Y de repente…la vida

La Escribana del Reino

M. E. Valbuena

Brotando, Jesús Aguado

Apuntan ya los primeros brotes de los árboles. Aparecen las primeras margaritas en la pradera y en los caminos. Se templa el frío. Se ilumina el amanecer y se alargan las tardes.

Los colores parecen más intensos. La brisa nos mueve el pelo y el espíritu. Desaparecen las capas de abrigo (del cuerpo y del alma). Se van marchando los tonos grises y secos, dejando paso al verde del paisaje campestre, al amarillo de las mimosas, al violeta del brezo y del espliego. Se armoniza la vista. Se renueva el olfato.

Nos movemos con más ligereza, livianos, como sin peso, ágiles y alegres, danzarines. Escuchamos la música interna que sale a nuestro encuentro.

Se iluminan las miradas –a pesar de los enrojecidos ojos de algunos– ávidas de encontrar novedades y sorpresas en la rutina. Desechamos la pereza y salimos a la calle, al encuentro del otro, a la vida.

Y es que la primavera nos invita de nuevo a vivir. Nos enseña que todo brota, que todo renace, que hay siempre oportunidades sin estrenar, que podemos empezar. Porque lo nuevo está por venir y lo nuevo siempre es esperanza.

Ya no somos los mismos que se encerraron en invierno. Cada acontecimiento, cada encuentro de los vividos  en este tiempo nos ha ido cambiando un poco. Ahora toca salir y compartir.

Ahora toca vivir. De nuevo.