien hablando solo (y eso que ahora con los móviles y con el manoslibres del coche, anda que no hay locos sueltos por ahí). Pero las conversaciones más normales con ellos son mentales. Cuando tienes esa duda existencial que te corroe, que no sabes qué camino seguir, si pones lentejas o alubias para comer (broma), pues lanzo la propuesta al aire. Y creed que las respuestas a veces las escucho diáfanas y la más de las veces hasta razonadas, con lo que no tengo más que dar las gracias y repetir eso de: “Cuánta razón tienes” o “Está bien claro, bien sencillo”. Pero lo que más les pido a ‘ellos’ es protección. Dado que como conocen nuestra ‘hoja de ruta’, todo lo que nos va a ocurrir, queramos o no, que escrito está, es por lo que me aprovecho de esa información privilegiada y les pido para mí y para los míos que nos redoble el ángel de la guardia que todos llevamos dentro. No es que pretenda yo librarme de accidentes o de problemas, que esos aparecen a diario, en cada vuelta de la esquina, más bien pienso en no irme al lado de ‘ellos’ precipitadamente. Queda tanto por vivir…
Si estos días les visitáis en los cementerios, en las cunetas (que aún quedan por ahí) o en aquellos lugares donde derramasteis sus cenizas, pues me parece muy bien. Pero ya sabéis que no hace falta que os desplacéis a ningún sitio, pues vuestros muertos, ‘ellos’, os acompañan siempre, allá donde estéis, cada día, cada hora, cada minuto y segundo hasta el momento el que paséis a formar parte de la plantilla de asesores y cuidadores en el mismo plano que ‘ellos’.
Asín sea.