El rincón del optimista
Juan
Hoy, Sábado Santo, me parece buen día para hablar de las misas. La excusa me la dio hace unos días un paisano de mi pueblo, Villeza, cuando me informó que nos hemos quedado sin la misa dominical, al menos de forma continuada. Se veía venir. Al párroco titular no le da tiempo a atender todos los pueblos que tiene bajo su tutela, por eso sólo dirá misa algunos domingos y ‘fiestas de guardar’. Lejos quedaron aquellos tiempos en los que el cura vivía en el mismo pueblo y decía misas y rosarios prácticamente a diario. Luego llegaron los seglares que venían a decir ‘la Palabra’ los domingos. Últimamente venía Pacita, la monja de Gordaliza, pero la última vez se encontró sólo a una persona en la puerta de la iglesia, se preguntaron qué hacían ante esa tesitura y acabaron yéndose cada uno a su casa. El problema es doble: la falta de vocaciones religiosas; y la falta de feligreses o parroquianos.
En este punto me viene a la memoria la entrevista que le hice hace años al cura del municipio de Riello, en la comarca leonesa de Omaña, que tenía que decir misa él solito cada fin de semana en 40 pueblos, desde el sábado por la mañana hasta el domingo por la tarde. Me contaba mientras almorzaba en su humilde casa que el problema no era tanto el estrés que acumulaba con tantos oficios religiosos, el problema radicaba en que con tanto vino consagrado que tenía que beber en tantas Eucaristías se jugaba la vida en las estrechas carreteras de la zona y el carné de conducir si le paraba la Guardia Civil y daba positivo en la prueba de alcoholemia.
Ya, para rematar la faena, escuché hace poco que un partido político pedía que se eliminase la retransmisión de la misa de los domingos por la mañana en Televisión Española, la que mi madre llamaba ‘de los impedidos’, porque el Estado no podía financiar la religión Católica en un país oficialmente aconfesional y, por otro lado, por respeto al resto de religiones que profesan otros colectivos españoles que podrían también exigir la retransmisión de sus propios cultos o ritos, algunos de ellos nada minoritarios. Para mucha gente mayor, la misa de La 2 sigue siendo un bálsamo necesario.
Yo fui bautizado sin consultarme, luego soy Católico. Actualmente no soy practicante. Llegué a aborrecer las misas después de que mis padres me obligaran a asistir, e incluso a realizar las labores de monaguillo, cuando ya de niño tenía otros planes mejores que escuchar a un sacerdote repetir cada domingo las mismas cosas de memoria y unos sermones que también se repetían, aunque en la forma cambiasen algo sus palabras. Sin embargo, solía ir a misa y la escuchaba con respeto porque era un acto puramente social, además de ser un lugar de encuentro para la chavalería. Al salir de misa hacíamos nuestros planes de ocio para acometer la jornada festiva. No me tildes de ateo o de agnóstico, más bien me autocalifico de cansado o de aburrido de unos ritos que creo trasnochados. Nunca me convenció eso de confesar mis pecados, comulgar el cuerpo de Cristo y rezar ante un representante de Dios y en la casa de Dios. Hice la primera comunión y siempre digo que casi fue la última. Esas cosas, quien lo desee y lo viva de verdad, lo puede hacer él solito en casa, en la calle o donde le plazca. Cuando canta un coro o toca un órgano en la iglesia, reconozco que la cosa mejora un poco. Y sin embargo respeto totalmente a quien practica estos rituales y asiste a misa cada día, cada domingo o cada fiesta. Mal no hace a nadie una misa, al menos a quien asiste convencido y de forma voluntaria.
Asín sea.
Comparto contigo que sigan retransmitiendo la misa por T.V.; tanto las personas que pueden ir a la iglesia, como las que no les es muy saludable. Pepi
ResponderEliminarLas misas, los pueblos, nosotros, todo cambia
ResponderEliminarOXO