El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
miércoles, 27 de febrero de 2019

La expedición
de la viruela

El talón de Aquiles
Tomás


A lo largo de la Historia y hasta principios del siglo XIX el virus de la viruela había causado más de trescientos millones de muertos.  En América, la enfermedad, desde la llegada de los españoles había diezmado a la población indígena que no tenía defensas contra las enfermedades de los europeos. En 1796 estaba teniendo lugar una de las epidemias de viruela más graves que se recordaban, dos años más tarde en 1798, el médico inglés Edward Jenner descubrió el remedio contra esta enfermedad. Se dio cuenta de que las vacas sufrían una variante más leve de la viruela y si se inyectaba líquido de las heridas de las vacas en humanos estos quedaban inmunizados (de ahí el nombre “vacuna” por su procedencia de las vacas).
Cinco años después del descubrimiento de la vacuna, el rey Carlos IV, que conocía bien los efectos de la viruela por haberlos sufrido en su propia familia, aconsejado por el médico de la corte Francisco Javier Balmis, ordenó organizar una expedición que llevara la vacuna a todos los territorios de ultramar desde América hasta Filipinas. El doctor Balmis, de carácter adusto pero con grandes dotes organizativas, preparó minuciosamente el viaje. Para mantener la vacuna activa se le ocurrió inocularla en niños que no hubiesen pasado la enfermedad para ir pasándola de un niño a otro, cada ocho o diez días, a lo largo de toda la travesía.
Los otros dos pilares de la expedición fueron el doctor José Salvany, subdirector de la misma y mano derecha de Balmis, e Isabel López Cendal responsable del cuidado de los 22 niños que partieron de la Coruña hasta Méjico, entre los que se encontraba su propio hijo, y de los 26 que viajaron desde Acapulco hasta Filipinas. Isabel atendía a los niños y vigilaba para que no se rascasen las heridas y se produjesen contagios involuntarios. De su trabajo el propio Balmis escribió: "La rectora, con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud; infatigable noche y día, ha derramado todas las ternuras de la más sensible madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades". El doctor José Salvany, mientras Balmis viajaba a Filipinas y China, se ocupó de seguir vacunando en Sudamérica, y finalmente murió durante la misión en Bolivia a los 34 años como consecuencia de las penalidades del viaje. Entre ambos crearon estructuras sanitarias y juntas de vacunación, en los sitios a los que llegaban. A lo largo de los diez años de la expedición realizaron más de trescientas mil vacunaciones.
El remedio contra la enfermedad viajó en los brazos de niños expósitos, y al cuidado de Isabel Cendal cuyos padres habían sido “pobres de solemnidad” como consta en sus actas de defunción. La solución que salvaría millones de vidas llegaría a los confines de la Tierra gracias a los más humildes de la sociedad.
La magnitud de la empresa llevada a cabo, en una época en que los medios de transporte eran las caballerías y los barcos de vela, habla por sí sola. Aunque quizá la entendamos mejor si la trasladamos a parámetros de hoy en día: supongamos que se descubre una vacuna que cure, por ejemplo, el sida ¿podemos imaginar alguna de las grandes potencias actuales corriendo con todos los gastos, para llevar la curación de manera gratuita al resto del mundo como hizo la España de principios del siglo XIX? 

Tenemos 1 comentario , introduce el tuyo:

  1. Gracias Tomás por la información, no tenía idea de tal magnifica expedición.

    ResponderEliminar