Las verdades que no tengo
La redacción del blog
Este blog de la mano del escritor, pensador y vividor Raúl Rodríguez semanalmente tiene una entrada bajo el paraguas “Las verdades que no tengo” incluidas en uno de sus libros, que al final de este periplo desvelaremos para todos nuestros internautas; no pretendo –dice el autor– inculcar verdades, que por otro lado no las tengo, más bien me gustaría que cada cual aprenda a descubrir las suyas.
La redacción de este blog se ha permitido espigar dentro de las vivencias de Rául y hoy nos situamos en sus vivencias sobre los días
normales.
– Raúl, en alguna ocasión te he oído decir que te encantan los días en los que no sucede nada.
– Sí, es verdad, me encantan los días normales, esos días entre semana tranquilos, anónimos. Ayer fue uno de esos días.
– ¿Y cómo fue el día de ayer?
– En el aire había algo suave, maravilloso. Era un día extraordinariamente limpio. Cuando respirabas inhalabas también algo parecido a la pura alegría de vivir. Se podía escuchar a cada paso la paz de los campos; el soplo del espíritu se dejaba ver en la hierba y en los regatos de agua; había transparencia en los árboles, en las nubes; había algo santo que empapaba los cielos.
– Pero, ¿eso era así o lo veías tú así?
– Eso era así y también eso lo veía yo así. El que observa y lo que observa son la misma cosa.
– ¿No será que tienen tú una predisposición especial para ver así las cosas?
– Si tú llevas una vida atropellada no lo vas a ver, pero si estás dispuesto a mirar y a escuchar, eso se desvelará delante de tus ojos. Se desvelará eso y muchas cosas más.
A mi también me gustan los días normales, cotidianos, sin grandes cosas
ResponderEliminarLa alegría de vivir lo puede inundar todo, si queremos claro.
ResponderEliminarSi quiero que en un día normal haya un extraordinario en mi vida, yo soy la 1ª que me lo tengo que proporcionar. Pepi
ResponderEliminarEste párrafo es sencillamente extraordinario:
ResponderEliminar"En el aire había algo suave, maravilloso. Era un día extraordinariamente limpio. Cuando respirabas inhalabas también algo parecido a la pura alegría de vivir. Se podía escuchar a cada paso la paz de los campos; el soplo del espíritu se dejaba ver en la hierba y en los regatos de agua; había transparencia en los árboles, en las nubes; había algo santo que empapaba los cielos".
Gracias.
Está claro que tienes verdadero amor a la vida.
ResponderEliminarCuando mi vida está en calma, puedo apreciar la naturaleza con todo su esplendozl; sino no
ResponderEliminarEl día a día, lo rutinario, lo sencillo, la ducha, el cansancio, la comida, el estar sentado, el caminar...qué cosas tan sencillas que si somos capaces de apreciarlas nos harán felices. ¿Por qué lo apreciamos tan poco? ¿Por qué anhelamos lo extraordinario y las grandes acontecimientos? ¿Qué nos pasas? Jairo
ResponderEliminarLa vida es todo lo sencilla que queramos hacerla, y en esa sencillez hay Vida.
ResponderEliminarNo quiero romper la paz de todas vuestras palabras.
ResponderEliminarPero puede que confundamos los día s en los que no sucede nada con los días en los que lo que no suceden son problemas... Nos gustan por eso?..