Lugar de encuentro
Ni creo en las casualidades, ni en el “porque sí”. Creo en la oportunidad, en la acogida y en el “para qué”. Y creo en el valor mágico y profundo de los encuentros, de cada encuentro.
Ningún encuentro es indiferente.
Detrás de cada uno de ellos se abre una nueva posibilidad, un aprendizaje, un “hasta aquí” o un “a partir de aquí”.
Los encuentros llegan para quedarse en nuestra historia personal, para cambiarnos la vida, para saber lo que queremos o rechazamos, para avanzar, para mostrarnos nuevas sendas vitales. Para crecer.
A los encuentros vamos abiertos o a la defensiva, desnudos de prejuicios o revestidos de mil miedos. Pueden ser buscados o inesperados, preparados o sostenidos en el momento sin imposturas ni apremios. Y nos dejan aprobación o sorpresa, dulzura o regusto amargo, serenidad o insomnio, pesadez o levedad, vida o heridas abiertas -fatalmente vendadas- que anuncian los plazos de una muerte inevitable.
Pero si tú me mientes o yo me oculto; si no utilizamos un mismo lenguaje porque preferimos jugar al despiste; si aparentamos lo que no somos; o si nos movemos en planos distintos, de nada habrá servido el encuentro físico. Nada habremos aprendido y el “para qué” quedará sin respuesta.
Acojamos los encuentros que nos presenta la vida. Celebrémoslos como la fiesta que son. Arropémoslos con la honestidad que da el dejarse fluir. Y dejemos que cobre forma en nosotros su fuerza transformadora.
Acoger, arropar y disfrutar encuentros es una buena forma de vivir. Palabra.
Acojamos cada encuentro y aceptemos su mensaje.
ResponderEliminarHay que ser honestos con los encuentros y saber vivirlos. BlueBoy
ResponderEliminarArropar. Qué palabra tan bonita!
ResponderEliminarPara mí, los encuentros; esperados o inesperados siempre me han transmitido enseñanzas.Pepi
ResponderEliminarLugares de encuentro, eso hay que propiciar en cualquier grupo y más en una ONG
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este escrito.
ResponderEliminarM.