El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
Si contemplamos un puzzle, todos los elementos son diferentes, pero también todos son necesarios para realizarlo. No existen piezas más importantes que otras, ni más bonitas. Todas tienen una misma misión: construir el puzzle. Hoy al reflexionar sobre “los diferentes” se me ocurre pensar que la humanidad es como un gigantesco puzzle donde todas las piezas (las personas) son necesarias y suficientes. Ninguna debería ser excluida ni por su color, ni capacidad, ni haber nacido en uno u otro país, ni practicar una u otra religión, ni estar cuerdo o loco, etc.
Lo diferente
Lo diferente es tan consustancial al ser humano que no existen dos huellas dactilares, ni tampoco dos personas idénticas, incluso aunque tengan la misma carga genética (los gemelos monocigóticos). Así, pues, “lo diferente” que nos hace distintos y originales, es una cualidad que está impresa en la propia esencia del ser humano. Y esto es así, pues somos contingentes e imperfectos. No somos dioses, ni robot, pues entonces si seríamos iguales. Nuestra imperfección nos hace originales. Por esto existen: personas altas y bajas, gordas y flacas, sabias e ignorantes, guapas y feas, sanos y enfermos y…cuerdos y locos.
No obstante, debemos admitir que existen “diferencias” que pueden provocar una gran distorsión en la convivencia. Por ejemplo, ser negro en un país de blancos (en Africa ser negro no es ninguna excepción), padecer una enfermedad mental en una sociedad que se considera cuerda, ser extranjero, de distinta raza o religión, etc. en estos últimos casos incluso se pueden producir guerras fratricidas y por lo tanto, lo diferente no es facilitador de favorecer la convivencia sino todo lo contrario.
Origen
El hombre primitivo descubre al otro (amigo o enemigo) cuando comienza a compartir territorio, caza, etc. A partir de pasar de ser nómada a ser sedentario se impone una estratificación de tareas y de responsabilidades: unos cazan, otros construyen la vivienda, otros cuidan de los animales, existe el jefe y los súbditos, etc. Establecer, pues, diferencias es lo que facilita vivir en comunidad.
Así, pues, a lo largo de la historia de la humanidad se han dado tres posiciones ante el “otro”: o el otro, aunque diferente, es complementario, o se se le contempla como un competidor, pues nos puede quitar posibilidades (laborales, cultures, etc,) o bien, al otro diferente (mendigo, loco, pobre, etc.) se le debe exterminar. Desgraciadamente en nuestra sociedad occidental, en muchos casos, han predominado esas dos últimas posiciones. Así, cuando el diferente es negro, sudaca o moro, por poner solamente algunos ejemplos, se vive como potenciales enemigos que debemos anular.
Somos, pues, diferentes pero complementarios. La desigualdad nos hace más humanos, pues nos convierte en únicos e irrepetibles. La vida sería muy aburrida si todos fuéramos idénticos, pensáramos lo mismo o tuviéramos los mismos sentimientos y necesidades. En este gran puzzle de la vida, nadie falta, pero tampoco nadie sobra.
" En este gran puzzle de la vida, nadie falta, pero tampoco nadie sobra". ASI ES Y ASI LO SIENTO
ResponderEliminarNo sé si la "desigualdad" nos hace más humanos, como afirma en su escrito, si por desigual entendemos que somos diferentes; de otro modo no me parece "humano" mantener otro tipo d desigualdades. La palabra "desigualdad" para mí, se presta a estas dos interpretaciones, quizá más..y puede ser humana o in hu ma na. Ciertamente somos muy diferentes, a veces nos complementamos y en la diferencia, como en la variedad, está el gusto, como dice el dicho,¡ay qué dicho! Y eso sí cuando lo diferente es original e ingenioso...¡vivaa la diferencia! O no? Y desigual, me suena a una marca...Ay va! Menudo puzzle!
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