El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
Se han señalado diversos aspectos que hay que tener en cuenta para definir si una persona es dependiente de una actividad o cosa. Aquí transcribo los seis criterios propuestos por Griffiths (1998) que yo he aplicado al uso del móvil:
Saliencia: una actividad se convierte en lo más importante para el individuo y domina sus pensamientos y su actividad. Así podemos comprobar que el dependiente del móvil está llamando a todas horas e incluso sacrifica horas de sueño para seguir conectado. No puede salir de casa sin el móvil ni tampoco ir al trabajo, pues su ausencia le produce una gran ansiedad y malestar.
Modificación del humor: irritabilidad o ansiedad en relación con la imposibilidad de realizar la actividad o cuando se finaliza. Es decir, el sujeto dependiente no soporta el no tener cobertura o el que la batería del móvil esté bajo mínimos y no digamos si el móvil se estropea.
Tolerancia: con el paso de los días se requiere incrementar la actividad para producir los mismos efectos. De forma insensible se va aumentado las horas de utilización del móvil sin tener en cuenta las consecuencias que esto puede producir: pérdidas de amigos, pérdidas de trabajo, etc. De esta forma un instrumento de comunicación como es el móvil se convierte en una forma de incomunicación hasta llegar a la paradoja de sentirse aislado por el móvil. Según los expertos un gasto por encima de los 40€ mensuales es indicador de la posibilidad de un “abuso o dependencia” del móvil.
Síndrome de abstinencia: es decir, si la supresión de la actividad o su imposibilidad de realizarla produce ansiedad y malestar general psíquico e incluso físico. Por este motivo el “móvil adicto” nunca se separan del teléfono: se lo llevan al baño, al trabajo o a clase, durante la comida, en las reuniones familiares, en el cine o en el teatro, en ningún momento se puede desconectar.
Conflicto: el comportamiento del sujeto interfiere gravemente en la actividad familiar, social o laboral. Es decir, el sujeto puede abandonar las obligaciones familiares o laborales por seguir con su actividad dependiente. No existe una cantidad de horas de dedicación al móvil que indiquen la dependencia, pero los expertos en la materia indican algunas pistas: cuando el uso de móvil provoca el abandono de obligaciones familiares o laborales o reduce el tiempo de ocio o disminuye las horas de sueño, etc. para poder seguir conectado.
Recaída: tras periodos de abstinencia vuelve con las mismas conductas. En ocasiones, el “móvil adicto” puede dejar de utilizar el móvil en un alarde de demostrar que no está “enganchado”, pero generalmente vuelva con más fuerza.
¿Servidor o tirano?
Lo que es evidente es que lo patológico del móvil no está provocado por el propio instrumento de comunicación sino por el mal uso que hacemos de él. Es decir, el móvil se convierte en algo nocivo para el sujeto cuando éste no puede controlar su uso y se cumplen todos los criterios propuestos por Griffiths. Eso sí dependiendo de su intensidad nos indicará también la gravedad de la adicción. De cada uno de nosotros, depende, querido lector, que el móvil nos sirva para seguir creciendo, favoreciendo nuestra comunicación con los demás, o que favorezca un “buen escondite” para ocultar nuestra carencia de autoestima o la dificultad para afrontar los problemas de la vida cotidiana. El móvil, pues, nos puede servir pero también tiranizar, todo dependerá de su buen o mal uso que hagamos.
Me viene a la mente, la enseñanza, de que "en el medio está la virtud". Pepi
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