atentos a Toñín |
PSICO(PATO)LOGIA DEL SILENCIO
Se le atribuye a Pitágoras la frase “el silencio
es la primera piedra del templo de la sabiduría”. El autor se refiere al
silencio de los sabios no al silencio de los timoratos, los tímidos o incluso
de los prudentes. Pero nuestra cultura parece como si tuviera miedo a cualquier
tipo de silencio, y sobre todo, al silencio que supone un encuentro consigo
mismo. De ahí la proliferación de mensajes de whatsapp, de móvil, la radio o la
TV abiertos continuamente. Es como si tuviéramos miedo a nuestra realidad más
profunda.
Generalmente entendemos por silencio la ausencia
de palabra o de ruido. Así, silencio se equipara a mutismo. Sin embargo, el
silencio es una vivencia mucho más compleja y que puede tener diversos matices.
Hay silencios agresivos ( respuesta a una palabra malsonante o contra una
ofensa); puede significar sorpresa ( como ante una muestra de cariño
inesperado); puede indicar amargura o duelo( silencio en un funeral); puede
tener la característica de buena educación o de respeto ( silencio en una
iglesia) o, significar miedo o vergüenza
( silencio en un ascenso); puede significar protesta ( las manifestaciones de
silencio ante los atentados) o enfado (
callarse en una tertulia).
En
todas estas circunstancias el silencio transmite un mensaje (de ofensa, de
amargura, etc.) por lo que podemos afirmar que el silencio es comunicación. Y
es pues un elemento fundamental en todo diálogo. Sin silencio no podríamos
entendernos.
Por
esto, no sin razón en la religión budista se llega a decir: “hay una
comunicación auténtica cuando alguien se expresa sin tener que utilizar la boca
y escucha sin tener que usar la oreja”. Para el budismo, pues, el silencio es una forma de comunicación
significativa. El silencio verbal puede estar acompañado de un mensaje no
verbal (postura, gesto, mirada, etc.) que puede comunicar más que la propia
palabra.
Silencio y psicopatología
En
ocasiones las conductas silenciosas también pueden estar indicando la estructura
de personalidad del sujeto y por lo tanto podemos hablar de silencio neurótico,
depresivo, psicopático y paranoico.
El
primero se da en personas muy inseguras, con baja autoestima y con gran sentido
del ridículo. Tiene un bajo umbral a la frustración. El sujeto calla porque se
encuentra indefenso y piensa que si habla va a será el hazme reír de todos.
Esto se pone de manifiesto, con frecuencia,
en situaciones grupales.
El
“silencio del depresivo” significa que el sujeto piensa que la palabra, como su
propia vida, no tiene ningún valor y entonces para qué utilizarla; en otras
ocasiones no habla porque no se le ocurre nada, ya que la depresión les deja
sin sentimientos pero también sin ideas. “Estoy en blanco”, suele decir el
depresivo para justificar su silencio.
El
psicópata es aquel que está en contra por sistema de la norma y de la ley y por lo tanto su
silencio tendrá una connotación o bien de ocultación o de manipulación; es un
silencio mentiroso. Algunos autores lo llaman “silencio glacial” pues incluso
en el lenguaje corporal demuestran la desaprobación o la agresividad.
Y
por último, el silencio paranoico, que supone callar por desconfianza. “Ante
las miradas y palabras que implican una conspiración contra mí –me decía un
paciente- solamente puedo callar”. Es un silencio defensivo pero también muy
angustioso pues el sujeto se ve metido en una trama de la que no puede salir.
Silencio se rueda; silencio se vive
En el rodaje de las películas se exige el mayor
silencio: silencio se rueda. No están permitidos ruidos externos que contaminen
la escena grabada; en la vida, también es necesario el silencio, no como forma
de evitar la contaminación sino como actitud imprescindible para vivir. La
vida, como la música, se compone de palabras, pero también de silencios. De lo
contrario no podremos comunicarnos con los otros y ni con nosotros mismos. Este
tipo de silencio es el que Pitágoras llamó: “la primera piedra del templo de la
sabiduría”.
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
se rueda con Toñín |
Me quedo con esta gota de lluvia serena: "“hay una comunicación auténtica cuando alguien se expresa sin tener que utilizar la boca y escucha sin tener que usar la oreja”.
ResponderEliminarMe gustan las entradas del psiquiatra. Se le entiende muy bien lo que dice.
ResponderEliminarBuena enseñanza sobre los distintos silencios.
ResponderEliminarPepi destaca la importancia del lenguaje NO VERBAL, y le ha gustado como lo define la religión budista: "Hay una comunicación auténtica cuando alguien se expresa sin tener que utilizar la boca y escucha sin tener que usar la oreja".
¡Da gusto ver nevar! Hay miradas silenciosas que miran sin más. A mí, me gusta mirar en silencio, desde el silencio.
ResponderEliminarPregunta del día para el escritor: ¿Qué silencio es éste?
Respuesta, no le voy a dejar a la intemperie del día, a quien no está acostumbrado a la nieve: Un silencio CON TEM PLA TI VO, la nieve, hoy, me invita a contemplarla, cómo caen los copos, son incansables y cómo van conformando un nuevo paisaje.
Cuando escribimos guardamos silencio, al leer, al caminar, a veces también al hablar, cantamos canciones que hablan del silencio, alegres, bonitas, cómo no. Uno/a puede guardar silencio incluso hablando, porque el silencio no es sólo la ausencia de voz, o de palabras, el silencio es la mayor de las elocuencias, la mayor de las sabidurías, como bien dice Pitágoras, sin duda, alguien también especial para quien escribe este artículo, pues comienza y termina con la misma frase, he ahí la importancia.
A mí me gusta el silencio, la vida es placentera con él y uno genera bienestar y bien en uno mismo cuando sabe adentrarse en las profundidades de la quietud y sabe estar quieto, dejar que todo repose. Hay mucho parloteo también en el silencio, y tenemos que escucharlo, sin clasificarlo...en botes o cartones . En días como hoy es fácil que ciertas etiquetas resbalen, ¿para qué encasillarnos en arquetipos como monitos de feria? ¿Es que somos bichos raros? No lo creo, somos lo que somos, por aquí lo dicen bastante, no sé por otras tierras, igual es distinto y bastante tenemos con ser quienes somos, sin más legañas, que bastante tenemos con limpiarnos los ojos cada día para que la mirada sea limpia. ¿No cree? Ahora viene su silencio, pero tranquilo que no voy a clasificarlo, porque yo no miro donde miras, ni te estoy viendo mirar. Con mirar yo y quedarme en ese acto puro y simple de mirar me basta.
Hipálage