El otro día amaneció nevando en mi ciudad. Era una nieve suave y floja que, a todas luces, no iba a cuajar. Salió el sol. Y no cuajó.
Volvió a nevar, esta vez con más fuerza. Copos grandes y algodonosos que iban acumulándose y dando una tonalidad blanca a las calles y los tejados. Pero volvió a salir el sol. Y volvieron a disolverse las manchas blancas de nieve.
De nuevo el cielo se encopetó, tapó al sol y escupió nieve con mucha más fuerza y en mayor cantidad. Esta vez parecía haber ganado la partida. Los prados, jardines, árboles y tejados ya estaban cubiertos y los copos de nieve, cayendo alocados y espesos, dificultaban la visión. Finalmente apareció el sol y su calor disolvió lo que parecía que ya estaba instalado.
¿A dónde quiero llegar con todo esto?
A que el calor puede con la nieve, por dura, espesa y fría que ésta sea. Aunque hubiera cuajado más y hubiera cubierto todo de blanco la fuerza del sol habría acabado fundiéndola.
Del mismo modo que el calor del cariño, la aceptación incondicional y el sentimiento de sentirse querido acaban fundiendo las resistencias internas y los bloqueos personales que nos aíslan y nos dañan.
Una vez escuché a un médico decir que, para la salud anímica, era más eficaz una sonrisa y un abrazo que una pastilla. Tal vez parezca exagerada la afirmación, pero todos los que nos sentimos queridos sabemos la fuerza y el calor que proporciona este sentimiento. Más que cualquier otra cosa.
Si sentimos frío, si la nieve acampa en nuestra alma, si nuestro interior es un paisaje inhóspito y helado, dejémonos calentar por el calor del sol, dejémonos disolver por su luz, dejémonos querer.
La Escribana del Reino
M.E.Valbuena
Totalmente de acuerdo.Por algo el astro rey ha sido venerado como dios en muchas culturas y desde siempre.Luz misteriosa que calienta y da vida.
ResponderEliminarEl amor crea la mejor condición para curarse de todos los males que afectan al alma y en muchos casos, al cuerpo; muchas enfermedades se psicomatizan.
A quererse pues, y a saber quererse!
Dejarse querer... ¡Qué difícil!
ResponderEliminarAnte todo a nosotros mismos nos debemos de querer a raudales y aumentar día a día ese cariño, así tendremos fortaleza y buen espíritu para saber disfrutar de la vida y enfrentarnos a resolver todos los problemas que se nos presenten.
ResponderEliminarTambién al querernos a nosotros mismos, vamos a querer a los demás, y por tal motivo sin pedirlo recibiremos cariño. Existe normalmente una empatia entre las personas que dan y reciben.
Comentando de todo un poco. A Pepi, le está encantado este día: gris, ventoso, frio, y lluvioso.
Siento que es verdad lo que dice la escribana. Yo lo he experimentado.
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