Marieli, una peregrina
Con la expectación que me producían las excursiones cuando era niña así llegué al parking de la Junta. Reencontrarme con amigas que hacía meses que no veía me fue muy grato.
Es la segunda salida que hago, a la que fui dejó el listón muy alto, pero voy con la actitud del niño, que aspira sólo a vivir el momento y disfrutar de lo que le ofrece.
Fuimos bajo amenaza de lluvia, pero ya me creo que va a ser verdad el mito que corre que en este “camino” nunca llueve. Entre Historia de España y poemas llegamos a Belorado y allí invadimos su bar, ávidos del primer café matutino. El primer trecho del camino se me pasó poniéndome al día con las amistades ¡ni me enteré! La segunda parte, el camino en silencio y en fila ¡ya os lo dije, me encantó! Al principio un poco duro por la pendiente y el ritmo (se ve que Yoli está en forma) luego ya fui mejor. Ya arriba, en el monumento a la memoria de los represaliados en la guerra civil, tuvimos un acto muy emotivo y lleno de significado. El último trecho se me hizo un poco más duro, es lo que tiene ir en cabeza de pelotón, tan cansada quedé que me senté en un banco y no fui ni a ver la iglesia.
La visita al yacimiento de Atapuerca, me decepcionó un poco, pero tengo que agradecer que su visita fue muy acertada porque si no de otra manera no hubiera ido y es una pena tener un yacimiento tan importante y no conocerle.
En la visita al monasterio del Císter, es el segundo que conozco, el de Cóbreces me gusta más pero bueno no está mal. Me sorprendió que estuvieran en el rezo monjas y monjes juntos, pensé que en clausura no tenían contacto con nadie, bueno ya sé, no pasa nada, pero os dije que miraba con ojos de niña. Cerré los ojos y fui de viaje a mi interior, lo único que con tanto ponerse de pie y sentarse fue un trayecto un tanto interrumpido, el próximo día, no me levanto.
La llegada al centro Maristas fue maravilloso porque allí me esperaba un spa que me monté en la ducha y que evaporó por arte de magia el cansancio. Fue estupenda la cena compartida y luego el baile, que nos lo abrieron, como bautismo de iniciación Ana y Gerardo.
Por la mañana, me despertó el viento y el agua en la ventana pero no me perturbó para nada, para eso ya nos leyó Valentín los versos de Benedeti y no me iba a alterar.
La meditación matinal me resultó muy agradable, siempre suelo hacerla a partir de la tarde, me noté muy despejada. Cargué las pilas para el resto del día y es que fue este segundo el día el que me sorprendió gratamente.
Después de andar el camino, se me hizo un poco duro, con bojas y demás, pero cuando llegamos de nuevo a Maristas a comer ya iba mejor, ¡oye que comida más rica nos preparó la cocinera leonesa!, la sobremesa me prestó mucho. Luego en la cartuja de Miraflores, me gustó un montón, eso sí son monjes, que no les vi por ningún lado, que bonito el sepulcro de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, como trabajaban los artistas, ya le dedicaban horas, ahora les dedican más bien ideas, parte de la evolución.
Y hablando de ella, para el Museo de la evolución que nos fuimos, éste sí que me gustó y además muy beneficioso haber ido antes a Atapuerca, así ya llevábamos los apuntes leídos. Hubiera necesitado otra hora y media para leer todo y recordarlo, me pareció muy didáctico para estudiantes, se pueden dar muchas clases de Biología Evolutiva y Antropología en este museo. Y así como no quiere la cosa, nos acercamos hasta la Catedral ¡yo encantada! porque no conocía Burgos, como está aquí al lado, pero me dolía todo, desde las uñas de los pies hasta la cintura y eso que esta vez comí plátanos, pero ni por esas; además contamos con la presencia de un guía muy especial amigo de Javi. Y ya la vuelta en el autocar entre risas, cánticos y demás, llegamos a León.
Ahora diría Valentín: “vale hasta aquí has hablado con la cabeza, pero baja…baja un poco más abajo, ¡ahí! A la altura del corazón más o menos”. Cachis pero si es que parece que le estoy oyendo.
Tengo que decir que estoy escribiendo a tecla suelta, sin filtro, así que perdonar la prosa si no está bien redactado.
El primer día lo que más me llenó fue el camino de silencio, ahí sí que me encontré, sí que estuve en el ahora, sí que fui consciente del ruido de las pisadas, de mi respiración entrecortada, de la de la compañera de atrás, de los robles, de las escobas, de mira que helechos secos y los otros más alejados más húmedos, de los líquenes que vestían los robles, de las flores, intentando recordar cómo se llamaban ¡jolín si una como esa me cayó en un visu de Botánica!, cómo entraba el sol y mojaba los bordes superiores y más…. cuánta belleza. Cuándo íbamos subiendo a todo ritmo en marcha militar, nos cruzamos con una chica, que lo iba pasando mal, con una rodillera, con una mochila que debía pesar el triple que la mía, su paso forzado por el esfuerzo y el sacrificio; me dieron ganas de darla un abrazo y animarla, me dio vergüenza, claro no lo hice pero fui pensando en ella un rato, en la humildad que te enseña el camino y todo ese significado.
En el monte de la Pedraja fue muy emotivo el acto que hicimos a los caídos y sentí tristeza por lo que pasó, por lo que sigue pasando con tantas ideas separatistas, tanto refugiados, tanto dolor e incomprensión.
Tengo que reconocer que la parada técnica que hicimos fue divina de la muerte, pero me mató, me costó un montón reanudar la marcha.
En la meditación agradecí muchas cosas pero además de lo que dije también agradecí el encontrar el agradecimiento en mi vida, porque antes de conocer los talleres del teléfono, era todo lo contrario, una desagradecida, pero eso es pasado ahora agradezco el haber encontrado esta asociación de personas llenas de luz que me han llevado a una dimensión desconocida para mí, mi interior, a perdonarme y a quererme, aunque duele, y claro a agradecer a la vida.
La guinda del viaje fue el segundo día, con los abrazos iniciales para desearnos buen camino reconocí una chica que nos conocimos hace 20 años, con ella el camino se me hizo muy ligero, la conversación fue muy amena y enriquecedora, me enseñó muchas cosas. Y empezó a llover para entender un poco lo duro que se puede poner el camino, como el terreno era muy pedregoso no levantaba la vista, iba muy concentrada en no caerme, cuando levanté la vista y vi el valle tan bonito, me quedé sorprendida; otra vez sentí que la vida es así, vas enfrascado en tus problemas y no ves el resto, sólo tienes que parar y alzar la vista, dejar de mirar tu ego y entonces ves lo que te rodea.
El resto del trayecto, fue muy agradable, viajando hacia el interior, dejándome ayudar por alguien que ha recorrido más camino que yo porque a veces lo obvio yo no lo veo tan claro, por eso tengo que ser más humilde y no creer que sólo existe la realidad que creo.
Por último, las danzas que bailamos delante de la catedral, al principio me dio un poco de corte pero rápido se me pasó, es algo mágico, fluye energía positiva.
Agradezco a la organización que os toméis la molestia de que todo salga tan bien, de estar pendientes de todo. Sólo deciros que no lo soñé, fue real.
¿Qué hacéis con cascos en el Camino de Santiago? ¿Y esa paella gigante?
ResponderEliminarMagnífico resumen de dos etapas cargadas de momentos únicos
ResponderEliminarMarieli que puedas seguir siendo peregrina, y viviendo el presente el aquí Y ahora, y disfrutando de más parajes y convivencias con el T. de la E.
ResponderEliminarCon tú exposición tan detallada, parece que yo también he realizado ese peregrinaje.
Muchas gracias, muchos besos. Con todo mi cariño Pepi.
Enhorabuena Marieli por contar con tu compañía y contarnos tu vivencia; la vida nos regala momentos como estos y que bien que podamos disfrutarlos.
ResponderEliminarJF