LA VIE EN ROSE
¿Quién
no recuerda esa preciosa canción? Y sobre todo, ¿quién no recuerda la
desgarradora voz que la cantaba? Se trataba de Édith Piaf de la que
recientemente se ha celebrado el cincuenta aniversario de su muerte a los 47
años de edad.
Todos
los periódicos destacaron la noticia acompañada de fotografías de la cantante.
Pero en lugar de ser fotos de sus primeros años, lo eran de los últimos años de
su vida. Bien es cierto que sus ojos, incluso en sus mejores años, siempre
mostraron la huella de la pena y el abandono, pero al final de su vida, la
visión de esos ojos y de su rostro resulta completamente descorazonadora.
Fue
una de las cantantes más famosas, más amadas y con más talento del siglo
pasado. Nacida de la miseria y la tristeza supo sobreponerse y alcanzar la cima
del éxito… pero se olvidó de sí misma. Lamentablemente no contó con las
herramientas o las fuerzas necesarias para limpiar el poso del dolor que
llevaba en el alma y acabó despeñándose por un sinsentido de autodestrucción en
que brillaba de forma trémula el hambre insaciable de amor.
No
ha sido la única que ha acabado sucumbiendo a un pasado horrendo. Muchas otras
personas, antes y después de ella, han dedicado su vida al autodesprecio y la
autodestrucción, ansiando encontrar por el camino a alguien que les salvara;
que les tomara entre sus brazos y les llevara a un paraíso de calma, felicidad
y amor.
Cada
vez que uno de estos casos de cadáveres jóvenes, inmolados a un escurridizo
Cupido, sale a la palestra, no dejo de angustiarme y de preguntarme cómo es
posible que no hayan podido encontrar ese ansiado amor en su verdadero templo,
en su bello santuario, del que sólo sale para ampliarse y crecer como un bosque
frondoso. ¿Por qué nadie supo decirles que la fuente inagotable del amor está
dentro de cada uno de nosotros, y que una vez descubierta, no hay dolor que no
pueda borrarse?
Somos
seres únicos, preciosos, perfectos y por miles de años de historia que tenga
nuestra especie a sus espaldas, nunca hubo ni habrá otro ser igual a nosotros.
Cierto que no siempre la vida nos trata como merecemos, pero está en nuestras
manos superarlo poco a poco, con esfuerzo y tesón, buscándonos incansablemente
entre los despojos de las batallas por las que nos batimos, para renacer de ellas
renovados, fuertes y felices. Podemos hacerlo, aunque nos cueste tiempo,
esfuerzo y rabia… Podemos si de verdad queremos ser felices y alegrar la vida
de quienes nos rodean, que, no lo olvidemos nunca, bailarán al compás de
nuestra música. O podemos lamentarnos eternamente por lo que pasó; podemos
maldecir a quien sea, abandonándonos y derrotándonos. También los demás
bailarán nuestra música… pero invariablemente será lejos de nosotros.
Triste,
muy triste es ver la imagen deteriorada y agotada de estas personas a las que
las vida les gana la partida. Pero, a pesar de la desazón que sus lentas
muertes producen, también nos recuerdan una de las grandes verdades de este
universo: si no te encuentras a ti mismo; si no te amas a ti mismo, todo lo
demás lo tendrás perdido.
Mª José Calvo Brasa
Gracias M. José por recordarlo un avez más: "si no te amas a ti mismo, todo lo demás lo tendrás perdido".
ResponderEliminarSI no te amas, si no te valoras estás incapacitado para amar a los demás y, seguramente, para ser amado.
ResponderEliminarCuanto "no",qué negativismo,me estoy incapacitando para escribir más, voy a comer y descansar,o sea ejemplo d quererme; me gustan los ejemplos,la teoría para quien la en rienda.
ResponderEliminar???
EliminarBravo M. José, es cierto que la fuente inagotable del amor está dentro de cada uno de nosotros yo aún lo lo he experimentado, pero se ve en ti un claro ejemplo.
ResponderEliminarElena.
Que importante es descubrir nuestro interior, pero para Pepi a la vez es muy dificil, y por eso para ella es un trabajo a realizar para toda la vida.
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