El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
Un “milagro” de la naturaleza: en la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células de nácar comienzan a trabajar y cubren el grano de arena con capas y capas y más capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Resultado: se forma una hermosa perla. Una ostra, pues, que no haya sido herida de algún modo, no puede producir perlas… porque la perla es una herida cicatrizada. Así, pues, las perlas son producto del dolor, el resultado de una sustancia extraña e indeseable en el interior de la ostra. Pero, qué ocurre con el ser humano cuando surge la dificultad, la adversidad, ¿se convierte en una “ostra vacía” o en una perla?
Tres son los pilares sobre los que se asienta una buena adaptación a la dificultad: educar en la frustración, la creatividad del sujeto y un “nosotros” acogedor.
Un cierto nivel de frustración es saludable: no podemos meter a nuestros hijos en una “urna psicológica”, evitando todo sentimiento negativo de ansiedad, angustia, tristeza, temor, etc. La vida es lucha, tensión, con una pizca de sufrimiento. El niño debe ir aceptando las frustraciones diarias (el olvido de un compañero, la carencia de un juguete, etc.) para que de adulto no sea excesivamente vulnerable a cualquier situación conflictiva de paro, ruptura sentimental, etc. Es una forma de fortalecer el yo y consecuentemente contemplar al otro no como un enemigo sino como un compañero de camino (con su más y sus menos) en el arduo viaje de la vida.
La creatividad es una capacidad de todos los seres racionales y es también una actitud ante la vida; los animales, por el contrario, no crean, sino repiten las conductas impresas en su código genético.
La creatividad en la vida cotidiana supone capacidad para hacer comparaciones y analogías; búsquedas de soluciones no esperadas, estar abierto a nuevas experiencias y tener el valor de arriesgarse. El que siempre reflexiona y busca la seguridad total y absoluta, es posible que consiga no equivocarse, pero desgraciadamente no podrá disfrutar de las nuevas experiencias. La persona creativa está en constante proceso de autodescubrimiento.
Toda situación de pérdida o frustración lo que precisa es un reforzamiento del vínculo con la familia, amigos o compañeros. Un “nosotros” sano es un salvo conducto para superar cualquier contrariedad en la vida. De hecho tenemos la experiencia de que se supera mejor el conflicto si podemos compartirlo con un interlocutor válido: padre, madre, hermanos o el mismo terapeuta, por señalar solamente los más significativos. Por esto, en la adversidad el individuo se muestra indefenso y lanza una llamada de socorro en forma de dolor o angustia, para ser atendido.
La adaptación creativa
Es la solución mágica que nos hace remover muchas situaciones biográficas y casi siempre es referida a una situación de desequilibrio o de malestar, aunque también debemos aplicarla a lo bueno: un ascenso, el nacimiento de un hijo o el premio de la bonoloto, por poner sólo algunos ejemplos.
Pero todo ello tiene sus matices. Es un arte que precisa algunas reglas de funcionamiento. En primer lugar, adaptación no es sinónimo de pasividad o resignación sino de exprimir la experiencia negativa, por mucho que lo sea, y transformarla en algo que favorezca el crecimiento del individuo. Además, hay que poner los pies en la tierra (reconocer las propias posibilidades y también los límites) y comenzar a caminar por el sendero que marca el conflicto. Podemos llegar a la misma meta pero el camino se ha hecho más angosto y tortuoso.
El ser humano, como la ostra, sufre a lo largo de su existencia numerosos “cuerpos extraños” (muertes, sufrimiento, enfermedades, pérdida de trabajo, etc.). Son las adversidades de la vida cotidiana, que pueden evolucionar hacia una perla (mayor gradiente de salud mental y en definitiva mayor felicidad) o bien constituirse en un gran obstáculo para su desarrollo personal. Todo dependerá de cómo el sujeto reaccione ante esos hechos. Si solo cultivamos resentimiento, o no perdonamos las ofensas, o siempre echamos la culpa de nuestros males a los demás, por poner solamente algunos ejemplos, nos convertiremos en “ostras vacías” pues no hemos posibilitado que las heridas cicatricen y se conviertan en una perla. Por el contrario, se formará una “perla” si somos capaces de elaborar la adversidad y de adaptarnos sanamente a esa nueva situación.
Termino esta reflexión con un pensamiento de Darwin: “La especie que sobrevive no es la más fuerte ni la más inteligente, sino la más adaptable al cambio”. Parafraseando a este autor podemos concluir diciendo: toda persona en dificultad (muerte de un ser querido, enfermedad grave, etc.) podrá crecer psicológicamente, siempre y cuando sea capaz de adaptarse, de forma saludable, a la nueva situación. Es decir, lo importante de la adversidad no es su naturaleza, sino como cada sujeto responda a ella, y esto estará en consonancia con su capacidad de frustración, su creatividad y un “nosotros” fuerte.
Muy hermosa reflexion que abre puertas...
ResponderEliminarBuenísimo artículo y con el ejemplo de las ostras y las perlas muy entendible
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