CUATRO ESTACIONES ME DISTE
Como
primavera exuberante llegaste. Como primavera hermosa y floreciente que colmó
mi jardín de olorosas y embriagadoras flores. Trajiste la brisa fresca de la
mañana, la dulzura de la tarde y la tibieza de una noche despejada y engalanada
de estrellas.
Te
volviste verano tórrido y vital; verano de madurez, de plenitud y de belleza.
Fuiste un verano de gozo, de descanso, de sueños, de fuerzas recogidas para el
futuro otoño.
Pero
fuiste un verano corto y ante mi asombro, surgiste de pronto como un otoño
pálido en el que las hojas de tus frondosos árboles comenzaron a caer para
pudrirse rápidamente en el suelo. Incrédula vi oscurecerse tu cielo, mientras
la sombra del invierno se dibujaba en tus ojos tristes. Rogué al dios del
tiempo para que detuviera en ti su paso, pero seguiste siendo otoño breve,
vuelto invierno gélido en un suspiro imperceptible, del que no fui consciente
hasta lo inevitable.
Y
a mi alrededor todo se volvió frío. Se congeló tu alma, se paralizaron tus
latidos y sin yo poder hacer o decir nada, toda la belleza de la primavera y la
grandiosidad del verano se esfumó ante mis ojos, como el agua se escapa entre
los dedos.
Viví
contigo cuatro estaciones fugaces. Ayer fue primavera lozana y hoy me veo en medio
del blanco páramo invernal. Fugaz fue tu tiempo: primavera exuberante y sin
medida, verano dichoso, otoño putrefacto e invierno muerto.
Abandonada
en la inmensidad del frío que me dejaste, sólo puedo llorar como si el mismo
océano surtiera mis ojos. Lloró por la fugacidad de tu tiempo, lloro por la
crueldad de tu alma, que ennegreció la mía. Lloro porque hoy sólo me toca
llanto, acallar mi angustia, gritar mi confianza frustrada, acabar con mis lágrimas… Lloro porque cuando
deje de hacerlo, cuando se vacíe este océano de angustia, podré levantarme de
nuevo, sonreír a la vida y decirle con amor que estoy lista, que ya puedo
crearme un nuevo año con cuatro estaciones auténticas, prósperas y sanas, que
llenen de nuevo mi corazón de vida y alegría.
Mª José Calvo Brasa
ese malestar también pasa..
ResponderEliminarQue cuando caigamos siempre tengamos fuerza para volver a empezar. Pepi
ResponderEliminarSiempre me llama la atención la hermosura que nace del desamor y del sufrimiento, bravo M. José acompaño esas lagrimas porque nos obsequias con escritos mágicos.
ResponderEliminarElena.