Hoy queremos compartir este bonito recuerdo de Marisa, una voluntaria del Teléfono de la Esperanza que ya está viviendo la vida eterna en la que creía con fe. Es de su marido, Manolo. El cariño nunca caduca. El amor permanece. Nos acordamos de ti, Marisa.
El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
pero el que recibe nunca debe olvidar
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La muerte es solo la suerte con una letra cambiada (J.Sabina)
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