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Las uvas de la suerte –
A sabiendas de mi afición a comer uvas con queso, me han
regalado unas uvas, de manera que llevo ya unas cuantas noches cenando tan
suculento manjar. Me encanta.
Siempre que veo uvas me viene a la memoria la Nochevieja y sus
uvas de la suerte -que algunos no toman, otros toman solos, otros por
compromiso, otros se atragantan al son de las campanadas, otros hacen trampas…-
pero ahí están, siempre puntuales, siempre en el punto final de año, siempre
como una referencia. Uno más de tantos ritos.
Dicen que conviene tomarlas campanada a campanada para
asegurarse un buen año de suerte. Y yo lo hago. Pero no siempre los años
resultan igual de buenos a pesar de haber cumplido rigurosamente con el rito.
Así que dudo realmente si deben ser llamadas uvas de la suerte.
Las que sin duda pueden llevar tal calificativo son las que en
estos días estoy disfrutando.
Cada noche, mientras las saboreo, pienso en la suerte que
tengo por haberme topado en el camino con quienes me las han regalado; por
estar en un proceso de acercamiento y conocimiento mutuo; por compartir
momentos, espacios, reflexiones y sentimientos; por dejarnos llevar por la
ilusión de los inicios sin fecha de caducidad; por empezar abriendo puertas
físicas y emocionales; por ir cumpliendo expectativas. En definitiva, por
habernos encontrado.
¿Hay o no motivos para que éstas sean las auténticas uvas de
la suerte?
M.E.Valbuena
No importa el medio que se nos presente para conseguir un fin. Para mí lo mejor de la situación "Escribana del Reino" es que estás ampliado tu círculo de amistades, con unas personas que: estáis en un conocimiento mutuo: compartiendo: espacios, reflexiones sentimientos, sin fecha de caducidad; por empezar abriendo puertas físicas y emocionales...."; Y en definitiva viviendo el presente el día a día sin pensar en más.
ResponderEliminarPara Pepi en su vida este es el mejor regalo: AMPLIAR SU CIRCULO DE AMISTADES.
Solo me cabe decir ¡gracias!
ResponderEliminarCada gesto tiene un sentido. Cada acercamiento, un motivo. Cada regalo, un agradecimiento. Cada amigo, una bendición.
ResponderEliminarUna suerte inmensa es leer este blog, y en especial los domingos pero mas especial este domingo. ¡MUCHAS GRACIAS!
ResponderEliminarElena
Escribana, mi búsqueda de la suerte llega hasta tal punto que desde que recuerdo de pequeñito tomo las uvas de Nochevieja de la misma viña, idénticas a esas que enseñas, pequeñitas para no atragantarme, para lo que toca tenderlas en un lugar oscuro y fresco para que aguanten tres meses sin pudrir. Casi de milagro llegan con agua, sin que estén hechas pasas. ¿Manía? ¿Costumbre? Puede que sí. Pero aún más importante para mí es haber descubierto el vino que sale de esas uvas, de esa viña trabajada y cuidada, vino hecho artesalmente como lo hacían nuestros antepasados hace 5.000 años para meses después de vendimiar y pisar esas uvas, poder brindar con la familia y los amigos por la vida y la salud así en términos generales. Hasta Jesucristo eligió el vino para brindar simbólicamente con sus amigos (discípulos-apóstoles) poco antes de su muerte. Mucho símbolo detrás de la uva querida Escribana, motivos sobrados para que disfrutes comíendolas. Un milagro de Dios.
ResponderEliminarJuan.