El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
domingo, 9 de septiembre de 2018

Puesta de sol
en Galicia

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Uno de los momentos mágicos de este verano –de los muchos que he vivido– ha sido una puesta de sol en un acantilado gallego. No por la puesta en sí (el sol se pone todos los días en todas las partes del mundo) ya que he disfrutado de muchas en distintos lugares, sino por el rato compartido de contemplación.
Nuestro grupo éramos nueve, incluidos dos niños de 13 años y una adolescente de 17. Aparte, se fueron sumando parejas o personas solas sin romper en ningún momento la magia que se creó en aquel lugar.
Uno del grupo –siempre hay gente especialmente detallista– había llevado un pequeño altavoz que, colocado en la roca, proporcionó relajante música acompañando el ocaso. Lo demás era silencio, sólo roto por el movimiento interno del mar, suave brisa acariciando nuestros cuerpos y una paz inmensa.
Durante la hora más o menos que pudo durar aquello, los chiquillos no se movieron, absortos en el cambio del cielo, la adolescente se olvidó del móvil y los demás nos emocionábamos ante tanta belleza regalada.
Con frecuencia nos preguntamos qué es la felicidad, en qué consiste. Y puede que no sepamos definirla, pero lo que está claro es que momentos como aquel nos adentran de lleno en la felicidad, nos proporcionan tal grado de bienestar que sus efectos perduran en el tiempo y, durante días, parecemos sobrevolar la realidad en lugar de pisarla. Supongo que algo de esto tendrá que ver con la trascendencia.
Buscamos experiencias intensas, emociones fuertes, sensaciones placenteras y percepciones únicas en múltiples fuentes (unas mejores que otras). Compartir una puesta de sol nos da todo eso y más.
sábado, 8 de septiembre de 2018

Exterior/interior





Nos empeñamos en mirar para fuera..
En culpar o responsabilizar a otros..
Nos empañamos en...
¡¡Y si miramos a nuestro interior!!
viernes, 7 de septiembre de 2018

Por si te sientes abandonado...




“Deja de intentar cambiar al mundo. Ama al mundo. Eso lo cambia todo”.
“No puedes saltar hacia el siguiente momento. Ya estás Aquí” (Jeff Foster).

Puedes sentirte abandonado, sí.
Te puedes sentir solo, alejado del amor, de la vida y la calidez.

Otros pueden detonar sentimientos poderosos en ti, sí.

Pero haz a un lado la palabra, el concepto, la historia,
y regresa a la realidad del cuerpo vivo.

¿Cómo se siente ese abandono?
¿Cómo sabes que te han abandonado?

Pon atención a las sensaciones que surgen ahora en tu vientre, pecho, garganta.

Siente el aleteo, el pulso, la punzada de cada sensación.
Deja que crezcan en intensidad, o que se tranquilicen y se muevan.
Imprégnalas de curiosa, amorosa atención.
Ofréceles un espacio; ábrete suavemente a ellas.

Tienes que respirar en ti mismo ahora, amigo,
porque no hay nadie aquí que pueda respirar por ti,
y no podrían hacerlo, de todos modos.

El sueño del amor ha muerto;
estás despertando a la realidad del amor.

El amor no viene de fuera. Nunca lo hace.
Siempre estuvo dentro de ti. Ese fue tu poder.

Ese fue siempre tu trabajo, amarte a ti mismo,
no mendigar amor, o buscarlo externamente,
o esperarlo, o tratar de aferrarte a él,
sino empaparte con él, momento a momento precioso.

No te abandones a ti mismo cuando te sientas abandonado,
porque hay un dolor que es peor que el abandono mismo:
abandonarte a ti mismo, huir de la presencia.

La culpa no funciona aquí.
Enfócate en ‘quien te ha abandonado’, y te vuelves impotente.

Rompe el ciclo del abandono, entonces.
Enfócate en ‘el abandonado’, este precioso niño que llevas dentro.
Invita a que tu amorosa atención vaya a lo profundo de tu vientre, corazón, cabeza.
Respira en el propio suelo. Siente tu propia vitalidad.

Tú no has sido abandonado.

La vida está aquí. Tú estás aquí.
Y desde aquí, una nueva vida crece.

Y mientras aprendes a no abandonarte a ti mismo,
con el tiempo, atraerás a otros
que tampoco se abandonan a sí mismos;
otros que no te abandonarán.

Porque ahora tú no puedes ser abandonado:
Te niegas a abandonarte a ti mismo.
El abandono es una vieja palabra para ti ahora.
Demasiado dramática para tu cuerpo.

Nadie puede abandonarte:
ellos sólo pueden irse
a otro lugar,
con su dolor.

El abandono es la historia de un amor perdido,
una vieja historia, porque el amor no puede perderse,
sólo puede ser descubierto de nuevo en lo profundo de nosotros.

Eres lo suficientemente valiente para estar presente ahora.
Has roto la adicción de toda una vida:
Has descubierto la profunda alegría
de estar solo.
jueves, 6 de septiembre de 2018

La ira deja señales




Se cuenta que había una vez un niño que siempre estaba malhumorado y de mal genio. Cuando se enfadaba, se dejaba llevar por su ira y decía y hacía cosas que herían a los que tenía cerca. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que tuviera un ataque de ira clavase un clavo en la puerta de su habitación. El primer día clavó treinta y siete. En el transcurso de las semanas siguientes el número de clavos fue disminuyendo. Poco a poco, fue descubriendo que le era más fácil controlar su ira, que clavar clavos en aquella puerta de madera maciza. Finalmente, llegó un día en que el niño no clavó ningún clavo. Se lo dijo a su padre y este le sugirió que cada día que no se enojase desclavase uno de los clavos de la puerta.
Pasó el tiempo y, un día, le dijo al padre que ya había sacado todos los clavos. Entonces este tomó de la mano al hijo, lo llevó a la puerta de la habitación y le dijo:
— Hijo, lo has hecho muy bien, pero mira los agujeros que han quedado en la puerta. Cuando una persona se deja llevar por la ira, las palabras dejan cicatrices como estas. Una herida verbal puede ser tan dolorosa como una herida física. La ira deja señales. ¡No lo olvides nunca!
martes, 4 de septiembre de 2018

Derecho
a ser uno mismo

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra

Un humorista estadounidense decía que  “uno de los trucos de la vida consiste mas que tener buenas cartas, en jugar bien las que uno tiene” (John Gillings). En la vida cotidiana, desgraciadamente en muchas ocasiones estamos más preocupados por conseguir cosas (cultura, posición social, etc.) que en aprender a manejar y utilizar nuestras capacidades, que son las cartas con las que jugamos nuestra peculiar e intransferible partida de la vida. Otra consecuencia es que no podemos estar toda la vida quejándonos de las malas cartas que hemos tenido (familia disfuncional, graves conflictos infantiles, etc.) sino que siempre podemos ganar (disfrutar de la vida) con las capacidades que tengamos.

El niño
El desarrollo psicológico del niño, en nuestra cultura occidental, se distingue por dos preocupaciones fundamentales: el control de sentimientos  y el almacenamiento de saberes. Así, el niño crece con el “freno de manos” echado respecto de sus emociones y deseos. Los mensajes cotidianos son: necesidad de controlarse (las rabietas, los malos modos, incluso en ocasiones las muestras de afecto y de bienestar, las malas compañías, el gasto, etc.). Esto que puede ser adecuado en su justa medida, se vuelve contra el propio individuo cuando todo el énfasis de la educación se pone en evitar que el niño se descarrile. El mensaje es claro: no debes ser tú, sino lo que los otros esperan que seas. De esta manera, se va configurando la convicción que “lo bueno” no es lo que uno siente que es, sino lo que los otros esperan. Conozco a muchos adultos que todavía van con el “freno echado” de sus deseos, sentimientos y disfrute.
El otro punto de apoyo en la evolución del niño son los conocimientos. Cuanto más sepa mejor. Así se prima más “el saber más” (idiomas, carrera universitaria, etc.) que el capacitar al sujeto para que resuelva su conflictos emocionales, fortaleciendo sus propias actitudes e incentivando la creatividad.
Si estos dos puntos de apoyo son muy acentuados, el niño crece como disociado: mucha razón y poco sentimiento. No es extraño que, en este contexto, el niño se vaya configurando a “imagen y semejanza” de los otros (padres, educadores, amigos, etc.) y el concepto de sí mismo sea negativo. De esta forma las llamadas “profecías autocumplidas” están servidas. Es decir, si el niño siente que es desobediente, posiblemente será díscolo en cualquier situación de la vida;  si piensa que es tímido, evitará el contacto con el grupo y se convertirá en un solitario. De esta forma se puede llegar a actuar como un necio aunque sea inteligente, como un introvertido aunque no lo sea, o como un intolerante aunque sea la tolerancia en persona.
Como resultado de esta educación es evidente que a todos nos es más fácil definirnos en negativo (desordenado, vago, irresponsable, desobediente, etc.) que por los valores positivos (capacidad de ayuda, de esfuerzo, de simpatía, de compartir, etc.).
De todo esto surge una necesidad: de la misma forma que de pequeños nos enseñan a atarnos los cordones de los zapatos, el combinar diferentes prendas de vestir o el cepillarse los dientes, por poner solamente algunos ejemplos de la vida cotidiana, también se debería dedicar tiempo a favorecer una autoestima adecuada o el reconocer los valores físicos y personales del niño.
No es extraño, pues, que con este recorrido, en ocasiones, tengamos una imagen deformada de nosotros mismos, porque los otros (padres, profesores, amigos, etc.), que es el espejo en que nos miramos, transmiten con más fuerzas nuestras carencias que nuestras posibilidades. En cualquier caso, siempre es posible cambiar y ser uno mismo.
Termino, también, con un pensamiento del humorista John Billings, que dice, “aquel que obtiene una victoria sobre un hombre es fuerte, pero aquel que obtiene una victoria sobre sí mismo es poderoso”. Posiblemente el gran reto de cada ser humano es posibilitar el derecho a ser uno mismo y en todo caso estar abierto al cambio. En eso consiste la gran victoria sobre la vida.
lunes, 3 de septiembre de 2018

Nunca dejes de maravillarte

"Oración de año nuevo" Rosh Hashana


Que tus despertares te despierten.
Y que al despertarte, el día que comienza te entusiasme.
Y que jamás se transformen en rutinarios los rayos del Sol que se filtran por tu ventana en cada nuevo amanecer.
Y que tengas la lucidez de concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruce en tu camino.
Y que no te olvides de saborear la comida, detenidamente, aunque “solo” se trate de pan y agua.
Y que encuentres algún momento durante el día , aunque sea corto y breve, para elevar tu mirada hacia lo Alto y agradecer, por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno.
Y que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.
Y que tus brazos, abracen.
Y que tus besos, besen.
Y que los atardeceres te sorprendan, y que nunca dejen de maravillarte.
Y que llegues cansado y satisfecho al anochecer por la tarea satisfactoria realizada durante el día.
Y que tu sueño sea calmo, reparador y sin sobresaltos.
Y que no confundas tu trabajo con tu vida, ni tampoco el valor de las cosas con su precio.
Y que no te creas más que nadie, porque, solo los ignorantes desconocen que no somos más que polvo y ceniza.
Y que no te olvides, ni por un instante, que cada segundo de vida es un regalo, un obsequio, y que, si fuésemos realmente valientes, bailaríamos y cantariamos de alegría al tomar conciencia de ello.
Como un pequeñísimo homenaje al misterio de la vida que nos acoge, nos abraza y nos bendice.
Armonioso día para todos.
domingo, 2 de septiembre de 2018

Un verano
entre cerezas

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Si algo ha caracterizado este verano es la cantidad de cerezas que he consumido. Blancas, negras, rojas, picotas...
Compré pequeñas cantidades al principio, cuando su precio era prohibitivo pero el placer de degustarlas era mayor. Compré cantidades cada vez más grandes a medida que avanzaba el verano y su precio se estabilizaba, que, a pesar de su mayor volumen, me duraban cada vez menos tiempo en la despensa.
Me han llegado cerezas de gente y de lugares inesperados y he compartido cerezas en encuentros gratos y también inesperados.
Dicen los productores de cerezas que no ha sido un buen año, que la cosecha ha sido escasa y la calidad no muy buena. Sin embargo (otra sorpresa de la vida) he comido y he disfrutado cerezas más que otros veranos. Me han regalado cestos, cajitas y cajas de cerezas. Y hasta me han permitido coger las que quisiera directamente del árbol.
Las tomé para animarme y para consolarme; sola y en compañía; mientras leía, observaba o escribía; en momentos de gran ilusión y en ratos de profunda pena; antes y después de las comidas. En resumidas cuentas, a todas horas.
La vida, que siempre es un toma y daca, ha puesto a mi disposición –y sin más límite que mi propio hartazgo- uno de mis mayores placeres. Supongo que habrá sido así para compensar y hacer más llevadera la desilusión que también me regaló. Así lo quiero interpretar.
Conclusión: siempre hay un bálsamo para cada herida, un mimo para cada pena y un montón de detalles preciosos que amortizan los golpes recibidos.
sábado, 1 de septiembre de 2018

Volver a empezar

El rincón del optimista
Juan


En septiembre empieza el curso escolar, volvemos a trabajar después de las merecidas vacaciones, recogemos los frutos de los árboles y de las viñas porque empieza un nuevo ciclo natural para las plantas, como para las personas. En septiembre regresan las aves migratorias a sus lugares de origen después de criar a sus retoños en los meses de tiempo benigno. En septiembre nos apuntamos a los gimnasios para perder los gramos-kilos de más que cogimos durante las copiosas cenas estivales. En septiembre comenzamos los talleres de bricolaje, de restauración, de manualidades para aprender por fin esa afición que siempre esperó tiempos mejores. En septiembre es cuando salen a la venta en los kioscos las colecciones de sellos, de miniaturas y de libros de bolsillo en cómodas entregas. Los políticos le ponen empeño en septiembre para prometer todo aquello que no podrán cumplir antes de que se convoquen las próximas elecciones de las que depende su ‘raquítico’ sueldo, comisiones aparte. En septiembre se retoman los talleres, cursos y encuentros del Teléfono de la Esperanza en León.
En septiembre arranca también de nuevo este blog que quedó suspendido el 1 de agosto para dar descanso a sus sufridos voluntarios colaboradores, aunque sabes que detrás de la línea del teléfono ha seguido una persona detrás las 24 horas del día. ¿Sabes…? Me siento un verdadero privilegiado de poder asomarme a esta ventana hoy, 1 de septiembre, para desearte que tengas un buen comienzo de mes, de curso, de taller, de vida, porque cada día, bien lo sabes, comienza una nueva vida donde nadie sabe lo que te va a ocurrir. Espero que disfrutes con toda la pasión del mundo de tu día, de tu mes de septiembre, de tu año, de tu VIDA.
Asín sea.
viernes, 31 de agosto de 2018

Mañana...

La redacción del blog


El TE ha estaba abierto todo el mes de agosto durante las 24 horas de cada día.
Este blog se ha tomado un descanso durante este mes de agosto...
Pero mañana volvemos, reanudamos las entradas diarias, nuevas reflexiones y nuevos pensamientos, nuevos sentimientos... o quizás los mismos o muy semejantes... pero contados de otra manera...porque la vida es una constante variedad...
Amigos, ya estamos aquí... mañana... no os lo perdáis...
Abrazos con los dos brazos
martes, 31 de julio de 2018

No eres tu, soy yo...



Viktor Frankl nace en Viena, Austria, en 1905 y muere en la misma ciudad en 1997 de un par cardiaco.

Este es un ensayo de Viktor Frankl, neurólogo, psiquiatra, sobreviviente del holocausto y el fundador de la disciplina; que conocemos hoy como Logoterapia.
No eres Tú, soy Yo...
¿Quién te hace sufrir? ¿Quién te rompe el corazón? ¿Quién te lastima? ¿Quién te roba la felicidad o te quita la tranquilidad? ¿Quién controla tu vida?...
¿Tus padres? ¿Tu pareja? ¿Un antiguo amor? ¿Tu suegra? ¿Tu jefe?...
Podrías armar toda una lista de sospechosos o culpables. Probablemente sea lo más fácil. De hecho sólo es cuestión de pensar un poco e ir nombrando a todas aquellas personas que no te han dado lo que te mereces, te han tratado mal o simplemente se han ido de tu vida, dejándote un profundo dolor que hasta el día de hoy no entiendes.
Pero ¿sabes? No necesitas buscar nombres. La respuesta es más sencilla de lo que parece, y es que nadie te hace sufrir, te rompe el corazón, te daña o te quita la paz. Nadie tiene la capacidad al menos que tú le permitas, le abras la puerta y le entregues el control de tu vida.
Llegar a pensar con ese nivel de conciencia puede ser un gran reto, pero no es tan complicado como parece. Se vuelve mucho más sencillo cuando comprendemos que lo que está en juego es nuestra propia felicidad. Y definitivamente el peor lugar para colocarla es en la mente del otro, en sus pensamientos, comentarios o decisiones.
Cada día estoy más convencido de que el hombre sufre no por lo que le pasa, sino por lo que interpreta. Muchas veces sufrimos por tratar de darle respuesta a preguntas que taladran nuestra mente como: ¿Por qué no me llamó? ¿No piensa buscarme? ¿Por qué no me dijo lo que yo quería escuchar? ¿Por qué hizo lo que más me molesta? ¿Por qué se me quedó viendo feo? y muchas otras que por razones de espacio voy a omitir.
No se sufre por la acción de la otra persona, sino por lo que sentimos, pensamos e interpretamos de lo que hizo, por consecuencia directa de haberle dado el control a alguien ajeno a nosotros.
Si lo quisieras ver de forma más gráfica, es como si nos estuviéramos haciendo vudú voluntariamente, clavándonos las agujas cada vez que un tercero hace o deja de hacer algo que nos incomoda. Lo más curioso e injusto del asunto es que la gran mayoría de las personas que nos "lastimaron", siguen sus vidas como si nada hubiera pasado; algunas inclusive ni se llegan a enterar de todo el teatro que estás viviendo en tu mente.
Un claro ejemplo de la enorme dependencia que podemos llegar a tener con otra persona es cuando hace algunos años alguien me dijo:
"Necesito que Enrique me diga que me quiere aunque yo sepa que es mentira. Sólo quiero escucharlo de su boca y que me visite de vez en cuando aunque yo sé que tiene otra familia; te lo prometo que ya con eso puedo ser feliz y me conformo, pero si no lo hace... siento que me muero".
¡Wow! Yo me quedé de a cuatro ¿Realmente ésa será la auténtica felicidad? ¿No será un martirio constante que alguien se la pase decidiendo nuestro estado de ánimo y bienestar? Querer obligar a otra persona a sentir lo que no siente... ¿no será un calvario voluntario para nosotros?
No podemos pasarnos la vida cediendo el poder a alguien más, porque terminamos dependiendo de elecciones de otros, convertidos en marionetas de sus pensamientos y acciones.
Las frases que normalmente se dicen los enamorados como: "Mi amor, me haces tan feliz", "Sin ti me muero", "No puedo pasar la vida sin ti", son completamente irreales y falsas. No porque esté en contra del amor, al contrario, me considero una persona bastante apasionada y romántica, sino porque realmente ninguna otra persona (hasta donde yo tengo entendido) tiene la capacidad de entrar en tu mente, modificar tus procesos bioquímicos y hacerte feliz o hacer que tu corazón deje de latir.
Definitivamente nadie puede decidir por nosotros. Nadie puede obligarnos a sentir o a hacer algo que no queremos, tenemos que vivir en libertad. No podemos estar donde no nos necesiten ni donde no quieran nuestra compañía. No podemos entregar el control de nuestra existencia, para que otros escriban nuestra historia. Tal vez tampoco podamos controlar lo que pasa, pero sí decidir cómo reaccionar e interpretar aquello que nos sucede.
La siguiente vez que pienses que alguien te lastima, te hace sufrir o controla tu vida, recuerda: No es él, no es ella... ERES TÚ quien lo permite y está en tus manos volver a recuperar el control.
"Al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: La última de las libertades humanas-la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino".

Nota de la redacción. Amigos de este blog, durante el mes de agosto no vamos a poner entradas. Dejamos esta entrada de 31 de julio para saborearla durante todo un mes. Llevamos diez años puntuales a la cita diaria. Queremos descansar un mes. Hasta septiembre que volveremos a la cita diaria con las mejores ilusiones y ganas. Feliz verano.  
lunes, 30 de julio de 2018

Aferrarse




No te limites
No te aferres
Abre la mente
Abrete a la vida
Libre, sin ataduras, sin miedos...
Deja ir, deja salir, abre los brazos...
domingo, 29 de julio de 2018

La madeja

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Hace años tejía mucho. Me encantaba jugar con los colores y las formas hasta crear lo que iba buscando. Me relajaba y me mantenía atada al momento presente. Supongo que no diré una barbaridad si lo encuadro como una de las muchas técnicas de mindfulness que existen.
A veces, las madejas se enredaban y tenía que dejar el tejido y dedicarme a desenmarañar aquel lío para poder seguir.
Recuerdo que lo primero que buscaba era el origen del ovillo, la hebra suelta que me iba a permitir reconstruir de otra forma la madeja. Y, luego, iba deshaciendo nudos, cruzando el recogido de un lado a otro, hasta conseguir una nueva madeja, distinta a la anterior, pero más consistente, más segura y que me permitía trabajar mejor.
¿Por qué cuento esto?
Porque la vida, en ocasiones, es algo parecido. Tenemos que parar nuestro ritmo, dejar lo que nos traemos entre manos y dedicarnos a arreglar enredos, para retomar después nuestro quehacer.
Y en la vida, del mismo modo que en la madeja, hay que encontrar el origen del lío. Aflojar un poco –no tensando para evitar la ruptura– y buscar la hebra que permita ovillar de nuevo, yendo hacia atrás y hacia adelante, pasando en medio de otros nudos aflojados, esperando, retomando.
Cuando miramos el enredo no queremos entrar en él. Nos da tanta pereza arreglarlo que hasta nos planteamos dejar el tejido. Pero cuando reconstruimos y experimentamos qué bien fluimos después, nos damos cuenta de que, de una forma u otra, necesitábamos ese enredo para avanzar de forma más liviana.
sábado, 28 de julio de 2018
viernes, 27 de julio de 2018

Gesto de generosidad

El País

Rubén, un niño de nueve años de La Pobla de Vallbona, en Valencia, pidió que para su comunión, en vez de regalos, le dieran donativos para un centro de acogida en India, un proyecto que había elegido entre los que tiene Manos Unidas. Rubén recibió 7.075 euros de familiares y amigos y los entregó a la ONG, que destinará los fondos a instalar placas solares en la casa, donde viven 60 antiguas niñas de la calle de cuatro a 18 años, en la ciudad de Guawhati.

La decisión fue del niño, pero la idea la tuvo su madre, Amparo García, dueña de una clínica veterinaria en su pueblo, situado a 25 kilómetros al noroeste de Valencia. "Soy anticonsumista. No me gusta el regalar por regalar, almacenar cosas que al final acaban en el vertedero. Un día se nos va a comer la basura", afirma García por teléfono desde su trabajo.

Tampoco le gusta que los chavales reciban tantos juguetes y regalos que, prosigue, dejan de valorarlos. "Si se rompe, da igual, porque después tendrán otro". Y también quería desvincular a su hijo de la idea de que tomar la comunión consiste, sobre todo, en recibir regalos, lo que desde su perspectiva de católica practicante eclipsa el sentido de la ceremonia como "encuentro con Jesús".

El verano pasado, con su letra de niño que iba a empezar 4º de Primaria, Rubén escribió una carta que su madre distribuyó por WhatsApp a los invitados: "Gracias a Dios, tengo todo lo necesario, así que he pensado que si queríais hacerme algún regalo por este día, podéis darle mucho más fruto haciendo una donación anónima para un proyecto de Manos Unidos en el que estoy colaborando".

El mensaje a los invitados iba acompañado de un tríptico escaneado sobre la iniciativa de Manos Unida en la ciudad india de Guawhati, una ciudad de un millón de habitantes situada en el Estado de Assam, cerca de las fronteras con Bután y Bangladés. El centro acoge a niñas que dormían en la calle y, en muchos casos, han sufrido abusos y han sido explotadas, según explica la organización humanitaria. Lo regentan hermanas Salesianas.

Invitados

García, que está divorciada, asegura que todos los invitados, salvo tres "de mentalidad antigua", aceptaron cambiar los regalos por donativos. Después, ella y su hijo llevaron el dinero a la delegación que la ONG de la Iglesia Católica tiene en el centro de Valencia.

Uno de los regalos que sí recibió Rubén fue el tradicional reloj, que la madrina insistió en hacerle, otro fue una mochila. A nadie se le hubiera ocurrido regalarle una videoconsola a Rubén ya que, aclara su madre, en casa no entran "maquinitas".

Ahora las cosas le van bien, pero García cuenta que procede de una familia "que no era de pedir en la calle, pero sí humilde". De niña comía poca carne y muchas patatas y huevos de las gallinas que criaban en casa. Bastante antes de cumplir los 16 ayudaba recolectar naranjas y la cosecha de cebollas. De aquella época le viene su aversión a malgastar.

Un tanto reticente a hablar con la prensa, Rubén dice que está contento de haber donado el equivalente a un centenar de regalos, pero que de momento no tiene pensado salir del país para ir a visitar el centro de acogida del que se ha convertido en benefactor.

jueves, 26 de julio de 2018

PAX VOSTRUM


TOMARSE LA VIDA COMO UN GRAN VIAJE. 

Estamos en meses en los que tradicionalmente, una gran mayoría de los españoles cogemos vacaciones, y además solemos hacer algún viaje. 

¿Y qué sucede cuando haces un viaje? Que lo preparas con ilusión, que planeas lo que vas a hacer, lo que vas a ver, que lo sientes como un tiempo de disfrute, de alegría, de descanso, de recargar pilas, de desconexión...  
No solemos ver nada negativo en irnos de vacaciones. El significado que las damos es que son una maravilla. 

Y ya una vez que estamos disfrutándolas... las exprimimos al máximo porque sabemos que son efímeras y que tiene un comienzo y un final.  Vivimos y sentimos de una manera intensa lo que en ellas sucede, los paisajes, la playa, la montaña, los lugares que visitamos, las personas a las que conocemos, lo que tocamos, olemos, sentimos, vemos...    Sabemos que todo eso pasará y lo aceptamos sin rechistar...  Son vacaciones y punto. 

¿Qué pasaría si enfocáramos la vida de la manera que lo hacemos con nuestros viajes, con nuestras vacaciones?

En realidad, tienen mucho en común. Los viajes, las vacaciones, la vida, pasan, son efímeros, y todo lo que en ellos se contiene, viene y se va.  
¿Y si aprendiéramos a vivir teniendo esto muy presente? 

Las personas con las que compartimos, los bienes de los que disfrutamos, las circunstancias que en este momento nos rodean..., todo pasa, todo también viene y se va... , como si fuera un largo viaje...

Siente, vive, ríe, llora, ama, come, disfruta, abraza, experimenta, prueba, exprime, descansa, haz, no hagas, percibe, huele, respira, admira, empápate...., porque quizá mañana el viaje se acabe....

Beatriz. 
miércoles, 25 de julio de 2018

El arte de dialogar

El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra


Actualmente, “diálogo” es una palabra que está de moda, en nuestro país, sobre todo entre la clase política. Todos, unos y otros, dicen que quieren dialogar, que tienden la mano abierta al adversario político, pero después de varios años no han llegado a ningún acuerdo. Posiblemente sea verdad, que todas las manos están tendidas, pero ninguna encuentra a la otra para darse un apretón y firmar un pacto. Por algo será. También podemos decir que a otros niveles (familiar, laboral o de amistad), con frecuencia, ocurre algo parecido. Pero, ¿qué significa dialogar?
Alguien  ha dicho que “dialogar es el arte de pensar juntos” Esto supone que no se impone un criterio sino que desde el respeto hacia el otro se llega a una conclusión que satisfaga a ambos. El diálogo es una forma de comunicación oral o escrita. Es un intercambio de información y su finalidad es  encontrar la verdad personal (Diálogo socrático) o de una cuestión en particular.
Podemos decir, pues,  que dialogar es un arte, algo más que un intercambio de ideas. Dialogar, en definitiva, implica hablar, callar y escuchar, para juntos encontrar la solución a un problema.
Dos personas auténticas son las que pueden establecer un verdadero diálogo que les ayude a progresar y crecer psicológicamente. Pero como esta situación no es la más frecuente, hay que tener en cuenta algunas “reglas de oro” para que el diálogo sea positivo:
Sentido de la oportunidad: no podemos decir siempre y en cualquier instante lo que creamos, por la sencilla razón que sea verdadero. También para “dialogar en la verdad” hay que buscar el momento más idóneo para comunicarse.
Ponernos en la piel del otro: no podemos dialogar como si fuéramos dos extraños; así el diálogo sale contaminado; se impone un esfuerzo por intentar comprender la posición del contrincante, no para asumir todo lo que nos diga, sino para comprender al menos su postura.
Las prisas son malas consejeras del diálogo: no podemos dialogar bien si ponemos tope al tiempo que le podemos dedicar. Si decimos “tengo dos minutos, después tengo que irme”, estamos destruyendo el diálogo antes de empezar. Se necesita una dedicación temporal y además una exclusividad: podremos dialogar mejor cuanto más centrados estemos en el tema a tratar.
El arte de dialogar no es conseguir que el otro haga lo que uno desea sino compartir opiniones y proyectos para encontrar la mejor solución. Dialogar es un proceso de búsqueda de la verdad (no mía ni tuya sino la “verdad del nosotros”) que presupone el renunciar a los pre-juicios. Es decir, debemos partir de cero. Aquí podemos recordar un pensamiento de A. Machado:
"¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela”.
martes, 24 de julio de 2018

Hasta el alma

Rupi Kaur
Poeta india afincada en Canadá

Fue cuando dejé de buscar un hogar en los otros
y levanté los cimientos de un hogar dentro de mí,
que encontré que no había raíces más íntimas
que las que hay entre una mente y un cuerpo
que han decidido estar completos.
lunes, 23 de julio de 2018

La comprensión de lo que somos es la mejor noticia

Enrique Martínez Lozano


Lo que habitualmente se entiende por “yo” es solo una ficción. A no ser que utilicemos ese término para nombrar el centro psíquico que dirige nuestra actividad mental y emocional. Pero el hecho de que en nosotros haya actividad psíquica, así como posibilidad de cambio, no implica que exista “alguien” detrás. Todo es un despliegue de la consciencia que, en los seres humanos, se hace más “autoconsciente”. De ahí que seamos capaces de aprender y de transformarnos, pero todo ello, como decía, no requiere en absoluto la existencia de un “yo”. Más aún, tal idea solo aparece por un motivo: porque la mente se apropia de la consciencia y la considera una cualidad de sí misma.
Basta tomar un poco de distancia para darse cuenta de que la idea del “yo” es solo un pensamiento, nacido a partir del mecanismo mental de la apropiación de lo percibido. Y que, en un segundo momento, es la misma mente la que viene a confirmar que aquel pensamiento es algo –“alguien”– real.
Pero la realidad es que no existe un “yo” nada más que en nuestra propia mente. No existe por tanto “nadie” que sufra nada ni “nadie” que pueda hacer nada. Todo es un despliegue “impersonal”, porque no somos la “persona” que nuestra mente piensa, sino la propia y única Consciencia que se expresa en todo. Todos somos “disfraces” de la Vida; el disfraz padece el “mal”, pero lo que realmente somos se halla siempre a salvo.
La comprensión que brota de la no-dualidad es buena noticia. A partir de esta comprensión, permitimos que la Vida fluya también a través de nosotros. Hemos descubierto que era precisamente la identificación con el yo la fuente de toda confusión y de todo sufrimiento. Superado ese engaño, todo se hace patente: si creo ser el “yo”, veré el “mal” como todo aquello que lo ponga en peligro o lo amenace. Si sé que soy la Vida, ¿dónde está el “mal”? También la persona que experimenta dolor es, más allá de esa forma, Vida que se halla a salvo. Desde la comprensión de lo que soy, “haré” –la Vida hará– todo lo que pueda por cada ser, pero ya no los reduciré a la forma que mi mente ve.
En el nivel relativo –aparente, de las formas–, seguiremos hablando de “bien” y de “mal” pero, llegada la comprensión, lo haremos desde la certeza de que, en realidad, solo hay Bien sin opuesto, que es uno con “Lo que es”, con la Verdad y con la Belleza.
domingo, 22 de julio de 2018

No siempre

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena
Jugando al despiste. Foto Jesús Aguado
No siempre tenemos la misma inspiración para escribir, esculpir, cocinar o, en definitiva, crear. Hay veces que nos descubrimos pastosos, nebulosos, apáticos y sin ningún brío artístico.
No siempre tenemos la misma paciencia para aguantar las mismas cosas, las mismas bromas, las mismas situaciones y hasta a las mismas personas. Y nos sale eso de “¡No puedo más!” con bastante soltura.
No siempre tenemos clarividencia para analizar y percibir lo esencial, para ver más allá, para captar el mensaje oculto de la vida. Nos mareamos de dar vueltas y vueltas a un aparente sinsentido y no llegamos a una lógica solución (como si las soluciones de la vida fueran lógicas).
No siempre estamos alegres, ni optimistas, ni encaramos la vida con flexibilidad y apertura. Es más, la mayor parte de las veces, queremos controlar tanto que nos auto-asfixiamos y nosotros mismos generamos una malla de amargura. No vemos, ni queremos ver, otra cosa que aquella que confirme nuestra posición.
No siempre salen las cosas según nuestro planteamiento, lo que no significa que no salgan de la mejor forma.
No siempre nos dejamos querer ni acompañar en el dolor. Al contrario, encubriendo nuestra vulnerabilidad, nos lanzamos –compromiso en ristre y sonrisa formal– a salvar a quien no necesita serlo, justificando así nuestro papel en el mundo. La autosuficiencia nos envalentona y nos aleja de lo que en verdad necesitamos.
No siempre confiamos, y ahí radica gran parte de nuestro sufrimiento.
No siempre nos salen motivos de agradecimiento, pero siempre, siempre, siempre, los hay.