En los últimos años han florecido las denominadas adicciones
psicológicas, se habla de la adicción al juego, a las compras, al trabajo, a
Internet, al móvil, a la tele, al café...
Aunque tales adicciones sin droga no están recogidas en las
clasificaciones al uso de los trastornos mentales, parece existir cierto
acuerdo en que el proceso adictivo es similar al producido por el consumo de
drogas: gratificación inicial, restricción de respuestas alternativas,
presencia de tolerancia-dependencia-abstinencia psicológica y consecuencias
negativas.
Sin embargo, si se acepta que las adicciones no pueden
limitarse exclusivamente al consumo de sustancias psicoactivas, entonces
cualquier hábito conductual es susceptible de adquirir la condición de
comportamiento adictivo, a condición de que haya una pérdida de control, una
fuerte dependencia psicológica, un desinterés por otras actividades previamente
gratificantes y una interferencia significativa en la vida cotidiana.
Como señala el protagonista de La última noche de Dostoievski
de C. Peri Rossi:
«Verdaderamente, soy un tipo adictivo. Tengo adicción al
juego, al cigarrillo, a las mujeres, a la lectura del periódico, a la ducha, y
a la vida: detesto la certeza de ser mortal. Pero los otros -los que no juegan-
tienen, también, sus adicciones: son adictos al trabajo, al dinero, al fútbol,
al alcohol, a los medicamentos, a las hierbas, a la actualidad, o a la moda.
Hay adictos a la religión, y otros a la política. Por lo menos, las mías, son
adicciones lúdicas. Y no hacen daño a nadie, salvo a mí mismo.»
María Guerrero, psicoterapeuta
María me ha dado una gran satisfacción que hayas hecho una colaboración al blog; para Mª Ángeles (de León), significa que te estás recuperando muy bien.
ResponderEliminarLas adicciones aunque no se haga daño nada más que uno así mismo el que una persona las tengan me parecen muy nocivas. Lo mejor es tener variadas aficiones.