El rincón del psiquiatra
Alejandro Rocamora Bonilla
Psiquiatra
Michel Foucault, filósofo francés, decía: “El poder se encuentra en todos los sitios…porque no proviene de ningún sitio”. ¿Es esto cierto? ¿Poder es sinónimo de dominio? ¿El poder es sinónimo de autoridad? ¿El poder político es siempre corrupto?
Según Foucault el poder no tiene una representación lineal y vertical, ni tampoco horizontal, sino que la situación social es más compleja. La sociedad es como una gran red donde los individuos están ligados por medio de nudos, que representan su poder. Por esto podemos afirmar que la vida cotidiana está inmersa en una multiplicidad de relaciones de poder: así, por ejemplo, el profesor sobre el alumno, éste sobre su hermano pequeño y éste a su vez sobre el abuelo, pero al mismo tiempo el abuelo tiene influencia sobre los hijos, etc. La inmensa red humana se expande por todo el universo unida por los “nudos de poder”. Si alguien se suelta o se rompe el nudo el individuo cae al vacío o queda en la soledad más absoluta.
El poder político
El ser humano es un ente social. Vive en grupo. Se desarrolla en grupo. Trabaja en grupo. Se divierte en grupo. Y todo grupo, del más pequeño (la familia) al mayor (una nación) necesita de normas claras para garantizar la convivencia. Esto implica que alguien dicte normas y las haga cumplir y otros las cumplan. El poder pues es consustancial al grupo.
Podemos decir que el poder político es la capacidad de dirigir y gobernar las situaciones sociales y supone la toma de decisiones eficaces y legítimas para lograr el bienestar del colectivo. Eso sí, se puede realizar de forma ética o perversa. Es decir, el poder político se puede situar en algunas de estas categorías: a) poder por coacción: es propio de los regímenes autoritarios, donde lo que prima es el castigo para conseguir el bienestar sobre todo de los gobernantes; b) poder por persuasión y propagandistas, propios de los gobiernos populistas y c) el poder legítimo, el propio de los sistemas democráticos, donde el poder es dado por el pueblo, a través del sufragio universal.
El poder político no es ni bueno ni malo. Existen políticos que utilizan su poder para conseguir el bien de sus ciudadanos y existen políticos que, parapetados en el poder, buscan su propio beneficio en detrimento de los demás. En el primer supuesto podemos decir que es un poder sano; en el segundo, se convierte en un instrumento perverso.
El líder del grupo puede surgir de forma espontánea o por votación. Pero en todo caso son varias las vías para constituirse en el director del grupo: existen líderes carismáticos, que arrastran a sus discípulos a seguir su mensaje por su vida heroica. Por ejemplo: Vicente Ferrer o la madre Teresa de Calcuta. En otros líderes su poder emana de sus conocimientos, triunfos deportivos o artísticos: los premios Nobeles, Iniesta o Lola Flores. Por el contrario el líder autoritario o dictador se apoya en su propia creencia de tener un poder omnímodo sobre todo el mundo (los maltratadores o los mismos dictadores) y por último, el líder democrático fundamenta su poder en los ciudadanos que le han elegido y por lo tanto se debe a ellos, para conseguir el mayor bienestar posible.
Características del poder político democrático:
- En las sociedades democráticas el poder de los políticos no les viene de Dios, ni por la estirpe, ni siquiera por sus conocimientos, sino por el pueblo y por lo tanto sus preocupaciones fundamentales es hacer un mundo mejor.
- Es un poder que respeta a todos los ciudadanos, pues todos los hombres y mujeres, blancos y negros, creyentes o ateos son iguales ante la ley.
- Es un poder limitado en el tiempo dado que cada tres o cuatro años se eligen a los nuevos representantes del pueblo.
El político ideal
Hace unos meses leí una frase de Donald Cameron, ex -primer Ministro del Reino Unido, referente a la clase política. Decía así.: “Lo importante de un político no es su ideología sino su personalidad”. ¿Es esto cierto? ¿La personalidad está por encima de la ideología? ¿Qué ocurre cuando la personalidad del político no es la adecuada, también la ideología se convierte en perversa?
El político debe ser una persona con vocación de servicio y muy sensible a la problemática de los ciudadanos. Además de una adecuada preparación debe ser una persona honesta, coherente con su ideología y teniendo como fin último, no su propio bienestar sino el de los demás. Debe ser más un Tomas Moro, que Maquiavelo, donde la honradez y su capacidad para trabajar por el bien general sea el motor de su acción política.
De esta forma el pensamiento de Donald Cameron será cierto: la personalidad del político es más decisiva que su ideología política.
Se puede aplicar no solo a los políticos, si no a todas las personas que tengan un poder, o se consideren que tienen un poder Pepi
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