-Miradas-
Cada día nos cruzamos con cientos, con
miles de miradas. Miradas que se detienen en las nuestras, que nos ignoran o
que pasan como queriendo no pasar. Miradas que transmiten y que no.
Hay miradas de altanería, de orgullo,
de satisfacción, de amargura, de tristeza, de mala leche, de mal de ojo, de
envidia. Las hay también de alegría, de acogida, de comprensión, de sorpresa…
Pienso hoy en la dulzura de esa mirada
que nunca descubrí. Dulzura derramada en otros ojos que no fueron los míos.
Posiblemente porque los sentimientos no siempre son claros y, diciendo una
cosa, queremos decir otra. O porque la herida del corazón nos juega malas
masadas y, en lugar de querer queriendo, malqueremos.
Lo cierto es que no vi dulzura en su
mirada, donde otros sí la vieron. Tal vez miré sin ver, porque me dolía
demasiado. O viendo, no quise mirar por la misma razón.
Hay miradas que no se olvidan, tan
cargadas de sentimientos como están, que se quedan suspendidas de nuestra retina
in saecula saeculorum y que se clavan como alfileres en el alma. Por muchos
años que pasen no borramos su intensidad ni su fuerza.
Y otras que, por no haberlas recibido
nunca, recreamos en nuestra imaginación y anhelamos continuamente, sin acabar
de aceptar que no eran ni serán para nosotros, mal que nos pese.
M.E.
Valbuena
Hay miradas que no se olvidan..... Nunca.
ResponderEliminarLas miradas que me ignoran, esas realmente me hacen mucho daño.
ResponderEliminarEn mi vida he recibido miradas muy dolorosas, pero Pepi las que tiene muy presentes son las de los bebes, que aumentan: su paz, bienestar, sensibilidad.
ResponderEliminarHay miaradas que sin decir palabra lo dicen todo
ResponderEliminarHay miradas que te buscan para decirte ¡ánimo, adelante!.
ResponderEliminarHoy me quedo con esas miradas.
Anhelamos una mirada que no tuvimos y dejamos de apreciar las que hoy nos rodean. Cuando aprenderemos a vivir en el presente.
ResponderEliminarLas miradas son de personas, voluntades, circunstancias. Si el hacer o no hacer de nuestros familiares, amigos, compañeros... nos puede hacer felices o hacernos daño, esas miradas suyas, cargadas de tantas cosas, buenas o malas, de rencor o de amor, de sinceridad o de impostura... Pero sí, la mirada que más daño hace es la que no se da, la de la indiferencia: no hay mayor desprecio que no hacer aprecio..
ResponderEliminarMiremos siempre, con intensidad, si es posible con ternura, pero miremos siempre...
Yo, intento cada vez más, "mirar " de manera inocente. Esa actitud positiva me vale para ponerle freno a los prejuicios y a las expectativas. Las miradas de los otros no dependen de mí, por tanto sólo puedo hacer que no me afecten pensando en un mundo que no me pertenece.
ResponderEliminarEs un camino largo: mirar como creo que debo hacerlo sin pensar en más.
Un beso.