"Solo siento gratitud"
El mes de junio fue un mes duro para mí... y después de darle
vueltas, creí que una forma de "olvidarme" de mis problemas era
dedicarme a tratar de solucionar los de los demás.
Acudí al servicio de Asuntos Sociales del Ayuntamiento y me
ofrecieron un amplio panorama, pero desde el principio me gustó una propuesta. Me
hablaron del Teléfono de la Esperanza... y allí me presenté. Y a la primera
persona que encontré fue a María Elena: sonrisa amplia, franca, de dentro,
acogedora. Cambiamos impresiones ("Esto es como el curso escolar... de
septiembre a junio)... y quedamos en volver a contactar después del verano.
A principios de septiembre volví a visitaros y allí me
hablaron que era necesario primero un "apuntalamiento" interior
(¡cuántos llegábamos pensando que rápidamente nos pondrían a
"atender" el teléfono!... qué ilusos)
Me hablaron de varios talleres... y por mis horarios de
trabajo, por casualidad (¿o era Dios que pasaba por allí?) fui a parar a un
taller numeroso (15 personas) de autoestima: 14 mujeres y un sólo varón (yo).
¿Miedo?, ninguno, pero siempre me ha llamado la atención cuánto les cuesta a
los varones acudir a pedir ayuda, reconocer que necesitan cambiar y mejorar su
vida.
Eramos, como el filósofo Diógenes, un grupo que iba buscando
con un candil encendido durante el día, una orientación, una ayuda, una mano
amiga... La ¿casualidad? también nos hizo conocer a nuestro coordinador,
nuestro Maestro, también en sentido etimológico.
Buscábamos respuestas... y nos daban más preguntas. Certeras,
de calado. El hielo se fue rompiendo entre nosotr@s. Había problemas comunes:
desamor, soledad, enfermedad, pérdidas... pero todo eso, nuestros lloros
reparadores, nuestro comenzar con el ¿qué tal estás, qué tal la semana?, nos
hacía anhelar que llegara el lunes.
Allí encontrábamos una verdadera familia, acogedora, fuerte.
Hubo confesiones valientes, duras como puños que recordaré siempre (¿quién
puede juzgar...?), que nos removían por dentro, que nos hacían relativizar
nuestro "gran problema". Encontramos a personas muy valientes, a
otras que fueron encontrando la fuerza para serlo, se fraguaron amistades, se
creó un grupo de whatsapp que nos hacía comunicarnos para darnos ánimos, para
ayudarnos de forma paralela, para aportar "nuevos materiales" para la
reflexión.
Mari Carmen, Mar, Maxi, Mª Cielo (como indica su nombre),
Belén, Camino, Conchi, Carmen, Celia, Nuria, Sergi, Nuri, Tere, Montse...
nombres que ya no se borrarán de mi mente, de los que tanto aprendí. Porque
íbamos a eso, a aprender.
Y encima las etapas del Camino de Santiago (yo sólo puede ir
a la segunda)... y siempre con deberes (¡cómo no... si iba el coordinador...!).
Todo era unión.
Y la emotiva sesión final, con los mensajes que nos habíamos
dedicado, con todo la comida que habíamos llevado (aunque ya Maxi, tremenda
cocinera, se había adelantado la semana anterior).
Estamos en un tren, estamos de viaje... y hemos venido a este
mundo a ser felices. Este grupo sabe, ahora, que se puede conseguir... y que
hay que subirse a este tren y hacer un lindo viaje, bajar y subirse en
distintas estaciones, conocer a nuevas personas... estamos en ello.
Gracias a tod@s. Solo siento gratitud: por haberos
encontrado, por todo lo que nos hemos aportado, por las ganas de cambiar... por
ser tod@s como sois.
Gracias.
Paco