"Brillos", fotografía Jesús Aguado |
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Dorar la píldora –
En esta sociedad que nos ha tocado
vivir, y que entre todos logramos mantener, se lleva mucho la insana costumbre
de “dorar la píldora” cuando queremos alcanzar objetivos que, de algún modo,
son un poco inalcanzables por nuestros propios medios.
Me explico:
Si queremos que alguien haga por
nosotros un trabajo determinado, un esfuerzo a mayores o, simplemente, poner la
cara ante un tema conflictivo, nos resulta muy recurrente la adulación. Así, en
lugar de pedírselo directamente, ensalzamos sus virtudes y competencias (a ser
posible delante de otros) para, posteriormente, colocarle el encargo.
¡Qué fácil la adulación! ¡Qué manera
tan simple de escurrir el bulto para aquél que la utiliza! ¡Qué sencilla manipulación
emocional para conseguir buenos resultados!
Lo triste de esto es que funciona.
Bastante bien, además.
Cuando nos adulan, nuestro ego engorda
sobremanera, se crece y se ve capaz de llevar a cabo grandes gestas. Salimos a
batallar impregnados de una aureola de éxito y autoconfianza y no reparamos en
esfuerzos. Tampoco nos detenemos a pensar si esa guerra es nuestra o no.
¡Qué fácil dejarse llevar por la
adulación! ¡Qué bien se siente nuestro ego entre tanto halago y reconocimiento!
¡Cómo ciegan los reflejos dorados, aunque no provengan del sol!
Visto desde fuera parece un sainete.
Analizándolo, pierde toda la gracia.
M.E.Valbuena
Nuestra sociedad y nuestars instituciones vienen desde hace años ofreciendo cursos de habilidades sociales, ¿con qué fin?. ¿Dar el pego?. ¿Dar la imagen que el interlocutor desea?. ¿Conseguir un objetivo?. Hecho en falta cursos y talleres y conferencias y reflexiones en pro de la "autenticidad", del "ser nosotros mismos". ¿Qué le parece a la escribana?.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Pero es un poco triste necesitar talleres de autenticidad, cuando ésta debería ser el eje de nuestra vida. ¿En qué momento la perdemos por el camino?
EliminarM.Elena
Para Pepi estas adulaciones son pura hipocresía. No soporta a estas personas,.
ResponderEliminarAdemás "se las ve el plumero perfectamente". No son capaces de reconocer sus ,limitaciones, falta de conocimientos, y que ante un superior por ej. no sean capaces de decir: "NO, NO SE HACER ESTO", y van y se lo piden a un compañero, amigo etc.y normalmente el otro lo hace como un "corderin", ¡que horror!, ¡que falta de personalidad!
Jesús, sigues haciendo unas fotos maravillosas. A Pepi la presente la da impresión que ibas con el coche y llovía; paraste y dijiste aquí hay otra foto super extraordinaria. Si así se desarrollo el hecho, se ve que la máquina de fotos y tú estáis siempre en compañía. ja,ja,ja
ResponderEliminarEsta hecha desde el interior de un lugar que hay silencio y recogimiento. Estaba relajando mi espiritu. Jesús
EliminarVeo acertada la reflexión. No veo tan claro cuando la adulación se produce. Es verdad que adular es eso. Pero, ¿cómo darse cuenta? Hay que ir con los ojos abiertos. Pero, aún así cuesta. Porque alabar y adular ¿ es lo mismo? ¿Dónde ponemos el límite en la vida real? Norecic
ResponderEliminarPuede que la diferencia esté, como dice la Escribana, en el "encargo" que te colocan después. La alabanza a un buen hacer sólo es un reconocimiento. La adulación conlleva un beneficio propio.
EliminarCreo que hay que distinguir: adular, alabar y agradecer. Adular es clarmente mentir. Alabar es realzar lo positivo. Agradecer es de personas grandes. ¿Qué piensa la Escribana?
ResponderEliminarMe parece muy atinado tu comentario, quienquiera que seas. Gracias.
ResponderEliminarLa escribana