El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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viernes, 25 de enero de 2019

Sofía

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla

Todo sucedió en una mañana lluviosa en un Madrid otoñal. En una habitación destartalada, de un viejo hospital, y en una ambiente con carga positiva por los padres, tía y abuelo, pero también con una carga negativa de una profesional seca, tajante y distante, naciste a la vida. Aquello parecía la Gran Vía una tarde navideña con entradas y salidas constantes de los profesionales, en una escenificación donde parecíamos invitados de piedra. Ni siquiera el padre o la madre se atrevieron a formular ninguna pregunta. Por la habitación pululaban palabras sueltas (cabeza, dimensiones, espalda, etc.) que como un murmullo invadían mi mente y en ocasiones aceleraban el corazón, al considerar que algo no era lo esperado. Era una de tus primeras fotografías: una ecografía.

Quiero pensar que esta imagen es una metáfora de la vida: amor y malestar, temor y esperanza, miedo y fortaleza, salud y enfermedad, son algunos de los parámetros por los que discurre la vida. Y ahí surgió como un susurro: es una niña. Sofía comenzó a existir. Es verdad que ya existía antes pero como “algo” indeterminado, sin sexo y sin nombre. El nombre le dio existencia, se convirtió en persona.

Sofía, pues fue nombrada y comenzó a existir. Fue su verdadero nacimiento. En una habitación destartalada, de una lluviosa mañana madrileña, pero arropada por el amor de sus padres, tía y abuelo. Y la “loca de la casa”, la fantasía comienza a dar forma al bebé, a la niña, a la adolescente, a la adulta Sofía, y en todos esos momentos  surge el monstruo del sufrimiento, de la maldad, de la angustia, pero también el Hada madrina del amor, de la comprensión, de la empatía. Mi deseo es que Sofía sepa neutralizar el malestar, el sufrimiento, etc. con el amor de sus padres, abuelos y tías, principalmente.

Sofía, me gustaría que te encontraras un mundo lleno de solidaridad, de paz y armonía, donde pudieras desarrollar tus capacidades de amor.

Sofía, es cierto que nuestro mundo está lleno de dificultades, de zancadillas, de competición desleal, pero también vivimos en un mundo donde la solidaridad es patente y el sufrimiento del otro, en muchas ocasiones se convierte en nuestro propio sufrimiento.

Sofía, ya vislumbro tu sonrisa, tus ganas de vivir, y agradezco a la vida este regalo.

Tomo conciencia de mi nueva condición de abuelo y pienso:

“Ser abuelo”, es como decir que he completado el círculo de mi existencia: fui hijo, hermano, tío, sobrino, esposo, padre, y por último abuelo. Es como una gran medalla que me impone la vida.

“Ser abuelo” supone que puedo disfrutar de Sofía, de su sonrisa, de sus primeros pasos, de su ternura, de sus chantajes emociones… y un largo etcétera que de alguna manera dará luz y color a mi vida. Porque ser abuelo es tener la misma responsabilidad de ser padre pero centrándose más en el disfrute que en la censura o el castigo.

“Ser abuelo” implica contemplar la vida como por el retrovisor de otra existencia mas fresca, mas vital  y mas festiva.

“Ser abuelo” inyecta una gran dosis de vida en una existencia que  tiene un largo recorrido. Es un brindis al futuro injertado en la nueva vida del nieto/a.

¡¡Soy abuelo!! Gracias Pau y Javier por este regalo a mi vida, a nuestras vidas, y espero, que a pesar del lado oscuro (profesionales distantes, amargados, etc.) sepamos transmitir el amor y cariño de unos abuelos felices.  GRACIAS.

Tenemos 2 comentarios , introduce el tuyo:

  1. Preciso, emocionante; a la vez realista, indicando que en la vida está llena para todos de alegrías y sin sabores.
    Alejandro que sigas disfrutando de Sofia; todo lo que puedas y te dejen ja,ja,ja. ¡Enhorabuena!. Ser abuelo me parece un grado especial. Pepi

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  2. Enhorabuena Alejandro. La vida viene envuelta en miserias, en mezquindades, malestar, pero no por eso deja de ser VIDA

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