El rincón del optimista
Juan
No te confundas con el título. No es lo que parece. No me comparezco de quien tiene como afición la lectura, sólo explico la circunstancia que viví hace unos días en una calle de León. Paseaba por la acera cuando me encontré a una persona al lado de un supermercado que pedía limosna sentado a la puerta. Hasta ahí nada raro, casi lo extraño hubiera sido no ver a uno de estos pobres de solemnidad pidiendo a la puerta de una tienda, con lo que se cotizan últimamente estas plazas. Lo que me llamó poderosamente la atención es que este buen hombre estaba leyendo un libro. Y si digo que me sorprendió no es porque crea que los pobres no puedan leer, sino porque no es habitual observar esta escena. No me dio tiempo a ver el título del libro, no sé por tanto si leía novela, poesía, ensayo o si era un libro de autoayuda. Sí creo haber percibido que leía de verdad, que no era una pose, una estrategia para buscar la complicidad de sus potenciales ‘clientes’.
La escena me llevó a hacerme varias preguntas. ¿Acaso una persona que le ha ido mal en la vida por unas u otras circunstancias no tiene derecho a seguir manteniendo su afición por la lectura, a seguir nutriéndose de pensamientos y de filosofía ajena? ¿Si tiene dinero para comer no va a tenerlo para comprar un libro o pedirlo prestado en una biblioteca? ¿Acaso existe un tiempo mejor invertido que leer un libro mientras tu plato o tu vaso intenta llenarse de las monedas que a unos no le sirven de poco pero que a otros les sirven para que coman los suyos tres veces al día? ¿Acaso hay una forma más digna de mantener el tipo mientras pides limosna que leyendo=buscando el modo de salir de esa situación algún día?
Y las consiguientes respuestas… Si quienes tenemos la suerte de tener un trabajo remunerado aprovechamos las noches o los fines de semana para leer, quienes no tienen otra cosa más que tiempo libre, es normal que lean en cualquier momento. Si buscar trabajo en serio es dedicarle toda una jornada laboral, buscarse la manutención (la vida) diaria en plena calle es más laborioso que una prolongada jornada de trabajo en una oficina climatizada en el octavo piso de un bloque de cemento y cristal.
Hace poco leí esta frase: “Si no leemos, no sabemos escribir; y si no sabemos escribir, no sabemos pensar”. Y yo añado: “no sabemos pensar… por nosotros mismos”, pues ya se encargan los cabezapensantes desde la radio (chicharra), la televisión (caja tonta) y desde las redes sociales (pierdetiempos) de dictarnos el pensamiento único para que no tengas que tomarte la molestia de tener criterio propio a la hora de decidir.
Y hoy va un consejo: si algún día te ves en la tesitura de tener que pedir limosna en la calle, no abandones la lectura.
Asín sea.
Gracias Juan. Cualquier momento es bueno para dedicarse a leer. Pepi
ResponderEliminarAy qué peligro eso del pensamiento único!
ResponderEliminarLa reflexión es muy buena, la foto muy mala.
ResponderEliminarLeer es un ejercicio físico para nuestro el cerebro.
ResponderEliminarExcelente artículo Optimista.
OXO.