Las verdades que no tengo
La redacción del blog
Este blog de la mano del escritor, pensador y vividor Raúl Rodríguez semanalmente tiene una entrada bajo el paraguas “Las verdades que no tengo” incluidas en uno de sus libros, que al final de este periplo desvelaremos para todos nuestros internautas; no pretendo –dice el autor– inculcar verdades, que por otro lado no las tengo, más bien me gustaría que cada cual aprenda a descubrir las suyas.
La redacción de este blog se ha permitido espigar dentro de las vivencias de Rául y hoy nos situamos en sus vivencias sobre la mentira.
– Raúl, ¿por qué mentimos?
– Porque no estamos preparados para vivir en la verdad.
– ¿Y por qué comenzamos a mentir?
- Para satisfacer nuestra vanidad. Luego vienen las grande mentiras.
– ¿Para qué?
– Para ocultar, para tapar.
– ¿Tú en el pasado has mentido?
– Sí.
– ¿Mientes ahora?
– No nunca. A veces no digo toda la verdad porque no veo a esa persona preparada para recibirla, pero no miento.
– ¿Qué efectos tiene la mentira?
– Destruye nuestra salud. Hace que enfermemos.
– ¿Qué es la enfermedad?
– Dar importancia a cosas que no la tienen.
– ¿A dónde nos lleva la mentira?
– A la muerte.
– ¿A qué tipo de muerte?
– Primero a la muerte psicológica y finalmente a la muerte física.
– ¿Está enferma nuestra sociedad?
– Sí. ¿No lo ves? La sociedad está enferma por las mentiras de sus dirigentes, por las mentiras de los políticos, de los banqueros, de los líderes religiosos… La mayoría de los hogares están llenos de mentiras y no digamos los corazones, están a rebosar de mentiras.
– ¿Qué conseguimos con la mentira?
– Hacernos esclavos de nosotros mismos.
– ¿Por qué mentimos?
– Porque jugamos a ser libres.
Yo no he dicho nunca una mentira y me ponía rabiosa y con ira cuando me daba cuenta que una persona me mentía, hasta que me enseñaron que el daño se lo hacían ellas; a partir de entonces ya me da igual que me mientan, pero con esas personas trato de tener la menos relación posible. Pepi
ResponderEliminarUna verdad hoy puede no serlo mañana, y al revés.
ResponderEliminarEl castigo del que miente no es sólo el de no ser creído, el mayor castigo que él tiene es el de no poder creer.
ResponderEliminar"A veces no digo toda la verdad porque no veo a esa persona preparada para recibirla,", ¿es así, Raúl?
ResponderEliminarSí. Es que es muy diferente mentir a no poder decir la verdad a alguien que ves que no está preparado para recibirla. En ese caso puede hacer más daño la verdad que una simple mentira piadosa.
EliminarSi somos pájaros que vuelan, las mentiras son plomo en la alas.
ResponderEliminarNo sólo enfermamos por mentir nosotros, enfermamos también cuando no podemos soportar las mentiras de otros.
ResponderEliminarMentir es decir aquello que sabemos que no es verdad. Exige pues un componente de conocimiento y de intencionalidad -saber que se miente-. Si llegásemos a dejar de mentir -me refiero al ser humano en si totalidad- llegaríamos al mundo feliz. Eso, parece que no es posible, porque la codicia ahí está mal. La mentira es una parte del mal. Me parece a mi. ¿Es así? Jairo
ResponderEliminarLlegar a un mundo feliz no depende tanto de todo lo que consigamos exteriormente como de la forma en la que interiormente percibimos la vida. Creo que se puede ser feliz aún en medio del mal y de la mentira. O si prefieres lo digo de otro modo: nunca el mal y la mentira podrán ahogar Eso que el ser humano lleva inscrito en su corazón.
ResponderEliminarLa mayor siembra de mentiras se lleva a cabo durante una campaña electoral, en las conversaciones de hombres que dicen que han ligado, y por supuesto después de un día de caza.
ResponderEliminarLa mentira en sí no es nada, el problema es la desconfianza que nace luego en el corazón de esa persona a la que se ha mentido.
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