SUEÑOS
Se puede
soñar despierto o dormido, pero es necesario soñar, forma parte de nuestra
biología. Las proyecciones de la voluntad, los deseos, los anhelos, no se puede
dejar de buscar un sentido a la vida. Soñar despierto tiene verdaderos riesgos,
crear elevadas expectativas sobre lo que está por suceder, pero creo que si te
predispones a que algo suceda tienes un elevado porcentaje de que acabe
sucediendo, tanto para lo bueno, como para lo malo.
Hubo unos
años de mi vida, cuando andaba por las dos décadas (ya sobrepasé las cuatro y
ando buscando la quinta) que me dio por recordar casi todo lo que soñaba (lo
escribía nada más despertar para que no se desvaneciese el recuerdo) y, curiosamente
el escenario donde se desarrollaban siempre era el mismo, el pueblo donde nací,
sus gentes, y por allí se mezclaban historietas y personajes variopintos, las
más de las veces, inconexos. Un buen amigo sabía de mi afición a escribir estos
sueños y cuando llegaba a casa me pedía que se los leyera. Fue a través de él
que comencé a interpretar esos sueños, a comprobar que todas esas
micropelículas tenían algún sentido, bien sobre algo que me había ocurrido
recientemente, bien sobre algo a lo que me tenía que enfrentar pronto y que
quizá me suponía algún bloqueo. Digamos que comencé a hacer caso a mis sueños,
sobre todo a no verlos como imaginaciones irreales del subconsciente, sino como
mensajes concentrados con pistas internas.
De aquella época
es parte de un poema que me atrevo a reproducir en este apunte sobre mis
reflexiones de entonces sobre los sueños, mezclados con la muerte y el amor. Lo
que también me atrevo a recomendar a los lectores de este blog (escaparate para
pensar) es que hagan un poco más de caso a sus sueños, pues están creados por
vuestras mentes pensantes y, aunque estén fabricados mientras dormimos, no por
eso dejan de tener su importancia, su crucial importancia me atrevería a decir.
Se trataría pues de pensar, de descifrar las claves de lo que quieren decir
esos sucesos, imágenes, personajes que aparecen cuando, aparentemente, no somos
consciente de lo que pasa por el cerebro. Pero sí, es tu cerebro, es tu mente,
son tus ideas disfrazadas de sueños a los que, quizá, deberías hacerles un poquito
más de caso, sin obsesionarte, aunque cueste encontrar las coordenadas.
“Para morir
dormimos,
pero tenemos
miedo
y
despertamos.
Los muertos
duermen
y no quieren
despertar.
Los que
soñamos
vivimos
mientras soñamos.
Los que no
sueñan
continúan
muertos.
Los que
amamos, morimos;
los que no
aman,
no saben lo
que se pierden.
Los que
escribimos,
qué locos
estamos”.
Asín sea.
Juan
Agradezco esta invitación a tener en cuenta nuestros sueños, a atenderlos
ResponderEliminarPuede ser interesante escribir nuestros sueños y ver las consecuencias que sacamos, si hace referencia; a algo que hemos vivido, o que nos gustaría vivir. Pepi
ResponderEliminarMuy buena lectura inspira para seguir adelante para alcanzar nuestros sueños
ResponderEliminarSueña quien está despierto y sueña quien está dormido, uno y otro sueñan, porque ¿qué sería la vida si no fuera sueño? Norecic
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