ABRAZAR LA MUERTE
¿Y
si mañana te fueras? ¿Y si tus ojos vieran este sol por última vez?
¡Cuánto
corremos hacia ninguna parte! ¡Cuánto nos afanamos por lograr tesoros que al
instante olvidamos en un rincón! ¡Cuánto sufrimos por sueños que abandonamos sin
haberlos intentado siquiera, porque no podemos, porque no valemos, porque,
porque!… ¿Por qué?
Y
mientras tanto la vida sigue su camino como una sombra inconsciente, que
cargamos a la espalda sin verla, hasta que un día, no sabes cuándo…
Y
ese día, definitivamente, todo estará perdido.
Correr
para perder; correr para agotarse; correr para no conseguir nada. Tan absurdo
como el asno que persigue la zanahoria atada al palo.
No
sería tan mala la carrera si nos alegrara, si fuera por aquello que realmente
nos llena y si fuéramos conscientes del camino para evitar los baches. Pero
corremos en pos de aquello que se supone necesitamos y muchas veces, detrás de
sueños que nos han sugerido y que en realidad no amamos.
Y
agotados en mil maratones inútiles llegaremos un día a la eminente meta,
asombrados del vacío que cargamos en el alma.
Qué
diferente sería correr en compañía de una amiga amable que nos recuerde que más
tarde o más temprano caeremos en sus brazos. La amiga muerte que nos enseña la
vida. La amiga muerte que nos señala el camino que realmente queremos andar,
porque su compañía, lo queramos o no, es perpetua y suyos seremos en cuanto
ella lo decida.
Abracemos
la muerte como a la mejor amiga, ya que sólo ella nos recuerda que estamos
vivos. Abracemos la muerte que nos enseña a vivir como si todo fuera a acabarse
mañana. Abracemos la muerte que logra infundirnos valor para acercarnos a
nuestros sueños, pues su compañía inexorable nos hará fuertes y seguros.
Que
ella sea nuestra compañera y nuestro apoyo, pues a su lado, cada segundo vivido
será pleno, cada emoción será sentida desde el corazón, disfrutando del sol, de
la luna y de las estrellas, de manera que cuando nos lleve con ella, hayamos
vivido, sentido y amado con intensidad. Sólo con su presencia saborearemos la
vida plenamente, sin miedos y sin excusas. Porque no somos eternos ni
invulnerables. Viviendo con nuestra amiga muerte sentiremos nuestro amor y
nuestra fuerza cada segundo de nuestra existencia. Pues sabemos que cuando
estemos definitivamente con ella, sólo los vivido con amor habrá valido la
pena.
Mª José Calvo
Brasa
Amiga, compañera... la muerte. Sorprendente la entrada de hoy. Y esta invitación a acogerla, escucharla, acompañarla, vivirla.. Hace muchos Francisco de Asís la llamó "hermana" y la dedicó una canción.
ResponderEliminarGracias M. José.
Si de vez en cuando pensáramos que estamos de paso, y que vamos a morir; seriamos más humanos, transmitiríamos más amor, cariño, comprensión, relativizaríamos los problemas... y todo redundaría en mucha más felicidad, paz, bienestar y entonces si que no pensaríamos en el pasado¡, ni futuro, viviríamos el presente a tope.Pepi
ResponderEliminarPreciosa reflexión. Mi felicitación a su autora, Mª José. Me ha encantado. Para releerla de vez en cuando. Todo ella. Cada párrafo. Hoy quiere destacar el final: solo lo vivido con amor ha merecido la pena. Es así. Pero cuesta aceptarlo. Es así, pero no lo creemos de verdad. Es así. Es cuestión de entregarse a ese amor que es solo donación. De nuevo, mi felicitación. Norecic
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