No siempre lo que vemos es lo que parece |
Mentiras
Le doy muchas vueltas a la cabeza sobre la
sinceridad, sobre esa tendencia innata que tenemos los humanos a mentir. Hay
mentiras gordas, mentiras y mentirijillas, pero como diría el célebre doctor House,
lo que está claro es que todo el mundo miente, en eso estoy totalmente de
acuerdo. Sé que esa contradicción, esa especie de culpabilidad me viene de la
religión católica, de la catequesis y de cuando tenía que confesar mis pecados
y el primero que le contaba al cura era que había dicho mentiras. El cura no se
asombraba ni me ponía mucha penitencia, por algo sería.
Que no se puede ser totalmente sincero en todo
momento lo descubrí cuando llegó a mis manos por casualidad (lo encontré tirado
en la calle, no sé quién me lo pudo poner a mi paso) un DVD con la película
‘Increíble pero falso’, una cinta americana de 2009 escrita, dirigida y
protagonizada por un excelente Ricky
Gervais. Si tenéis oportunidad de visionarla comprobaréis qué locura supone
que todas las personas digan siempre la verdad. Una verdadera y peligrosa
barbaridad, digo. Una realidad sin ficción ni creencias religiosas. Y la
reacción y el giro que da toda la historia cuando el protagonista miente una
primera vez, y una segunda, y una tercera…. Y el lío que se monta. No sólo es
una película divertida, es una oportunidad para reflexionar.
Yo intento ser sincero con las cosas importantes,
las cruciales, como las de las relaciones humanas, pero otras, sin embargo, he
encontrado utilidad en soltar pequeñas mentiras que no sólo me benefician a mí,
sino que mejoran esas relaciones entre semejantes sin que me puedan llegar a
llamar embustero en el caso de que me pillen en renuncio, que riesgos corro
como es lógico, como todo el mundo: “Estoy yendo” (no he salido aún); “Ya te
llamo yo” (en el fondo no quiero hablar ahora y a lo peor después tampoco);….
Es decir, mentiras diplomáticas que no van más allá. Pero igual que digo una
cosa digo la otra: no me gusta nada que alguien me mienta en asuntos vitales, ahí soy intransigente. La decepción me lleva
a la desconfianza y ésta al desinterés por la persona. Y si la mentira es
norma, si es compulsiva, apaga y ‘amonos’, prefiero a mi perro que nunca me
mintió... hasta ahora.
Asín sea.
Juan.
Anuncio de la película que toca el tema de la mentira |
Muy buena reflexión y muy sincera.
ResponderEliminarUno de los fallos que Pepi ha cometido relacionándose con las personas es el ser sincera, porque sin pretender dañar las ha dañado; de ahí su aprendizaje a ser diplomática.
ResponderEliminarSin sincero es ser limpio, parecido a cuando uno se lava; pero no es preciso pasarse de limpios y llegar a rasparse la piel...
ResponderEliminarLa honestidad es una forma de vida, porque si todos tuviéramos esa cualidad, sería tremendo, lo primero, no existirían leyes...... Sería un mundo completamente diferente.
ResponderEliminarElena
Prefiero la autenticidad, pero sin exhibicionismos de ella
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