LA NIÑA QUE SOÑABA CON SER PRINCESA
II
Dicen los más sabios que toda historia triste tiene otras versiones y la de la Niña que soñaba con ser princesa también se cuenta de otra forma. Según esta nueva versión, cuando el ser de luz se presentó ante la ella para hacer realidad su sueño y esta comenzó a representárselo de nuevo en su mente, al percibir las nuevas y tétricas imágenes, se sinceró con su benéfico visitante.
-Yo no soy una princesa y nunca he visto una. No sé cómo actúan y seguro que meteré la pata, me descubrirán y me encarcelarán por impostora. –La niña estaba muy triste y una pequeña lágrima se deslizó por su rostro.
-Puedes aprender a serlo. –Aseguró con energía el ser.- Puede que te resulte difícil al principio, no lo niego; pero si realmente lo deseas y persistes, lograrás ser la más grande princesa del reino. Yo estoy seguro de ello y creo en ti.
La niña estaba muy asustada y aquellas palabras no acababan de convencerla, pues las imágenes de pesadilla retumbaban sin cesar en su mente. Gritaban y pedían su espacio para dejarle bien claro que ella era lo que era y esperar otra cosa resultaba ridículo, peligroso y absurdo. Pero las imágenes originales también pedían ser escuchadas: alegaban que ellas estaban allí desde siempre y recalcaban las palabras del ser de luz: “¡puedes aprender!”; “¡es posible!”.
-Pero… -Insistió la niña alentada por los malos sueños- ¿y si algo sale mal?; ¿y si me descubren?
-Ahora mismo no sabes lo que puede ocurrir, es cierto. Lo único que sabes con certeza es que tienes un sueño importante; un sueño que si lo deseas, mañana mismo será tuyo. Y mañana pueden ocurrir dos cosas: que tal como deseas y mereces te conviertas en una verdadera princesa, lo cual sería fantástico, o que, como temes, te descubran. Pero si esto último ocurriera, volverías aquí mucho más sabia, mucho más fuerte, mucho más feliz y con la absoluta certeza de poder alcanzar todo cuanto desees siempre que insistas tantas veces como necesites. ¿No merece la pena entonces intentarlo?
La niña miró llena de ilusión al ser de luz. Se levantó de un salto de su rincón y lanzó al aire un “sí” tan rotundo que apagó definitivamente las voces funestas que intentaban detenerla. Y es que verdaderamente merecía la pena. Ocurriera lo que ocurriera, lucharía por su sueño y todo lo que pudiera hacer, lo haría. Aquella noche, por arte de magia durmió en el palacio de sus sueños y al día siguiente apareció ante la corte como una radiante y bellísima princesa. Temblaba, tenía mucho miedo, se sentía insegura y con una frecuencia irritante y machacona sus voces más agoreras insistían en decirle que aquello no saldría bien, que era un fraude, una simple pordiosera con ideas locas en la cabeza. Pero las ignoró, aprendió todo cuanto podía aprenderse sobre la realeza, luchó todo cuanto pudo lucharse por ganarse el respeto, confianza y cariño de la corte. Nadie la señaló con el dedo, nadie dijo que era un fraude pues en un sorprendente espacio de tiempo logró ser la más brillante, elegante y distinguida princesa del todo el reino.
Mª José Calvo Brasa
A veces me cuesta creer que en mi haya una Princesa o que sea un Príncipe encantado. Pero así es y un demonio también.
ResponderEliminarPepi cree que cada persona puede conseguir aquello que se proponga,trabajando ante todo el conocimiento y crecimiento de su persona; enfrentándose a sus miedos, limitaciones.... y viendo el beneficio que ese cambio le va a reportar.
ResponderEliminarConociéndote un poco como te conozco, me había imaginado un final así.
ResponderEliminarEstamos presos de nuestras propias limitaciones, pero necesitamos de un empujón o de alguien que nos ayude a salir de ellas.
Precioso cuento Mª José
Elena.