Efímero. Foto Jesús Aguado
Hay momentos en los que, por distintos motivos, nos puede la ansiedad. Y entonces no podemos leer, porque no nos enteramos de lo que leemos veinte veces; ni escribir, porque no damos coherencia a los argumentos; ni colocar, porque lo hacemos tan a lo tonto que no recordamos después dónde guardamos; ni podar las plantas, porque cortamos por dónde no corresponde; ni cocinar, porque es un peligro; ni otro montón de cosas.
En estas ocasiones, a veces recurro a mirar fotografías. Y esta técnica, que me saca de la ansiedad del presente, me da perspectiva y me serena.
Veo, por ejemplo, a personas sonriendo a una cámara, que estuvieron junto a mí y hoy ya no están. Veo paisajes que me traen vivencias experimentadas en ellos. Veo situaciones de celebración que no podrían repetirse a día de hoy. Veo casas que ya no existen y objetos que se perdieron en el limbo.
Me veo a mí misma, más joven, pero no sé si más feliz que ahora.
Veo, en definitiva, el paso de los años. Y llego a una conclusión: cuánto tiempo vivido, cuántos momentos buenos y no tan buenos acumulados a lo largo de una vida, cuántos detalles, cuántas miradas, cuántas sonrisas…
Tengo la sensación de que todo ha pasado muy deprisa, de que el ritmo de mi vida ha sido ágil, de que –a pesar de intentar estar siempre en el presente, aprovechándolo al máximo– ha habido muchas cosas que se me han escapado entre las rendijas del tiempo.
Y constato –como otros lo hicieron antes que yo– que esta vida es un soplo.
Y lo mejor e incluso lo peor, está por llegar, me queda abrir los brazos y adaptarlo a mi vida.
ResponderEliminarLo mejor, sin duda
EliminarEsta vida se pasa muy deprisa y si no disfrutamos y vivimos intensamente los acontecimientos de cada día, nos perderemos tantas cosas bonitas. A pesar de esos días que amanecen tristes, siempre habrá días mejores y por eso doy gracias a la vida.
ResponderEliminarJF