Ima Sanchís
La Vanguardia, marzo 2017
Richard Davidson, doctor en
Neuropsicología, investigador en neurociencia afectiva
Nací en Nueva York y vivo en
Madison (Wisconsin), donde soy profesor de Psicología y Psiquiatría en la
universidad. La política debe basarse en lo que nos une, sólo así podremos
reducir el sufrimiento en el mundo. Creo en la amabilidad, en la ternura y en
la bondad, pero debemos entrenarnos en ello
“La base de un cerebro
sano es la bondad, y se puede entrenar”
Ciencia y amabilidad
Su investigación se centra en las
bases neuronales de la emoción y los métodos para promover desde la ciencia el
florecimiento humano, incluyendo la meditación y las prácticas contemplativas.
Fundó y preside el Centro de Investigación de Mentes Saludables en la
Universidad de Wisconsin-Madison, donde se llevan a cabo investigaciones
interdisciplinarias con rigurosidad científica sobre las cualidades positivas
de la mente, como la amabilidad y la compasión. Ha cosechado importantes
premios y está considerado una de las cien personas más influyentes del mundo
según la revista Time. Tiene multitud de investigaciones y varios libros
publicados. Ha ofrecido un seminario para Estudios Contemplativos en Barcelona.
Yo investigaba los mecanismos
cerebrales implicados en la depresión y en la ansiedad.
...Y acabó fundando el Centro
de Investigación de Mentes Saludables.
Cuando estaba en mi segundo año
en Harvard se cruzó en mi camino la meditación y me fui a la India a investigar
cómo entrenar mi mente. Obviamente mis profesores me dijeron que estaba loco,
pero aquel viaje marcó mi futuro.
...Así empiezan las grandes historias.
Descubrí que una mente en calma
puede producir bienestar en cualquier tipo de situación. Y cuando desde la
neurociencia me dediqué a investigar las bases de las emociones, me sorprendió
ver cómo las estructuras del cerebro pueden cambiar en tan sólo dos horas.
¡En dos horas!
Hoy podemos medirlo con
precisión. Llevamos a meditadores al laboratorio; y antes y después de meditar
les tomamos una muestra de sangre para analizar la expresión de los genes.
¿Y la expresión de los genes
cambia?
Sí, y vemos como en las zonas en
las que ha-bía inflamación o tendencia a ella, esta desciende abruptamente.
Fueron descubrimientos muy útiles para tratar la depresión. Pero en 1992 conocí
al Dalái Lama y mi vida cambió.
Un hombre muy nutridor.
“Admiro vuestro trabajo, me dijo,
pero considero que estáis muy centrados en el estrés, la ansiedad y la
depresión; ¿no te has planteado enfocar tus estudios neurocientíficos en la
amabilidad, la ternura y la compasión?”.
Un enfoque sutil y
radicalmente distinto.
Le hice la promesa al Dalái Lama
de que haría todo lo posible para que la amabilidad, la ternura y la compasión
estuvieran en el centro de la investigación. Palabras jamás nombradas en ningún
estudio científico.
¿Qué ha descubierto?
Que hay una diferencia sustancial
entre empatía y compasión. La empatía es la capacidad de sentir lo que sienten
los demás. La compasión es un estadio superior, es tener el compromiso y las
herramientas para aliviar el sufrimiento.
¿Y qué tiene que ver eso con
el cerebro?
Los circuitos neurológicos que
llevan a la empatía o a la compasión son diferentes.
¿Y la ternura?
Forma parte del circuito de la
compasión. Una de las cosas más importantes que he descubierto sobre la
amabilidad y la ternura es que se pueden entrenar a cualquier edad. Los
estudios nos dicen que estimulando la ternura en niños y adolescentes mejoran
sus resultados académicos, su bienestar emocional y su salud.
¿Y cómo se entrena?
Les hacemos llevar a su mente a
una persona próxima a la que aman, revivir una época en la que esta sufrió y
cultivar la aspiración de librarla de ese sufrimiento. Luego ampliamos el foco
a personas que no les importan y finalmente a aquellas que les irritan. Estos
ejercicios reducen sustancialmente el bullying en las escuelas.
De meditar a actuar hay un
trecho.
Una de las cosas más interesantes
que he visto en los circuitos neuronales de la compasión es que la zona motora
del cerebro se activa: la compasión te capacita para moverte, para aliviar el
sufrimiento.
Ahora quiere implementar en el
mundo el programa Healthy minds (mentes sanas).
Fue otro de los retos que me
lanzó el Dalái Lama, y hemos diseñado una plataforma mundial para diseminarlo.
El programa tiene cuatro pilares: la atención; el cuidado y la conexión con los
otros; la apreciación de ser una persona saludable (encerrarse en los propios
sentimientos y pensamientos es causa de depresión)...
...Hay que estar abierto y
expuesto.
Sí. Y por último tener un
propósito en la vida, algo que está intrínsecamente relacionado con el
bienestar. He visto que la base de un cerebro sano es la bondad, y la
entrenamos en un entorno científico, algo que no se había hecho nunca.
¿Cómo se puede aplicar a nivel
global?
A través de distintos sectores:
educación, sanidad, gobiernos, empresas internacionales...
¿A través de los que han
potenciado este mundo oprimido en el que vivimos?
Tiene razón, por eso soy miembro
del consejo del Foro Económico Mundial de Davos, para convencer a los líderes
de que hay que hacer accesible lo que sabe la ciencia sobre el bienestar.
¿Y cómo les convence?
Mediante pruebas científicas. Les
expongo, por ejemplo, una investigación que hemos realizado en distintas
culturas: si interactúas con un bebé de seis meses a través de dos marionetas,
una que se comporta de forma egoísta y otra amable y generosa, el 99% de los
niños prefieren el muñeco cooperativo.
Cooperación y amabilidad son
innatas.
Sí, pero frágiles, si no se
cultivan se pierden, por eso yo, que viajo muchísimo (una fuente de estrés),
aprovecho los aeropuertos para enviar mentalmente a la gente con la que me
cruzo buenos deseos, y eso cambia la calidad de la experiencia. El cerebro del
otro lo percibe.
Apenas un segundo para seguir
en lo suyo.
La vida son sólo secuencias de
momentos. Si encadenas esas secuencias, la vida cambia.
El mindfulness es hoy un
negocio.
Cultivar la amabilidad es mucho
más efectivo que centrarse en uno mismo. Son circuitos cerebrales distintos. A
mí no me interesa la meditación en sí misma sino cómo acceder a los circuitos
neuronales para cambiar tu día a día, y sabemos cómo hacerlo.
Interesante entrevista. Comparto el contenido de esta frase:"La base de un cerebro sano es la bondad, y se puede entrenar". Pepi
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