Conversaciones con mi mente
M.ª José Calvo Brasa
Benditos sean esos amigos que se desvelan ayudándonos a cambiar. Esos que, sin preguntarnos, saben exactamente lo que necesitamos y que, gracias a Dios, no se ponen de acuerdo entre ellos en los ajustes exactos que precisamos en nuestras vidas para ser personas “como tiene que ser”.
Mi amigo Fulanito, por ejemplo, sabe de buena tinta que yo no soy feliz y con claridad meridiana me ha argumentado las razones que conducen a mi terrible infelicidad: no es mi proceder acorde a las más elementales normas que siguen las personas plenamente felices. Su innata sabiduría de la vida le ha servido para poner a mi entera disposición una serie de normas de conducta, bien adaptadas a su dictado y que me conducirán derechita a las puertas del mismísimo Nirvana. Como evidentemente Fulanito tiene razón, sigo dichosa sus dictados en pos de la felicidad soñada.
Menganito, sin embargo, opina que no es que yo no sea feliz, sino que no me comporto con la debida normalidad que nuestra sociedad requiere. No entendía yo muy bien eso de la “normalidad debida”, pero con excelente claridad me ha explicado Menganito que es aquello que él hace. ¡Cómo no rendirme a las recetas que con tanta diligencia preparó para mi! Son solo pequeños ajustes y añadidos a las propuestas de Fulanito que sin duda no sólo me harán feliz, sino que además me conducirán a la “normalidad” requerida y hasta seré mas sociable.
Sin embargo, Peritanito no lo acaba de ver todo claro, ya que ha decidido que al caminar no doy los pasos y zancadas al uso de la tierra, por lo que me ha expuesto las maneras precisas de andar correctamente. Y como también tiene razón en todo, yo me pongo a estudiar y practicar su sabia receta para crecer y ser cada vez mejor y mejor.
Benditos sean mis “amigos” que desean por encima de todo mi felicidad. Me conocieron imperfecta y me creyeron perfecta. A Dios gracias que cambiaron enseguida de idea, señalando, punto por punto mis deficiencias. Gracias a ellos ahora se que yo era una infeliz desgraciada sin enterarme, y sobre todo, gracias a ellos estoy sumamente entretenida encajando las recetas del uno con los dictados del otro, sumando directrices a imposiciones para convertirme en la persona feliz y dichosa que necesito ser… según ellos.
Queremos llegar a la felicidad y a la paz con las recetas de otros, los otros nos ofrecen -cuando no nos imponen- su manera de entender la vida, pero yo soy yo y tengo que llegar a entenderme, a saber lo que quiero, a buscar mi senda. Se que los otros quieren ayudarme, pero, por favor ¡¡¡dejadme encontrar mi propio camino!!! Jairo
ResponderEliminarMis amigos que siempre deseen que siga mi camino, y que me feliciten por haber sido capaz de descubrir lo que quiero hacer con mi vida. Pepi
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