El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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jueves, 18 de agosto de 2016

Entrevista a
Joan Garriga (II)


¿Pero...?
Pero frente a la capacidad de estar en uno mismo y escucharse profundamente existe el pecado de la inconsciencia y la ignorancia (en este sentido es una perversión), el no hacer el trabajo de distinguir lo que sí tenemos de lo que no tenemos. Esto vale para la vida en sus aspectos concretos, pero si lo trasladamos a un contexto espiritual es identificarnos más con el ego que con nuestra verdadera naturaleza que es esencialmente vacía.
¡Apareció el ego!
Debemos descubrir qué es lo que nos mueve y nos toca internamente y expandirnos por ahí con humildad y sin añorar lo que no poseemos. Saber que ser como uno es, es la mejor opción posible. Encarnar dignamente el ego que nos toca y llevarlo con humildad, o paradójicamente con menos ego.
Pero a veces la Vida nos pone delante ciertas variables...
Es cierto. A veces nos azota con pérdidas dolorosas. Perdemos parte de nuestra salud o a un ser querido o un trabajo y esto nos somete a tormento, a dolor, a un proceso emocional arduo donde aparecen la negación, el enojo, la culpa, la vergüenza, la indignidad, el dolor... Pero tal vez haya que comprender que la contrariedad y la pérdida cumplen la función de liberarnos de algunos puntos de vista, pilares de vida o apegos; en cierto modo nos liberan.
¿Hay riqueza en la pérdida?
La pérdida nos desnuda y con suerte nos desestructura. Decía Rumi que cuando la casa se ha destruido y ya no quedan paredes ni decorados encontramos que en el subsuelo está el mayor de los tesoros, el latido común o la sustancia plural que es la sangre de la Vida y que es compartida por todos.
Pero si mi casa se destruye me veo caer una depresión, por ejemplo.
La depresión como sintomatología psiquiátrica es una oposición a la pérdida. En lugar de hacer el viaje heroico que a veces conlleva momentos de mucho dolor pero culmina en la alegría reencontrada, la persona deprimida clama y permanece en “esto no debería haber ocurrido”, sin asentir y sin integrar.
¿Entonces?
Los seres humanos poseemos tal fragilidad y delicadeza que cu
alquier operación emocional requiere de un laboratorio muy depurado. Ojalá tuviésemos una educación y una cultura en la que nos enseñasen a ser buenos químicos de nuestras emociones;
a saber que cuando una emoción es vivida, pasa y cede su espacio. Así se repite en una cadena sanadora. La Vida es flujo, es proceso, no es detención. Por eso hay enfermedades que surgen por la detención del flujo emocional espontáneo.
¿Conoces a personas que fluyan espontáneamente con la Vida?
Muchas. Por la calle cada día nos cruzamos con personas que llevan los dolores de su biografía, de su familia, de su historia con dignidad, como hechos que fueron procesados, incorporados y amados. Pero es cierto que también hay personas que están gravemente afectadas por posiciones anti-vida como el victimismo, la queja o la hiperdependencia, etcétera. En ellas se ha detenido la integración emocional de hechos que fueron difíciles.
Parece un trabajo arduo.
Lo sé, pero nuestro bienestar pasa por ahí. ¡Cuántas personas se han casado con quien no querían, por ejemplo! Parecía lo correcto, pero el otro no le hacía vibrar su cuerpo ni su corazón. Y no se dieron ni el espacio ni el tiempo para descubrir su propio movimiento profundo. ¡Es tan necesario escuchar el cuerpo!
¿Cómo?
La verdad la reconocemos en las sensaciones corporales no sólo en nuestros pensamientos. Si sentimos algo en el pecho o en el estómago ante una determinada persona o situación no hay que ignorarlo. Es una señal de que ese es el camino o de que no lo es.
Antes has hablado de pareja ¿crees que la pareja de hoy tiene mejor salud que la de ayer?
Creo que lo más realista que te puedo decir es que cada uno hace lo que puede (se ríe). En serio, lo que sí sé es que no cesa el deseo de amor, tanto de recibirlo como de darlo. Somos mamíferos y necesitamos gestionar el espacio afectivo, el deseo de vivirel contacto, el vínculo y la pertenencia.
¿Percibo que ahora viene un “pero”?
(Se ríe) Dicho esto diré que son tiempos complejos porque son tiempos novedosos, de mucha  libertad, donde cada quien inventa su propio modelo. Y esta libertad tiene un precio. Actualmente la gente no se siente sostenida en pareja por entornos significativos. Lo que antes era la vieja tribu o las normas sociales que sostenían y calmaban hoy en día no existe.
¿Entonces?
Es una bendición porque podemos hacer lo que queremos con gran libertad, pero eso nos exige estar bien orientados. Y eso no es fácil. Cuando se juntan dos personas se unen las historias individuales y las familiares de cada uno, con sus heridas... Y hay quien llega a la pareja cegado por su necesidad y sus expectativas, sin enriquecerlas después con la información adecuada de lo que ocurre en la realidad del campo que están creando en común.
¿Y?
Dejan de percibir que la realidad del campo es tensa por el exceso de expectativas. Hay un legítimo anhelo de estar acompañado que se vehicula muchas veces con la pareja, a menudo esperando demasiado y, por consiguiente, generando frustración. Yo lo que veo es que hoy o se aprende a soportar una cierta soledad o se gestiona a través de la pareja ya que las familias amplias ya no existen.
¿Y eso de comieron perdices?
Bueno es cierto que también existen parejas a las que les toca la dicha de saber encajar y generar un campo fértil, nutritivo y de respeto. ¡Ojalá hubiera más respeto genuino en la pareja!
¿Percibes falta de respeto?
Mira, de lo que yo más hablo últimamente es de que la gente pone demasiado énfasis en “quiero tener pareja” y en este planteamiento hay algo profundamente equivocado. Sería mucho más fructífero plantearse “quiero ser una pareja” para ver cómo se logra generar dentro de mí un espacio que hace que me ponga al lado de otra persona para un camino común.
¿Qué falla en “quiero tener una pareja”?
Muchas veces detrás de ese “quiero” hay un niño y la pareja no es el lugar de la infancia sino donde nos despedimos de ella. Y para eso hay que haber integrado a los padres, poniéndose en paz con ellos, poniendo luz sobre los asuntos difíciles de la familia de origen... integrando  toda la atmósfera que nos precedió. Porque así se gana espacio interior para ser pareja y uno puede tener un movimiento real de expansión hacia el otro.
Nada que ver con las películas de Hollywood...
La pareja es una bendición cuando cada uno siente el deseo espontáneo de que al otro le vaya bien, de que el otro esté feliz, aunque su felicidad no encaje con lo que a nosotros nos gustaría. Pero siento decirte que hay mucho infantilismo en la pareja, mucha fuga de energía, desencuentro... Por eso mi trabajo con ellas pasa por intentar que se ponga un poco más de luz y valentía. Valentía para soltar algo cuando ya no cumple su cometido y para respetarse a uno mismo y respetar al otro.
(*) En esta entrevista aparece escrito ‘vida’ en alusión a un proceso biológico o cronológico y ‘Vida’ en referencia a una existencia más profunda y trascendente.
Publicado en El Hedonista http://elhedonista.es/

Tenemos 1 comentario , introduce el tuyo:

  1. Cuanta sensatez. Apunto una frase:la pareja no es el lugar de la infancia. Es triste que muchos hoy desistan de una vida juntos porque no han salido de la infancia y siguen instalados ahí aun en la relación de pareja. Para releer la entrevista. Jairo

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