La terraza más bonita

La Escribana del Reino

M. E. Valbuena

He estado en la terraza más bonita de todo León. El nombre no lo puse yo, sino su dueña, pero doy fe de que así es.

Curiosamente no es una gran terraza. Apenas siete metros. Pero en tan pequeño espacio entran obras de arte en forma de esculturas y pinturas, plantas, velas y luces solares. Dicho así, pareciera que es un totum revolutum sin ningún sentido. Nada más lejos de la verdad. Es un rincón perfectamente armónico donde da gusto estar.

Normalmente abrimos la boca admirando las grandes obras que se presentan ante nuestros ojos. Y, a veces, la admiración viene provocada por las grandes dimensiones que exhiben. Sin embargo, tal vez tenga más mérito convertir estos pequeños espacios en obras igualmente admirables, creando acogida donde sólo hay cemento, vida en huecos vanos, alegría en medio de árida construcción.

Esa terraza pequeñita te permite cenar, bailar, hablar, planear, confesar… En definitiva, compartir la vida.

He tenido la suerte de poder estar en ella y disfrutarla, por lo que estoy tremendamente agradecida. La vida se hace de momentos y siempre digo que es interesante recopilar los máximos momentos felices para compensar los menos felices. En días oscuros (y no me refiero solamente a la climatología) es bueno rememorar momentos de luz y de alegría. Eso caldea el alma y suaviza la expresión, atenúa la tristeza y templa el ánimo.

Gracias a todos aquellos que hacen posible espacios de encuentro tan bonitos. Muchas gracias.