El rincón del optimista
Juan
El otro día me contó mi amiga Maribel una pequeña historia que deseo compartir contigo, con vosotros/vosotras. Una mujer de mediana edad, soltera, contrae una grave enfermedad. Los médicos le dicen que morirá pronto, que su enfermedad no tiene curación, que no hay nada que hacer. Ella asume con resignación la situación que le plantea la vida, piensa simplemente que la muerte que a todos nos llega se le ha presentado antes de vivir lo suficiente. No luchará por sobrevivir, se da por vencida. Es cuando decide llamar a un buen amigo, también soltero, y le plantea matrimonio para que él pueda cobrar la pensión de viudedad. Su amigo inicialmente le dice que no, que eso es un fraude, que el matrimonio de conveniencia es ilegal, que el asunto le plantea un problema de conciencia. Ella insiste en que el sistema de la Seguridad Social no se va a ir a pique porque él cobre esa pensión, que es una forma de aprovechar unas cotizaciones que ella ha venido prestando en su vida laboral y que beneficiará a una persona cercana que lo necesita realmente. Él acaba aceptando, organizan una boda exprés por el juzgado, un par de testigos, una rúbrica y ya está. Al cabo de unos pocos meses ella muere y él comienza a cobrar la pensión de viudedad.
¡Esa es verdadera amistad y lo demás tonterías! Ahora el ‘viudo’ seguro que recuerda a su fugaz esposa cada vez que haga un pago con el dinero de la pensión que le ‘arregló’ en vida. También me hace meditar este hecho sobre el matrimonio como institución: unos papeles que bien por la iglesia ante un cura, por el juzgado ante un juez o en el Ayuntamiento ante un alcalde, te certifican que hay dos personas unidas en convivencia, un contrato con unos derechos y unas obligaciones, pero de sentimientos no se dice nada. Nada se firma sobre el amor, el cariño o el respeto. Se dice a todo que sí, que se consiente, se colocan unas alianzas en los dedos anulares, se firma y carretera y manta.
El sistema permite realizar estas ‘trampas’ veniales para beneficiarse de un dinero que de otra forma iría a la hucha general de las pensiones, esa hucha cada vez más menguada por culpa de una gestión deficiente, pero sobre todo porque cada vez trabaja menos gente para sostener a un mayor número de pensionistas, jubilados y enfermos. Conozco a mucha gente que se aprovecha de un sistema pervertido para cobrar una prestación sin que realmente la merezca o la necesite. Todos conocemos esas personas que viven del cuento gracias a los ‘agujeros’ legales de las ayudas públicas. No me cabe la menor duda de que este es un claro motivo por el que crecen los sentimientos de odio hacia un sector determinado de la población y por lo que prosperan los partidos políticos ultraconservadores. Llámame ingenuo o tonto, pero dame pan, porque si yo hubiera estado en una situación similar al de esta mujer hubiera hecho lo mismo que ella.
Asín sea.
Una unión, no se trata sólo de papeles, antes hay un compromiso, y también existen roturas. El caso de la amiga de tu amiga, es el pan nuestro de cada día, no me extraña que todo se vaya a pique.
ResponderEliminar"....No luchará por sobrevivir, se da por vencida. Es cuando decide llamar a un buen amigo, también soltero, y le plantea matrimonio para que él pueda cobrar la pensión de viudedad". En mi vida he sabido de una situación de éstas. Me he quedado sorprendida. Pepi
ResponderEliminarOmití el "no". No he sabido.... Pepi
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