La Escribana del Reino
M. E. Valbuena
De pequeña pasaba los veranos con mi abuela en el pueblo. Su casa, comparada con el piso de la ciudad, me parecía enorme. Tenía dos corrales, un taller, una fragua, un lagar, una cocina de verano, una galería y una alta y majestuosa escalera interior de madera que mi abuelo había encargado, en su momento, a un ebanista de Carrión de los condes.
Cada viernes mi abuela me daba un trapo y me mandaba limpiar la escalera, insistiendo en que frotara bien cada tallado de los torneados palos. Odiaba aquella labor. Los palos parecían crecer de semana en semana y me llevaba un buen rato frotar o encerar cada uno de ellos.
Hoy creo que lo que mi abuela pretendía era tenerme entretenida para que no preguntara tanto. Y los viernes, la verdad, lo conseguía.
De tantos ratos dedicados a la escalera acabé tomándola cariño, de tal manera que ahora es parte de mi casa. Adapté su majestuosidad y altura a lo que necesito y aquí está, haciendo la misma función pero con distinta forma. Igual de bonita que siempre.
Si hace unos años maldecía su cuidado y deseaba terminar cuanto antes, ahora agradezco su presencia y “tiro” ratos limpiándola, porque cada palo me hace volver a un pasado feliz.
Cuando la contemplo escucho la voz de mi abuela canturreando en la cocina, distingo los ruidos en el taller o la fragua, me viene el olor de la madera, de aquella cera, de aquella casa. Recuerdo lo que pensaba entonces que podría ser mi vida, los sueños y planes que tenía. Y soy consciente del paso del tiempo que, inexorablemente, no se detiene.
Inexorablemente la escalera interior de cada uno tiene hay que limpiarla,barnizarla, y fregarla no sólo los viernes sino a diario. Un abrazo. BlueBoy
ResponderEliminarLas obras quedan, los hombres se van... que canta Julio Iglesias.
ResponderEliminarBendita escalera
ResponderEliminarHay cosas que forman parte de nosotros por muy materiales que sean.
ResponderEliminarLo que mas me ha llamado la atención es que lo que no nos gustó en una parte de nuestro pasado, acabamos aceptando e incluso amando y que acabe formando parte indispensable en nuestra vida.
ResponderEliminarOXO
Comparto el 4º comentario.
ResponderEliminarLas enseñanzas que he recibido, ( sobre todo de mi abuelo paterno) las tengo muy presentes en mi vida. Pepi.