Conozco personas que les gusta tocar, personas que tocan a las personas, claro. Suele coincidir que a estos conocidos/amigos también les gusta abrazar, más que besar. Y quizá resuma demasiado con la expresión ‘tocar’ cuando en el fondo debería decir… utilizar el tacto como modo de comunicación entre semejantes, algo altamente recomendado, por no decir terapéutico. Y ojo, que lo de tocar ahora está casi mal visto porque rápidamente te puedes encontrar con una denuncia a tus espaldas por acoso o por salido/a. Bueno, exagero un poco, ya lo sé.
La reflexión viene al caso de una publicidad que me encontré hace poco trasteando por Internet donde anunciaban el ‘Babocush’, un aparato que, para que se entienda lo que es, transcribo literalmente el texto del anuncio: “Es desgarrador escuchar llorar a tu bebé, pero gracias a la tecnología esto puede cambiar. Babocush es una almohada diseñada para sostener al bebé de forma segura, en la posición perfecta para aliviar cólicos y reflujos, vibra, se mece suavemente y tiene un latido regular que hace sentir al pequeño como si estuviera en los brazos de sus padres”. ¿No os parece alucinante? Con la excusa de que los niños lloran se inventa y te venden el artilugio de marras para evitar que llore y de paso no tengas que soportar la pesada carga de sostener (tocar) a la criatura. ¡Pero si el niño llora para comunicarse precisamente contigo, hombre, alma de cántaro! Que te está diciendo algo así como cógeme en tus brazos calientes. Mis hijos se mecían a ratillos en un pequeño balancín, pero esto ya se ha sofisticado de tal manera que uno no sabe qué pensar. Bueno, sí, pienso que todo está ideado para que se pierda el tacto o contacto padre/madre/hijo, que se deje de tocar a los demás, ya sea bebé, niño, joven, adulto o viejo y, dejémonos de rodeos, que sean las máquinas las que finalmente cuiden y críen a nuestros retoños. Lo próximo… “El robot Facundo, que le da el biberón a tu hijo, como si no fuera de este mundo”.
Hay cosas que os confieso que me gustan bastante, casi diría que me encantan, del avance de la vida, de la ayuda que nos prestan las tecnologías, los aparatejos pero, qué queréis que os diga, hay otras de las que reniego, por no decir que aborrezco y creo que en esta línea ya lo he advertido en otros apuntes optimistas. ¿Cerrado a los avances? En absoluto, más bien diría receloso de la deshumanización que nos infunden.
Asín sea.
(*) Hoy hace justo 4 añines que empecé a publicar apuntes ‘optimistas’ en este bendito blog. Gracias por aguantarme. Si nadie dice nada en contra y al ‘jefe’ no le importa, como diría el personaje de Joe Rígoli, Felipito Tacatún…. “yo sigo”.
Me gusta mucho abrazar, acariciar, besar....... que no se pierda.
ResponderEliminarOXO
Claro que sí. Sigue Optimista, que da gusto leerte. (Comentario a la postdata)
ResponderEliminarM.Elena
Hasta ahí podíamos llegar. Poner al bebe en un aparato en vez de tenerle en brazos, con la sensación tan extraordinaria que se recibe.¡Que pena!, no se a donde vamos a llegar Pepi.
ResponderEliminarSi tú estás a gusto, yo como lectora también, y los jefes seguro que te seguirán "renovando el contrato" ja ja ....Pepi
ResponderEliminarCompletando el primer comentario de Pepi. Y por supuesto todo el amor que recibe el bebe.
ResponderEliminarQue no falte el optimista, que no falte.......
ResponderEliminarUn dicho popular dice que el roce hace al cariño.
ResponderEliminarSin optimismo seria el reino de la tristeza. Adelante
ResponderEliminarMuchas felicidades optimista
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