Recientemente volví a leer a Nietzsche y su teoría de eterno retorno. Para los que no la conozcáis, se trata de un experimento psicológico que aparece en su libro Así habló Zaratustra, en el cual el protagonista plantea el siguiente desafío:
Si tuvieras que vivir la misma vida una y otra vez durante toda la eternidad, ¿en qué cambiarías?
Zaratustra lo plantea de la siguiente manera:
“¿Qué ocurriría si algún día o alguna noche, un demonio llegase a ti, en lo más solitario de tu soledad, y te dijera: deberás vivir la vida tal como la vives, una e innumerables veces más, y no habrá nada nuevo en ella, sino que tendrás que volver a sentir cada dolor y cada gozo, cada pensamiento y cada suspiro, todo lo indescriptiblemente pequeño y grande de tu vida, todo en la misma sucesión y secuencia, incluso esta araña, esta luz de luna entre los árboles, aun este momento y a mí mismo. El eterno reloj de arena de la existencia se da vuelta una y otra vez y tú con él… ¡oh, mota de polvo!, ¿no te arrojarías acaso al suelo y rechinarías los dientes y maldecirías al demonio que así te habló? ¿O experimentarías una tremenda sensación que te llevara a responderle: eres un dios y nunca oí cosa más divina que esa?”
Realizar de manera consciente este experimento puede servir de “terapia de choque” para evaluar si estamos realmente viviendo la vida como la queremos vivir, o por el contrario estamos dejándonos arrastrar por miedos, indecisiones, apegos, sentimientos de culpa o de autodesprecio etc. que nos lleven a vivir una vida muy alejada de nuestros objetivos reales.
Presentándoos este experimento trato de transmitiros la idea de que vuestra vida, vuestra única vida, merece ser vivida a fondo, acumulando los menos motivos de arrepentimiento posibles.
Nietzsche, a través de esta idea, nos invita a alejarnos por un momento de las preocupaciones y trivialidades diarias y reflexionar sobre el papel que estamos interpretando en nuestra vida. Y evidentemente este papel lo escogemos nosotros a diario. Tanto si somos los protagonistas de nuestra vida, como si desempeñamos un papel de figurante. Tanto si somos una guerrera como un rey del drama. Es nuestra elección y por ello mismo podemos cambiarlo cuando nos parezca.
Somos cómplices de lo que nos sucede, nuestra actitud ante los problemas determina la calidad de nuestra vida, y no los problemas en sí mismos. Veamos por ejemplo el caso de Stephen Hawking, que con 75 años y una enfermedad incapacitante como la que más, ha conseguido ser uno de los físicos más importantes de nuestros días. Pero no solo eso. Hawking se define a sí mismo como una persona feliz.
¿Y tú? ¿Podrías definir tu vida como feliz? Y si no es así… ¿Vas a encontrar una manera de vivir sin seguir acumulando arrepentimiento?
Esther Cabezas
Esther Cabezas
Seguir aumentando mi autoestima, mi conocimiento, valorarme, quererme, aceptar mis limitaciones, vivir el presente el aquí y ahora. Evitar los apegos, dependencia. Hacer todo aquello que me produce bienestar. Meditar etc.etc.etc. Pepi
ResponderEliminarGracias Esther por tan buena pregunta. Esto es como preguntarnos si, por ejemplo, vivimos 80 años, lo que equivaldría a 29 mil doscientos días, si vivimos un día esas 29 mil doscientas veces de la misma forma, o aprovechamos para vivir cada día de forma diferente, con nuevos alicientes. Un besín fuerte. Juan.
ResponderEliminarCuando estoy pasando por una situación difícil, pero difícil de verdad, que la vida me está dando, pienso y si supiera que mañana ya no estaré o esta persona que quiero no estará ¿estaría pensando así? ¿sería éste mi diálogo mental? claramente cambiaría mucho mi respuesta, entonces por qué añado tanto sufrimiento extra, porque me resisto tanto a lo que es. Gracias Esther por hacerme pensar, por tenerte.
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