El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
domingo, 6 de noviembre de 2016

El revés de la historia

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

La parte de atrás

Cuando me cuentan una historia –y más si ésta parece complicada o enredada– pido siempre el esfuerzo de intentar contar el revés de la misma. Es decir, contarla desde otro punto de vista, normalmente el del lado opuesto.

Porque en el revés de las cosas y de las historias encontramos respuestas a aparentes misterios difíciles de resolver.

Las historias personales y generales no son sucesión de hechos independientes y específicos, a pesar de querer trazarlas en páginas blancas con líneas rectas, sino hilos entrecruzados que configuran un tapiz especial. Ver el revés y analizar estos hilos ayudan a entender, a comprender.

A medida que recontamos la historia desde su revés nos damos cuenta del entramado, vemos los nudos que permiten el cruce de los hilos, entendemos algunas posturas, justificamos otras y, sobre todo, nos liberamos de la absurda visión de creernos protagonistas absolutos y únicos de la misma. Y esta liberación nos aporta paz interior. Y serenidad.

En el revés no todo es bonito, pero todo es imprescindible. En el revés se ve lo oculto, pero sin ello no habría historia que contar. En el revés están las tripas del engranaje y sin engranaje la maquinaria no funciona.

Las historias siempre tienen un revés y un derecho. Hay quienes ocultan el revés por sistema y cuentan sólo el derecho. Hay también quienes sólo ven el revés, enfangándose en él, y olvidan el derecho. Pero no nos engañemos, si queremos ver, tenemos que ver todo.

A no ser que no queramos…

sábado, 5 de noviembre de 2016

Cuando
no pueda más


Igual pasas por una situación muy difícil.
O estás viviendo un momento excelente.
Esta canción de Luis Guitarra puede acompañarte.
Deja que penetre en ti.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Entrevista a Bruce Lipton, doctor en Biología Molecular




Reclama una nueva medicina, la que tenga en cuenta la capacidad de curar de la energía, mucho más eficaz que los medicamentos. Bruce Lipton (Estados Unidos, 1944) ha conseguido aunar ciencia y espíritu. No es poco mérito el suyo si tenemos en cuenta lo “alérgicos” que son los científicos a los temas trascendentales. Es doctor en Biología Celular y fue pionero en la investigación con células madre. Sus estudios sobre la membrana celular y las modificaciones de las células según el entorno sentaron las bases de la nueva epigenética. Sus descubrimientos (que iban en contra de la opinión científica establecida de que la vida es controlada por los genes) y el estudio de la física cuántica le han llevado a criticar duramente la medicina convencional. Es autor de libros como La biología de la creencia y La biología de la transformación.
Usted asegura que la medicina convencional va por muy mal camino. ¿Tan peligrosos son los medicamentos que nos recetan?
Nos dan medicamentos para la enfermedad, pero esto causa muchos problemas en el cuerpo. Porque esta medicina basada en la farmacología no entiende cómo está interrelacionada toda la bioquímica del organismo. Cuando tomo una pastilla química y la introduzco en mi cuerpo, no solo afecta a aquel lugar donde tengo el problema, sino que afecta a muchas otras cosas a la vez. Son los llamados “efectos secundarios”. Pero, en realidad, no son secundarios sino directos. No entienden que el efecto de las drogas no solo crea un efecto sino múltiples. Según las estadísticas en EEUU, ¡los fármacos matan allí a más de 300.000 personas cada año! Y esas personas son muchas más que las que mueren por tomar drogas ilegales. Hay algo que no funciona en la ciencia médica. Hace algunas cosas bien, como la traumatología, pero está matando a mucha más gente de la que ayuda. Tiene que aprender cómo funcionan las células.
¿Y qué ha descubierto sobre las células pero que no tiene en cuenta la medicina?
Yo ya trabajaba con ellas en los años 60. Fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Puse una célula madre en un plato petri y, como cada diez horas se divide en dos, al cabo de dos semanas, tenía miles de células, todas idénticas. Luego cogí algunas de ellas, las coloqué en otro plato y cambié el entorno celular (son más como peces porque viven en un entorno fluido). Cambié la química en ese plato y ahí formaron músculo. Después, cogí otras del primer plato y las puse en un entorno diferente, y se formó hueso, y otras se convirtieron en grasa al volver a cambiar el entorno. Entonces, la pregunta es muy sencilla, ¿qué controla el destino de las células? Todas eran idénticas, lo único que era diferente era el entorno. Cuando cojo células sanas y las coloco en un entorno nocivo, las células enferman y mueren. Si un médico las mirara, diría: “¿Qué medicina hay que darles?”. ¡Pero no hace falta ninguna medicina! Les cambias el entorno nocivo, las colocas en uno sano y saludable y las células sanan. Los humanos somos una comunidad de 50 trillones de células, por tanto, la célula es el ser viviente y la persona es una comunidad. ¡El humano es un plato petri cubierto de piel!
¿Cuál es el entorno de la célula que hay que cuidar?
Dentro de mí hay 50 trillones de células y el entorno celular para nosotros es la sangre, por ello la composición de la sangre cambia el destino de la célula. ¿Y qué controla la sangre? Pues el sistema nervioso, que crea una química diferente según el sistema exterior. La célula y el ser humano son la misma cosa. Por ello, si pongo al ser humano en un entorno nocivo, igual que la célula, también enferma. Si lo trasladas a un entorno sano, entonces sana. Por tanto, la medicina culpa a las células por la enfermedad y trata de cambiar la química de las células, pero ese no es el problema, el problema es el entorno. Y si cambias a la persona de entorno, sin medicamentos, el cerebro cambia la química. El cerebro de la célula y el de la persona leen y entienden el entorno.
En un entorno sano, ¿nos curamos automáticamente? ¿Así de fácil?
No es tan fácil, porque la mente interpreta. Puede suceder que estemos en un entorno muy sano y que la mente lo lea como un entorno negativo o perjudicial. Entonces crea una química que hará a mi cuerpo enfermar. La diferencia entre la célula y el ser humano es que este tiene una mente que hace una interpretación y la célula lee el entorno directamente. Si metes un programa con errores en la mente, entonces la química que genera no está en armonía con la vida. Y esto nos sirve para entender cómo funciona un placebo. Cambio mi creencia y pienso que esto me va a sanar, tomo una píldora porque creo que esto me va a traer salud, y me mejora y me sana, pero la píldora podría ser de azúcar, en realidad no ha hecho nada, han sido mis creencias. Y a eso lo llamamos pensamientos positivos y efecto placebo.
¿Está diciendo que el efecto placebo –creer que algo nos sanará– es más curativo que un medicamento? Pero no hay casi investigaciones sobre eso.
Sí, tienes razón. ¿Eres consciente de que hay más de una manera de hacer energía sin tener que depender del petróleo? Pero seguimos dependiendo del petróleo porque no interesa el cambio a los que controlan la energía. Lo mismo pasa con las empresas farmacéuticas. Venden fármacos y ¿poder sanar sin fármacos es bueno o malo para la industria farmacéutica? No quieren que sanes sin comprar sus fármacos. ¿Se puede poner energía en una cápsula? Si fuera así, las farmacéuticas intentarían vendértela. Si puedo sanar sin usar medicamentos, la industria que los produce no gana dinero. Deberíamos poder decir que la ciencia está separada de la industria farmacéutica, pero no es así, porque con el dinero de esta se paga el desarrollo de la ciencia, y ese dinero solo va esos estudios que dicen que las drogas funcionan. El dinero controla la ciencia.

Explíquenos cómo funciona ese poder que dice que tiene la mente para la autocuración.

He hablado de que la mente controla: si piensa de una manera, se va en una dirección y, si piensa de otra, se va en otra. Por ejemplo, cierro los ojos, los abro y veo a alguien a quien amo. Entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés. Y estas hacen dos cosas. La primera es que frenan el crecimiento del cuerpo. Porque si me está persiguiendo un león, necesito toda la energía para poder escaparme, y mi organismo apaga todo lo que no sea imprescindible para correr más rápido, así que se paraliza todo lo que tiene que ver con el crecimiento. La gente no lo sabe, pero tienes que crecer todos los días, porque, si no, te mueres. Cada día cientos de billones de células mueren y tienes que irproduciendo nuevas. Cada tres días, el sistema digestivo renueva sus células, pero si se intefiere con ese crecimiento, entonces no puedo estar sano porque estoy perdiendo demasiadas células al día, por eso la quimioterapia hace que se caiga el pelo y crea problemas de digestión, porque mata todas las células, no solo las del cáncer. La segunda consecuencia de las hormonas del estrés es que se cierra todo aquello que usa energía, y el sistema inmunitario usa muchísima energía: cuando estás enfermo, te sientes muy cansado porque tu energía la está usando el sistema inmunitario.
Eso significa que el estrés nos hace enfermar, ¿no?
Las hormonas del estrés apagan el sistema inmunitario, incluso la medicina usa este efecto en algunas ocasiones. Por ejemplo, si me trasplantaran un corazón, mi sistema inmunitario lo rechazaría. En esos casos, los médicos dan hormonas del estrés y eso impide que funcione el sistema inmunitario. Es tan claro que suprime el sistema inmunitario que lo usamos como un medicamento. Cuando la persona está bajo estrés, afecta de dos maneras: la primera es que deja de haber crecimiento y la segunda es que se apaga el sistema inmunitario. De esta forma, virus nocivos pueden atacarme fácilmente. Cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas. Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer. Una vez que se apaga el sistema  inmunitario, proliferan. Es como el catarro: no tienes que coger el virus, ya lo tienes dentro. Son organismos oportunistas. El 90 por ciento de la gente que va al médico es debido al estrés, y también el cáncer funciona igual.
Explíquenos qué es la medicina cuántica o medicina de la energía.
Como decía, la primera razón por la que la medicina de hoy es cuestionable es porque los médicos no saben cómo funcionan las células. La segunda es que la medicina está basada en la física de Newton. No reconoce la energía, esa parte invisible, las señales electromagnéticas. Pero, a principios del siglo XX, apareció la física cuántica, que dice que todo es energía, lo que podemos ver y también lo invisible. Si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro? Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniania. La medicina dice que quiere cambiar la química del organismo con drogas y la nueva medicina dice que hay que cambiar la energía. Y esta nueva medicina, la cuántica, es mucho más poderosa, porque responde primero el campo energético que el físico.
Si todo es energía, ¿los pensamientos también? ¿Cómo influyen en nuestra salud?
La mente es energía. Cuando piensas, transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química. Así que esto es peor para las empresas farmacéuticas porque no lo pueden vender. Por tanto, no les interesa una conexión entre la mente y el cuerpo. Pero es cierto que las propias creencias se convierten en un campo energético, una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Y así es como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las manos…, pero eso no puede vender y por eso la medicina no quiere ir por ese camino. Y es la razón por la que yo cambié mi carrera. Estaba enseñando en la universidad que hay que seguir con drogas y sabía que eso no era verdad. La medicina lo conoce, pero no habla de ello. Sabe que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo puede matar. Uno se llama placebo y el otro nocebo. En realidad, no es que sea positivo o negativo, es la manera de pensar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química que generará cáncer. Por tanto, el problema no es tanto el entorno real sino el que tú interpretas.
Y eso enlaza con la física cuántica.
Totalmente. Por eso no funciona la medicina, porque no reconoce la ciencia cuántica. No mira hacia ahí porque el dinero está en otro lado.

Usted ha explicado que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente. ¿Por eso es tan difícil cambiar hábitos de pensamiento?

Es millones de veces más poderoso y más importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo.
Pero no lo podemos controlar.
Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer, tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida.
Es decir, los niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se ‘programa’ su subconsciente. ¡Qué gran responsabilidad para los padres!
La gente, cuando oye esto, se preocupa, se culpa. Pero no eres culpable si tú no sabes que el subconsciente funciona así. No lo sabían nuestros padres, ni nuestros abuelos ni bisabuelos. Ahora bien, cuando lo entiendes, tienes que cambiar tu manera de vivir, porque entonces sí eres responsable. Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer aunque su genética sea diferente. Sería algo así como conducir un coche: si te enseñaron a conducir mal y has automatizado esa forma de conducir, pues lo más probable es que tengas accidentes. Si te enseñaron a maltratar tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.
¿Podemos reprogramar el subconsciente para estar más sanos o ser más felices con nuestra vida?
Los comportamientos que vienen del subconsciente no los percibes y pueden estar haciéndote daño. Quizás te sientes enfermo y echas la culpa a otra cosa. Al cambiar estos programas erróneos en el subconsciente, puedes recrear toda tu vida. Hay varias maneras de hacerlo. Se piensa que, cuando la mente consciente registra algo, la subconsciente también filtra esa información, pero no es así. La mente consciente es creativa y la subconsciente trata de todos los hábitos. Si le enseñas al subconsciente algo diferente, se lo enseñas también a la consciente, pero no al revés. Por ello, la manera de reprogramar es repetir y repetir hasta que se crea un hábito. Si leo un libro de autoayuda, mi mente consciente dice: “Sé todo lo que hay en el libro y lo aplico”, pero la subconsciente no se entera de nada. Entonces, piensas: “¿Por qué sé tanto y todavía mi cuerpo no funciona?”. Los pensamientos positivos, el conocimiento… solo funcionan el 5% del tiempo, pero el 95% son los hábitos que tengo desde mi niñez. Y esa es la razón por la que los pensamientos positivos no son suficientes. Ayudan, pero no ves muchos resultados. Todo sigue igual hasta que no cambias el subconsciente. Técnicas de psicología basadas en la energía como la hipnosis o el Psych-K son una manera de cambiar el subconsciente, es como un aprendizaje rápido.
Con su investigación, ha aunado ciencia y creencia, un binomio que evita la mayoría de los científicos. ¿Usted cree en la eternidad?
Absolutamente, sí. No hay dos personas iguales, y lo digo desde el punto vista biológico. Si cojo mis células y las traslado a tu cuerpo, no soy yo, el sistema inmunitario las rechaza. En las células hay como una especie de antenas en miniatura. Son receptores y algunos son autorreceptores. Tú tienes diferentes autorreceptores a los míos. Pero los receptores reciben las señales del entorno. Si corto esos receptores, la célula no tiene ninguna identidad, porque no le viene de dentro sino de fuera. Para explicarlo de forma gráfica, diría que el cuerpo es como un televisor: mis antenas captan y reproducen el programa televisivo de Bruce. Esos receptores recogen esa transmisión. Si estoy viendo la tele y se estropea el tubo de la imagen, ha muerto el televisor, pero sigue la transmisión. Así que cojo otra, la enciendo, conecto el canal y vuelvo a ver el programa de Bruce, pero en otra tele, o lo que es lo mismo, en otro ser. Si ese ser tiene los mismos receptores que tienes tú, volverás a estar trasmitiendo lo mismo, pero en otro cuerpo. Esto explica la reencarnación y quiere decir que el cuerpo puede ir y venir, pero la transmisión siempre está ahí.
¿Eso le hizo creer que tenemos espíritu?
Nunca había creído en el espíritu, pero cuando comprobé esto en la célula, me cambió la vida entera. La pregunta que me planteé es: ¿por qué esa duplicidad?, ¿por qué tener un espíritu y un cuerpo? Y la respuesta vino de mis células: si solo existiera el espíritu, ¿a qué sabe el chocolate?  Solo con la parte espiritual, ¿cómo vivir una puesta de sol? ¿Qué se siente cuando se está enamorado? Todas esas sensaciones vienen de las células del cuerpo, que puede oler, sentir, tener experiencias. Recoge todo eso, lo transmite al cerebro. Se convierte en vibraciones y lo transmite a la fuente del ser. Si se muere mi cuerpo, mi fuente de ser y mi espíritu tienen la memoria hasta que tenga otro cuerpo. La lección más importante es que estar vivo es un regalo, una alegría por todo lo que podemos sentir. Cuando hagamos eso, todo el mundo estará sano.
jueves, 3 de noviembre de 2016

Expresión de fotografías


Pleno día
Al amanecer
Al anochecer
De día
Nuestro fotógrafo Jesús aguado comparte con todos sus fotos al amanecer, al anochecer, de día y a plena luz.

¿Qué te sugieren amigo internauta?
¿Qué sentimientos despiertan en ti?
miércoles, 2 de noviembre de 2016

Lo bueno y lo malo

Khalil Gibrán
Y uno de los más viejos de la ciudad dijo: Háblanos de lo Bueno y de lo Malo.
Y él respondió:
Puedo hablar de lo bueno en vosotros, no de lo- malo. Porque, ¿qué es lo malo sino lo bueno torturado por su propia hambre y su propia sed?
En verdad, cuando lo bueno está hambriento, busca ali­mento aun en cavernas obscuras y, cuando está sediento, bebe hasta dé las aguas muertas.
Sois buenos cuando sois uno con vosotros mismos. Sin embargo; cuando no lo sois, no sois malos.
Porque una casa desunida no es un antro de ladrones; es sólo una casa desunida.
Y un barco sin timón puede vagar sin rumbo entre islotes peligrosos y no hundirse hasta el fondo.
Sois buenos cuando os esforzáis en dar de vosotros mismos. Sin embargo, no sois malos cuando buscáis ganar para vosotros.
Porque, cuando lucháis por obtener, no sois más que una raíz que se prende a la tierra y succiona su seno. Seguramente la fruta no puede decir a la raíz: "Sé como yo, madura y plena y dando siempre de tu abundancia." Porque para la fruta el dar es una necesidad, como el reci­bir es una necesidad para la raíz.
Sois buenos cuando estáis completamente despiertos en vuestro discurso.
Sin embargo, no sois malos cuando dormís mientras vuestra lengua titubea sin propósito.
Y hasta un vacilante hablar puede fortalecer una lengua débil.
Sois buenos cuando camináis hacia vuestra meta firme­mente y con pasos audaces.
No sois, empero, malos cuando váis hacia ella cojeando. Aun aquellos que cojean no retroceden.
Pero vosotros que sois fuertes Y veloces, cuidáos de no cojear delante del lisiado, imaginando que'eso es. bondad.
Sois buenos en incontables modos y no sois malos cuando no sois buenos.
Sois solamente indolentes y haraganes.
Es una lástima que los ciervos no puedan enseñar veloci­dad a las tortugas.
En vuestro anhelo por vuestro yo. gigante reposa vuestra grandeza y ese anhelo se encuentra en todos vosotros.
Pero en algunos de vosotros esa ansia es un torrente que corre con fuerza hacia el mar llevando los secretos de las colinas y las canciones de los bosques.
Y en otros es un hilo de agua que se pierde en ángulos y curvas y se consume antes de alcanzar la playa.
Pero, no dejemos que el que mucho anhela le diga al que anhela poco: "¿Por qué eres tan lento y te detienes tanto?" Porque el que es verdaderamente bueno no pregunta al desnudo "¿dónde están tus vestidos?" ni al desamparado " ¿qué ha ocurrido con tu casa?"
martes, 1 de noviembre de 2016

Urracas

El rincón del optimista
Juan


Me había propuesto este primero de noviembre no hablar de la muerte para quitarle hierro al día, pero confieso que resulta difícil evitar el tema, pues la muerte está tan presente en la vida que no se concibe la una sin la otra. Hablaré pues de la muerte, pero esta vez de forma indirecta.
Cuando circulo con mi coche por autovías y autopistas, cosa que por desgracia tengo que hacer prácticamente a diario, me llama la atención las maniobras de las aves carroñeras que se alimentan de esos otros animalillos que son atropellados por los vehículos que pasan casi sin cesar por el asfalto. Cornejas, milanos, cuervos, urracas… se reparten los tramos de carretera para no entrar en conflicto de competencia. Todos son aves oportunistas, todos se juegan la vida cada día, cada minuto diría yo, para alimentarse soportando unos riesgos que otros ejemplares de su misma especie no sufren cuando cazan o buscan su comida a campo abierto. Si las avecillas han nacido en una de esas sebes que pueblan las medianas, casi seguro que aprendan a comer de esta forma sólo siguiendo el patrón de sus progenitores, en vez de elegir los campos más libres de peligros que suponen los depredadores naturales. De vez en cuando también veo que alguna de estas aves deja su esqueleto en el frío asfalto por no haberse retirado a tiempo del ‘plato’ o por cruzar de una orilla a otra cuando no tocaba. Pero curiosamente suelen ser cornejas (grajos) o milanos los que veo que suelen ‘caer’ en acto de servicio, no así urracas (también conocidas como pegas o picaza) que las considero inteligentes en grado sumo. Estos pájaros blancos y negros son auténticos supervivientes entre el mayor de los peligros que les puede acechar. De hecho, las urracas prefieren la proximidad de parajes alterados por el hombre como las ciudades, los basureros o carreteras, del mismo modo que les agrada la cercanía de poblaciones humanas. Un día te hablaré de Pepa, una pega que conocí en Llamas de la Ribera y que entrevisté hace años, sí, sí, entrevisté digo, pues había aprendido a pronunciar varias palabras y breves frases cortas y sencillas de su dueño y adiestrador Manolo.
Ahora toca reflexionar para no dártelo todo hecho. ¿Tú corres pocos o muchos riesgos en la vida? ¿Te la juegas cada día o eres un conservador cien por cien? ¿Te consideras un oportunista o simplemente aprovechas las oportunidades que te pone la vida por delante? ¿Te consideras más urraca o milano? ¿Te sientes más cerca del inocente urogallo o del astuto?
Si te sirve de pista, yo amo la vida, deseo que mi corazón siga latiendo por mucho tiempo, pero también añado que quien no arriesga no gana, quien no juega a la lotería no tiene posibilidad de que le toque el premio, y que si no le pones un poco de emoción a la vida corres el riesgo de morir… pero de aburrimiento. Definitivamente creo que yo soy un poco urraca, pero sólo a ratos.
Asín sea.
lunes, 31 de octubre de 2016

RESILIENCIA

Hacer frente a la adversidad de forma constructiva y salir fortalecido no es sencillo, pero es posible. La palabra clave es 'resiliencia'

Dado que no vivimos en una urna de cristal (ni falta que hace), tarde o temprano, la vida le pondrá por delante una prueba difícil de superar. Un infortunio que, probablemente, tenga forma de enfermedad o de pérdida y que encajará con mayor o menor habilidad. Para aumentar la garantía de éxito, un consejo, o mejor, tres: sea flexible como el bambú, maleable como la arcilla y adáptese al cambio como un lobo. Solo así, estará en disposición de sobrellevar los peores momentos del devenir de los acontecimientos. Que, dicho sea de paso, tendrá al menos dos o tres a lo largo de su vida, según Rafaela Santos, psiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia (IER). Parece que nadie se libra de tener que lidiar con varios sucesos trágicos, o al menos complicados, en su biografía. “El diagnóstico de una enfermedad grave, la desaparición de un ser querido, un despido o un revés económico son circunstancias por las que todos pasaremos alguna vez”, apunta.
La buena noticia es que a pesar de que estos hechos no son algo que podamos evitar ni controlar, “todas las personas contamos con la capacidad de afrontarlos de forma constructiva”, asegura Santos. A esa fuerza interior se la conoce como resiliencia, añade esta neurocientífica: “Nos permite superar cualquier situación difícil saliendo fortalecido de ella”.

Cómo salir con la lección aprendida
En este asunto, el quid de la cuestión reside en cómo salimos del embate. Porque, aunque lo ideal sería hacerlo con la lección aprendida, no siempre lo conseguimos. “Ante una situación traumática existen dos opciones: hundirse o crecer”, señala Santos, que también preside la Sociedad Española de Especialistas en Estrés Postraumático (SETEPT). “Hemos comprobado a menudo cómo muchas personas, después de haber experimentado episodios muy difíciles en su vida, cambian su forma de entender el mundo y adoptan una perspectiva más humana, priorizando lo realmente importante frente a nimiedades a las que antes otorgaban un protagonismo infundado”, añade la psiquiatra.
Por su parte, la psicóloga clínica Noelia Mata, especialista en Trastornos de la Personalidad y Neuropsicología, coincide con Santos en señalar que, en ocasiones, el individuo pierde la partida. En este contexto, Mata apunta tres posibles actitudes ante la adversidad: “En primer lugar, hay gente que se apunta al victimismo echándole la culpa de lo ocurrido al mundo, a la vida o a los demás; otros, se enfurecen y se instalan en una actitud agresiva; y, por último, estarían las personas resilientes que son las que aceptan la realidad y se adaptan y enfrentan a ella”. Ahora bien, la superación constructiva de un trauma no significa que debamos pasar necesariamente por situaciones dolorosas para poder experimentar crecimiento personal. Así lo cree Santos: “Aunque muchos de los que han ganado este tipo de batallas afirman ser más felices que antes y consideran que el sufrimiento les ha llevado a ser mejores personas, no hace falta esa experiencia para ser feliz”.
Mata va más allá y, además de compartir la opinión de Santos, cree que, para desarrollar la resiliencia y en última instancia acercarnos a la felicidad, lo ideal es trabajar la capacidad de resistencia y adaptación desde la infancia. Y para respaldar su postura la experta hace referencia al neuropsiquiatra francés Boris Cyrulnik, autor de libros como Los patitos feos. La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida (Debolsillo), quien defiende la idea de que el mecanismo que protege a las personas frente a las adversidades de la vida se forja en los primeros años de vida gracias a la interacción que establece con su cuidador, especialmente con la madre, que es quien provee al niño de la seguridad afectiva necesaria para crear un apego seguro.

¿Genes o voluntad?
Esa sensación de bienestar emocional a la que es posible llegar tras la superación de un suceso trágico, está al final de un recorrido que tiene su origen en los recursos psicológicos que todos disponemos de forma innata. La doctora Santos defiende con rotundidad que la resiliencia “no es una habilidad externa, sino una actitud que se desarrolla en nuestro interior gracias a la plasticidad neuronal y que se va modificando en función de las experiencias vividas”. Y anima: “Todo individuo puede acrecentar poco a poco su resiliencia”. Eso sí, también advierte que no todos tendrán el mismo éxito, ya que si no se le dedica tiempo y esfuerzo "no se alcanzarán los niveles mínimos de resistencia que garantizan la superación del suceso”.
Aunque esta psiquiatra reconoce que en un tercio de la población se puede encontrar una predisposición genética que determina la capacidad de una persona a ser resiliente, también recalca que la biología es solo parte de la explicación, “y si no se trabaja mediante el entrenamiento consciente o se moldea a través de la experiencia, no pasará de ser una capacidad en potencia”. Por su parte, la psicóloga Mata tampoco cree que el comportamiento resiliente responda en exclusiva a los dictados del ADN. Para esta psicóloga, una persona será más o menos resiliente dependiendo de la combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. “Las variantes genéticas interactúan tanto con las ambientales como con las conductas aprendidas para enfrentarnos de forma positiva a situaciones adversas”, sostiene.

Esto no es tan sencillo como 2+2
¿Quién podría negarse a tener en sus manos las herramientas necesarias para superar un revés de la vida o alcanzar una meta determinada? Sin embargo, la psiquiatra Santos no duda un instante en recordarnos que el funcionamiento del cerebro no es tan sencillo como nos gustaría. Incluso, es mucho más complejo de lo que imaginamos, ya que se autogestiona y tiene capacidad de responder a cualquier demanda que recibe del exterior. “Intervienen en él muchos neurotransmisores, y además la mayoría de ellos están supeditados a que otros hagan de neuromodulador. Es decir, si uno falla, la cadena se rompe e impide que tomemos las decisiones correctas”, aclara.
Y, ¿cuáles son esos eslabones “neurológicos” que integran la cadena? A grandes rasgos, Santos distingue “tres cerebros” ubicados en tres alturas distintas: “En primer lugar, está el cerebro más primitivo, donde se encuentran los instintos de supervivencia; a continuación, el cerebro medio, que es emocional y, por último, el cerebro superior o racional, el que toma las decisiones”. Cualquier decisión que tomamos es el resultado del modo en que se conectan los tres cerebros y, si todo va bien, "es un proceso que arranca con la reacción instintiva del primero de ellos, la cual da paso a una respuesta influenciada por las emociones del cerebro medio y, por último, llega al superior que es el responsable de tomar una decisión basada en la experiencia y el conocimiento, lo cual es sin duda lo más bonito y, definitivamente, lo más humano”, explica la psiquiatra.
Sin embargo, este recorrido ideal en ocasiones se ve truncado produciendo lo que se denomina cerebro secuestrado. Consiste en que, ante un estímulo muy estresante, "la respuesta se queda atrapada en el cerebro primitivo sin posibilidad de seguir el ascenso y tomar una decisión racional fruto de la intervención del cerebro superior”, aclara Santos. “En cambio, si el estrés es menor se percibe como un reto y resulta motivador”. Por su parte, la psicóloga Mata ubica la respuesta resiliente a medio camino entre lo 100% instintivo y lo totalmente racional: “Un comportamiento resiliente debe implicar una estimación de los riesgos que conlleva la adopción de una decisión o postura determinada”.

Por lo que pueda pasar...
Considerar un suceso objetivamente amenazante como un reto personal es una tarea complicada que podría simplificarse si nos preparamos para ello desde la infancia. Uno de los centros donde esto es posible es el IER. Gran parte del trabajo que se desarrolla ahí se hace desde la prevención. Es decir, preparando a las personas para afrontar las dificultades de la vida antes de que sucedan. Esta actividad se lleva a cabo con adultos, pero también se realizan programas para niños. Si entrenar un cerebro maduro es importante, aún lo es más trabajar el de los niños. Por eso, “aplicamos la neurociencia en la educación, con el fin de que los jóvenes maduren adecuadamente”, dice Santos, su presidenta.
En este sentido, y ante cualquier proceso de aprendizaje, la psiquiatra destaca en su libro Levantarse y luchar (Conecta) el valor del esfuerzo. “Cualquier persona que lucha por un objetivo, ya sea un desafío personal o en el caso de un deportista batir una marca o a un rival, debe asumir que lograrlo supondrá sacrificio y sufrimiento. Y eso no es malo”, concluye Rafaela Santos.

CÓMO SALIR FORTALECIDO DE LA ADVERSIDAD
Quizás haya heredado las espaldas de su abuelo y que sean tan anchas que pueda echarse sobre ellas los problemas propios y ajenos. Pero si no es así, con voluntad, coraje y determinación también puede conseguir unos hombros fuertes que soporten lo que venga.
La psiquiatra y neurocientífica Rafaela Santos, que participó en el pasado encuentro de salud mental Mens Sana, organizado por El Ser Creativo, señala tres pasos principales que le servirán de guía para superar la adversidad de forma constructiva:
1. Asuma la realidad. Es imprescindible que acepte lo que no puede cambiar. Haciendo referencia al neurólogo y psiquiatra Viktor Frankl, la doctora nos recuerda que la persona que no acepta la realidad sufre el doble.
2. Adáptese al cambio. En este punto, intervienen multitud de procesos neuronales cuyo fin último es encontrar nuevas vías de resolución positivas.
3. Escoja un camino. Por último, la psiquiatra nos anima a preguntarnos hacia dónde queremos crecer, y a que actuemos después en consecuencia.
Para completar la lista, la psicóloga Noelia Mata añade dos más:
4. Busque apoyo a su alrededor. Las personas de nuestro entorno nos ayudan a tener una visión más global de la situación, lo cual revierte en una mejor toma de decisiones.
5. Lleve hábitos de vida saludable. Practicar ejercicio, seguir una buena higiene del sueño o meditar con regularidad ayudan a afrontar los problemas con más energía.


Tomado de Elpais.es
domingo, 30 de octubre de 2016

Una charla interesante

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena

Comunicación activa

Hace unos días vino a dar una charla a mi ciudad un orador famoso de los últimos tiempos: Luis Galindo. Es conocido en los círculos empresariales, de la banca y del Emprendimiento, pero su lenguaje y su mensaje son de carácter global y aptos para todo tipo de personas y profesiones.

En esencia, vino a decir lo importante que es vivir con pasión y con ilusión cada uno de los días de nuestra vida. Que no es fácil, por supuesto, pero que se puede hacer y de hecho se hace por un gran número de personas cada día, a los que él llama (y yo también) héroes cotidianos.

Vivir con pasión es poner lo mejor de nosotros mismos en cada momento, en cada trabajo, en cada cosa que hagamos, en cada decisión. Es salir cada día a darlo todo y a darlo bien. Supone esfuerzo, trabajo, cansancio, desgaste… pero también –y eso es lo mejor– satisfacción personal.

Contó que sus maestros de vida habían sido sus padres, grandes trabajadores y muy honestos y que él sólo transmite lo que aprendió de ellos. Habló de coherencia personal, de honestidad, de honradez, de aportar lo mejor independientemente de que otros lo hagan o no, de poder mirarnos en el espejo y estar contentos con lo que refleja.

La charla, larga y apasionada, fue todo un éxito. Parece ser que como todas las que da. La gente aplaudía y algunos se emocionaban.

A mí no me aportó nada que no supiera, que no haya ido descubriendo con el tiempo, pero reconozco que me gustó oír hablar de algo tan distinto a lo que suelo escuchar. En un reino de superficies planas un pequeño brote es muy de agradecer. 

sábado, 29 de octubre de 2016

La dicha de ser,
de Enrique Martínez Lozano

Sepámoslo o no, consciente o inconscientemente, en todo lo que hacemos y en todo lo que dejamos de hacer, los seres humanos vamos buscando la felicidad. Estamos programados para ello. A su vez, nuestra tarea más noble consiste en liberar del sufrimiento a los demás y ayudarles a ser felices.
Sin embargo, con demasiada frecuencia, lo que nos ocurre es que erramos el camino, con lo que, no solo nos alejamos de la meta anhelada, sino que prolongamos e intensificamos el sufrimiento propio y ajeno.
La única salida pasa por la sabiduría, que no tiene que ver necesariamente con la erudición, sino con aquel saber sabroso que nace de saborear el secreto de la Vida y que nos regala la comprensión de nuestra verdadera identidad. Eso requiere, por nuestra parte, aprender a pasar de la razón al “conocimiento silencioso” (o trans-racional), de las creencias a la certeza, de la idea de separación a la experiencia de no-dualidad, de la confusión mental a la luminosidad consciente. En definitiva, se trata de acallar la mente y poner consciencia en todo lo que nos ocurre.
Eso es vivir con sabiduría. Y ahí se encuentra la clave de nuestra liberación y de nuestra felicidad: la dicha de ser. Porque, en último término, sabiduría y felicidad son la misma cosa.
A Ana, por ser.
“Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo” 
(Heráclito).
“Si entiendes, las cosas son tal como son. 
Si no entiendes, las cosas son tal como son” 
(Proverbio zen).
“Nadie se emborracha con la palabra vino. Nadie se quema con la palabra fuego” 
(Dichos sufíes).
“Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía” 
(William Shakespeare).
“Toda verdad pasa por tres fases: primero es ridiculizada; luego, recibe una violenta oposición; finalmente, es aceptada como evidente” 
(Arthur Schopenhauer).
“Los labios de la Sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender” 
(Kybalion).
“Si las personas definen las situaciones como reales, estas son reales en sus consecuencias” 
(William Thomas).
“Cuando yo era Yolande, no veía el mundo, sino que veía mis pensamientos” 
(Yolande Duran-Serrano).
“No hay otro Dios que aquel de quien nada puede conocerse [pensarse]“ 
(Margarita Porete).
“Aprenderéis que todo era nada. Que todo se pasa. Y que solo Dios basta” 
(Palabras atribuidas a Teresa de Jesús).
“Deja de buscar… Déjate encontrar” 
(Nisargadatta).
La identificación con las creencias constituye el mayor obstáculo para abrirse a la verdad, porque toda creencia, del tipo que sea, nace de la idea (creencia) errónea de la separación.
En cualquier circunstancia, aquieta la mente y pon consciencia.
viernes, 28 de octubre de 2016

¡Que lo soñé!

Marieli, una peregrina
Con la expectación que me producían las excursiones cuando era niña así llegué al parking de la Junta. Reencontrarme con amigas que hacía meses que no veía me fue muy grato.
Es la segunda salida que hago, a la que fui dejó el listón muy alto, pero voy con la actitud del niño, que aspira sólo a vivir el momento y disfrutar de lo que le ofrece.
Fuimos bajo amenaza de lluvia, pero ya me creo que va a ser verdad el mito que corre que en este “camino” nunca llueve. Entre Historia de España y poemas llegamos a Belorado y allí invadimos su bar, ávidos del primer café matutino. El primer trecho del camino se me pasó poniéndome al día con las amistades ¡ni me enteré! La segunda parte, el camino en silencio y en fila ¡ya os lo dije, me encantó! Al principio un poco duro por la pendiente y el ritmo (se ve que Yoli está en forma) luego ya fui mejor. Ya arriba, en el monumento a la memoria de los represaliados en la guerra civil, tuvimos un acto muy emotivo y lleno de significado. El último trecho se me hizo un poco más duro, es lo que tiene ir en cabeza de pelotón, tan cansada quedé que me senté en un banco y no fui ni a ver la iglesia.
La visita al yacimiento de Atapuerca, me decepcionó un poco, pero tengo que agradecer que su visita fue muy acertada porque si no de otra manera no hubiera ido y es una pena tener un yacimiento tan importante y no conocerle.
En la visita al monasterio del Císter, es el segundo que conozco, el de Cóbreces me gusta más pero bueno no está mal. Me sorprendió que estuvieran en el rezo monjas y monjes juntos, pensé que en clausura no tenían contacto con nadie, bueno ya sé, no pasa nada, pero os dije que miraba con ojos de niña. Cerré los ojos y fui de viaje a mi interior, lo único que con tanto ponerse de pie y sentarse fue un trayecto un tanto interrumpido, el próximo día, no me levanto.
La llegada al centro Maristas fue maravilloso porque allí me esperaba un spa que me monté en la ducha y que evaporó por arte de magia el cansancio. Fue estupenda la cena compartida y luego el baile, que nos lo abrieron, como bautismo de iniciación Ana y Gerardo.
Por la mañana, me despertó el viento y el agua en la ventana pero no me perturbó para nada, para eso ya nos leyó Valentín los versos de Benedeti y no me iba a alterar.
La meditación matinal me resultó muy agradable, siempre suelo hacerla a partir de la tarde, me noté muy despejada. Cargué las pilas para el resto del día y es que fue este segundo el día el que me sorprendió gratamente.
Después de andar el camino, se me hizo un poco duro, con bojas y demás, pero cuando llegamos de nuevo a Maristas a comer ya iba mejor, ¡oye que comida más rica nos preparó la cocinera leonesa!, la sobremesa me prestó mucho. Luego en la cartuja de Miraflores, me gustó un montón, eso sí son monjes, que no les vi por ningún lado, que bonito el sepulcro de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, como trabajaban los artistas, ya le dedicaban horas, ahora les dedican más bien ideas, parte de la evolución.
Y hablando de ella, para el Museo de la evolución que nos fuimos, éste sí que me gustó y además muy beneficioso haber ido antes a Atapuerca, así ya llevábamos los apuntes leídos. Hubiera necesitado otra hora y media para leer todo y recordarlo, me pareció muy didáctico para estudiantes, se pueden dar muchas clases de Biología Evolutiva y Antropología en este museo. Y así como no quiere la cosa, nos acercamos hasta la Catedral ¡yo encantada! porque no conocía Burgos, como está aquí al lado, pero me dolía todo, desde las uñas de los pies hasta la cintura y eso que esta vez comí plátanos, pero ni por esas; además contamos con la presencia de un guía muy especial amigo de Javi. Y ya la vuelta  en el autocar entre risas, cánticos y demás, llegamos a León.
Ahora diría Valentín: “vale hasta aquí has hablado con la cabeza, pero baja…baja un poco más abajo, ¡ahí! A la altura del corazón más o menos”. Cachis pero si es que parece que le estoy oyendo.  
Tengo que decir que estoy escribiendo a tecla suelta, sin filtro, así que perdonar la prosa si no está bien redactado.
El primer día lo que más me llenó fue el camino de silencio, ahí sí que me encontré, sí que estuve en el ahora, sí que fui consciente del ruido de las pisadas, de mi respiración entrecortada, de la de la compañera de atrás, de los robles, de las escobas, de mira que helechos secos y los otros más alejados más húmedos, de los líquenes que vestían los robles, de las flores, intentando recordar cómo se llamaban ¡jolín si una como esa me cayó en un visu de Botánica!, cómo entraba el sol y mojaba los bordes superiores y más…. cuánta belleza. Cuándo íbamos subiendo a todo ritmo en marcha militar, nos cruzamos con una chica, que lo iba pasando mal, con una rodillera, con una mochila que debía pesar el triple que la mía, su paso forzado por el esfuerzo y el sacrificio; me dieron ganas de darla un abrazo y animarla, me dio vergüenza, claro no lo hice pero fui pensando en ella un rato, en la humildad que te enseña el camino y todo ese significado.
En el monte de la Pedraja fue muy emotivo el acto que hicimos a los caídos y sentí tristeza por lo que pasó, por lo que sigue pasando con tantas ideas separatistas, tanto refugiados, tanto dolor e incomprensión.
Tengo que reconocer que la parada técnica que hicimos fue divina de la muerte, pero me mató, me costó un montón reanudar la marcha.
En la meditación agradecí muchas cosas pero además de lo que dije también agradecí el encontrar el agradecimiento en mi vida, porque antes de conocer los talleres del teléfono, era todo lo contrario, una desagradecida, pero eso es pasado ahora agradezco el haber encontrado esta asociación de personas llenas de luz que me han llevado a una dimensión desconocida para mí, mi interior, a perdonarme y a quererme, aunque duele, y claro a agradecer a la vida.
La guinda del viaje fue el segundo día, con los abrazos iniciales para desearnos buen camino reconocí una chica que nos conocimos hace 20 años, con ella el camino se me hizo muy ligero, la conversación fue muy amena y enriquecedora, me enseñó muchas cosas. Y empezó a llover para entender un poco lo duro que se puede poner el camino, como el terreno era muy pedregoso no levantaba la vista, iba muy concentrada en no caerme, cuando levanté la vista y vi el valle tan bonito, me quedé sorprendida; otra vez sentí que la vida es así, vas enfrascado en tus problemas y no ves el resto, sólo tienes que parar y alzar la vista, dejar de mirar tu ego y entonces ves lo que te rodea.
El resto del trayecto, fue muy agradable, viajando hacia el interior, dejándome ayudar por alguien que ha recorrido más camino que yo porque a veces lo obvio yo no lo veo tan claro, por eso tengo que ser más humilde y no creer que sólo existe la realidad que creo.
Por último, las danzas que bailamos delante de la catedral, al principio me dio un poco de corte pero rápido se me pasó, es algo mágico, fluye energía positiva.
Agradezco a la organización que os toméis la molestia de que todo salga tan bien, de estar pendientes de todo. Sólo deciros que no lo soñé, fue real.     
jueves, 27 de octubre de 2016

Nueva etapa del Camino de Santiago





Villafría-Hornillos del Camino
19 DE NOVIEMBRE

El Teléfono de la Esperanza de León sigue organizando etapas hasta Santiago de Compostela. Desde la perspectiva aconfesional del T.E. Santiago es más que un lugar físico o geográfico, representa el corazón de cada persona y un lugar de encuentro para todos los que apostamos por una sociedad más justa y hermanada.
Hemos decidido animaros a haceros peregrinos de vosotros mismos y del misterio hermoso que se esconde detrás de cada persona y de cada ser vivo.
La próxima etapa la haremos de un solo  día, el 19 de noviembre de 2016, desde Villafria-Hornillos del Camino. 
Itinerario: Villafría-Hornillos del Camino.
Kilómetros: 24 Km.
Coste: Cada persona al apuntarse abonará la cantidad de 23 euros para su billete de ida y vuelta en autocar. Este dinero no se devolverá en caso de no asistencia. El coste definitivo vendrá determinado por el número de participantes.
Material necesario: Mochila, calzado apropiado y de repuesto (con calcetines de algodón dos pares), chubasquero y ropa de recambio.
Comida: Para la comida y tentempié que cada uno quiera llevar y cargar, así como la bebida. El lugar de la comida se determinará oportunamente.
Transporte: En autocar. Salida desde el aparcamiento de la Junta de Castilla y León.
Concentración y salida de autobús: En el aparcamiento de la Junta de Castilla y León a las 7,00 de la mañana. Se ruega máxima puntualidad. El regreso previsible será sobre las 22,00 horas.
Apuntarse: Hasta el día  11 de noviembre en la sede del Teléfono de la Esperanza. Rogamos a las personas interesadas que se apunten lo antes posible. 
Para llevar a cabo la actividad será imprescindible que se apunten un mínimo de 25 personas. Número máximo de plazas: 55.
Queremos que el camino sea algo más que caminar, para lo cual se ofrecerán algunas posibilidades de abrir la mente y el corazón.
Responsabilidad de la actividad: Cada participante asume su propia responsabilidad en la marcha hasta Santiago. El T.E. no se hace cargo de posibles daños o accidentes.
Animamos a todos los orientadores/as, amigos/as, conocidos/as, participantes de los distintos grupos de desarrollo personal y demás familia, a que se unan a esta actividad lúdica. Tendremos tiempo para charlar, callar, disfrutar, reírnos, cansarnos, descansar, escuchar y escucharnos.

¿No te das cuenta?
ese gorrión está trinando para ti,
ese jirón de sol viene a visitarte a tu cuarto,
hasta esa campana insiste en llamarte,
el aire se mueve por entre tus cabellos,
¿no te das cuenta de que esa alegría espontánea que te brota
es un ángel que te visitaba en la niñez?
¿ya no te acuerdas?
¿no te das cuenta de que esa tristeza que te invade
es un juicio que alguien dejó en tu alma vulnerable?
pero eso ya pasó…
tu alma ahora es una montaña florecida entre la niebla.
Gregorio Dávila
miércoles, 26 de octubre de 2016

Aquí y ahora

Pax Vostrum
Beatriz


¿Dónde estás?  Aquí y ahora.
¿En dónde puedes sentir que eres, que existes? Aquí y ahora.
¿Qué es lo único que tienes y que puedes vivir? Este aquí y ahora. El pasado  quedo atrás, ya pasó y el futuro todavía no existe.
¿En dónde puedes experimentar alegría, tristeza, rabia, frustración, dicha, felicidad, risa, miedo, ansiedad...? En este aquí y ahora. Entrégate a este momento presente, sea el que sea. No trates de cambiar nada, ni de juzgar nada, ni de transformar nada, solo abraza,  acepta, entrégate..., entrégate a la  propia vida manifestándose en ti.  ¿La sientes?
¿Dónde puedes sentirte VIVO? Aquí y ahora… Respira, siente, observa  tu cuerpo, tus emociones, todo tu interior. Estás aquí, estás ahora. ERES.
Aquí y ahora, el único lugar que existe y el único lugar en el que merece la pena estar.
¿Dónde estás viviendo? ¿En tu pasado? ¿En tu futuro? ¿Aquí y ahora?  ¿Dónde sueles vivir habitualmente?
Aquí y ahora, respiras, respiras, eres, existes... Siente esa vida en tu pecho, ayudándote de la respiración.  No me digas  que eso no es el mejor regalo. ¡Existes! ¡Eres! ¡Estás vivo en este instante!
Aquí y ahora puede que no estés pasando por tu mejor momento, pero, ¿qué es estar pasando por el mejor momento, por un buen momento? Sólo es una decisión tomada por ti de que las cosas tienen que ser de una manera determinada y como son así, como tu quieres, entonces decides que ese es un buen momento.  Es una elección de tu mente de lo que crees que es bueno.
Pero la realidad a veces piensa de manera diferente a nosotros, y ella es la que  decide.  Y entonces, nos resistimos y sucede que sufrimos. El sufrimiento nace de esa resistencia a la realidad. Si yo acepto, si permito que sea,  nunca sufriré. Me dolerán las cosas, sí, porque somos humanos. Pero no sufriré. El sufrimiento es la interpretación mental del dolor, es la  interpretación mental de lo que siento, de lo que hay dentro de mi. Si no  hay mente no hay sufrimiento. Hay mucha diferencia entre ambas, ¿lo  ves?
Un camino para vivir en el aquí y ahora es la meditación, el silencio. Cuanta más meditación, más aquí y ahora, cuanto más aquí y ahora,  menos mente, más plenitud, sabiduría, más comprensión, más  compasión, más amor.
Aquí y ahora todo ES. Solo ES. Fluyamos con esta corriente de la vida.
Confía, acepta, fluye... y sobre todo... apasiónate. 
martes, 25 de octubre de 2016

La salud mental en León, hoy

Cristina Fanjul
Tomado de Diario de León

Francisco Luis Rodríguez Fernández,
jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital

«Hay pacientes psiquiátricos que están sobremedicados, pero no se puede decir que esto sea una tendencia. No, no se abusa de las pastillas». El jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital de León, Francisco Luis Rodríguez Fernández, modera las teorías que defienden que se abusa de los fármacos, y destaca que sólo el 40% de los pacientes sufre patologías psiquiátricas y otros trastornos, como el TDH o el control de impulsos, por ejemplo. Según su experiencia, un treinta por ciento acude a la consulta por causas vitales, trastornos adaptativos que pueden ocasionar ansiedad o depresión. «Lo cura el tiempo y la capacidad de adaptación de cada paciente», explica el médico, que añade que el problema es que vivimos en una sociedad que quiere cerrar la puerta al sufrimiento. «Antes, la gente acudía al cura. Ahora, podemos anestesiar los sentimientos con ansiolíticos y antidepresivos. No curan, pero te ayudan a llevarlo mejor», explica Francisco Luis Rodríguez. Otro 30% de las consultas está provocada por la insatisfacción vital. «Tenemos muchos estímulos, el tiempo pasa rápido y los sueños se desvanecen», reflexiona el especialista, que precisa que este tipo de dolencias se daba antes de manera frecuente en mujeres perimenopáusicas. «En el pasado, estos síntomas se calificaban como depresión menor y hoy se denominan distimias. Son dolencias que no se curan y tienden a cronificarse, con lo que los antidepresivos fortalecen», sostiene.
El jefe de psiquiatría defiende que los antidepresivos no quitan ni un día de vida. «Al revés, pueden alargarla, si bien la realidad es que nadie debería por qué necesitar química».
Un tercer 30% de los tratamientos responden a patologías psiquiátricas. Una de ellas es la ansiedad, que puede manifestarse de muchas maneras, como el TOC —trastorno obsesivo compulsivo— y la fobia social, por ejemplo. Las patologías del estado de ánimo también estarían dentro de este grupo y en ellas hay que encuadrar las depresiones y los trastornos bipolares. Por último, Francisco Luis Rodríguez se refiere a las patologías del pensamiento. «El pensamiento es lo que nos distingue de los animales y es una de las funciones cerebrales, la que nos mueve a la acción. Por eso, si mi pensamiento es erróneo, da lugar a las psicosis», explica. El especialista advierte del consumo de drogas y asegura que hay psicosis tóxicas que surgen debido al cannabis o la marihuana. Además, subraya que el estrés puede convertirse en un desencadenante de esta patología. El especialista adelanta que la ciencia está cerca de demostrar la existencia del gen de la psicosis, si bien ser ‘portador’ no es sinónimo de desarrollar la enfermedad. Por otro lado, alerta de que cada episodio de psicosis deteriora al enfermo —«no sales igual que entraste»— y abunda en la idea de que hay condicionantes externos que pueden estimular este gen y forzar el desarrollo de la patología. «A veces, el paciente puede llegar a sufrir esquizofrenia, una enfermedad crónica incurable y deteriorante», manifiesta.
El 10% restante de consultas está provocada por los trastornos de conducta alimentaria, TDH, control de impulsos, drogas, etc. El psiquiatra deja claro que todo esto puede empeorar por los trastornos de personalidad. «Cada uno tiene un modo de ser que le hace sufrir y por el que provoca sufrimiento a los demás», destaca Francisco Luis Rodríguez, que añade que el problema surge cuando se producen trastornos. «Hay que tener un nivel de preocupación suficiente por las cosas, una manera adecuada de estar en el mundo, porque el exceso siempre genera infelicidad». Además, advierte de que las personas más inteligentes son, por lo general, los que menos medicación requieren.
El jefe de Psiquiatría asegura que el Servicio está bien dotado en psiquiatras, no así en psicólogos clínicos, si bien lamenta que algunos de los equipos están incompletos. En el área de salud de León hay cinco equipos de salud mental de adultos y otro de salud infantojuvenil. Cada uno de ellos está integrado por dos psiquiatras, un psicólogo, un trabajador social, una enfermera y un administrativo. Francisco Luis Rodríguez sostiene que estos grupos necesitan más psicólogos, sobre todo en el servicio infantil. «Necesitamos dar a los niños y a los jóvenes un tratamiento integral para no tener que medicalizar demasiado, para ayudarles a crecer de manera sana», explica. Y es que, el jefe de la unidad psiquiátrica defiende que a estas edades hay enfermedades reales, pero en muchos casos los pacientes que acuden a la consulta sufren problemas que pueden alterar su desarrollo y que pueden ser solucionados con un pequeño «ajuste». «De esta manera, se puede recuperar la autoestima y, en definitiva, la vida».
Francisco Luis Rodríguez explica que en Santa Isabel hay cuatro unidades psiquiátricas. En primer lugar, la unidad de convalecencia psiquiátrica, para pacientes agudos hospitalizados un máximo de cuatro meses. Además, el hospital también dispone de una unidad de rehabilitación psiquiátrica, para enfermos cuya recuperación necesita más de un año de hospitalización. La unidad de psiquiatría de larga estancia se destina a pacientes con una patología psiquiátrica grave que necesitan el entorno hospitalario de forma indefinida. Por último, están la unidad de patología dual, y la unidad de referencia de Castilla y León para enfermos con discapacidad mental. «En todas ellas, hay una lucha sin cuartel contra el deterioro y la reinserción», defiende. Así, recuerda que en Santa Isabel llegó a haber 500 pacientes de larga estancia, mientras que en la actualidad hay 45. «La tendencia es abrir miniresidencias», explica. En la actualidad hay dos, cada una de ellas con 40 plazas. Una de ellas está gestionada por Soltra y la otra por Alfaem.
lunes, 24 de octubre de 2016

"Aquí las cosas siempre se han hecho así”

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Un relato de animales que puede servir de ejemplo para los humanos:
“Un grupo de científicos encerró a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos.
Cada vez que uno de los monos trepaba la escalera para agarrar un plátano, los científicos lanzaban un chorro de agua fría no sólo al aventurero sino también a los monos que se habían quedado atrás sin intentar nada.
Repetida la operación un par de veces, los monos aprendieron la relación entre la escalera y el agua de modo que cuando uno intentaba subir la escalera, los otros lo molían a palos. De esta forma, finalmente ninguno de los monos se atrevía siquiera a caminar cerca del centro de la jaula, a pesar de la tentación de los plátanos.
Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos por otro nuevo y decidieron en adelante prescindir del castigo con agua fría.
Lo primero que hizo el mono novato nada más ver los plátanos fue, por supuesto, lanzarse hacia la escalera. Los otros rápidamente le bajaron y le pegaron para evitar que les cayera agua fría encima.
Después de reiteradas palizas, el nuevo integrante del grupo nunca más subió por la escalera.
Entonces un segundo mono fue sustituido y, como era de esperar, el recién llegado repitió la osadía y recibió una paliza. Irónicamente, el primer sustituido se encontró participando con especial entusiasmo, sin comprender la razón por la cual estaba golpeando al nuevo mono.
Un tercer mono fue reemplazado, y se repitió el suceso.
El cuarto, y finalmente el quinto de los monos originales fueron sustituidos también por otros nuevos.
Los científicos tenían ahora enjaulados a un grupo de cinco monos que, a pesar de no haber recibido nunca el castigo con agua fría, continuaban golpeando a aquél que intentara llegar hasta los plátanos.
Si fuera posible preguntar a alguno de ellos por qué pegaban con tanto ímpetu al que subía a por los plátanos, con certeza ésta sería la respuesta:
«No lo sé. Aquí, las cosas siempre se han hecho así.»
En nuestra  vida cotidiana con frecuencia repetimos comportamientos de forma automática sin preguntarnos por qué lo hacemos: desconfiamos de nuestros amigos, nos angustiamos ante una posible enfermedad, nos preocupamos por nuestro futuro, tememos perder el trabajo, etc. aunque los amigos siempre hayan sido leales, no tengamos ningún síntoma de enfermedad, nuestro futuro esté asegurado y el trabajo vaya “viento en popa”. Si en estas o en parecidas circunstancias, alguien nos preguntará por el porqué de esos sentimientos, podríamos contestar como los monos: “No lo sé. Yo siempre he vivido así”.
domingo, 23 de octubre de 2016

Una margarita
en octubre

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena
Tengo asociada la imagen de las margaritas a la primavera y a principios de verano, cuando las praderas y caminos se cubren de esas alegres y sencillas florecillas blancas y amarillas.
Siempre me han hablado de optimismo, de ilusión, de ganas de vivir, de alegría…
El otro día, en pleno mes de octubre, descubrí una en mi jardín. Estaba en medio de la mata de hierbabuena, solitaria, pero destacando lo suficiente para hacerse ver. Me acerqué, la observé y capté su mensaje.
Me habló de nuevo de ilusión, de reilusionarse a pesar de ser única en un ambiente ajeno a una misma, de no tener compañeras semejantes, de estar fuera de lugar, de tiempo y de estación.
Me habló de autenticidad, de mostrarse como se es, aunque ello suponga destacar demasiado en matas ajenas a nuestra especie, de mantener vivos los propios colores –su identidad amarilla y blanca– en medio del verde más absoluto.
Me habló de aprovechar los recursos que la vida nos da para crecer, en este caso, sol, agua y tierra, aunque hayamos llegado a ella antes o después del tiempo convenido. Eso da igual. Estamos en la vida y tenemos que vivir.
Y me habló ¡cómo no! de que lo imposible puede ser posible. Por mucho que nos aferremos a datos reales, científicos y estudiados como infalibles, la vida siempre nos sorprende, nos habla de algo más allá, de la posibilidad de creer en lo imposible para hacerlo realidad.
Esa margarita tardía y preciosa estaba esperando que yo la escuchara. Y la escuché.