El rincón del optimista
Juan
Tez blanca, mejillas sonrosadas, unos prominentes bigotes y una enorme sonrisa, esos son los principales rasgos de la máscara que desde hace un tiempo se popularizó a nivel internacional. El origen de esa máscara parece remontarse al siglo XVII (5 de noviembre de 1604), a raíz de una conspiración que buscaba dar muerte al entonces rey Jacobo I de Inglaterra. La noche de Guy Fawkes, también conocida como la Bonfire Night, que se celebra los 5 de noviembre en el Reino Unido y otros países anglosajones, conmemora aquel intento frustrado contra Jacobo I. El rostro de Faukes fue la inspiración para las máscaras, que se popularizaron a partir del nacimiento de la historieta ‘V de Vendetta’ en la década de los 80, gracias al ilustrador David Lloyd y su personaje, un hombre anónimo, un superhéroe que buscaba acabar con el fascismo en el Reino Unido. La máscara cobró un nuevo protagonismo con la película homónima protagonizada por Natalie Portman en 2005. Durante muchos años el rostro de Fawkes se convirtió en un icono de anarquía, y en la actualidad es todo un símbolo que identifica al grupo ‘hacktivista’ Anonymous, pero que se ha extendido además a movimientos de ocupación, protestas antigubernamentales y antisistema en todo el mundo.
A mí las máscaras no me gustan. La foto de arriba la hice un carnaval pasado junto a una conocida entidad bancaria de la Plaza de Santo Domingo, en León. Me gusta ver a la gente disfrazada, sí, pero no tapándose la cara con una máscara, pues lo veo como una excusa para no responsabilizarse de palabras o de actos amparados en el anonimato al tener ocultado el rostro. Me pone nervioso que me hable alguien que me conoce y que yo no puedo identificar por este motivo. Prefiero hablar siempre a la cara de las personas y que los demás me hablen a las claras o, como suele decirse, a pecho descubierto. Y cuando algo se pone de moda, sea lo que sea como en este caso este tipo de máscaras, siempre pienso que alguien, en algún lugar del mundo, se está haciendo millonario a costa de que millones de personas entran en el juego de seguir las modas que otros se encargan de poner en circulación. Eso es la moda.
Y si hay que calificar al anónimo, ya no te digo nada. Hablo del anónimo voluntario, no del paisano, paisana o guaje que sale de casualidad en una foto. El anonimato es la exaltación total de la cobardía; quien tira la piedra y esconde la mano; quien necesita un parapeto para sentirse seguro; quien rompe su timidez anulando la realidad. Te lo cuento, pero no quiero que sepas que soy yo el autor. ¿De qué tienes miedo? ¿De qué te escondes? Da la cara, sal de tu escondite, quítate la máscara, sé valiente, enfréntate a la verdad de las cosas. ¿Tienes algo que perder? Sí, solamente el miedo.
Firmado: Juan, el optimista... yo no me oculto detrás de la máscara.
Asín sea.
Detrás del anonimato también hay mucha gente buena y valiente que no quiere o no le gusta dar la cara.
ResponderEliminarOxo
Hay muchas personas que van por la vida con la máscara y no van disfrazados. Pepi
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