LA NIÑA QUE SOÑABA CON SER PRINCESA
II

-Yo no soy una princesa y nunca he visto una. No sé cómo actúan y seguro que meteré la pata, me descubrirán y me encarcelarán por impostora. –La niña estaba muy triste y una pequeña lágrima se deslizó por su rostro.
-Puedes aprender a serlo. –Aseguró con energía el ser.- Puede que te resulte difícil al principio, no lo niego; pero si realmente lo deseas y persistes, lograrás ser la más grande princesa del reino. Yo estoy seguro de ello y creo en ti.
La niña estaba muy asustada y aquellas palabras no acababan de convencerla, pues las imágenes de pesadilla retumbaban sin cesar en su mente. Gritaban y pedían su espacio para dejarle bien claro que ella era lo que era y esperar otra cosa resultaba ridículo, peligroso y absurdo. Pero las imágenes originales también pedían ser escuchadas: alegaban que ellas estaban allí desde siempre y recalcaban las palabras del ser de luz: “¡puedes aprender!”; “¡es posible!”.
-Pero… -Insistió la niña alentada por los malos sueños- ¿y si algo sale mal?; ¿y si me descubren?
-Ahora mismo no sabes lo que puede ocurrir, es cierto. Lo único que sabes con certeza es que tienes un sueño importante; un sueño que si lo deseas, mañana mismo será tuyo. Y mañana pueden ocurrir dos cosas: que tal como deseas y mereces te conviertas en una verdadera princesa, lo cual sería fantástico, o que, como temes, te descubran. Pero si esto último ocurriera, volverías aquí mucho más sabia, mucho más fuerte, mucho más feliz y con la absoluta certeza de poder alcanzar todo cuanto desees siempre que insistas tantas veces como necesites. ¿No merece la pena entonces intentarlo?

Mª José Calvo Brasa
A veces me cuesta creer que en mi haya una Princesa o que sea un Príncipe encantado. Pero así es y un demonio también.
ResponderEliminarPepi cree que cada persona puede conseguir aquello que se proponga,trabajando ante todo el conocimiento y crecimiento de su persona; enfrentándose a sus miedos, limitaciones.... y viendo el beneficio que ese cambio le va a reportar.
ResponderEliminarConociéndote un poco como te conozco, me había imaginado un final así.
ResponderEliminarEstamos presos de nuestras propias limitaciones, pero necesitamos de un empujón o de alguien que nos ayude a salir de ellas.
Precioso cuento Mª José
Elena.